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mattarellaPor Giorgio Bongiovanni - 02 de Enero de 2017
Como cada 31 de diciembre el Presidente de la República concluyó el año con su tradicional discurso en cadena nacional. Las palabras de Sergio Mattarella, como conclusión del 2016, repasaron con gran emoción el recuerdo de las víctimas del terrorismo y del terremoto, los problemas sociales, el trabajo que es “el problema número uno”, la necesaria solidaridad en una fase difícil de nuestro país, la importancia que tiene, a la luz del reciente referéndum constitucional, el hecho de ir a elecciones con una nueva ley electoral, y por lo tanto afirmó que es “injusta la ecuación inmigrante igual a terrorista”, para luego hacer un llamado: “basta con el odio como instrumento de la política”.
Pero no hizo ni mención a una de las plagas que más afecta desde el nacimiento de la República hasta el día de hoy a cada uno de los sectores económicos y sociales: la difusión de las mafias y la importancia de una seria lucha en contra de la criminalidad organizada. Palabras que en cambio estuvieron presentes en el pasaje del 2015 al 2016 cuando Mattarella recordó que “en contra de las mafias estamos llevando a cabo una lucha sin titubeos y tenemos que expresar nuestro reconocimiento a los magistrados y a las fuerzas del orden que alcanzan resultados muy importantes”. Así como también en el discurso de asunción en el cual destacó que “la lucha en contra de la mafia y de la corrupción son prioridades absolutas”.
Y es así como nuestro pensamiento se remonta a aquel lejano 6 de enero de 1980 en el que Sergio Mattarella, en Palermo, sacó del coche acribillado el cuerpo de su hermano, Piersanti, Presidente de la Región asesinado por Cosa Nostra.
¿Cómo puede ser que treinta y seis años más tarde el Jefe de Estado, que además es familiar de una víctima de la mafia y por lo tanto más que cualquier otro ha padecido la violencia mafiosa, no recordó a la criminalidad organizada como uno de los problemas más urgentes que hay que afrontar? ¿Por qué motivo Mattarella no destacó nuevamente la urgencia de una “lucha en contra de las mafias” como “prioridad absoluta”? ¿Acaso Cosa Nostra, Camorra, 'Ndrangheta y Sacra Corona Unita han sido completamente derrotadas, o acaso el tráfico de de droga, del cual casi su totalidad está en manos de las bandas criminales calabresas, no es más que un recuerdo lejano? ¿O bien los magistrados que se encuentran en primera línea en cuanto a la lucha en contra de las mafias – principalmente Nino Di Matteo, seguido por Giuseppe Lombardo, Nicola Gratteri y otros – que varias veces han sido objeto de amenazas y condenas a muerte ya no corren ningún tipo de peligro?
Si no es así, quiere decir que podemos pensar que el Presidente Mattarella, al igual que su antecesor, Giorgio Napolitano, está pasando a regirse por la ley del silencio mafioso, omitiendo esas palabras incómodas que tanto le molestan al Estado-mafia. La esperanza radica en que se pueda volver a escuchar la ilustre voz del Jefe de Estado al expresar su solidaridad a los magistrados, a las fuerzas el orden y a toda la sociedad civil, que tratan de hacer frente a las mafias con su labor cotidiana, con los hechos y con las palabras. A costo de su vida.

Foto © Ansa