Jueves 18 Abril 2024
expulsadoPor Giorgio Bongiovanni - 22 de mayo del 2017

El pasado 19 de mayo, en el Resto del Carlino, el ex ministro Claudio Martelli escribió un editorial recordando a Giovanni Falcone. Rememoró los éxitos contra la mafia, pero también el aislamiento, la indiferencia y la hostilidad que el mismo había sufrido. Un recuerdo, el suyo, fortalecido por el tiempo vivido en forma conjunta desde el Ministerio de Justicia, cuando Falcone decidió aceptar el pase a la Oficina de Asuntos Penales para alejarse del entorno que lo rodeaba y que lo iba dejando cada vez más solo, sin la oportunidad concreta de continuar su trabajo como magistrado en la fiscalía de Palermo. Más adelante en el discurso Martelli vuelve a señalar con el dedo a Antonio Ingroia y Antonino Di Matteo, tal como lo hizo en el 2014, cuando cometió un furcio en TGCOM, durante un corte, en que opinó sin darse cuenta que ya estaban de nuevo al aire. "¿Ingroia y Di Matteo? -escribe Martelli- se dicen discípulos de Falcone, pero sus actuaciones procesales parecen inspiradas por sus enemigos: teoremas fragorosos e indemostrables, citaciones como puñaladas, acusaciones formuladas sin otra prueba que las declaraciones intimistas de arrepentidos en busca de autor. Con la idea obsesiva del 'tercer nivel', una estructura política que dirigiría a la mafia; 'una idea tan ridícula como Spectre', decía Falcone. Los rumores procesales que nacen muertos están muerto...".

He ahí la infracción del último hombre que Claudio Martelli comete, propia de los instantes finales del 'partido' (el proceso, ndr) que se está jugando en Palermo en el proceso de la tratativa Estado-mafia, ante el Tribunal Penal. Martelli, citando al fiscal del pool antimafia que investiga aquel particular período histórico, del cual ha sido coordinador y hoy es abogado, habla de teoremas atronadores e indemostrables, consciente de que sus palabras son una importante confirmación de lo que ocurrió en los años de las masacres.

El 9 de junio de 2016, respondiendo a una pregunta del fiscal Di Matteo sobre las publicaciones que se produjeron en 1992, de Gelli, en el semanario 'Candido', y que anticiparon los acontecimientos que llevaron a la renuncia al cargo de Guardián de los Sellos, Martelli respondió con una declaración inquietante con la que se contradice a sí mismo: ''No es la primera vez que se intercambian favores entre la mafia, asociaciones del tipo de la P2, servicios de inteligencia desviados y masonería desviada". Luego explicó: "El artículo de Gelli es de finales de agosto, principios de septiembre y el de 'Candide' es de octubre, con un episodio que es importante: el gran acusador, que trabajó con Craxi, Silvano Larini, que me involucra en la cuenta 'Protezione', se alojó hasta su entrega al tribunal de Milán, en la villa de Florio Fiorini en la Costa Azul. Fiorini era un hombre de la P2". Y luego concluye: ''No es la primera vez que se intercambian favores entre la mafia, asociaciones del tipo de la P2, servicios de inteligencia desviados y masonería desviada. Podría haber ocurrido también en este caso". Son declaraciones hechas bajo juramento. ¿P2, servicios de inteligencia desviados y masonería no son quizás parte del tercer nivel al que se hace referencia en esta nueva publicación? ¿Qué le pasó al ex ministro Claudio Martelli como para entrar con la pierna extendida sobre el proceso, tropezando y traicionándose a sí mismo, cuando ya han sido examinados todos los testigos de la acusación y de la defensa, y se está preparando la etapa de presentación de las pruebas adicionales?

En un editorial anterior ya habíamos informado de una larga lista de pruebas reunidas en el juicio que hacen vislumbrar claramente los hechos acaecidos entre 1992 y 1994.

Entre ellas figuran las propias palabras del ex Ministro de Justicia que, gracias a la guía de Giovanni Falcone, tanto en vida del mismo como después de la masacre de Capaci, había hecho una contribución importante en la lucha contra la mafia. Con sus ulteriores declaraciones sobre la P2, los servicios de inteligencia y la masonería desviada, su contribución fue importante al demostrar que los hombres del poder, finalmente, decidieron compartir algunas de las verdades que por más de veinte años, salvo por la llegada de Massimo Ciancimino para contar un "capítulo" de la historia, había sido silenciada. Con esta "infracción del último hombre", sin embargo, Martelli deja el campo de juego.  "Expulsado" y "descalificado" hasta nuevo aviso, hasta que diga toda la verdad, explicando a fondo lo que dijo durante su testimonio en el aula búnker de Palermo. Los valores éticos que un político, un representante del Estado, votado democráticamente y preferido por la opinión pública, debería encarnar. Porque a 25 años de distancia de los atentados, si realmente se quiere honrar la memoria de Falcone y Borsellino, el tiempo de las retractaciones y de las medias verdades debe terminar.