Sábado 20 Abril 2024

panpanPor Giulietto Chiesa - 1° de Enero de 2015
Hagamos un pronóstico muy fácil: sin lugar a dudas el 2015 será peor que el 2014. Pero para compensar será mejor que el 2016.
Acabamos de terminar el año bajo el efecto del pacto de estabilidad. Que es el que precede a la estabilidad definitiva, el rigor mortis, la inmobilidad que acompaña el deceso.
El país está en ruinas, a nivel: industrial, tecnológico, organizativo y moral.
El Jobs act (el proyecto de reforma del mercado laboral del Gobierno de Matteo Renzi) es una misteriosa expresión en cuanto a sus detalles ejecutivos, pero muy clara en su significado final, en el “vector de salida”: despidos cada vez más fáciles, introducción por ley del Derecho de los dueños de las empresas de echar a sus empleados.

Y, lo más importante a nivel estratégico: la eliminación de hecho del convenio colectivo de trabajo. De esta forma cada trabajador está solo frente a quien le tendría que dar trabajo. Es decir imposibilitado de defenderse.
De esta manera otro importante sector de la renta nacional será transferido de los más pobres a los más ricos. Es obvio que “crecer”, en esta perspectiva, será algo imposible, ya que el volumen de dinero que se le quita a los pobres equivaldrá a reducir el volumen de dinero destinado al consumo (siendo evidente que los más ricos no podrán, ni siquiera si lo desearan gastar el dinero que tienen de más a disposición). Algo que equivale a cortar la rama sobre la que uno está sentado. Pero esperar que estos señores tengan una visión estratégica es como creer en los Reyes Magos. Todos podrían entenderlo, pero el hecho es que la gente común no ha leído a Aristóteles, y por lo tanto no sabe que es imposible que quien es demasiado rico “sigue los dictámenes de la razón”. Todo aquel que es rico pretende ser cada vez “más rico”. Solo los pobres piensan que se conformarían si fueran ricos: ¡justamente porque no son ricos!
Los datos lo demuestran. En la última década el 10% de la renta nacional fue retirado de los bolsillos de los más pobres para ir a parar a los de los más ricos. Y no es suficiente porque quieren mucho más. Es una especie de bulimia incurable. Renzi es su hombre. Lo hicieron llegar al poder con el consentimiento del 40% de los italianos. No es cierto, en absoluto, pero eso es lo que todos creen. En primer lugar los periodistas y los opinólogos. En realidad a Renzi lo eligió menos del 20% de los italianos. Pero gracias a la Ley electoral su poder es prácticamente absoluto.
Es por ello que el 2015 será peor que el 2014: porque los italianos no han leído a Aristóteles (“La Política”), donde dice que “las Constituciones rectas son aquellas que apuntan al bien común”. Más allá de la expresión cómica de “apuntan” que hace pensar en un francotirador, que está disparando al “bien común”, queda claro que lo que Aristóteles quería decir era: es mejor que mantengáis una Constitución Recta, si es que la tenéis, porque de lo contrario os tocará una Constitución Torcida, que es la que apunta al crecimiento de la riqueza y del poder de los más ricos.
Es precisamente eso lo que ocurrió: teníamos una Constitución Recta, y dejamos que nos la quitaran de las manos. Ya no existe, ha sido reemplazada por una Constitución Torcida. Aquella en la que la gente ya no tiene una renta aceptable, pero tampoco cuenta con las herramientas para poder defenderse. La gente, las masas, han sido transformadas en individuos aislados, en mónadas individuales, que se reflejan en la pantalla de una computadora, o de un televisor. Epicuro, el inventor de la idea de las mónadas, murió hace tiempo y no hay nadie que le explique a la gente que, si quieren liberarse, tendrán que abrir una ventana y mirar afuera de si mismos.
Parecería – si nos basamos en un estudio de Tullio De Mauro – que un discreto 40% de italianos (todos ellos saben leer y escribir) ya no es capaz de comprender bien lo que lee y, sobre todo, lo que ve en la televisión. Entonces uno cree que se está comunicando pero nadie te comprende. ¡Así no hay ventana abierta que valga!
¿Qué habría que hacer en el 2015) Habría que cambiar el diccionario actual y volver al anterior. Ese que se utilizó para escribir la Constitución Recta de 1948. Por ejemplo, con ese vocabulario se podían decir cosas simples y comprensibles. Como la siguiente: los enanos propietarios universales, es decir, los banqueros, nos están llevando a la guerra. Todavía la gente sabe lo que significa guerra. Banquero se sabe bien lo que es. Enano es un poco más difícil de comprender, ya que es una metáfora. Pero en este contexto se entiende “enano intelectual”, es decir, una persona que comprende poco lo que él mismo hace y dice.
Estos quieren ir a la guerra porque saben que su castillo de naipes se está rompiendo. Y piensan que con la guerra, que todo destruye, nosotros no nos daremos cuenta de nada. ¿Qué es lo que pensáis a propósito del precio del petróleo? ¿Que baja porque lo dicen las leyes de mercado? Para nada. No hay leyes de mercado en este caos que está yendo a pique. Baja porque Washington quiere derribar a Rusia y a Irán y luego asaltar a Pekín. Es una declaración de guerra “de papel”, en la que se quemará mucho papel (nuestros ahorros), antes de transformarse en una verdadera guerra, con armas absolutamente nuevas que nosotros ni siquiera conocemos. Ellos creen que se salvarán porque saben que será la gente, es decir nosotros, los que nos romperemos la nuca. Lo cual es algo cierto, muy cierto. Y es por ello que necesitamos, urgentemente, el viejo diccionario en el que las palabras eran italianas y claras. En el que si uno decía “fuera” quería decir fuera. Es por ello que yo propongo que en el 2015 se diga: “fuera Italia de la OTAN y fuera la OTAN de Europa”.  
Comencemos por esto. Que a la guerra vayan ellos. Nosotros no tenemos enemigos y todavía nos quedan algunos fragmentos de una Constitución Recta que tenemos que defender, por ejemplo el artículo 11 de la misma. Gastamos 70 millones de euros por día (dije bien “por día”) para mantener en pie a una Defensa que no sirve para nada. Es decir, que les sirve a “ellos”. En el caso de que se desencadenara una guerra no duraría ni diez minutos. Ese dinero podría ser utilizado para desarrollar la agricultura, la industria, la educación y para multiplicar los puestos de trabajo. Tal vez no lo logremos porque somos mónadas un poco estúpidas, pero no es que somos  - a nivel colectivo – peor que los enanos antes mencionados. De todos modos si abriéramos alguna ventana al menos la vuelta del carrusel alrededor del sol sería mucho más hermosa, tendría un sentido para nosotros y para nuestros hijos. Sería un feliz año, en lugar de “su año”.

Extraído de: ilfattoquotidiano.it