Las entrevistas en Il Foglio y el programa Quarta Repubblica

No cabe duda que, desde hace unas semanas, fortalecido por la absolución de la Corte de Casación por "no haber cometido el hecho" en el proceso de la Tratativa Estado-mafia, al general Mario Mori se lo nota envalentonado.

En los últimos días, en las páginas de Il Foglio (entrevistado por Ermes Antonucci) y en el programa Quarta Repubblica (entrevistado por Nicola Porro) ha vuelto a hacer oír su voz al contar su versión de los hechos que lo llevaron a ser juzgado, llegando incluso a decir mentiras sobre la labor de los magistrados que tuvieron la osadía de acusarlo.

Más allá de que las sentencias deben ser respetadas, aunque no sean compartidas, no es posible estar de acuerdo en que una figura de las instituciones como Mori diga mentiras o verdades a medias a los italianos.

Derramó sus habituales justificaciones por el hecho de no haberse registrado el escondite de Riina en enero de 1993, y justificó igualmente el diálogo iniciado con Vito Ciancimino ("Conozco el italiano, tratativa significa contacto, acuerdo, entendimiento, se pueden usar mil términos y dije tratativa entre Ciancimino y yo, él era la parte que estaba en dificultades, tenía un juicio en curso y estaba a punto de ser arrestado. Quería convencerlo para que colaborara"). Evidentemente no podía faltar la habitual referencia a la investigación de los contratos públicos de la mafia, sin mencionar nunca la existencia de una doble denuncia, con acusaciones concretas contra magistrados como Roberto Scarpinato (sobre todo).

Ya había arremetido en Il Foglio contra el exfiscal general de Palermo por ser "el 'intelectual' de este grupo de fiscales" que "siempre sueña con asuntos transnacionales, donde siempre hay algo misterioso".

Ataques que también involucraron a Antonio Ingroia y en particular a Antonino Di Matteo (con una mención también a los otros miembros del grupo de la tratativa, Vittorio Teresi, Roberto Tartaglia y Francesco Del Bene, ndr). "Usted que ha seguido de cerca los hechos ¿puede hablarme de las operaciones realizadas en los últimos 25 años por Ingroia, Teresi, Di Matteo, Del Bene y Tartaglia? ¿Puede decirme qué hechos han resultado en condenas? Le doy cuatro o cinco días para responder. Consiguieron que Mori, Subranni y De Donno fueran condenados en primera instancia. Y eso es todo".

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Luego Mori volvió a la carga con un ataque directo contra Nino Di Matteo, respondiendo a la pregunta sobre un comentario de Fiammetta Borsellino quien, tras la sentencia de la Tratativa, dijo que hubo quienes construyeron carreras sobre "ensayos que luego resultaron ser fracasos". "Lo pensé durante mucho tiempo –dijo– creo que es una operación fuera de los hechos del proceso para involucrarme, por parte del doctor Di Matteo, de Teresi y otros jóvenes que ahora no recuerdo". Pero luego añadió que está dispuesto a "disculparse si se encuentran otras grandes operaciones".

Sin embargo, Mori debe saber que en los últimos años el juicio por la Tratativa Estado-mafia no ha sido la única actividad de la fiscalía de Palermo.

Siempre señalando con el dedo a Di Matteo en Il Foglio, por supuesto, también se refirió a Vincenzo Scarantino, el falso arrepentido de la masacre de Via d'Amelio.

Y así es como se hacen mistificaciones y deslegitimaciones. Con mentiras.

En cuanto al desvío investigativo de via d'Amelio, hemos explicado muchas veces por qué Nino Di Matteo no tuvo nada que ver.

En relación con la historia del magistrado, Mori se olvida, más o menos conscientemente, que Di Matteo en el transcurso de su historia instruyó juicios como el del asesinato del juez Saetta y su hijo (obteniendo la primera cadena perpetua de una larga serie precisamente para Totò Riina).

Sobre la base de nuevas pistas, Di Matteo reabrió la investigación sobre la brutal masacre que asesinó, en el verano de 1983, al juez de instrucción Rocco Chinnici, padre del histórico pool antimafia de Palermo. La sentencia obtenida en este caso no fue solo para los ejecutores sino también para los instigadores externos: los primos Nino e Ignazio Salvo, muy poderosos no solo por ser exponentes políticos de la Democracia Cristiana vinculados a Andreotti, sino también porque ellos mismos eran hombres de honor. Desde el inicio de su carrera debió estar bajo custodia por las investigaciones realizadas contra las feroces bandas de los Rinzivillo y de los Emmanuello.

