Por primera vez en la historia de nuestra República, en las elecciones (poco importa que fueran europeas) votó menos de un italiano sobre dos, o el 49,69% de los que tenían derecho a votar.
Respecto al 2019, hablamos de 3,4 millones de personas que decidieron desertar de las urnas.
Nadie se concentra objetivamente en estos datos.
Todo el mundo se fija en los porcentajes que fortalecen el liderazgo de Fratelli d'Italia, el crecimiento del Partido Democrático, el desastroso colapso del Movimiento 5 Estrellas y el avance de Forza Italia sobre la Liga de Salvini como segunda fuerza de la coalición gubernamental.
Pero la verdad es que, excluyendo al PD y al extraordinario resultado de Alianza Verdi Sinistra (que llevó a la elección de Ilaria Salis y Mimmo Lucano), incluso los que ganaron perdieron.
Basta decir que respecto a las políticas de 2022 en la Cámara, Fratelli d'Italia obtuvo 600 mil votos menos.
Esto significa que en el Parlamento no representa en absoluto a todos los italianos.
Como recordó Alessandro Di Battista en su discurso en diMartedì en La7, hoy estamos en una democracia desviada, en la que el verdadero ganador es "el partido abstencionista", que representa al 51,66% de los italianos y que incluye a personas que "hasta ayer votaron y hoy dicen que no votan, porque cree que votar es inútil". "De cien electores italianos -explicó Di Battista- 13,89 votaron por Meloni, 11,6 por el PD, 4,8 por el M5E, 4,63 por Forza Italia y 4,33 por la Liga".
Las causas del abstencionismo pueden ser múltiples, pero está claro que el concepto básico es simple: la desconfianza.
Como recuerda Silvia Truzzi en Il Fatto Quotidiano, un par de estudios de la Universidad de Roma Tre y de la Scuola Normale Superiore han demostrado que "la abstención está fuertemente asociada a la proliferación del trabajo pobre y a tiempo parcial y a una elevada tasa de desempleo". No es casualidad que el número de abstenciones fuera mayor en el Sur.
¿Qué nos explican estos datos? Sencillo: "Cada vez más ciudadanos no votan porque se sienten abandonados, no forman parte de nada y por tanto no participan". Y la política, por su parte, responde a esta "pérdida de esperanza" con leyes electorales cada vez más estrafalarias, fraudulentas e incapaces de salvaguardar los verdaderos intereses del pueblo.
El deseo de introducir el premierato debe leerse en este sentido.
Pero volvamos al resultado de las elecciones, porque la desastrosa caída del Movimiento Cinco Estrellas merece un análisis específico.
El Movimiento Cinco Estrellas dejó en el camino alrededor de dos millones de votos en esta vuelta electoral.
Y el panorama es aún más devastador si nos fijamos en las elecciones precedentes.
En las elecciones europeas del 2019, el M5S obtuvo el 17,06%; en las del 2014 incluso tuvo el 21,16%, lo que -con una participación mucho mayor- significó casi 6 millones de preferencias. Y entre medias hubo tres elecciones políticas, en las que el M5S obtuvo el 25,56% en el 2013, el 32,68% en el 2018 y el 15,43% en el 2022.
Estos son los porcentajes que muestran un descenso inexorable.
¿Qué pasó?
Que en los últimos años el Movimiento fue llevado a la ruina por decisiones descabelladas tomadas por sus dirigentes.
Giuseppe Conte es sin duda la cara actual del Movimiento Cinco Estrellas, pero en nuestra opinión la culpa de esta derrota viene de lejos y no se puede atribuir sólo a su persona.
Además, como primer ministro había logrado mantener a Europa a raya y se encontró enfrentando un acontecimiento sin precedentes como la pandemia.
A pesar suyo, se encontró salvando lo que se podía salvar respecto a las decisiones tomadas por el bufón cómico Giuseppe Grillo (llamado Beppe), acompañado de las acciones "democristianas" de Luigi Di Maio.
Ellos son los que llevaron al constante desmoronamiento del sueño de Gianroberto Casaleggio.
Las reuniones y los días de fiesta con miles de jóvenes son recuerdos lejanos.
Los votantes del Movimiento 5 Estrellas no acudieron a votar porque se sintieron traicionados.
Con ellos, millones de italianos creyeron en la posibilidad de una nueva política, dando cada vez más confianza al Movimiento 5 Estrellas, hasta el punto de convertirse, en las elecciones del 4 de marzo del 2018, en el primer partido político del país.
Y fue a partir de ese momento que comenzó el declive.
Batallas históricas como las del TAV, el TAP, la OTAN, la compra de los F-35 o la resolución del conflicto palestino-israelí, de hecho, quedaron en el camino.
Recordamos bien las posiciones absurdas adoptadas en la cuestión de los migrantes, con el decreto ley de Seguridad bis, que rebajó descaradamente el nivel de humanidad del país.
Y luego los gravísimos engaños y traiciones hacia quienes creían en la justicia y en la lucha contra la mafia con las decisiones desastrosas de no nombrar a magistrados como Nino Di Matteo y Nicola Gratteri, que habrían podido implementar una verdadera reforma de la justicia y llevar adelante la lucha contra la mafia.
