Jueves 25 Abril 2024

01CoronelCarlosCalcagnohamuertoColectivoepprosarioBklogspotComCARLOS CALCAGNO,TERRORISTA DE ESTADO SIN DESCANSO ETERNO
Por Jean Georges Almendras
La muerte, inevitable para todos, no sorprende por si misma, porque es el fin de un ciclo propio de la naturaleza. Pero no por ello, no deja de  causar dolor, porque es uno quien permanece vivo y es otro quien se ha ido. Y el ser querido de ese alguien que se ha ido, queda como a la deriva. Queda como cargando  una ausencia. Queda sumido en la tristeza más indescriptible debido a la irreparable pérdida, aún a sabiendas que así es la madre naturaleza: una cadena de ciclos y de etapas.


 La muerte, inevitable para todos, así llama a la puerta de quienes han transitado por este mundo, sembrando los errores propios de la condición humana, y punto. No hacen falta más comentarios. Pero la muerte también ha llamado, llama y llamará a la puerta de quienes han sembrado el odio, la muerte y el caos criminal, con el saldo de víctimas humanas. Uno de estos días, del mes de mayo –el 16 para ser más preciso-  casi 24 horas antes del deceso en reclusión del ex dictador argentino Jorge Rafael Videla, la muerte llamó a la puerta del represor uruguayo, el coronel (r) Carlos Calcagno, de 72 años cuyo ciclo de vida expiró cuando se encontraba recluido en su casa de la localidad de Tala, en el departamento de Canelones, en el Uruguay.


 ¿Quién era Carlos Calcagno? Fue  un militar represor que había sido procesado con prisión por la Justicia Penal –por la jueza Penal Mariana Motta- 02ElGordoCalcagnoMemoriaviva5BlogsPotComen el año 2010 por su responsabilidad en la desaparición de los ciudadanos uruguayos Gustavo Inzaurralde y Nelson Santana, militantes del Partido Por la Victoria del Pueblo (PVP). Este militar estuvo recluido en la Unidad Penitenciaria  número 8 de la calle Domingo Arena, en la zona de Piedras Blancas, dentro de los límites de la ciudad de Montevideo, pero un tema de salud, que se fue agravando progresivamente, hizo que la Jueza Penal de aquel entonces, doctora Mariana Motta, le concediera la posibilidad de permanecer preso, pero en su casa. Paralelamente, desde años atrás, ya se había solicitado su extradición desde Asunción del Paraguay, para indagarlo –y eventualmente procesarlo- por la misma causa, pero esa extradición nunca prosperó.


Muchos uruguayos recuerdan perfectamente a este militar de carrera que un buen día desvió la ética que sugería su uniforme para ingresar de lleno en las filas de los traidores a su patria, sirviendo de brazo ejecutor del terrorismo de Estado.


Concluidos los tiempos de dictadura, Carlos Calcagno –nacido el 2 de mayo de 1941- siendo ya coronel, pasó a retiro el 2 de mayo de 1996. Había ingresado en el Ejército el 20 de enero de 1955, en el arma de Infantería, y en 1969 ascendió al grado de capitán en el Batallón de Infantería Numero 1. Más después, desde 1972  pasó a integrar el servicio de Inteligencia del “S2” y el 20 de marzo de 1980 asumió como segundo jefe del Batallón de Infantería Numero 1, permaneciendo en ese destino hasta el día 5 de febrero de 1982. Es cuando asciende al grado de teniente coronel pasando a integrar la Escuela de Inteligencia del Ejército. Finalmente, el historial de su carrera militar, lo consigna con el grado de coronel. Es el año 1990. Y como dijimos al comienzo, seis años después dejó los cuarteles.


Años después la tranquilidad del hogar del  coronel retirado Carlos Calcagno se fue quebrando progresivamente cuando  se iniciaron las investigaciones en torno a los culpables de haber cometido violaciones de  los derechos humanos.