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Y luego, en los juicios sobre la masacre de via d'Amelio, obtuvo la condena de todos los jefes de la Comisión Provincial y Regional (de Totò Riina a los Graviano, por lo tanto Aglieri, Biondino, Giuseppe Calò, Raffaele Ganci, Filippo Graviano, Michelangelo La Barbera, Cristoforo Cinnamon, Salvatore Biondo, nacido en 1955, Domenico Ganci y Salvatore Biondo nacido en 1956, Salvatore Buscemi, Giuseppe Farinella, Antonino Giuffrè, Benedetto “Nitto” Santapaola, Giuseppe 'Piddu' Madonia, y otros). En particular, Di Matteo, junto a la colega Anna Maria Palma, instruyó el proceso Borsellino ter que fue fundamental sobre todo en la apertura de la "caja de Pandora" sobre los llamados autores intelectuales externos que, en lo que respecta a las masacres, todavía hoy vemos el compromiso con la búsqueda de la verdad por parte de otros fiscales.

De hecho, es en el Borsellino Ter donde surgió la existencia de la Tratativa Estado-mafia, con la declaración del colaborador de justicia Giovanni Brusca (tratativa que, contrariamente a lo que se dice, no fue desestimada por la sentencia de apelación de Palermo).

Y es también en el Borsellino Ter donde se hace referencia (como relata el exjefe de la Comisión Provincial, Totò Cancemi) al hecho de que Riina citó a Berlusconi y Dell'Utri como sujetos a apoyar "ahora y en el futuro", y aseguró a los demás miembros de la Cúpula que llevar a cabo esa masacre a la larga sería "bueno para toda Cosa Nostra".

Posteriormente, realizó importantes investigaciones en Palermo, como la de los "Topos en la DDA", derivada de la operación "Hielo", que en realidad había revelado un sistema de seguimiento de las investigaciones por parte del fiscal para proteger a los hombres de Provenzano y, sobre todo, a sus negocios. También en el caso del expresidente de la Región, Totò Cuffaro, se pudo identificar su rol como cómplice y cumplió una sentencia de siete años.

Si Di Matteo fuera realmente un pobre o un inútil que nunca se ocupó de nada y que no arriesga nada, como explica Mori el hecho de que, en el 2013, el ministro del Interior Angelino Alfano (político de derecha), para garantizar seguridad del magistrado (condenado a muerte por Totò Riina), planteó la posibilidad de protegerlo en sus desplazamientos con un tanque Lince, como los que se usan en Afganistán. ¿Cómo explica que hayan dado el nivel más alto de protección, hasta con un bloqueador de bombas? ¿Fue una locura del gobierno?

Por lo tanto, el general Mori miente cuando ataca a los fiscales que llevaron adelante la acusación en el proceso de la Tratativa Estado-mafia. Porque en los últimos años en Palermo hubo investigaciones que desembocaron en decenas de detenciones por mafia y juicios (por citar algunos los procedimientos Perseo o Apocalipsis) realizados precisamente por los magistrados de ese pool que tanto le molesta.

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Y no podemos dejar de decir que el General Mori acompaña sus mentiras con importantes omisiones.

Porque al citar la sentencia absolutoria por el hecho de no registrar el escondite de Riina, obviamente no dice que también está hablando de fallas operativas obvias, cometidas en la decisión de no registrar inmediatamente la cueva ubicada en calle Bernini.

Se sabe que la magistratura fue convencida de no realizar el allanamiento, diciendo que observarían el escondite, pero que las cámaras de televisión fueron desconectadas a las pocas horas y no se informó a las autoridades competentes, evadiendo el control de legalidad del poder judicial.

Así, cuando se realizó el allanamiento el 2 de febrero, los investigadores encontraron el refugio del jefe completamente aseado, con muebles amontonados en una habitación, la caja fuerte arrancada de la pared, las paredes, los tapices y los revestimientos desprendidos, para eliminar cualquier eventual rastro de ADN.

Y no solo eso. No hace ninguna mención a las graves valoraciones que otras sentencias han hecho de ese operativo.

Hablamos, absurdamente, de la sentencia de apelación que absolvió a Mori y al coronel Obinu "porque el hecho no constituye delito", por el fallido allanamiento de Mezzojuso, donde se escondía Bernardo Provenzano. En esa sentencia, que se ha vuelto definitiva, el tribunal presidido por Salvatore Di Vitale dijo que "la elección de privilegiar a cualquier otra exigencia investigativa por sobre el peligro de que el escondite sea limpiado parece realmente inadecuada, por usar un eufemismo".

