Ahora díganlo todo, falta la última parte de la verdad
La noticia hace ruido: Giovanni Brusca, el asesino de Giovanni Falcone, Francesca Morvillo y los agentes de su custodia, Vito Schifani, Antonio Montinaro y Rocco Dicillo; el hombre que pulsó el botón en Capaci el 23 de mayo de 1992, haciendo estallar una autopista; el asesino del pequeño Giuseppe Di Matteo (hijo del arrepentido Mario Santo Di Matteo), estrangulado tras 25 meses de cautiverio y disuelto en ácido, por orden suya, por el hermano de Brusca, Enzo Salvatore; autor de varios crímenes cometidos en nombre de Cosa Nostra, desde el 1º de junio es oficialmente libre, sin deudas con la justicia.
El pasado 31 de mayo, según se supo en círculos judiciales, tras 25 años de detención, finalizó su libertad condicional y se convirtió en un hombre libre, sin deudas con la justicia.
Como era de esperar entre los familiares de las víctimas de la mafia y en la opinión pública, su liberación de prisión ha suscitado numerosos sentimientos. Algunos han expresado ira, otros desprecio, otros dolor, otros indignación.
Sin embargo, al analizar el caso con objetividad, no se puede ignorar que el exjefe de San Giuseppe Jato se beneficia de una ley, la de los colaboradores de la justicia, muy deseada por Giovanni Falcone.
El expresidente del Senado, Pietro Grasso, lo recordó esta mañana, y pidió evitar reacciones instintivas: "La ley por la que ahora se lo considera libre, tras 25 años de prisión y 4 años de libertad condicional, fue solicitada por Giovanni Falcone, y es la ley que nos permitió desmantelar la cúpula de Riina, Provenzano y Messina Denaro, que en los años 80 y 90 ensangrentó Palermo, Sicilia y también Italia. Gracias a los secretos confesados por Brusca, de hecho, pudimos evitar otras masacres, encarcelar a cientos de mafiosos y condenarlos a penas durísimas y a cientos de cadenas perpetuas".
Grasso añadió: "Repito lo que dije hace cuatro años: con Brusca, el Estado ha ganado tres veces: cuando lo capturó, cuando lo convenció de colaborar, y ahora que es un ejemplo para todos los demás mafiosos. La única manera de evitar morir en prisión como Riina, Provenzano y Messina Denaro es colaborar con la justicia. Por supuesto, si alguna vez cometiera algún delito, no recibiría ninguna rebaja. Lo que me preocupa, y debemos asegurarnos de que esto nunca ocurra, es que exista el riesgo de otorgar beneficios a quienes, como Graviano, nunca han colaborado. La forma en que un Estado honra a sus víctimas es combatiendo a la mafia e intentando derrotarla con todas sus fuerzas y con todo el peso de la ley".
Palabras de Giovanni Falcone
Respecto a los arrepentidos, en vida, Giovanni Falcone dijo: "No son personas débiles que traicionan, sino personas que cada vez se sienten más ajenas a la cultura del silencio y la omertà". Y, hablando de Tommaso Buscetta, años después del inicio de la colaboración, dijo: "Antes de él, yo tenía -teníamos- solo una idea superficial del fenómeno mafioso. Con él empezamos a adentrarnos en el mismo. Nos proporcionó numerosas confirmaciones sobre la estructura, las técnicas de reclutamiento y las funciones de Cosa Nostra. Pero, sobre todo, nos dio una visión global, amplia y exhaustiva del fenómeno. Nos dio una clave esencial para comprenderlo, un lenguaje, un código. Para nosotros, era como un profesor de idiomas que te permite dialogar con los turcos sin hablar con señas".
Obviamente, Falcone no ignoraba la naturaleza problemática y la sensibilidad de la cuestión relativa a la fiabilidad y autenticidad de las declaraciones de los mafiosos en el contexto de la colaboración. Era necesario realizar evaluaciones rigurosas de sus declaraciones y buscar elementos objetivos para que tales contribuciones tuvieran valor probatorio. Falcone siempre sostuvo que las declaraciones de los colaboradores de justicia, si bien no eran indispensables ni decisivas en sí mismas, constituían una confirmación muy útil y directa de los resultados obtenidos por otros medios y ofrecían un punto de partida para futuras investigaciones. También creía que era necesario preparar, por un lado, medidas de recompensa que incentivaran la colaboración y, por otro, medidas de protección que garantizaran la tranquilidad y la seguridad de los propios colaboradores de justicia y sus familias.