La denuncia ante la Justicia Penal, en relación a la desaparición de los militantes del PVP: Gustavo inzaurralde y Nelson Santana, fue la llave que llevó a Calcagno a la cárcel, exponiéndolo públicamente como un represor de la dictadura uruguaya. Triste situación para un oficial del Ejército Nacional, que como otros, pudo haber adoptado en su momento una posición muy diferente, pero en definitiva prefirió formar parte del aparato de poder involucrándose en delitos que años después lo llevarían a la cárcel.


03CuandoentrabaaljuzgadoElMuertoQueHablaBlogsPotComUn repaso sobre el caso Inzaurralde-Santana nos permitirá conocer en detalle los motivos por los cuales la justicia uruguaya dictó sentencia de prisión para el militar.


De acuerdo a las informaciones que se difundieron oportunamente Gustavo Inzaurralde y Nelson Santana fueron detenidos en Paraguay en el mes de marzo de 1977. Una vez que en ese país salieron a la luz pública los “Archivos del Terror” se pudo saber que los dos uruguayos fueron entregados al coronel Calcagno para su traslado a la Argentina en un avión, no descartándose que estos dos militantes hayan sido trasladados al Uruguay en los vuelos donde se encontraban los detenidos en el centro de detención Orletti. Ese secuestro fue la fase embrionaria de la denuncia que se presentó ante la Justicia tanto por las Organizaciones de Derechos Humanos como por la dirigencia del Partido Por la Victoria del Pueblo (PVP).


Paralelamente a las actuaciones de la Justicia Penal uruguaya, a raíz de que el secuestro de los militantes se concretara en el Paraguay, precisamente en ese país también se inició una causa penal sobre la coordinación del aparato represivo regional (Plan Cóndor), razón por la cual desde Asunción se solicitó la extradición de Calcagno.


Hay que tomar en cuenta que por aquellos días del terror, cerca de medio centenar de militantes del PVP fueron secuestrados en Buenos Aires para ser recluidos en el centro de detención clandestino “Automotores Orletti”, en el año 1976. También hay que tomar en cuenta que de todos los secuestrados, unos 23 sobrevivieron tras su traslado a Montevideo  (quizás en el “primer vuelo”) y otros 22 (del “segundo vuelo”) habrían sido, asesinados.


Cuando estuvieron en curso las investigaciones de la Justicia, en base a los documentos de los “Archivos del Terror”y al testimonio de testigos, se fueron reconstruyendo  las situaciones que rodearon a la desaparición de Inzaurralde y de Santana estableciéndose que el militar Calcagno había tomado participación directa en el secuestro y en una sesión de tortura a la cual habían sido sometidos ambos detenidos antes de su traslado a la Argentina, en instalaciones del Departamento de Investigaciones de la Policía paraguaya.


Previamente, los dos militantes del PVP habían sido detenidos en una casa pensión de la ciudad de Asunción el día 28 de marzo de 1977 siendo trasladados a la ciudad de Buenos Aires en un avión de la armada argentina el día 16 de mayo. Esto quiere decir que estuvieron secuestrados ilegalmente en Asunción prácticamente 50 días.


04JuezaMarianaMotaLr21ComUyUn documento de los “Archivos del Terror” (valiosa documentación que fue hallada por el periodista Martín Almada y que puso al descubierto la puesta en práctica del Plan Cóndor) permitió saber el contenido de un parte del informe del  comisario paraguayo Alberto B.Cantero al jefe del III Departamento de Investigaciones, dirigido por Pastor M.Coronel, detallándole las “tareas” realizadas por su “equipo” de trabajo, especialmente referente a los interrogatorios practicados a los dos militantes uruguayos del PVP, en particular los días 5 , 6 y 7 de abril del año 1977.