Un claro ejemplo de aquel engaño al pueblo italiano fue cuando se ganó la confianza de los electores proponiendo candidatos importantes para el equipo de gobierno, para luego retractarse cuando llegó el momento de elegir.
Unos meses antes de las elecciones del 2018, el Movimiento había propuesto al magistrado Nino Di Matteo para conducir el ministerio del Interior en caso de un posible éxito electoral del partido en las urnas.
Una fecha clave es el 7 de abril de 2018, en Ivrea, en un evento organizado por la asociación Gianroberto Casaleggio, el entonces fiscal nacional adjunto antimafia, hablando desde el escenario, presentó una serie de propuestas de intervención en la justicia, como la ampliación del uso de escuchas telefónicas, el uso de agentes encubiertos y el compromiso con la lucha contra la mafia y la búsqueda de los instigadores externos de las masacres de 1992 y 1993.
Y precisamente en aquella ocasión, el líder político de la época, Luigi Di Maio, en Casaleggio, prorrumpió en un estruendoso aplauso al final de aquel largo discurso.
Sin embargo, una vez alcanzado el objetivo de tener la primera fuerza parlamentaria, la propuesta fue retirada sin ninguna explicación.
Algo había cambiado. O tal vez nunca hubo una intención real de elegir al magistrado que, como se sabe, fue contactado por primera vez en septiembre del 2017.
Un momento clave fue, sin duda, el viaje que realizó Luigi Di Maio a la Casa Blanca en noviembre de ese mismo año. ¿Qué pasó?
Al regresar de ese viaje, donde también se reunió con lobbies estadounidenses, se expresó así: "No es casualidad que haya elegido este destino como primer viaje en carácter de candidato a primer ministro del M5S. Somos occidentales y nuestro mayor aliado en Occidente es Estados Unidos". Es evidente la coincidencia de fechas, asociada al cambio de perspectiva.
¿Qué le "ordenaron" los estadounidenses a Di Maio?
Posteriormente, también se planteó contra Di Matteo la idea de que podría ser elegido ministro de Justicia (la reunión de Ivrea fue clara en este sentido), pero al final la elección recayó en Alfonso Bonafede, autor de fracasos sensacionales en la lucha contra la mafia.
Fue él mismo, en la peor de las traiciones, quien le dio la espalda a Di Matteo para un puesto en el Departamento de Administración Penitenciaria (DAP), prefiriendo a un magistrado menos conocido, Francesco Basentini, y ofreciendo un puesto en el DAG (Departamento de Administración Judicial).
A continuación, el asunto fue examinado ante la Comisión Parlamentaria Antimafia, presidida en aquel momento por Nicola Morra. Pero Bonafede nunca aclaró del todo a qué se refería ni cuáles fueron los motivos por los que, de un día para otro, optó por el cambio radical.
Nosotros recordamos los hechos. Y es un hecho que en las prisiones los jefes, cuando se extendió el rumor del posible nombramiento de Di Matteo, protestaron ruidosamente ("Si viene Nino Di Matteo estamos arruinados, se acabó para nosotros").
Lejos de nosotros pensar que el entonces ministro hizo un pacto con la mafia, pero es más que plausible que su elección fuera vista positivamente por el frente mafioso.
Por lo tanto, esa falta de nombramiento fue un error gravísimo, incluso si se hizo de buena fe, por ignorancia o por subestimación. Un error que debería haberlo llevado a la dimisión inmediata.
No fue así.
Pero el pacto con los votantes históricos fue traicionado cuando, en lugar de elegir el camino de la oposición, Grillo y Di Maio trabajaron personalmente para mantener el Movimiento en la mayoría, apoyando al gobierno de Draghi.
Giuseppe Conte, persona honesta y equilibrada, se encuentra ahora en una encrucijada decisiva.
La respuesta para un nuevo futuro podría estar precisamente en la abstención de estas elecciones en las que se encuentran muchos ex votantes del Movimiento 5 Estrellas.
Se debe tener el coraje de empezar de cero.
Con un programa político que defienda los valores de la Constitución, cada vez más atacada; que intervenga en cuestiones sociales, respetando la dignidad de las personas; que tenga entre los primeros puntos la lucha contra la mafia y la búsqueda de la verdad sobre los instigadores externos de las masacres; que sepa proponer una verdadera reforma de la justicia; que ya no se deje llevar por los vientos de la guerra; que se oponga a la venta de armas; que intervenga claramente por el fin del genocidio en Palestina y por una nueva paz entre Ucrania y Rusia; que ponga fin a un embargo que está destruyendo la economía de nuestro país; que sepa imponerse a su aliado estadounidense (dado que abandonar la OTAN parece una quimera), erigiéndose como independiente en las decisiones políticas internacionales; y que sea intransigente contra los juegos de poder, contra la corrupción y el clientelismo.
Sólo así el Movimiento 5 Estrellas podrá salir del pantano en el que se ha hundido. Y recuperaría esa confianza traicionada, que millones de votantes le habían concedido con convicción.
*Foto de Portada: Diseño gráfico de Paolo Bassani
*Foto 2: Beppe Grillo © Imagoeconomica
*Foto 3: © Imagoeconomica
*Foto 4: Alfonso Bonafede © Imagoeconomica