Giulietto Chiesa, una “voz que grita en el desierto”
Por Giorgio Bongiovanni - 06 de Abril de 2017
Todos tienen claro que la situación de la política exterior es dramática. Nunca antes, después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se ha encontrado en tanto peligro, incluso más que durante la Guerra Fría que duró desde 1946 hasta 1991, cuando cayó la Unión Soviética. Actualmente el mundo se encuentra ensangrentado por más de 30 guerras, especialmente en Siria, Irak y Palestina con el genocidio de cientos de miles de víctimas a causa de las intervenciones perpetradas por los Estados Unidos, en contra de Assad y de Rusia, en contra de los rebeldes de Assad y en contra del ISIS, de las cuales el último ataque terrorista del Estado Islámico tuvo lugar en la estación metropolitana de San Petersburgo.
No faltan las organizaciones terroristas y extremistas sedicentes – desde Al Qaeda hasta el ISIS – guiadas por líderes sanguinarios, financiados por países como Arabia Saudita y por el Qatar (mientras otros permanecen en el anonimato) que, con cientos de millones de dólares, los abastecen de armas, de tanques de guerra y de otros medios útiles, militares y tecnológicos.
Giulietto Chiesa – de quien tomamos sus análisis, que inclusive han sido tratados en algunos canales televisivos nacionales – se convierte en una voz que se separa del coro ya que explica con datos en mano que lo que gran parte de la información mundial transmite a menudo son mentiras o manipulaciones. Una tesis que encuentra sustento en argumentaciones lógicas, avaladas por hechos verificados, respectivas al hecho de que la política (absurda) del Presidente norteamericano, pero sobre todo de quienes están detrás suyo (la alta finanza norteamericana, los lobbies de las empresas industriales, de armas y de petróleo), aplicada en contra de Rusia y de China. A pesar de las hipócritas palmadas en el hombro hoy en día Rusia ha pasado a ser un blanco, que ha quedado en medio del fuego cruzado de miles de acusaciones, con una política que a toda costa quiere hacer que explote en el futuro una Tercera Guerra Mundial, con probables ataques nucleares.
Hemos sabido que Trump, durante la conferencia de prensa conjunta con el Rey de Jordaniacuando fue recibido en la Casa Blanca, declaró que no se pueden asesinar civiles y especialmente niños con gas nervino, que Assad ha superado el límite de la línea roja y por ello atacarán. A este punto surgen algunos interrogantes: ¿cómo es posible dar por cierto que el gas sea de propiedad de Assad, cuando también está en manos del ISIS? Hasta que se pruebe lo contrario Assad ha entregado el gas nervino con el que contaba a las Naciones Unidas, haciéndolo desembarcar en el puerto italiano de Gioia Tauro. Pero aunque no se pueda descartar que le haya quedado algo ¿cómo podrían los rusos dar su consentimiento para el uso del gas en contra de una ciudad siria que ya había sido conquistada, siendo que el ISIS ha sido eliminado casi en su totalidad?
La hipótesis con más fundamento parecería ser la preparación de una Tercera Guerra Mundial, mientras que las promesas de amistad de Trump hacia Rusia, como era obvio, se están derritiendo como nieve al sol. Todo esto ocurre en el momento que los Estados Unidos están atravesando una grave crisis económica (la peor que han vivido desde la Segunda Guerra Mundial) mientras que por el otro lado China se está consolidando como la primer potencia económica mundial, de la cual Rusia es su aliada y la abastece de protección militar con la súper militarización planificada por Putin en los últimos 10 años. Al punto tal que no solo le hacen frente a los Estados Unidos sino que además pueden destruir el mundo entero con sus misiles (que paradójicamente la OTAN ha llamado “Satan 2”) que pueden destruir un Estado como el de California o como Francia.
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