Según el documento, el "equipo" de trabajo estaba integrado por el coronel Benito Guanes, el teniente coronel Galo Escobar, el teniente primero Angel Spada, y el sargento Juan Carlos Camicha de Paraguay, los agentes José Montenegro y Alejandro Strada, del SIDE argentino, y el mayor Carlos Calcagno, de Uruguay, quien era conocido además por dos apodados o alias: “El Gordo” o “Martín”.


El mayor Calcagno estaría implicado además en el homicidio de Juan Rosendo Fachinelli en el Batallón Florida, en junio de 1972; la tortura del uruguayo Antonio Viana Acosta, trasladado desde Argentina en febrero de 1974; el traslado de hijos de desaparecidos, de Argentina a Uruguay por el delta del río Paraná;  y el homicidio  de los esposos Martirena, hecho ocurrido  en el mes de abril de 1972: exactamente el día 14, durante los infernales días de represión del MLN-Tupamaros.


Las crónicas de  la época y los testimonios de algunos de sus protagonistas dan  cuenta de un episodio violento que tuvo lugar en una vivienda del barrio Malvín. Una casa ubicada  en la zona de Amazonas y Aconcagua. Allí estaba instalado un berretín del Movimiento Nacional Tupamaros (MLN). Las fuerzas represivas detectaron el escondrijo y en consecuencia arremetieron contra el. Los resultados fueron fatales para los residentes del lugar, que estaban desarmados y que en ningún momento opusieron resistencia. Pero los efectivos actuantes policiales y militares que participaron del operativo no escatimaron violencia para invadirlo. Un nutrido  ataque a balazos con armas largas de guerra, exclusivamente de las fuerzas represivas, segaron las vidas de Luis Martinera y de su esposa Ivette Gimenes, que estaban desarmados, y que pese a que se entregaron fueron literalmente ejecutados. Allí estaban represores como el Comisario de la Policía Nacional Hugo Campos Hermida y el mayor Carlos Calcagno.


En relación a este episodio, que esta detallado en el libro “Fernández Huidobro. De las armas a las urnas” de Gerardo Tagliaferro y en otras publicaciones, el mayor Calcagno fue indagado por el Juez Penal Rolando Vomero.


Sobre el particular, en el sitio web de Memoria Viva, se consigna que cuando algunos camaradas de armas de Calcagno le pidieron que no fuera a declarar, éste les respondió  “No, no… voy a ir porque le tengo que hacer una pierna al Tito (se refería al  teniente general Angel Bertolotti)”. Carlos Calcagno fue el militar que estaba al mando en el operativo, el que se llevó a cabo durante la sangrienta jornada de ese día 14 cuando comandos armados del MLN Tupamaros ultimaron a balazos a los integrantes de la cúpula del Escuadrón de la Muerte.


Hay que recalcar que el asesinato del matrimonio Martirena –que eran padres de una niña en edad escolar y de otra en edad liceal las que por fortuna no estaban en la casa cuando se produjo el ataque represivo, porque de hecho les habría costado la vida- no está amparado por la Ley de Caducidad por el hecho de que se produjo más de un año antes de la entrada en vigencia de la norma que impedía castigar a los militares y los policías que violaron los derechos humanos en dictadura , entre los años 1973 y 1985.


05BanderadelPVPEsWikipediaOrgSi el historial militar de Calcagno era muy abundante en servicios, cursos y actividades, su historial como represor no era para menos. Calcagno dejó a sus espaldas una estela de episodios que no iban de la mano con los valores de respeto a la vida o al uniforme. Todo lo contrario. Los efectos de su comportamiento, “al servicio de su patria”, lo transformaron en una persona literalmente repulsiva. En un asesino.