Yo maté a Giovanni Falcone
Brusca, al hablar de sus responsabilidades, como ya lo hiciera en el libro de Saverio Lodato, Yo maté a Giovanni Falcone (publicado por Mondadori y reeditado en el 2017), nunca se escondió: "Maté a Giovanni Falcone (y con él a su esposa Francesca Morvillo y a los agentes de su custodia Antonio Montinaro, Vito Schifani y Rocco Dicillo, ndr), pero no era la primera vez: ya había usado el coche bomba para matar al juez Rocco Chinnici y a los hombres de su custodia".
"Soy responsable del secuestro y la muerte del pequeño Giuseppe Di Matteo, quien tenía 13 años cuando fue secuestrado y 15 cuando fue asesinado. Personalmente cometí y ordené más de 150 crímenes. Aún hoy no recuerdo todos, uno por uno, los nombres de quienes maté. Muchos más de cien, ciertamente menos de doscientos".
No es casualidad que lo llamaran "matacristianos".
Como jefe del distrito de San Giuseppe Jato, era miembro de la llamada Cúpula; estaba afiliado personalmente al jefe de jefes, Salvatore Riina, y fue arrestado el 20 de mayo de 1996 en Agrigento, mientras veía, irónicamente, una película sobre la masacre de Capaci.
La contribución de Brusca
Ciertamente no se puede decir que el camino de Brusca hacia la colaboración con la justicia fuera fácil.
Al contrario. Fue particularmente problemático al principio, donde no faltaron contradicciones e incertidumbres, e incluso se pensó que podría ser un falso arrepentido.
Sin embargo, después de ser investigado por difamación y sometido a presiones, Giovanni Brusca comenzó a decir la verdad, relatando hechos de gran importancia, además de sus propias responsabilidades por asesinatos cometidos por él o sobre las responsabilidades de Cosa Nostra.
Por eso también fue reconocido como fiable por diversos órganos jurisdiccionales y en muchos juicios se le han reconocido las circunstancias atenuantes previstas en el artículo 8 (el previsto para los colaboradores de la justicia).
Pero vayamos a sus declaraciones más significativas.
En el juicio Borsellino ter, habló sobre la relación entre la mafia, la política y las instituciones, llegando incluso a hablar en el tribunal de la tratativa, de Mori y De Donno. Y dijo que el jefe de jefes, Totò Riina, le informó sobre el 'papel' y le dio el nombre del ministro del Interior, Nicola Mancino (absuelto en el juicio de la Tratativa Estado-mafia).
Tras la reunión con Rita Borsellino, sintió un nuevo impulso para profundizar aún más en ciertos temas. Así fue que habló sobre el papel del exsenador Marcello Dell'Utri (condenado por concurso externo en asociación mafiosa) del contacto con Silvio Berlusconi y, más recientemente, también habló sobre la reunión que supuestamente tuvo lugar, según lo que le contó el entonces jefe de Trapani, Matteo Messina Denaro, entre Giuseppe Graviano, jefe de Brancaccio, y el mismo ex primer ministro, que fuera investigado en Florencia como instigador externo de las masacres de 1993. Según Brusca, Messina Denaro le contó que Graviano había visto un reloj de 500 millones en la muñeca de Berlusconi.
Un recuerdo que le vino a la mente tras leer algunos pasajes de la sentencia de la Tratativa Estado-mafia, según lo relatado a los mismos magistrados de Palermo.
También aportó otra verdad sobre el período de las masacres al explicar que Totò Riina le había dicho, a finales de 1992, que "si lo arrestaban o si le ocurría algo, los picciotti, Matteo Messina Denaro y Giuseppe Graviano, lo sabían todo".
¿Todo qué? ¿De verdad el jefe de jefes se limitó a esta consideración? Tras su arresto el 15 de enero de 1993, ¿habló Brusca con Messina Denaro y Graviano?
Pueden decir y pensar lo que quieran sobre Giovanni Brusca.
Pueden preguntarse si les ha contado todo lo que sabe (ya hemos señalado sus declaraciones más recientes), o si realmente está dispuesto a cambiar de vida como lo han hecho otros ex mafiosos.
