Eran las 8.10 horas del 29 de julio de 1983 cuando, en la calle Federico Pipitone, en Palermo, un Fiat 126 lleno de explosivos saltó por los aires por orden de la cúpula de Cosa Nostra.
Así fueron asesinados el juez Rocco Chinnici, los dos carabineros de su escolta, Mario Trapassi y Salvatore Bartolotta, y el portero del edificio donde vivía el juez, Stefano Li Sacchi.
El conductor judicial Giovanni Paparcuri resultó gravemente herido.
Después de la explosión, sobre el asfalto caliente sólo quedaron los cadáveres del auto en llamas en el que viajaban el jefe de la Oficina de Instrucción del juzgado de Palermo y su escolta, sus cuerpos, las chapas y los vidrios rotos. También las sirenas y los gritos desesperados de la familia que se precipitaba desde el número 59. Un escenario de guerra. Ese día ha quedado grabado en la historia de la ciudad.
No por casualidad al día siguiente los periódicos compararon a Palermo con Beirut, donde en aquel momento se libraba una feroz guerra civil.
Cuarenta y un años después de estos hechos, en una Palermo invadida por carteles electorales con vistas a las elecciones europeas, otra imagen resulta desconcertante.
Me llamó la atención mientras iba camino al trabajo, a mi oficina, en la redacción de ANTIMAFIADuemila.
Vi el rostro de la Dra. Caterina Chinnici, candidata de Forza Italia.
Me dirijo a usted que no solo es familiar de una víctima de la mafia, sino que también ha sido magistrada. Y personalmente, después de haber leído sus libros, siento por usted un gran respeto como ciudadano.
Ciertamente, usted tiene derecho a postularse para un tercer mandato en Europa. Esto no es lo que me indigna.
Lo que me desconcierta es la elección de presentarse con un partido específico: Forza Italia.
Un salto mortal hacia atrás que ya nos había dejado atónitos el año pasado cuando abandonó oficialmente el Partido Demócrata para unirse al partido fundado por un mafioso (Marcello Dell'Utri, condenado en forma definitiva por concurso externo en asociación mafiosa). Un partido cuyo presidente, Silvio Berlusconi, era un hombre que le pagaba a la mafia. Así está escrito en sentencias definitivas.
Las sentencias dicen que, durante dieciocho años, de 1974 a 1992, Marcello Dell'Utri fue el garante del acuerdo entre Berlusconi y Cosa Nostra.
Esto por sí solo es suficiente para demostrar cuán escandalosa es esta "elección de partido".
Su padre, a menudo, lo decía en las escuelas, en sus investigaciones apuntaba al "tercer nivel", entendido éste como connivencia, corrupción y concurso por los mismos intereses con Cosa Nostra.
La sentencia de la Corte Penal de Caltanissetta que condenó a cadena perpetua a los que ejecutaron y ordenaron el atentado (entre ellos Salvatore Riina, Bernardo Provenzano y Antonino Madonia) se remonta al año 2000.
En ese juicio de primera instancia, donde la acusación estuvo representada por el fiscal Antonino Di Matteo, se descubrió que "el asesinato del juez Chinnici fue buscado por los primos Ignazio y Nino Salvo, no sólo como miembros sino también con un rol externo a Cosa Nostra. Es decir, para estar entre los líderes de la corriente de la Democracia Cristiana de Andreotti en Sicilia". Una sentencia que quedó firme en el 2003.
Entonces, su padre fue asesinado por Cosa Nostra y por autores externos cercanos a la Democracia Cristiana y hoy conectados al partido que usted ha elegido representar.
En los años 1990 cayó la Primera República y nació la Segunda. Y es un hecho conocido que en Forza Italia ha habido varios condenados por mafia.
Hemos hablado de Dell'Utri, pero no olvidemos a Nicola Cosentino, que fue subsecretario, al ex diputado Amedeo Matacena y a Antonino D'Alì, ex senador y ex subsecretario del Ministerio del Interior del 2001 al 2006.
Todos condenados en forma definitiva por concurso externo en asociación mafiosa.
Estos no son rumores de bar ni juicios políticos. Son hechos probados.
Si realmente quiere honrar el apellido que lleva, debería renunciar a su candidatura antes que representar a Forza Italia en la circunscripción de las Islas. Piénselo, de verdad.
Como ciudadano, como periodista y como activista antimafia, esa mafia por la que su padre perdió la vida y se convirtió en uno de nuestros padres de patria, le digo: piénselo, doctora. Nunca es demasiado tarde.
*Foto de Portada: Antimafia Duemila