Viernes 19 Abril 2024

messinaGiorgio Bongiovanni - 7 de Octubre de 2015
Una carta dirigida a Matteo Messina Denaro: el último gran prófugo de Cosa Nostra. Al que nuestro Estado ha protegido voluntariamente por más de veinte años. El profundo y minucioso análisis de Nicola Biondo toca los cables más delicados de una historia que aún hoy no ha llegado a su conclusión. “Se oirá hablar mucho de mi” le escribió Messina Dennaro hace algunos años en un “pizzino”* al Alcalde de Castelvetrano, Antonino Vaccarino, “todavía quedan páginas de mi historia que hay que escribir. No serán precisamente estos buenos e integérrimos de nuestra época, llevados por el fanatismo mesiánico, quienes lograrán detener las ideas de un hombre como yo. Este es un axioma”, concluyó. Y, si como escribe Biondo, el criminal Matteo Messina Denaro “ha muerto como boss mafioso” y “como símbolo de la organización mafiosa” queda abierta la hipótesis de ver morir a “Sansón con todos los filisteos” con un último coletazo.
¿Que podría ser el fruto de la implosión de un “acuerdo” con el Estado-mafia? Algo que queda claro es que esos “sistemas criminales”, responsables de haber mantenido con vida al último súper prófugo ya que es funcional al sistema, pueden decidir romper el contrato  debido a los nuevos cambios de estrategia. Entonces Messina Denaro se verá acorralado, listo para ser sacrificado en el altar de un acuerdo entre el Estado y la mafia (que no tiene nada que ver con el duro trabajo de los investigadores  que le buscan en manera honesta) con imprimatur político.
Pero es este el epílogo de la existencia que Matteo Messina Denaro se esperaba tener . Ser capturado y dejado pudrirse en la cárcel bajo el régimen del 41 bis mientras sus interlocutores festejan el evento  Pero hay una tercera opción para el boss de Cosa Nostra, que el mismo Nicola Biondo, pone en la balanza: hablar. “Pura utopía” podrían objetar los analistas y los historiadores. Pero para quienes han vivido dentro de un “credo”, por más criminal que sea, para luego darse cuenta de que sus expectativas no han sido respetadas, esta tercera opción podría tener un sentido. Aunque fuera lo último que le quede por hacer a alguien que no tiene ninguna intención de morir como una rata frente a  una hija que no conoce.  