Su abogado, Luigi Li Gotti, contactado por la agencia LaPresse, recordando que el informante de la mafia "siempre forma parte del programa de protección que deberá seguir respetando, ya que sigue siendo una persona en riesgo", declaró: "Estaba en libertad desde 2021, hoy no ha cambiado mucho. Siempre está buscando trabajo para reinsertarse socialmente. Ya lo hacía antes, buscaba trabajo, realizar una actividad: intentará hacerlo, como lo ha hecho durante estos años, sabiendo que no es fácil, pero lo intentará". Y luego agregó: "¿Es su liberación un éxito para Falcone? Por supuesto, es la ley por la que Falcone y Borsellino lucharon y perdieron la vida. Esta ley, que favorecía la colaboración con la justicia, provocó un verdadero terremoto en Cosa Nostra con la derrota del ala militar. Claro que Cosa Nostra se mantuvo en niveles altos, pero el ala militar fue barrida".
Y, sin embargo, hay quienes querrían cerrar definitivamente el asunto de los arrepentidos con constantes variaciones de la institución que realmente corren el riesgo de hacerla estallar. Basta pensar en las escasas garantías de anonimato, como informó recientemente el fiscal jefe de Prato, Luca Tescaroli, o en la operación llevada a cabo por la Agencia Tributaria que confiscó las contribuciones adeudadas a los arrepentidos como parte de una capitalización planificada para financiar su "proyecto de vida", ya sea la compra de una casa o un proyecto laboral.
Una historia que fue abordada recientemente por el TAR (Tribunal Administrativo Regional) del Lacio, que rechazó la resolución del Viminal dando la razón a las quejas de los colaboradores de justicia.
Última consideración
Volviendo al llamado caso Brusca, hay una última cosa que decir. La colaboración de Brusca fue fructífera y la ley debe respetarse. Es un hombre libre que, a su vez, debe abstenerse de cometer más delitos y respetar la ley. Solo una observación. Ahora está suficientemente demostrado que en Capaci no solo actuó Cosa Nostra.
Una vez más recordamos las palabras del jefe de jefes, Totò Riina, quien, interceptado el 6 de agosto del 2013, refiriéndose a la masacre, le dijo a Lorusso que había un secreto que pondría fin a todo ("Totò Cancemi dice: ¿Qué tenemos que inventar sobre la muerte de Falcone? ¿Qué hay que inventar?, le dije. Si se sabe, se acabó todo").
Sabemos que cerca del cráter se encontró una nota escrita con el número de un agente del servicio secreto, así como un guante del que se aisló un rastro de ADN femenino.
¿Había una mujer en el comando que actuó en Capaci?
Algunos testigos declararon, inmediatamente después de la masacre, que antes del 23 de mayo habían visto a falsos trabajadores con overoles realizando trabajos en correspondencia con el lugar donde Falcone saltaría por los aires.
Y en los últimos años, el colaborador de justicia Gioacchino La Barbera habló de la presencia de sujetos externos en las fases de preparación del atentado. Y no solo eso. También afirmó que Antonino Gioè, quien acompañó personalmente a estos sujetos que "supervisaban", le dijo "que había gente en el campo con más autoridad que nosotros y que estábamos entrando en otra era". El mismo Gioè que, momentos después del atentado, hizo algunas llamadas a un número estadounidense.
Hace unos años, el criminólogo Federico Carbone, en una entrevista con Il Giornale, afirmó haber obtenido de una fuente (un general del ejército estadounidense destinado en Camp Darby, una mujer cercana a la CIA), varios elementos sobre la actividad de una estructura vinculada al servicio secreto estadounidense. Habló con ella confidencialmente sobre la muerte de Marco Mandolini, el paracaidista de Folgore hallado muerto el 13 de junio de 1995 cerca de Livorno, y sobre la masacre de Capaci, insinuando su implicación.
¿Significa esto que las masacres se llevaron a cabo bajo presión internacional? La sospecha es, al menos, legítima.
Toda la evidencia indica que la Fiscalía de Caltanissetta, que investiga a los instigadores externos, está intentando investigar más a fondo.
Hasta la fecha, Giovanni Brusca, a pesar de no haber descartado nunca que sujetos externos tuvieran interés en matar a Giovanni Falcone, siempre negó que otras personas ajenas a Cosa Nostra estuvieran presentes en el lugar de la masacre.
Quizás estos elementos adicionales podrían ayudarle a recordar más detalles. Haciendo un esfuerzo de memoria, podrían resurgir algunos detalles que nunca nos contó. No hay más tiempo para secretos y misterios. Si Brusca realmente quiere sentirse "libre", que haga un nuevo esfuerzo antes de que sea demasiado tarde.
La verdad sobre las masacres aún no se ha escrito por completo. Es una deuda con los familiares de las víctimas y con el pueblo italiano en su conjunto.
*Foto de Portada: Antimafia Duemila