Y todo esto usted lo hace muy bien, con gran profesionalidad y credibilidad. Podría parecer algo fuera de lugar pero según mi modesta opinión este mapa podría ayudar a muchas personas a abrir los ojos si el argumento se explicara de manera exhaustiva.
http://www.economist.com/content/global_debt_clock
A pesar de que la fuente no sea completamente atendible, el mapa interactivo del periódico “The Economist” sin lugar a dudas es muy significativo. Es posible observar la suma de la deuda de todos los países del Mundo, desde 2004 hasta el día de hoy. La deuda crece cada segundo que pasa.
Pasando con el mouse sobre los países, por cada uno de ellos el mapa muestra la suma de la deuda pública, así como también la deuda per cápita de cada uno de nosotros.
Pero las cuentas no cierran. Si cada uno de nosotros está endeudado y los países más ricos son incluso aquellos que cuentan con una deuda mayor ¿quiénes son los acreedores?
¡El mapa no lo dice!
¡Buen trabajo y buen viaje alrededor del sol!
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Ante todo muchas gracias por las bonitas palabras que me ha dedicado. Respondo.
Sobre la cuestión de la petición por la salida del OTAN, sus consideraciones son todo correctas. Yo también estoy seguro de que las firmas que se han juntado no sirven para hacer cambiar la situación. Pero pueden servir – y esta es mi intención – para abrir el problema a los ojos del más amplio número posible de personas. Es decir para hacer una labor de información difusa. Para sacar del olvido, o del cajón, a esta idea que además es más actual que nunca. Hace veinte años, quizás, no estaba tan claro. Ahora está claro - al menos para mí, pero no sólo para mí - que la guerra se está acercando a pasos agigantados. Y la OTAN es y será el instrumento mortal que nos obligará a combatirla y a perecer. Además esta campaña (las firmas son solo una forma de cuantificarla), nos dirá cuán complicado es el problema. Ya desde ahora hemos descubierto que el nivel de información es casi nulo. Es importante medir esta “fiebre” de la ignorancia colectiva. Es importante intentar cambiarla. También esto es política.
Y, ya que pienso que la cuestión OTAN estallará pronto en Europa, cuando la señora Le Pen se convierta en presidenta de Francia, será oportuno que el público italiano esté preparado para todo.
Soy consciente de que a una ofensiva como esa le seguiría, donde pudiera tener éxito, una reacción furibunda de los Estados Unidos y de los medios de comunicación que obedecen a su mando. Pero esto tendría que alentar, a aquellos que quieren vivir, a insistir, no a rendirse.
Los demás, de todos modos, no cuentan, ya que han aceptado su condición de manada, a quienes ordeñar primero para luego degollar.
Y ahora voy a la segunda pregunta. Querría que, primero que nada, quienes lean esto fueran a ver el mapa que usted nos propone. Es realmente muy interesante, aunque muchas cosas no están claras en la metodología con la que se realizó ese contador. Igualmente contiene datos impresionantes. La deuda pública mundial crece enormemente, cada minuto que pasa. Todos están endeudados. Y, cuanto más alto es el supehabit de un país, más alta es su deuda pública. ¿Es una irracionalidad aparente o real?
La respuesta que da el periódico “The Economist” es patética. De hecho, desde hace tiempo ya no es cierto que los gobiernos toman en préstamo el dinero de sus ciudadanos. Ésta es la arqueología del capitalismo. Y el periódico británico solo logra manifestar su típica fobia ultra-neoliberalista, temiendo que como respuesta haya una “creciente intervención de los Estados”, con el aumento de los impuestos. Es bastante cómico, a la luz de los hechos... griegos, por ejemplo.
Sin embargo este incremento de la deuda implica muchos problemas, que tienen que ser destacados. Yo, que no soy un especialista, veo solo algunos, que me parecen importantes.
