crimenparaguayosPor Jean Georges  Almendras  desde Montevideo. Uruguay-Febrero 9  de 2016

Definitivamente el asesinato de la pareja paraguaya cometido en el balneario Solymar, del departamento de Canelones, en  Uruguay,  en la noche del pasado sábado 6 de febrero, fue  un hecho típico de violencia mafiosa, en este caso estrechamente relacionado con el  narcotráfico. Las investigaciones policiales se vienen desarrollando a buen ritmo, al punto que inclusive se llegó a definir como viable, que los asesinos serían sicarios de la zona del Cerro, barrio de Montevideo , ubicado en el lado Oeste de la capital. Casi en simultáneo, la policía uruguaya pudo establecer mayores datos sobre la pareja, estableciéndose que el hombre era un empresario y que su mujer era abogada,  que junto a su hijo pequeño y ocupando la camioneta habían ingresado al Uruguay, vía Buquebus  a comienzos del mes y  que el  fallecido –Ramón Agustín Quevedo  Arce, de 45 años- estuvo vinculado a un jefe narco brasileño de la región del Alto Paraná, de nombre Tomás Rojas; asimismo, se pudo saber, que Quevedo Arce tenía en el pasado un proceso por tráfico de drogas en Brasil, en el Sur del Estado de Santa  Catarina.

Como se recordará, el atentado se cometió en horas de la noche sabatina, cuando Quevedo  conducía su camioneta Toyota por la Avenida Giannattasio, con dirección al Este, estando acompañado por su esposa Claudia Rossana Guerrero Camacho y  el hijo de ambos de 7 años de edad. En determinado momento –cerca de la hora 23 y 30- y una vez que el profesional detuvo la marcha del rodado en obediencia a la señalización de un semáforo, en el cruce de la Avenida Uruguay,  un automóvil –según algunos testigos, de color gris-  se ubicó sobre el lado izquierdo, para que finalmente el acompañante y se estima otro cómplice, ocupantes del auto desconocido,  balearan certeramente  con armas automáticas al empresario a través de la ventanilla izquierda del vehículo. Catorce proyectiles impactaron en el cuerpo de Ramón Gerrero- mientras que otros dos alcanzaron a la mujer, que estaba sentada en asiento del acompañante. El hombre perdió la vida en forma inmediata, mientras que su esposa agonizó por unos instantes, y pese a ser asistida por vecinos del lugar, desafortunadamente no pudo sobrevivir dado que los proyectiles le alcanzaron órganos vitales. Pero la tragedia no concluyó con el deceso de los profesionales, porque cuando el abogado Guerrero fue herido de bala, inevitablemente   perdió el dominio del volante y en consecuencia el vehículo se salió de su senda y en su trayectoria de varios metros embistió a una jovencita de 16 años –Marcela Artagaveytia-  que transitaba correctamente por un camino  del lado derecho de la ruta, junta a varias amigas. La menor, que se dirigía a un baile juvenil, murió instantáneamente, mientras que el vehículo  impactó contra una columna de luz la que al ser derribada cayó sobre la camioneta. En cuanto al niño, hijo de la pareja, que estaba ubicado en el asiento trasero y que presenció todas las secuencias del ataque, salvó su vida de milagro. Instantes después, a la llegada de más vecinos, socorros médicos y policías, el niño entró en estado de shock. Se acababa de cometer, en una avenida muy populosa y concurrida de la Ciudad de la Costa, de Uruguay,  uno de los hechos policiales  más emblemáticos y más graves del sub mundo del narcotráfico, de los últimos años.

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Todo este episodio generó gran impacto en los medios informativos de Canelones y de Montevideo, sacudiendo también a los medios de comunicación del Paraguay. A todo esto las autoridades policiales de la  Jefatura de Policía de Canelones, personal de Inteligencia y  de otras dependencias del Ministerio del Interior uruguayos comenzaron a dar forma al perfil del matrimonio, y en particular del empresario Quevedo. De esa forma, con el concurso de las autoridades policiales de Paraguay se pudo tomar conocimiento que Quevedo Arce estuvo estrechamente vinculado a un narcotraficante brasileño identificado como Tomás Rojas, que tiene en su haber un procesamiento con prisión de 25 años por  narcotráfico, asociación criminal y lavado de dinero.

