Viernes 6 Diciembre 2024

vaticancrisis1¿El Papa Francisco está en peligro?
Por Giorgio Bongiovanni – 9 de Noviembre de 2015
No hay nada nuevo bajo el sol, pero lo que está saliendo a flote gracias a la investigación Vatileaks 2 sobre los escándalos de la Ciudad del Vaticano constituye un conjunto de pruebas contundentes sobre los mecanismos corruptos que se ocultan detrás de la arbitraria administración del dinero eclesiástico. Este es un escándalo que no involucra, hasta que se demuestre lo contrario, al Papa Francisco en si, quien es incluso el promotor indirecto de una reforma para mejorar la transparencia de las cuentas vaticanas. Una reforma que nunca antes había abarcado tanto, puesto que no ha habido ningún predecesor que como el actual pontifice haya promovido una verdadera limpieza dentro del Vaticano.

El único ejemplo había sido el de Juan Pablo I (quien había sido precedido, tal vez, solo por Celestino V, a quien Dante incluyó en su Infierno por razones poéticas pero también políticas) que asumió como Pontífice en un momento en el que la Iglesia estaba devastada por la corrupción de los obispos y de los cardenales, algunos de los cuales (como Paul Marcinkus, ex presidente del Instituto para las Obras de Religión, el IOR) lavaban del dinero mafioso procedente del tráfico de droga por un volumen equivalente a miles de millones de liras de aquella época. Juan Pablo I decidió, al día siguiente de haber sido elegido, emprender una gran reforma muy similar a la del Papa Francisco. Y murió de repente. La gran investigación publicada en el libro En nombre de Dios del periodista investigador británico David Yallop explica cómo el Pontífice fue asesinado a través de un complot masónico y mafioso, que se armó entre los ambientes vaticanos para impedirle que descubriera muchas otras cosas y que llegara a comprender cuán involucrada estaba la Iglesia católica con el escándalo del banquero Michele Sindona y la quiebra del Banco Ambrosiano de Roberto Calvi. El Banco Vaticano (IOR), uno de sus mayores partner, decidió dar una indemnización para  cerrar el caso (definida como aporte voluntario”), pagando 250 millones de dólares a favor de la liquidación del Banco Ambrosiano, pero se negó a que se le diera la extradición a Marcinkus, sobre quien pesaba un pedido de captura por concurso en bancarrota fraudulenta del Banco Ambrosiano de Calvi. Hoy la sombra de estos escándalos vuelve a estar en la palestra.
La debilidad de Juan Pablo II al no querer afrontarlos en su momento desembocó en 27 años de silencio, todo el tiempo que duró su pontificado, sobre las investigaciones más comprometedoras relacionadas con los escándalos económicos del clero. Con el Papa Benedicto XVI comenzó una nueva, aunque tímida, reforma de la Iglesia pero las presiones, quizás acompañadas de amenazas, lo llevaron a abdicar a pesar de su volutad de seguir adelante.
Ya con el simple hecho de haber elegido el nombre para el nuevo Papa, Francisco, Bergoglio lanzó un mensaje, dando a entender que su misión habría tenido un carácter mucho más evangélico. Las reformas puestas en marcha comenzaron a dar que hablar desde principios de su pontificado, cuando enfrentó duramente el fenómeno de la pedofilia en el clero, sin tener miramientos con quienes tenían altos cargos de poder en la Iglesia.
Hoy, luego de la fuga de noticias que ha dado vida al segundo capítulo de la investigación Vatileaks, son dos los libros que revelan muchos de los enredos y de los mecanismos que se ocultan detrás de los escándalos económicos del Vaticano Via crucis de Gianluigi Nuzzi (Editorial Chiarelettere) y Avarizia de Emiliano Fittipaldi (Editorial Feltrinelli).