También en esa sentencia, precisamente por la falta de arresto de Provenzano, se sostiene que: "Las opciones técnico-investigativas adoptadas por los procesados (en especial la de no tratar adecuadamente las líneas investigativas surgidas de la reunión de Mezzojuso), más aún cuando se considera que fueron adoptadas por peritos de la Policía Judicial, dejan más de una duda sobre la corrección, al menos desde un punto de vista profesional, del trabajo de los dos y dejan también varias zonas grises que el debate, a pesar del esfuerzo realizado por el Ministerio Público, no pudo desentrañar".

Estos elementos deberían recordarse siempre y, en cambio, se trata de minimizarlos, incluso de cancelarlos.

Y no olvidemos que durante los juicios surgieron varias sombras sobre el pasado de Mori cuando estaba al servicio del SID (Servicio de Información de Defensa, ex SISMI, actual AISE, ndr).

Hoy los periodistas y los medios panfletarios se desesperan y no se cansan de repetir que el juicio de la Tratativa fue sólo una farsa, o una "locura sin sentido".

No es así.

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No hace falta esperar a que los fundamentos de la sentencia de Casación lo digan.

Sobre este punto, basta recordar las palabras de Agnese Borsellino (Acta S.I.T del 27 de enero de 2010, Fiscalía de Caltanissetta) cuando dijo: "Recuerdo que mi esposo me dijo textualmente que 'hubo una conversación entre la mafia y partes infieles del Estado'. Fue a mediados de junio de 1992.

En ese mismo período me dijo que había visto a 'la mafia en vivo', hablándome también en ese caso de cercanía entre la mafia y piezas del aparato estatal italiano. En ese mismo período siempre cerraba las persianas del dormitorio de esta casa, temiendo ser visto desde Castello Utveggio. Me dijo: "Nos pueden ver en casa". Y luego agregó: "Paolo me contó sobre el encuentro con Mori en Roma, en el ROS. En esa ocasión me dijo que después tuvo que ir con algunos Carabineros con los que se encontró a bautizar al hijo de un joven magistrado que conocía, el Dr. Cavaliero. Tengo que decir en este punto que mi esposo no me contó todo porque no quería ponerme en peligro. Confirmo que me dijo que el general Subranni (otro acusado absuelto en el juicio de la Tratativa, ndr) era 'punciuto'. Recuerdo que cuando me lo dijo estaba estupefacto, pero añado que lo dijo con absoluta certeza. No me dijo quién se lo dijo. Me dijo, sin embargo, que cuando se lo dijeron se había puesto tan enfermo que había sentido náuseas. Para él, de hecho, el Arma de Carabineros era intocable".

Y debe recordarse también la sentencia del Tribunal Penal de Florencia sobre las masacres de 1993, sentencia de junio de 1998, que también está firme. En las motivaciones se evalúa a "la iniciativa del ROS" en estos términos: "El efecto que tuvo sobre los jefes mafiosos fue el de convencerlos, en definitiva, de que la masacre era adecuada para traer ventajas a la organización. Al respecto no puede haber dudas de ningún tipo, no sólo porque el capitán De Donno habló expresamente de 'tratativa', 'diálogo' (el General Mori, más atento a las palabras, casi siempre ha evitado estos dos términos), sino sobre todo porque no merece ninguna calificación diferente la propuesta, sin importar las intenciones formuladas (ganar tiempo, obligar a Ciancimino a descubrirse, o cualquier otra) de contactar a los altos mandos de Cosa Nostra para preguntar que querían (a cambio del cese de las masacres). La lógica se impone con tal evidencia que no necesita ser explicada".

En ese juicio, Mori le preguntó a Ciancimino qué era ese "muro contra muro" que había en el momento de las masacres y si "se podía hablar con esta gente" (los mafiosos, ndr). Nada parecido a dialogar para convencer a Vito Ciancimino de colaborar con la justicia.

De esto debería hablar el general Mori, en lugar de decir mentiras o medias verdades.

Foto de portada: Imagoeconomica

Foto 2: el fiscal nacional adjunto antimafia, Nino Di Matteo / Deb Photo

Foto 3: Toto Riina, el 'jefe de jefes' de Cosa Nostra / Shobha

Foto 4: el jefe de la cúpula de Cosa Nostra, Bernardo Provenzano

Foto 5: Vito Ciancimino, exalcalde de Palermo / Archivo Letizia Battaglia