Pero además se pudo saber que Quevedo, que en la actualidad se desempeñaba como empresario de un emprendimiento agropecuario en el Paraguay, residiendo en Ciudad del Este,  en el 2002 fue detenido en Brasil junto a otras siete personas con un cargamento de 235 kilogramos de marihuana. En consecuencia la justicia brasileña lo expulsó del país.

A juzgar por todas estas informaciones que surgieron con posterioridad al atentado, indiscutiblemente hace pensar a los investigadores que el vínculo de Quevedo con el narcotráfico sería el móvil más preciso que habría  desencadenado este trágico episodio. Lo que ahora resta es identificar a los sicarios que accionaron los gatillos de las armas utilizadas en el hecho. Y en tal sentido, tras las pericias balísticas y otros indicios, se habría bosquejado la idea de que los sicarios serían oriundos del barrio Cerro de Montevideo.

 Asimismo, y en el marco de estas averiguaciones, se deberá  definir  la forma en que los asesinos recibieron la orden de cometer el atentado y si éste verdaderamente  se relaciona con alguna forma de actividad que hubiera llevado adelante Quevedo, en forma conjunta con elementos del narcotráfico, sea  en el pasado como en el presente.

Y no hay duda que de haber sido así, alguna diferencia entre Quevedo y los narcos debe haberse suscitado. Una diferencia  que obviamente  tuvo consecuencias negativas para el paraguayo. Queda claro además, que el ataque no habría sido cometido por capricho de los sicarios, sino que éstos deben haberlo llevado adelante, siguiendo directivas precisas de los ideólogos, que se estima integrarían las filas del narcotráfico. ¿Quiénes son esos ideólogos? ¿Son paraguayos? ¿Son brasileños?¿Son uruguayos?

 

Por lo tanto, determinar todos estos vínculos y el grado, y el alcance de los mismos será labor de las autoridades policiales uruguayas, que de hecho,  también deberán definir las características de la red  delictiva  de la cual Quevedo formaba parte o con la que estaba relacionado,  y desde cuándo.

Hay un aspecto a tomar en cuenta: el empresario,  en su pasaje por el Uruguay (a juzgar por los hechos) nunca sospechó que habría de sobrevenir un ataque. Hay que consignar que tanto Quevedo como su esposa viajaban con su hijo, sin armas y sin protección. Es decir, totalmente vulnerables. De hecho estaban  en el Uruguay de vacaciones, según lo que pudo saber la policía.

Tal parece, entonces,  que el empresario llevaba una vida normal, sin imaginar que estaba bajo riesgo. Y que  los asesinos seguramente conocían perfectamente su vulnerabilidad, además de su rutina.  Además, la forma en que se consumó el ataque demuestra también, y con mucha nitidez, que los asesinos serían profesionales de la violencia, no descartándose que el ataque haya sido  planificado con lujo de detalles. Hay que considerar también que las autoridades que tienen en sus manos el caso (que deben estar recabando informaciones entre sus pares del Paraguay y del Brasil)  tendrán que estudiar y evaluar, todo lo inherente a los ideólogos del ataque, como tarea primordial para orientar las investigaciones y  así llegar a los autores materiales del mortal ataque

De confirmarse que los sicarios son uruguayos,  las armas utilizadas deben haber sido obtenidas dentro del territorio uruguayo, y este aspecto igualmente deberá ser investigado con mucha atención, porque quizás siguiéndose esa línea de investigación sea viable llegar a  detener a los involucrados en el atentado.

Pero hay un punto, que además de ser en extremo doloroso, resultaría ser sumamente vital para los investigadores: nos estamos refiriendo al testimonio del hijo de la pareja. Este niño,  por haber sido testigo del atentando, seguramente podría aportar algunas informaciones a los investigadores  –y por fragmentarias que sean-  podrían ser muy útiles, de ahí que pensamos que su testimonio no debe estar ausente en el cronograma de trabajo de las autoridades afectadas a aclarar el caso.

Y en tal sentido hay que consignar que el niño se encuentra bajo atención psicológica y bajo celosa custodia policial,  al tiempo que se vienen tramitando, a través del Consulado paraguayo en Montevideo,  las formalidades del caso para que el pequeño pueda ser derivado a su país,  habiendo trascendido que una tía suya, al redactarse estas líneas, ya estaría  viajando al Uruguay. En ese contexto, también trascendió,   que los investigadores uruguayos hacen gestiones –dentro del marco legal existente- para tomar declaración al menor, lo que no sería un asunto de fácil concreción., ya que autoridades del INAU y la legislación paraguaya estarían dificultando esa instancia.