Giorgio Bongiovanni


Carta abierta a  Messina Denaro: “Le anuncio su muerte”
Por Nicola Biondo
 
Estimado Señor Matteo Messina Denaro, le escribo para anunciarle su muerte.
No, no soy médico y la muerte a la que me refiero no es la física. Soy periodista: saber quién manda y quién en cambio ha perdido el poder es parte de mi oficio.
Usted ha muerto como boss mafioso, como símbolo de la organización mafiosa. Todos le llaman el invisible y usted realmente lo es. Y no porque quienes le buscan no conocen su rostro actual.
Sino porque usted ya no cuenta nada. Su cuerpo que en este momento respira, se mueve o descansa ya no es el de un hombre poderoso, sino el de un buscado, como hay muchos, de un acorralado. Ya no es un cazador sino una presa.
Usted fue el primero en admitir su derrota hace algunos años. Pretendíais poner de rodillas al Estado, ser dueños de casa (luego alguien os robaría el slogan) y en cambio con medios más o menos ortodoxos, habéis sido derrotados. Antes la gente  hacía la fila para haceros reverencias y para pediros ayuda. Luego comenzó a hacerlo en forma cada vez más oculta. Era demasiado peligroso.
A usted le han arrestado a toda su familia, la mujer que le ha dado una hija se ha ido de su casa, de aquella en la que le rendían homenaje como si fuera un dios. Habéis recurrido  a los amigos y ellos también fueron arrestados. Mantener su condición de prófugo cuesta miles de euros por mes, nadie hace nada gratis por usted. Pero ¿sabe cuál es la mayor derrota para un hombre como usted? Que alguien ha construido su carrera a costa suya. Que algunos se han dado cuenta desde hace tiempo que mientras estabais  en el ápice  de vuestra fuerza militar, erais débiles, muy débiles. Que toda esa sangre no os habría beneficiado.
En el mismo momento en el que el mundo se daba cuenta de vuestra presencia, de vuestro delirio de omnipotencia, algunos comenzaban ya a construir sabias palabras de cartapesta. Guapos de cartón vosotros, con vuestras bombas, héroes de cartón ellos. Vosotros, con vuestras palabras de honor, ellos con los bla bla bla, de la antimafia y la legalidad. Y mientras vosotros terminabais todos en problemas, encarcelados y olvidados, ellos (los antimafiosos, los buenos) escalaban posiciones, una detrás de otra. Vosotros terminabais en el infierno, ellos en el paraíso. Pero erais dos caras de la misma moneda, ambas hipócritas.
Conozco bien la provincia de Trapani, vivo ahí. En un tiempo había en cada rincón de la ciudad un chico dispuesto a empuñar la pistola para abrirse camino en la vida, para convertirse en boss. Ahora ya no hay nadie. Nadie envidia su carrera, nadie quisiera ser como usted. Quien quiera mandar en Sicilia, en Trapani, no elige la organización: se mete en política, en negocios. Cosa Nostra ya no es un trampolín, es un peso muerto. Ya no tenéis appeal, diría un publicitario.  
¿Si la organización no hace prosélitos, no atrae sangre nueva, para qué sirve?   
En un tiempo la mafia imponía y controlaba cualquier obra pública o empresa privada. Hoy cualquier empresa llega a Mazara del Vallo, en su ‘mandamento’ (territorio mafioso, ndr.) y para instalar los postes eólicos, hace una  limosna al mafioso local: 500 euros por cada poste, una tantum. Ya no dais miedo a nadie. ¿Sabe cuándo gana un jovencito del Gran Hermano por cada comparsa en una discoteca? Más, mucho más.  
En un tiempo usted mataba  por poco, muy poco. ¿Se recuerda de aquel hotelero que les llamó “mafiosillos” a usted y a sus reclutas, que bebíais en su local y os dabais aires de grandes hombres y tocando el culo a cada chica que pasaba?. Aquella ofensa no se la perdonó y dio la orden de matarle. Mafioso, no mafiosillo, para Usted las palabras son importantes.   
Aquellos disparos  de pistola sellaron el paso adelante. Con todo el dinero que ha hecho su padre, usted podía aspirar a cualquier cosa sin mancharse las manos de sangre. He imaginado más de una vez si en lugar de buscar la aprobación de esa banda de asesinos de la que su padre se rodeaba hubiera pedido salir de Castelvetrano, ir al extranjero a estudiar. A lo mejor economía visto que le gustan los negocios y le encanta viajar por el mundo. Hubiera tenido mil privilegios. Pero no le bastaba ser Matteo Messina Denaro, disfrutar de la vida incluso sin trabajar. Quería convertirse en don Matteo: el general de su falange, el César de Cosa Nostra. Quería infundir respeto, no conquistárselo con algún talento suyo. Pero si uno como usted no se reproduce y no se convierte en un mito que imitar, ya no es nadie, ha muerto. Y alrededor de usted ya no queda nadie.  
Usted se ha convertido incluso en un personaje, con la manía de los ray-ban, la obsesión por las mujeres bonitas y el lujo. La encarnación del boss hollywoodense, una especie de Al Pacino con los modales de John Travolta. Usted ha  aparecido  incluso en el Time, en el top ten de los monstruos junto con Bin Laden. Son satisfacciones para uno como usted que quería vivir siempre a tope.
Como le decía, es mi profesión saber  las cosas que cambian. Estoy seguro de que usted ha visto a ese joven de Castelvetrano que anda por ahí desde hace semanas a vender su ‘brand’ de  antimafioso  que se rebela en contra usted y la organización. Yo sé que le ha visto. Y sé lo que ha pensado. Que mientras usted era don Matteo a ese chico le convenían los negocios que usted le hacía hacer a su padre. Le permitían vivir en Roma, intentar la carrera de actor, cuidarse el look de una persona siempre muy distinguida. Pero desde que arrestaron a su padre con la acusación de proteger su clandestinidad, el bobo se acabó.
 Y el peligro de tener todo el capital de la familia bajo secuestro no es bonito, después de que has vivido tan bien gracias a don Matteo. Y entonces hay que reciclar, haciéndole aparecer a usted como el único y absoluto mal en una tierra dónde si usted no estuviera todo sería maravilloso.
Es precisamente esto lo que me hace entender que Usted ha muerto. Porque si un muchachito que ha vivido con el dinero que usted le ha hecho ganar a su padre le reniega de esta forma, en Castelvetrano, en su tierra, usted ya no cuenta más nada.   
Sé que le gustan mucho los proverbios  latinos y le aconsejo de ello uno apropiado a su caso: "Los beneficios son agradecidos  hasta que  puedan ser correspondidos, cuando son demasiado grandes, en lugar de gratitud engendran odio". Usted ha hecho favores demasiado grandes. A muchos políticos, a muchos empresarios. Les ha hecho ser vencedores, les ha protegido y gracias a usted se han hecho ricos. Luego usted se ha vuelto un peso. Ya no escribe más, no amenaza, ya no es jefe de ningún ejército. Es solo el último residuo de un mundo que ya no existe. Su nombre todavía "atrae", esto es verdad. Si se habla de mafia, usted está. Si se habla de antimafia, también. Pero quién le está buscando lo sabe. Usted piensa sólo en lograr estar cuanto más tiempo posible lejos de la celda reservada desde hace tiempo para sus últimos años. Ha abandonado su familia y ha sido abandonado también por aquellos que gracias a usted se han hecho ricos.   
El juego, Matteo, se ha acabado. Y perdona si he pasado a darte del tú, pero a los moribundos los vivos tienen que hacerles sentir su cercanía en el momento del tránsito. No quiero consolarte, que esté claro, sé que no te arrepentirías nunca porque creo que tú no estés arrepentido de nada si no tan solo de haber sido derrotado. Pero podrías hablar. Contar mil cosas: quién te ha protegido, a quién has ayudado, qué es de verdad la mafia y quién se ha servido de ella. Ciertamente, correrías el riesgo de no ser creído. Cuántas personas "de bien" que te deben  sus fortunas  tendrían buen juego en negar. Cuántos geómetras, abogados, notarios, cuántos médicos, asesores, dirigentes locales y regionales, directores de banco y empresarios después de haberte “usado” hoy podrían decir delante de tus acusaciones “me ha amenazado para obtener algo pero yo no quería". He aquí la herencia que dejas. Una banda de sanguijuelas. Qué vivirán libres y harán incluso el papel de antimafiosos y te escupirán públicamente a la cara.
He aquí porque tú también sabes que estás muerto. Piénsalo Matteo, mientras cambias refugio detrás de refugio y sientes cada vez más cercana la hora de la muerte matriculada 41bis*. Tienes una ocasión, la de no morir solo, que siempre es algo feo.  
Notas:

*Pizzino: papelitos que Cosa Nostra siciliana usa para pasarse comunicaciones
*41bis: régimen de cárcel duro