Me habría ahorrado de buen corazón esta ronda de figurantes. Pero un querido amigo se me ha adelantado pidiéndome que escribiera, ya que él siente un interés vivo por un tema que se está convirtiendo casi en una pasión para los coleccionistas, qué es lo que pienso de esta absolución de Mario Mori, general de los carabinieri, que ya está jubilado; una absolución plena, sin reservas y sin peros ni condiciones. La primera constatación es que estamos  delante  no solo de una, sino de dos absoluciones emitidas por dos tribunales diferentes y por distintos representantes de la acusación. Si el Tribunal de Casación – y no tenemos motivo para no deseárselo al General – confirmara por completo los precedentes grados de juicio, el juego estará hecho. Hecho para siempre.
Mori víctima de un gigantesco espejismo judicial. Mori fiel a los alamares por décadas. Mori capitán valiente que salvó al país de otros atentados que lo habrían hecho precipitar en el abismo. Mori que no hizo ningún favor a Provenzano. Otra que  negociación, otra que diálogo subterráneo entre el Estado y la Mafia, otra que Estado-mafia y Mafia-Estado. Un carabiniere de honor enfangado en el honor.
Para que esta vulgaridad se convierta en Historia de la Patria a todos los efectos, con los consiguientes panfletos y depliants para los turistas que visitarán la Sicilia en los próximos cien años, falta poco: el último sello de la Corte Suprema, precisamente.

Y no es todo. Porque, en honor al General, hay que recordar que el alto oficial ya ha recibido - permitídnos el juego de palabras – la absolución por la caja fuerte. Esa caja fuerte, encajada en el escondite de Totò Riina y llena de documentos secretos de Cosa Nostra, que los mafiosos mismos se llevaron a su casa, dado que los carabiniéri del Ros se habían cuidado mucho de abrirla de par en par.
Pero volvamos a la absolución de hoy. Y decimos enseguida, para evitar malentendidos, que hay colegas mucho más capaces que nosotros, en dividir el delito en cuatro partes, para sustentar uno u otro proceder de los magistrados, y que son refinados amantes de la “prueba” y de la “prueba de las pruebas”, que a su juicio nunca existieron en los procesos Mori.
Nosotros, muy sumisamente, nos permitimos decir en cambio que nunca hemos compartido esa táctica judicial que dribla entre las páginas del código el delito que con más probabilidad cometerá propio la Corte en sede judicial.
¿Qué significa reducir la acusación de “favorecimiento mafioso” a la de “favorecimiento” simple, imputada a Mori por no haber capturado a Provenzano en su momento, que en aquel entonces era el jefe de la mafia? Era una manera para endulzar la píldora, en la esperanza de que la Corte Suprema, que emitiría su opinión, se la tragara, haciendo quizás simplemente una mueca? No entendemos. Y sobre este punto hay que decir que los defensores de Mori no se equivocaban para nada: si Mori dejó escapar a Provenzano, pero no porque era mafioso, ¿entonces por qué lo hizo? La Fiscalía General se ha metido en un túnel sin salida, porque ¿qué Pruebas se podía encontrar jamás sobre la complicidad de Mori con un Don Nadie? Ni siquiera Polifemo logró una hazaña semejante.
Y es así que Mori,  - persona con una sofisticada perspicacia, que no se lo tome a mal – goza de un toque de fortuna con esta segunda absolución suya. En primer grado, con el fiscal Nino Di Matteo, la absolución se debió a que los elementos de la acusación no fueron juzgados como tales en orden de constituir “pruebas” de una relación condicionada por la mafiosidad de Provenzano.  En segundo grado, con el Procurador General Roberto Scarpinato y el fiscal Luigi Patronaggio, la absolución llega, porque demostrar la acusación contra Mori resultaba una misión imposible.
Espero haber dado respuesta a mi amigo que me ha insistido tanto preguntándome lo que pienso sobre esta espectacular doblete de Mori.
Pero os preguntaréis: ¿Y qué tiene que ver en todo esto el aniversario de Capaci? Tiene mucho que ver.
Falcone y todo el pool antimafia obtuvieron un montón de cadenas perpetuas y decenas de años de cárcel con el “maxi proceso” contra Cosa Nostra a cargo de 500 familias sicilianas de la heroína. Entontraron las pruebas. Las llevaron al proceso. Y ganaron el proceso. Punto.
Pero aquellas “pruebas – y esto no tendrían que olvidarlo nunca los que están ahí a fraccionar la imputación en cuatro – tuvieron origen principalmente del río de los arrepentidos de mafia, cuyo cursofue después regulado por investigaciones muy rígidas entre policía y carabinieri.

Hoy es completamente otra historia. Aquí se intenta procesar a la mafia por sus altas, muy altas complicidades, con instituciones y Estado en su conjunto. Pero los arrepentidos no están de acuerdo. ¿Y quién tendría que arrepentirse? ¿El ex Senador? ¿El ex Ministro? ¿Los altos oficiales de los carabinieri del Estado que ya están jubilados? ¿Los jefes de Cosa Nostra que no tienen otra idea fija que la del futuro de sus hijos y de sus cuentas corrientes en el banco? Pero no bromeemos.
Leo siempre con mucho interés las crónicas de las muchas personas que se lo han creído y me los veo entre lo cínico y lo desconsolado bien dispuestos a objetar que cada sentencia de absolución marca “un duro golpe para el proceso sobre la negociación Estado-mafia”, que está todavía en curso. Pero no exageremos.
¿O creemos de verdad que fue “normal” no registrar el escondite de Riina? ¿O creemos que no haya nada de extraño en que exista ese “papello*”, de cuya existencia los máximos representantes de las instituciones se recordarán sólo 16 años después, gracias a las palabras de ese mal chico de Massimo Ciancimino? ¿O creemos que los atentados de Capaci y de Via D’Amelio fueron una idea exclusivamente mafiosa?
Se ha hablado mucho en estos días de Felicia Impastato, la pobre madre de Peppino, que tuvo que luchar 24 años para obtener justicia demostrando que el que mandó matar a su hijo era el boss mafioso Gaetano Badalamenti y que los carabinieri se hicieron cómplices de un Delito Mafioso y de Estado.
¿No enseña nada esta historia a los opinólogos de la obra de  marionetas? ¿Lo saben que alguno de los carabinieri que entonces hizo documentos falsos sobre el asesinato de Peppino Impastato ha terminado felizmente su luminosa carrera y hoy está jubilado y se ocupa de sus nietitos? Que vayan a hacerle una buena entrevista, justo para saber lo que se recuerda de aquel 9 de mayo de 1978.
El verdadero límite de esta antimafia es que es esquizofrénica: páginas y páginas sobre Felicia. Porque es una historia de hace cuarenta años. Pero la Moral – la Moral de esa historia – se prefiere dejarla en el archivo, mientras que sería una excelente clave de lectura para entender la historia de hoy. Si lo permiten los Opinólogos del Teatro de la Obra de las marionetas.
Nota:
* Papello: El celebre 'papello' es una lista de doce exigencias escritas a mano que Riina habría entregado para negociar el fin de los atentados de los 90. Massimo Ciancimino, hijo del Alcalde mafioso de Palermo, Vito Ciancimino, empezó a colaborar con la justicia y dijo que lo tenía y lo entregó a las autoridades.
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La rúbrica deSaverio Lodato