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maniaciPino Maniaci indagado y la desilusión de los jóvenes
04 de Mayo de 2016
Por Giorgio Bongiovanni y Lorenzo Baldo

“Con indescriptible amargura e inenarrable desilusión me entero de las investigaciones que involucran al director de “Telejato”. Espero una llamada de Pino Maniaci. Espero que mi amigo me llame y desmienta las conclusiones de las investigaciones y las palabras de los periódicos. Espero que lo haga, en nombre de su historia y de la mía. Espero que lo haga, en nombre de todos esos chicos que, a distancia de años de ese acontecimiento, me preguntan si tengo noticias cuando me encuentran por la calle. Espero que lo haga, en nombre del espíritu con el que siempre lo defendí, sin dudar jamás. Espero que lo haga. Mientras tanto, entre un dolor y otro, observo mis heridas. Y las de mi tierra”.

Probablemente podrían ser suficientes estas palabras escritas por Giuseppe Di Fini, famoso por haber creado en Centuripe (Provincia de Enna), en 2008, con tan solo 12 años, la “Associazione antimafia giovanile” (Asociación antimafia juvenil), para comentar la noticia de Pino Maniaci indagado por el delito de extorsión. Es sobre todo a chicos como Giuseppe Di Fini a quienes Pino Maniaci les tiene que rendir cuentas. Chicos que se sienten heridos y que miran a su tierra con una sensación de desconfianza y desilusión. Frente a la granítica ordenanza del Juez de Investigaciones Preliminares de Palermo no puede prevalecer más que un estado de profunda amargura, pero también de rabia por ver con cuánta ligereza se puede llegar a utilizar una especie de “poder” en beneficio propio. “... ¡a mi me invitaron del otro lado del mundo para ir a retirar el premio internacional de mierda de héroe de nuestros tiempos – dice Maniaci por teléfono – lo que no entendiste es la potencia de Pino Maniaci! A esta altura todos, y digo, todos, se cagan si los puteo en televisión... ¡se hace como yo digo y basta, decido yo, no ellos, ellos tienen que hacer lo que yo digo, si no se van a su casa!” Más allá de su estilo habitual, por decir poco, irreverente, son palabras de gran peso. Palabras que minan los cimientos del compromiso civil de “Telejato” basado en el voluntariado. Un compromiso que ha captado la atención de jóvenes de todo el mundo. Que nosotros mismos hemos apoyado cada vez que corría algún riesgo a causa de las amenazas de muerte (reales), o hasta incluso de los peligrosos intentos de hacer que esa pequeña, pero combativa, televisora antimafia cerrara sus puertas. Una emisora a la que hemos aprendido a conocer a través de los sacrificios de la mujer de Pino y de sus hijos, entre los que se encuentra Letizia (que con su cámara de video ha demostrado siempre ser poseedora de las dotes del coraje y de la humildad), que han, literalmente, dado el alma para permitir que sobreviva esa “voz libre”. El director de “Telejato” tendrá que aclarar cada una de las sombras para redimir su historia que cuenta, sin lugar a dudas, con importantes investigaciones antimafia. Pero hoy las interceptaciones telefónicas de sus mentiras sobre la verdadera naturaleza del acto intimidatorio que determinó la muerte de sus dos perros, las referencias hechas a sus planteos extorsivos, así como su arrogancia con respecto a los premios recibidos que utilizaría como escudo, dejando una clara sensación de vacío en el que intentarán arrojar a toda la antimafia. Pero que no puede quedar restringida a las miserias humanas de quienes, con buena o mala fe, no quieren darse cuenta de que se está manipulando algo extremadamente delicado y por lo cual muchos han pagado con la vida.

La lucha en contra de la mafia – nos lo enseñaron quienes nos precedieron – necesita contar con personas libres, honestas, que se mantengan fuera de las lógicas de poder. Personas capaces de transformar un ideal en un concreto compromiso cotidiano que una, y no que divida. El riesgo del delirio de omnipotencia está siempre a la vuelta de la esquina, solo a través de un trabajo transparente – que tenga en cuenta el reclamo de justicia de los familiares de todas las víctimas de la mafia – puede llegar a ser combatido.

Y es precisamente por el respeto hacia quienes han perdido a un familiar en manos de la mafia que no se puede permitir que se ensucie una batalla que, nunca como en este momento, ve cómo se verifica un verdadero “todos contra todos” en beneficio de la mafia misma y de esos sistemas criminales de los cuales forma parte. Es evidente que en este “juego a la masacre” quienes sigan desacreditando a la antimafia en su conjunto se multiplicarán como hormigas. Pero esta no es una novedad. Mientras tanto tenemos el deber moral de seguir, unidos, en una batalla civil en contra de la mafia. Tenemos que hacerlo, sobre todo ahora, para evitar que la desilusión de los jóvenes como Giuseppe se transforme en resignación. Si esto llegara a ocurrir no tendríamos ninguna justificación.

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