Lunes 7 Octubre 2024
finanzasPor Giorgio Bongiovanni – 30 de septiembre del 2017

Los números del tráfico de drogas, el viaje que la cocaína realiza desde Sudamérica al puerto de Gioia Tauro, las rutas, la red de negocios, los intereses de los clanes, las inversiones en el extranjero. Son sólo algunos de los temas que el Fiscal General de Catanzaro, Nicola Gratteri, ha tratado en la entrevista realizada por nuestro periódico. Los datos dramáticos que ha aportado con sus respuestas se suman a las palabras de otra figura autorizada en la escena internacional, las del economista Antonio María Costa, ex Secretario Adjunto de las Naciones Unidas. Éste, interrogado por la Fundación Centesimus Annus pro Pontifice, para investigar más a fondo la trata de personas y los delitos económicos y financieros, explicó cómo las diversas formas de delincuencia en el mundo (la mafia a la cabeza con el tráfico de drogas para pasar luego a la corrupción y los crímenes financieros) generan una facturación de más de un billón de euros al año. "Colectivamente, las diversas formas delictivas representan la industria más grande del mundo", dijo el economista sin medias tintas. Luego pasó a hacer números estimando el tráfico mundial de drogas (hemos visto cómo la 'Ndrangheta tiene el monopolio del tráfico de cocaína en Occidente') en una cifra cercana a 350 mil millones de euros al año. La venta ilegal de armas se estima en alrededor de 80-100 mil millones de euros al año, mientras que el daño que produce la corrupción "de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional llega al billón de euros al año".

Según Costa, por lo tanto, el crimen, con todo ese dinero, "tiene una gran influencia en los bancos más grandes del mundo", especialmente en tiempos de crisis como los que hemos vivido en estos años. Entre los ejemplos dados en la entrevista publicada en avvenire.it, está el del Wachovia Bank de Nueva York, luego comprado por Fargo, que fue acusado de reciclar 463 mil millones de dólares del cártel mexicano de la droga de Sinaloa.

Y estos son sólo algunos de los riesgos generados por la infiltración económico-mafiosa en lo que debería ser la economía legal. El mismo fiscal Gratteri explicó cómo "miles de millones del narcotráfico pueden alterar una democracia", dado el gran poder de compra que las mismas mafias poseen. Y es siempre el magistrado calabrés quien ha lanzado repetidamente la alarma sobre el hecho de que la ciudad de Londres es hoy uno de los centros de lavado de dinero para el crimen organizado.

A principios de los años noventa, la periodista estadounidense Claire Sterling escribió el libro titulado "Un mundo de ladrones. Las nuevas fronteras de la delincuencia internacional" (editado por Mondadori). Una publicación especialmente criticada que resalta cómo entre el 6 y el 8% del total de los flujos financieros del mundo (cientos de miles de millones de dólares) desapareció en la nada. Sterling sostenía que las organizaciones criminales tenían en sus manos la mayor facturación (calculada en miles de millones de dólares) afirmando que la economía legal mundial ya entonces dependía de las organizaciones mafiosas. Y no sólo eso. Pensaba que un personaje como Totò Riina, el Jefe de Jefes de Cosa Nostra, estaba en el vértice superior de las organizaciones mafiosas en todo el mundo. Al mismo tiempo el colaborador de la justicia Leonardo Messina habló de una estructura mundial de la cual Riina era el jefe. Según la teoría de la periodista estadounidense Giovanni Falcone y Paolo Borsellino estaban revelando este sistema de poder y por esta razón fueron asesinados. Por entonces muchos no tomaron en serio el libro de Sterling. Pero hoy, releyendo los datos proporcionados por figuras de renombre como Nicola Gratteri y Antonio Maria Costa se observa más de una conexión. Los números hablan. Si las organizaciones criminales de la mafia tienen el poder de influir en la economía planetaria ¿qué más queda? Tenía razón Sterling, era imaginativa, sensacionalista y visionaria: no es más que "un mundo de ladrones".

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La foto: una vista desde arriba de la ciudad de Londres