mancaPor Giorgio Bongiovanni y Lorenzo Baldo - 02 de septiembre del 2017

"He tomado nota de la carta enviada por la señora Manca, cuyo dolor respeto profundamente. He informado de cuanto ha sido dicho en la sentencia y creo que no es posible replicar a los familiares de los difuntos ni a las víctimas de crímenes, salvo invitarlas a leer cuidadosamente las actas procesales". El fiscal de Turín, Armando Spataro, habla de "respeto" frente al dolor de Angela Manca. Luego le pide "leer cuidadosamente las actas procesales". Un par de contradicciones en sólo tres líneas. Un buen disco, eso es todo. ¿Sería este el "respeto" que merece una madre a quien le han matado un hijo en circunstancias misteriosas? En verdad, nadie esperaba misericordia de un magistrado que de repente se convirtió en el defensor de oficio de sus colegas en Viterbo. Pero en ciertas ocasiones el buen gusto del silencio debería ser obligatorio. Pero no: no hay respuesta -sobre el mérito- de parte de Spataro a las meticulosas observaciones enumeradas una tras otra en la carta de la señora Manca publicada ayer por el Fatto Quotidiano. Ninguna objeción por parte del Fiscal de Torino con respecto a los datos objetivos citados por la madre del médico siciliano que no se ajustan a la definición de "muerte por drogas": la autopsia en el cuerpo de Attilio Manca fue definida como "infame" por el mismo vicepresidente de la Comisión Antimafia, profesión de anatomopatólogo; los testimonios de los colegas del doctor Manca sobre el mancinismo puro (condición de zurdo, ndt) del urólogo y sobre la inexistencia de una eventual tóxico dependencia "anómala", así como las infames acusaciones de ex amigos, algunos de los cuales ya han sido indagados en la investigación de la muerte del médico siciliano; el análisis tricológico (del cabello, ndt) que afirma que no hay rastros de drogas; la falta de investigaciones inmediatas a Monica Mileti, la mujer acusada de haberle dado la heroína a Attilio Manca; las declaraciones de los arrepentidos -que circunscriben la muerte de Attilio Manca a un asesinato de la mafia y la masonería- consideradas como muy atendibles por algunos fiscales y, finalmente, el posible "papel" de Bernardo Provenzano (en la muerte del doctor Manca) que habría sido "visitado" por un urólogo siciliano -nunca identificado- ya que surgió de una escucha ambiental al mafioso Francesco Pastoia. ¿Todas "hipótesis fantasiosas"? Es evidente que si hay alguien a quien se debe dirigir la invitación de "leer atentamente las actas procesales", no es ciertamente a la señora Manca u otro miembro de su familia. Demasiadas veces, estos dos padres ancianos, junto con su hijo Gianluca, se han visto obligados a leer y releer los informes sobre la muerte de su propio hijo, viendo las horribles fotografías de su cadáver que hablan más que mil "actas procesales". Esta suerte de "exhortación" formulada por el Dr. Spataro arde como la sal en las heridas y reabre las viejas cicatrices de los familiares de las víctimas de la mafia, terrorismo (y no sólo) que, en algunas sentencias pronunciadas en nombre del pueblo italiano, ha revisado ese abismo oscuro que se tragó la verdad y la justicia sobre las muertes de sus seres queridos. Podríamos citar los asesinatos de Aldo Moro, Ilaria Alpi, Miran Hrovatin, la masacre de Ustica, la Piazza Fontana, la estación de Bolonia y muchos otros, hasta llegar a los homicidios del 1992/93. El mismo discurso usado para las sentencias de absolución que luego fueron revocadas con condenas firmes: una por todas es la dictada contra Bruno Contrada. Por no hablar de la absolución de decenas de mafiosos, entre ellos Totò Riina y Bernardo Provenzano, como la del ‘68 en Catanzaro o del ‘69 en Bari; o las sucesivas del Tribunal de Casación (con la firma del Juez Corrado Carnevale), con total desprecio por el dolor de los familiares de las víctimas.

Para contradecir las polémicas manifestaciones del que entra mal parado a un caso emblemático como este, quedan las declaraciones de Angela Manca, una madre coraje en esta Italia prisionera de miedosos y oportunistas: "En este país donde la verdad y la justicia también a menudo tienen que ser buscadas por las familias de las víctimas, yo, por respeto a la memoria de mi hijo Attilio, me quedaré en silencio".

Palabras -estas sí- que merecen un profundo respeto.

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