En primer lugar recurro a John Maynard Keynes que dio una explicación muy clara a todo esto en 1936. Dijo que, reduciendo el poder adquisitivo de las masas consumidoras a través de la disminución del valor de las jubilaciones, de los salarios y de los sueldos, de los servicios sociales, se reduce la demanda de consumo y la posibilidad de inversión. Es evidente, y es lo que ocurre por todos lados, en Occidente, en este momento.
Esto produce una reducción correspondiente del Producto Bruto Interno. Que, a su vez, produce efectos negativos en el presupuesto del Estado, disminuyendo de ello los ingresos. Esto, a su vez, se refleja en un aumento de la deuda y en una solicitud de nuevos préstamos. Los Estados no recuperan, ni siquiera aumentando los impuestos, porque la globalización le permite a las empresas que paguen cada vez menos impuestos. Por lo tanto el aumento de los impuestos recae sobre el hombre de la calle, reduciendo ulteriormente sus capacidades de consumo.
Esta es una parte de la respuesta.
Pero hay otra, igualmente importante. La deuda aumenta “automáticamente” a través del enorme número de computadoras que trabajan las 24 horas en todo el planeta. Lo ha explicado perfectamente Luciano Gallino en su libro "Con i soldi degli altri" (Con el dinero de los demás). Las “máquinas” están programadas para apostar. Cada apuesta es una compra con deuda. El volumen de apuestas, fuera del control humano, está inflando la deuda mundial (en este caso en gran parte es privada, y pertenece a los bancos y a las corporation, pero que un minuto más tarde se concierte en pública, cuando las apuestas fracasan en grandes dimensiones y obligan a los Estados a intervenir para comprar ese papel sin valor que ha quedado). ¿A cuánto equivale en porcentaje esta deuda automática? Es superior a la mitad de todas las transacciones financieras mundiales. Y no se detiene.
Responder a la pregunta “¿quién le debe qué a quién?” es muy difícil. Pero el título del libro de Gallino contiene una parte de la respuesta. Quien maniobra este endeudamiento lo hace “con el dinero de los demás”. Es él (ellos) que acumula las ganancias, o esa parte de las deudas que se pagan, dondequiera que estén. Pero - como dije antes – se registra una parte infinitesimal. El resto queda acumulado en secreto, “en algún lugar”. Lo que se ve es solo la parte que no se paga de la deuda, que, por lo tanto, crece continuamente.
Es decir que hay una estratosférica acumulación de riqueza, que en gran parte es invisible, o que emerge únicamente en caso de guerras (que se pagan con esos fondos), o de los derroches que los dueños universales deciden permitirse.
Quienes salimos perdiendo somos nosotros y nuestro dinero han sido utilizado para objetivos diferentes a los de nuestro bienestar, y que, cuando hay que perder, somos los únicos que lo hacemos.
Tercera y última respuesta: ¿cuánto puede durar? No lo sabemos. Si hay alguien que puede hacer los cálculos, son los “dueños universales”. Dudo que ellos también - enceguecidos como están por su avidez - sean capaces de hacer previsiones confiables. Cuando no les quede otra alternativa que entender que el juego está a punto de terminar llevarán el planeta a la ruina.
Pero no puede durar para siempre. Nos lo dicen dos datos: la deuda crece más velozmente que el crecimiento del PIB mundial. Y crece más velozmente que el aumento de la población mundial. Esto tiene un carácter exponencial. Como todas las variables exponenciales del crecimiento de cualquier organismo, ya sea biológico o social, esconde un punto de discontinuidad. Es decir, una singularidad. O sea, se rompe. ¿Qué sucederá? es difícil de prever. Y aún más difícil será saber si será algo agradable para nosotros o no.
Me viene a la mente el título de otro libro, cuyo autor es griego, se llama Christos Ikonomou. Escrito hace dos años, en pleno desastre griego: “Qualcosa capiterà, vedrai” (Algo sucederá, verás).
Extraído de: megachip.globalist.it