Para tratar de comprender es útil tener en cuenta que tanto el Presidente macedonio, Gjorge Ivanov, como el Primer Ministro Nikola Gruevski, se encontraban en la Plaza Roja el pasado 9 de mayo. Un gesto más que simbólico de distinción con respecto a la posición europea y occidental.
Macedonia no entró en la OTAN, a pesar de las múltiples y mortíferas presiones ejercidas sobre el anterior Presidente del país, Kiro Gligorov. La embajada norteamericana presente en la ciudad de Skopje es bastante similar, por sus dimensiones, a un gigantesco ministerio. Y, de hecho, es desde esa base – ubicada precisamente en la línea de falla que divide al Oeste del Este – que se dirige toda la política estadounidense del área balcánica. No sin la ayuda activa y potente de la  “Open Society” de George Soros que, desde el lejano 1993, apuntó su mirada hacia Macedonia, reclutando con éxito a no pocos componentes de la ex Juventud Comunista macedonia para convertirlos en sus agentes propagandistas.
Naturalmente se comenzó por las televisiones y los periódicos, que fueron comprados rápidamente.
 El principal hombre de la operación de conquista de Macedonia fue, y sigue siendo hoy en día, el director cinematográfico Vladimir Milcin (quien también es un brillante ex comunista), que está detrás del nacimiento de varios conjuntos musicales y artísticos – ampliamente subvencionados por Soros, precisamente – como los “Archi Brigade”, “Singing Skopjans”, y “Square Freedom”. Todos síntomas de preparación de la “revolución colorada”, dirigidos específicamente a la juventud occidentalizante, que desde hace tiempo ha sido preparada por los medios de comunicación que ya habían sido ocupados inicialmente. Mientras tanto la estación de Radio y Televisión “B92” invita a la revolución en contra del Gobierno “filo-ruso” de Nikola Gruevski.
Pero Soros y Milcin también han estado trabajando sobre la minoría musulmana (albanesa), alrededor del 25% de los casi dos millones de macedonios. Para ellos se han creado las “organizaciones no gubernamentales” como “Razbudi se” (Despierta) y “Civil”; portales de internet, estaciones de radio y televisión.
 Así se puede comprender perfectamente la “dualidad” de la ofensiva que está teniendo lugar: una interna, otra étnica. Manifestaciones similares a la “revolución colorada” y, simultáneamente, ataques en la frontera. Por lo demás todo el juego se realiza mostrando las cartas. El Presidente albanés Edi Rama declaró recientemente que si Macedonia no tiene intenciones de formar parte de la OTAN entonces no queda más que construir una nueva entidad estatal  pan-albanesa, es decir, musulmana, que esté lista para convertirse en miembro de la Alianza Atlántica.
 Además los macedonios, eslavos y ortodoxos, hasta ahora han rechazado la enemistosa advertencia que, en 1998 el embajador de esa época, Christopher Hill, les envió en vísperas de las elecciones de dicho año: “El pueblo macedonio – dijo públicamente – está siendo puesto a prueba y ahora podremos ver si se ha vuelto lo suficientemente maduro, o si tendrá que volver atrás hasta al jardín de infantes”. Al parecer es lo que Washington, Tirana y Bruselas quieren lograr que haga. Al punto tal que ahora Macedonia podría convertirse en el tránsito del tramo de gasoducto llamado “Turkish Stream” (que se prepara para reemplazar al difunto Southstream). Con la sucesión de pasos de fronteras por Turquía-Grecia-Macedonia-Servia.
Washington da muestras de que no pretende permitirlo.
Extraído de: it.sputniknews.com
Foto © AP Photo/ Vangel Tanurovski