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Por haber filtrado noticias reservadas la gendarmería vaticana ha arrestado a la Pr italiana Francesca Immacolata Chaouqui (quien posteriormente fue liberada por haber colaborado) y al monseñor español Lucio Ángel Vallejo Balda, ambos miembros de la Comisión de estudio sobre las actividades económicas y administrativas, organismo constituido por Bergoglio mismo para analizar la situación patrimonial y su administración en el marco de la Santa Sede. Lo que sobrevino fue un verdadero terremoto en toda la prensa italiana y mundial en contra de ambos volúmenes, que por otro lado están basados en hechos y en pruebas concretas del despilfarro y del lujo más desenfrenado: áticos gigantescos (muchos de los cuales superan los 400 metros cuadrados, cuando el mismo Papa Francisco dispone de un apartamento de apenas 50), propiedades y viajes faraónicos, millonarias cuentas corrientes y mucho más. Todo habla de una administración patrimonial y financiera orientada a cualquier cosa menos que a las obras misioneras, así como también queda al descubierto un sistema de lavado de dinero, en el IOR, en el que personajes de poder tienen sus cuentas corrientes. Todo esto y mucho más se encuentra en estos dos libros-investigación.
Casi todos los periódicos y las televisiones nacionales se han ocupado, principalmente, de identificar a los “cuervos”, a las fuentes que les hicieron llegar a Nuzzi y a Fittipaldi los documentos substraídos del Vaticano, en contra de quienes partió una campaña difamatoria, a pesar de que ambos periodistas simplemente hayan cumplido con su deber, es decir, el de utilizar fuentes (que como tales deben permanecer en el anonimato) y difundir los hechos, especialmente si están relacionados con verdades incómodas. El director de Radio Maria ha llegado a decir incluso que habría que “ahorcarlos”. ¿Acaso hemos llegado al punto de desear el asesinato de aquellos que se limitan a decir la verdad?

Pero retomemos la cuestión del “cuervo” sobre la que se ha concentrado gran parte de los grandes medios de prensa, es un término que en realidad no puede ser aplicado a las figuras del monseñor Balda y ni de Chaouqui. De hecho “Cuervo” es aquel que difunde noticias en las que hay una mezcla de verdad y mentira. “Cuervo” era aquel que, entre la muerte del Juez Falcone y la del Juez Borsellino, fue el autor de una carta en la que se hablaba de la reinserción de los prófugos mafiosos en la sociedad a través de la disociación, de la abolición del régimen de cárcel dura denominado 41 bis, y de la suspensión del secuestro de los bienes de la mafia, elementos que estaban presentes en el “papello” (lista de solicitudes de la mafia al Estado) de Totò Riina. O aquel que, a comienzos de la década del '90, le envió al Juez Giovanni Falcone esas cartas que tenían un contenido bien preciso y detallado sobre su accionar. Aquí en cambio no se habla de una hábil conmixtión entre circunstancias verdaderas y falsas, sino de una sustracción de documentos auténticos (por lo tanto se habla  de un delito cometido) es decir creíbles.
“Difundir documentos es un delito. Pero quiero dejar claro que quien comete este delito no me desviará de mi trabajo de reforma” declaró el Papa Francisco, ayer, en la Plaza San Pedro. Pero en su corazón tal vez se haya alegrado por la salida a la luz de esos documentos, de esa verdad que, siendo muy incómoda para muchos, podría constituir un peligro para la incolumidad del pontífice. Porque si es cierto que Bergoglio no se detendrá con su reforma, podrían llegar  muchos café con estricnina preparados de propósito para volver a una nueva fase de encubrimiento  de los documentos. Sin contar con que actualmente se está llevando a cabo una verdadera lucha entre corrientes internas del Vaticano, es decir, la que apoya al Papa y la que es contraria a él, y que en este momento cuenta con un poder mayor. Y quizás esos documentos tan obstaculizados y criticados se hayan dejado salir a la luz porque alguien temía que dentro de poco podría estar en riesgo la seguridad del Papa Francisco.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; porque ni entráis, porque ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando” (Mateo 23,13).