01EntrelasdosguerrasmundialesFotoListas20minutosEs¿RECURSOS HISTÓRICOS COMO SEÑALES?
Por Giulietto Chiesa - 7 de Enero de 2014
Entre Navidad y los fuegos artificiales de fin de año, recibí dos libros como regalo y aconsejo inmediatamente la lectura de ambos: “Cómo convertirse en nazis”, por William Sheridan Allen (prefacio de Luciano Gallino, de editorial Feltrinelli), y “La familia Karnowski”, por Israel Singer (de editorial Adelphi). Terminé de leer el segundo, que es una gran, gran novela, y estoy leyendo el primero, los dos casi frenéticamente. Digamos que empecé el 2014 inmerso en la fuerte impresión que me provocaron estas lecturas.

02EscritorWilllianSheridanAllenFotowwwBabeliunCom¿Será una casualidad? Claramente es una casualidad. Pero nuestra vida está llena de “casualidades”, de coincidencias que, mirándolas bien, significan algo; que son producto de “atmósferas” quizás impalpables, pero que mueven nuestros gestos, abren y cierran los cajones de nuestras emociones, algunas veces trayendo recuerdos del pasado, otras sugiriendo ansiadas premoniciones, o confirmándolas; que nos conectan con emociones de otros, que circulan en el aire y que se transmiten más sutilmente que los microbios de un resfriado. Quién sabe porqué dos personas diferentes, independientes una de la otra, han sentido la necesidad, o el placer, de dirigir mi pensamiento hacia una determinada dirección. Precisamente ahora.

Y quién sabe porqué, esta vez - ¿nuevamente ‘por casualidad’? – he decidido leer inmediatamente ambos regalos. Un título (y el autor del prefacio) del primero puede explicar mi interés contingente. Pero el segundo nació de mi ignorancia (había confundido a Israel Singer con su hermano Isaac Singer, quien fuera Premio Novel de Literatura, y uno de mis escritores preferidos). Sin embargo este último me ha llevado al carril del otro, por donde no tenía pensado pasar.

03UnadelasobrasdeWilliamSheridanAllenFotowwwamazonCoUkLa impresión, la emoción, son cosas que evidentemente están relacionadas con el presente y con el futuro próximo. Pero ambas “historias” se refieren al intervalo entre las dos Guerras Mundiales, y a los lugares (Alemania, Austria, Polonia, Galicia, Rusia) en los que se preparó la Segunda Guerra Mundial casi sin que nadie – me refiero a las víctimas – se diera cuenta. William Sheridan Allen describe, gracias a una investigación densa de datos, cómo una comunidad pacífica, esencialmente democrática, atravesada por una crisis económica y social, y - evidentemente – moral, en pocos años se transforma en un pequeño, feroz ejército de fanáticos, de asesinos y de cómplices de los asesinos. Israel Singer relata, en forma de novela, la saga de la familia Karnowski, cuya cabeza (David), emigra desde una microscópica comunidad de judíos polacos hacia Berlín, atravesando una de las fronteras en la que, no muchos años después, serían masacradas millones de personas, y haciendo vivir a si mismo, a su hijo Georg, y a su nieto Jegor, la tremenda experiencia de la persecución nazi.

No quiero contaros aquí nada de estas descripciones, una literaria, la otra historiográfica: no es esta ni la intención, ni la sede para hacerlo. Del libro de Israel Singer quiero destacar simplemente la profundidad – y la humildad inevitablemente, por momentos feroz – del análisis de la estratificación de las comunidades judías que se mezclan en la ciudad de Berlín entre las dos Guerras. De sus miserias y vilezas recíprocas, como del valor y de la vitalidad insuprimible con los que se defendieron, o con los que simplemente sufrieron y padecieron. En el fondo, sin que jamás aparezca la palabra “nazismo”, se divisa el, primero lento y luego impetuoso, movimiento de los “jóvenes con botas” que llegarán al poder. Todo con la connivencia coral de presuntos “arios” de todo tipo. Una tragedia que se desencadena, que madura, primero imperceptiblemente, luego con la fuerza de un torrente en crecida que arrasa con todo. “Resistible” - como la llamó Bertolt Brecht – habría sido simplemente si quienes la padecieron, o quienes la apoyaron, se hubieran dado cuenta de cómo terminaría.

04EscritorIsraelSingerFotowwwynetnewsComLa familia judía de los Karnowski se precipitó en el mismo remolino que los demás habitantes de la pequeña ciudad de Hannover (todos, sin excepción: comerciantes, empleados, obreros, dueños) estaban contribuyendo a crear. Hitler llega al poder con el consentimiento de las masas, transformadas en una mortal mezcla explosiva.

Aquí surge la analogía con nuestro presente. Europa, para la cual nos estamos preparando a elegir un nuevo Parlamento este año, se ve atravesada por una crisis que pone en tela de juicio sus bases. Humores análogos a los de aquel entonces, no idénticos, serpentean en todos los niveles. No hay “jóvenes con botas” marchando por las calles, pero hay – en oficinas sin ruidos – señores con traje y corbata cuya ferocidad, ya ampliamente demostrada, es gélidamente, religiosamente superior a la de los faraones. No solo no hay justicia: no hay sensatez, no hay horizonte. Hay un caos que le abre paso a una matanza, está a la vista, basta con mirar bien entre la niebla del mainstream. Leyendo estos dos libros tuve la sensación de encontrarme en un plano inclinado, que está acentuando su pendiente.

1929: si le sumamos diez años obtendremos 1939. 2008: si le sumamos diez años obtendremos 2018. Sé perfectamente que las analogías a menudo son muy malos indicadores. Sé perfectamente que los recursos históricos no existen, así como es cierto que la humanidad no puede nunca mojarse con la misma agua. Ahora la cuestión es que podría no quedar más agua. Pero basta con tener dos datos en cuenta: el del calentamiento climático que está en curso y el de la producción “infinita” de dinero, es decir, de deuda, para comprender que la crisis de 1929 se puede considerar un ejercicio de bonita caligrafía con respecto a la que se avecina a pasos agigantados: un monstruoso garabato que amenaza ser algo inimaginable.
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