Muchos han sido los testimonios que lo aluden prácticamente como una bestia. Es por ejemplo el caso de la fotógrafa y ex presa política Martha Passeggi, en cuyo sitio web Capturavidas escribe un duro editorial aludiendo al militar, en estos términos:”la prensa del día de hoy (jueves 16 de mayo de 2013) nos anuncia que murió el coronel Carlos Calcagno..Esta  noticia me llevó a recordar a mis compañeras muertas en prisión sin ninguna asistencia médica y alejadas de sus seres queridos. También me recordó mis 19 años, cuando fui detenida por esta bestia que comandaba junto a otros militares del proceso, ese Batallón de Infantería. Ese Batallón Florida fue quien lideró la lucha antisubversiva en sus comienzos. A ese cuartel nos llevaban, los que veníamos luchando contra ese golpe de Estado. Secuestrados, encapuchados y golpeados por toda la tropa liderada por él y sus secuaces, era parte del “recibimiento” en los primeros minutos. Luego sobrevendría la tortura brutal en que el Capitán Calcagno participaba junto a otros oficiales y tropa. Allí, en la sala de martirio se regodeaba de los gritos de dolor por la picana y submarino aplicado a todas nosotras, nosotros, jóvenes a los cuales llamaba enemigos de la patria. En esa misma se sala asesinó a Walter Arteche y al argentino Gustavo Alter”.


”El lugar de los calabozos estaba repleto de jóvenes, hombres y mujeres de entre 18 y 25 años  en su mayoría. Cuerpos sangrantes, amoratados por los golpes de karate, picana, patadas y submarino. Estando en el calabozo me recuerdo cuando pedí ir al baño. Allí había colgado de un alambre un pedazo  de espejo chico. La imagen que se representaba en él me sorprendió pero era yo, sin duda. Tenía en aquel entonces 19 años y una cabellera muy larga. La imagen me devolvía un aspecto deplorable, pelos revueltos y sucios por las torturas. Tomé entre mis manos el pequeño espejo y fui recorriendo mi cuerpo, un mapa de colores morados y amarillentos por los derrames de los golpes, que con saña intentaron sacarme información. En ese lugar Carlos Calcagno hoy muerto y remuerto, fue un criminal. Los años que le siguieron al proceso viajó al país vecino a secuestrar y desaparecer a otros luchadores, mis compañeros/as que  aún seguimos buscando. Hoy muere, según la información, en su casa con los suyos. Sin embargo, mis compañeras que murieron en prisión sin sus familias a su lado y sin piedad, fueron Raquel Culnev, Ana María González Pierri, Norma Cedrés, Hila Delacroik, Clarisa Bonilla y Gladys Yañez. Los años de prisión de Carlos Calcagno en Domingo Arena, solo fue el comienzo de un largo camino que recorreremos hasta que queden sepultados en la historia de este país, como los criminales más cobardes que nacieron en suelo uruguayo. Por verdad y justicia.”


06GustavoInzaurraldeRaulOliveraBlogsPotComSiempre refiriéndonos a Calcagno, éste, en el año 1976, asume como Comandante de la Compañía de Contrainformación y junto al capitán Armando Mendez se vio implicado en la muerte de un obrero de la fábrica de papel Cicsa, de nombre Humberto Pascoretta, tal lo denunciado por el desertor Hugo García Rivas, quien además lo señala como involucrado en el traslado clandestino de dos niños, desde Argentina a Uruguay a través de la cuenca de El Tigre, como así también de un viaje a Chile, el que coincidiría con el traslado de los niños Anatole y Victoria Julien.


En el espiral de las denuncias que se acumularon en su contra, la que resultó determinante para su prisión, fue la que se formuló respecto a la desaparición de los militantes del PVP Inzaurralde y Santana, acusación que compartió nada menos que con el ex dictador en persona, el general Gregorio Alvarez. Entendieron en la causa, oportunamente, el Juez Penal Luis Charles y la Fiscal Mirtha Guianze, los que además indagaron el caso del “segundo vuelo” del centro Orletti y la causa de Adalberto Sosa, siendo procesados finalmente militares y policías. Pero se sumó además otra denuncia: la del caso de desaparición en Buenos Aires del uruguayo León Duarte, dirigente del sindicato de Funsa, en 1976.