Y en el otro extremo de todo este inédito hecho de violencia mafiosa en el Uruguay, se encuentra el dolor y la indignación de la familia de la menor de 16 años, que fuera atropellada por la camioneta que guiaba el empresario paraguayo. Vecinos, familiares y amigos de la adolescente, no encontraban consuelo ante la irreparable pérdida. Y más allá de los entretelones de los lazos mafiosos que unieron a Quevedo con la red del narcotráfico, que presumiblemente, sería la llave de su muerte y la de su esposa, los sicarios que descargaron sus armas sobre la camioneta, deberán rendir cuentas ante la justicia uruguaya, particularmente por la muerte de la jovencita. Porque si bien la jovencita no era la destinataria de la balacera, fue a raíz de ese tiroteo, que quien guiaba la camioneta halló la muerte, ocasionando el fatal accidente.

Al cierre de la presente edición de Antimafia, en el Uruguay, reinaba un hermetismo muy definido por parte de las autoridades en torno al caso, trascendiendo que los investigadores estarían trabajando a full para lograr pistas, que las personas demoradas en una primera instancia  recuperaron su libertad, y que las investigaciones estarían bien orientadas  en torno a los sicarios, que como lo consignamos anteriormente podrían ser residentes de la zona del Cerro.

Estamos en condiciones de señalar, extraoficialmente, que la policía estaría trabajando puntualmente no solo en el Cerro, sino también en otros  barrios de Montevideo, realizando allanamientos y buscando un automóvil gris Toyota, tomando muy en cuenta las filmaciones de las cámaras de seguridad de comercios cercanos al lugar del hecho, sin dejar de analizar otras informaciones en su poder o informes de los peritos que inspeccionaron las pertenencias de los fallecidos y el mismo vehículo.

 La investigación del ataque mafioso contra los paraguayos de la camioneta Toyota, desde el sábado a la noche, es sin duda, uno de los asuntos de prioridad absoluta entre las autoridades policiales de Canelones y de Montevideo, y de Interpol.

¿Qué hay y quienes están detrás de este caso? ¿Por qué motivo el paraguayo es asesinado en el Uruguay? ¿Por qué se encontraba más vulnerable? ¿Quevedo Arce en la actualidad estaba vinculado al narcotráfico, y en qué grado?¿ El ataque fue una forma de retirarlo del medio, por cuestiones de poder? ¿El ataque a su persona, y con la saña demostrada, fue una forma de sanción en su contra por algún comportamiento suyo  del pasado o del presente? ¿Quizás Quevedo ingresó droga al Uruguay y luego fue ultimado para no pagarle los servicios? ¿Quizás Quevedo ya no quería más vínculos con los narcos y éstos decidieron silenciarlo? ¿Qué mensaje quiso dar el narcotráfico uruguayo (o paraguayo) con este ataque? ¿Quizás un mensaje dirigido al ambiente narco de la región? ¿Del Uruguay en particular? ¿Cómo era posible que Quevedo Arce vacacionaba totalmente vulnerable siendo que estaba vinculado al narcotráfico? ¿Quizás fue traicionado?¿Traicionado por pares narcos uruguayos que olfatearon que Quevedo buscaba sentar bases de distribución de droga en el Uruguay y que optaron por no permitirle quitándole la vida? ¿O traicionado por narcos paraguayos que dispusieron darle muerte apelando a sicarios uruguayos?

En definitiva, muchas interrogantes están sobrevolando en el aire. Pero lo más grave, en lo que atañe a nuestro país, si efectivamente se confirma que los sicarios asesinos son uruguayos, es que obligatoriamente nos tendríamos que preguntar: ¿Qué pesado narco uruguayo, con poder e influencias en nuestro medio, decidió la muerte de los paraguayos y por qué? ¿Y de ser así,  quién de nuestro medio  tiene ese poder,  esas influencias  e impunidad, para disponer acciones de esa naturaleza?

*Foto de portada: Diario EL OBSERVADOR de Montevideo. Uruguay

*Foto inferior: Diario ABC COLOR de Paraguay