Martes 15 Julio 2025

Israel ataca a Irán. Irán responde. Y luego aparece él, el payaso de circo: Donald J. Trump, el enésimo presidente de los Estados Unidos de América al servicio del lobby de las armas.

Durante la campaña electoral, prometió que pondría fin al intervencionismo militar estadounidense en el resto del mundo. Parecía un milagro. Parecía que el "nuevo Trump", el de la llamada nueva era, realmente quería detener la escalada hacia la tercera guerra mundial (nuclear). Se acercó a la Rusia de Vladimir Putin y cortejó a la China de Xi Jinping. Obligó a rusos y ucranianos a sentarse a la mesa para debatir (aunque aún sin resultado positivo). Advirtió a la Unión Europea, sosteniendo que debemos comerciar y dialogar con Rusia. Parecía -y lo digo con cautela- un profesional experto en política exterior: un estratega y empresario, sin duda, pero siempre fiel al lema "América Primero".

Pero no. Trump se ha revelado, una vez más, como lo que siempre ha sido: un bufón, un payaso. Quizás se ha dado cuenta de que su vida corre peligro. O quizás lo obligaron a hacerlo, como cuando, durante un mitin electoral en Butler, Pensilvania, Thomas Matthew Crooks, de 20 años, le disparó en la oreja. Quizás temió de nuevo ser asesinado por el "estado profundo" -el mismo que asesinó a John y Robert Kennedy- y por eso, con la cobardía propia de los presidentes multimillonarios, ha vuelto sobre sus pasos. Ha dado marcha atrás.

Hoy, incluso pide la rendición total de Irán. Un auténtico ultimátum, el que el presidente Trump lanzó desde su Air Force One: "Irán estaría loco si no firmara. Básicamente, Irán está en la mesa de negociaciones, quiere llegar a un acuerdo y, en cuanto me vaya, haremos algo, pero primero tengo que irme". Luego declaró que, si Teherán no acepta "renunciar totalmente al enriquecimiento de uranio (lo que para ellos significa rendirse, ndr) algo ocurrirá". Y de nuevo: "El enriquecimiento de uranio terminará, de una forma u otra, ya sea con un acuerdo diplomático o porque Fordow (la planta nuclear iraní, ndr) explote".

La estupidez de este presidente reside en no entender con quién está tratando. Irán es la antigua Persia. Una civilización milenaria. Un imperio que nunca se ha rendido, que ha cambiado de nombre, pero no de identidad. Un pueblo que, como los rusos, jamás será conquistado. La única salida, por tanto, es la negociación. Pero Trump ha sido aplastado por los grupos de presión armamentísticos estadounidenses. Quizás por miedo, quizás por conveniencia. Los servicios secretos, los juegos de poder, hoy en día son los amos. Y aquí estamos, esperando la respuesta de Irán.

Conscientes, sin embargo, de que si Irán fuera aniquilado -como querría Israel- China y Rusia, vinculadas a la República Islámica por la alianza BRICS, no se quedarían de brazos cruzados. Al contrario, podrían desatar una guerra nuclear mundial. Y esto significaría el fin de miles de millones de seres humanos.

Esperemos que los payasos se vayan a casa. O, si realmente tienen que seguir actuando, que al menos escuchen las voces de los sabios y los estadistas, los verdaderos. Las voces que eligen la vida, no la muerte.

*Foto de Portada: Reelaboración gráfica de Paolo Bassani