rioLa defensa de Pino Maniaci: un contraataque sin exclusión de golpes
PorGiorgio Bongiovanni y Lorenzo Baldo
Palermo. Un rio que corre veloz. Ésta es la imagen que queda impresa después de la conferencia de prensa de Pino Maniaci y de sus abogados Antonio Ingroia y Bartolo Parrino. Si, porque, más allá de las muchas palabras que gritó hoy el director de “Telejato”, así como sus abogados, es como si hubiera un curso de agua que sigue corriendo llevándose consigo todo lo que encuentra. Y es sobre todo la desilusión de muchos chicos la que se ve arrastrada por las corrientes. Esos jóvenes que identificaron a Maniaci como un punto de referencia y que frente a las noticias sobre las investigaciones en curso sobre su persona esperaban que se pudiera liberar definitivamente el campo de las graves acusaciones de las que ha sido objeto. Por su lado el director de la combativa televisión de Partinico negó todo. ¿Las extorsiones? “No hubo ninguna, se trataba únicamente del cobro del equivalente a la venta de los espacios publicitarios, presentaré la grabación de 3 años de noticiero)”. ¿Las interceptaciones telefónicas en las que acusa al marido de su amante de haber asesinado sus dos perros (haciéndolo pasar luego como un acto intimidatorio mafioso)? “Un video editado a propósito”, es solo una “boutade” dejado ahí para obtener un “beneficio personal” porque quería alardearse frente a la mujer. ¿Y el hecho de que esa misma señora hubiese sido contratada por la Municipalidad? Pero qué imposición, “era solo una forma de ayudar a una persona en problemas”.
¿Pedir disculpas por lo que hizo? ¡Pero por qué, esto es solo un “gossip”! Esta palabra fue pronunciada varias veces a lo largo de la misma conferencia de prensa, que por decir poco, contó con gran afluencia de periodistas. Pero ¿realmente se puede acotar a un “gossip” todo lo que ha salido a la luz hasta el momento? No quedan dudas de que estamos en las primeras fases de un juicio y que será un juez el que establezca la solidez de la acusación de la Fiscalía de Palermo en contra de Pino Maniaci. De la misma forma serán analizadas las posiciones de los dos Alcaldes que acusan a Maniaci. Y también habrá que aclarar sobre quién informaba a Silvana Saguto en cuanto a las investigaciones que el director de “Telejato” estaba llevando a cabo. No se discute que su trabajo de investigación sobre la administración de los bienes confiscados a la mafia sacaron a la luz un mundo oculto y que esto provocó que se hiciera de enemigos peligrosos dentro y fuera de los ambientes judiciales. Por lo tanto nadie se olvida de los años de trabajo y sacrificio de su familia, de la gran cantidad de voluntarios que apoyaron a “Telejato”, ni mucho menos de las amenazas de muerte (reales) que recibió de la mafia. Pero releyendo la ordenanza, se puede pensar en cualquier cosa, menos en un “gossip”. Al oír nuevamente algunos pasos de las escuchas telefónicas en realidad da la impresión de haber caído en el ámbito de lo “no dicho” que en una tierra como la de Sicilia representa un campo minado en el que pueden volar por los aires los parámetros y los puntos de referencia. Y si el dinero que recibió Pino de los administradores municipales corresponde nada más que a algunos permisos como los definió Maniaci ante el Juez de Investigaciones Preliminares, será el mismo magistrado quien tendrá que aclararlo. Pero quedan por clarificar aquellas “boutade” a las que se refiere el director de “Telejato” sobre sus perros asesinados y sobre los “premios de mierda” que le habrían garantizado una “potencia” mayor y una especie de intocabilidad. Alguien podría objetar: es el “estilo” de Pino, desacralizador y fuera de las reglas. Pero esta historia deja un gusto amargo que no se puede borrar  de un golpe. La antimafia ha quedado herida en todo sentido.
Y este río que sigue corriendo amenaza con llevarse por delante, a pesar de todo, a quienes se obstinan en creer en el ideal de la lucha en contra de la mafia.
Que pierde todo valor si no encierra en sí la humildad de reconocer los propios errores para poder comenzar de cero.

Foto extraída de palermo.repubblica.it © Igor Petyx

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