¿Y quien era Gustavo Inzaurralde?. Era un maestro dirigente de la Federación Uruguaya de Magisterio en la CNT y estaba casado con María del 07NelsonSantanaElistasNetCarmen Pose Merino, siendo integrante a la Resistencia Obrero Estudiantil (ROE) y a la Federación Anarquista Uruguaya hasta que en el año 1975 fue uno de los fundadores del Partido por La Victoria del Pueblo. En el año 1970 había sido procesado en el Uruguay y más tarde opta por exiliarse en Argentina de donde fue expulsado en mayo de 1971, por lo que  se radicó en Chile trabajando en organizaciones de base de la Unión Popular. Allí lo sorprende el golpe de Estado de Pinochet y entonces regresa a la  Argentina para acogerse a una ley de amnistía. En el mes de junio de 1974 fue detenido junto a otros uruguayos en circunstancias que participaba de un acto político contra la dictadura uruguaya y enseguida del golpe militar. En Argentina corrió igual suerte cuando las fuerzas represivas realizaron un operativo  coordinado contra militantes del PVP. En setiembre del año 1976 pudo ser amparado por el Alto Comisionado de Naciones Unidad (ACNUR) en calidad de refugiado. Cuando pudo estar a distancia de los operativos de secuestro que sufrieron sus compañeros, y con la desesperada idea de salir de Sudamérica, viajó como pudo al Paraguay. Tenía pensado dejar suelo guaraní y dirigirse a Suecia para  reunirse con su esposa, la que estaba embarazada de pocos meses. Pero el destino le jugó una mala pasada porque el día 29 de marzo fue detenido en Asunción , cruzándose en su camino semanas después el militar uruguayo Carlos Calcagno, que lo secuestro contribuyendo a su desaparición, hasta nuestros días.


08MarthaPasseggiElReporteCom.Uy¿Y quién era Nelson Santana? Fue un estudiante de la Universidad del Trabajo de Uruguay (UTU) en la que aprendió el oficio de pintor. Al ser despedido de la textil  en la que trabajaba, solo por participar de la huelga contra el golpe de Estado de 1973, se integró al gremio de FUNSA. Militaba en el ROE y en el año 1974 se radicó en la ciudad de Buenos Aires, siendo otro de los fundadores del Partido Por la Victoria del Pueblo.


Como mencionamos en los párrafos iniciales la salida del Paraguay de ambos militantes se llevó a cabo el día 16 de mayo de 1977, en el marco del Plan Cóndor,  y según fue posible reconstruir, el avión de la Armada en el que fueron trasladados, era piloteado por el Capitán de Corbeta de apellido D Imperio, siendo igualmente trasladados ilegalmente los ciudadanos argentinos José Nell, Alejandro Logoluso y Dora Marta Landi. Estos detenidos fueron entregados a los agentes de la SIDE: José Montenegro y Juan Manuel Barret.


Una posterior recopilación de los hechos, a propósito de las instancias  indagatorias permitió saber –tal lo consignado en el sitio web Memoria Viva, con referencia a una publicación del diario La República- que un informe de la policía paraguaya especificaba que los dos uruguayos y tres argentinos habían sido expulsados del país por carecer de documentación. Por cierto se estaba faltando a la verdad, en el informe oficial de las autoridades paraguayas, las que nunca imaginaron que un sobreviviente del  Centro Clandestino de Detención conocido como “Club Atlético” diría que su compañero de celda no era otro que Gustavo Inzaurralde.


09DrLuisCharlesLr21ComUyPero hubo más mentiras de las autoridades, esta vez de las uruguayas, porque –según el informe dado a conocer por el sitio web Memoria Viva- con fecha 21 de julio de 1977 la Oficina de Prensa de las Fuerzas Conjuntas  emitió un comunicado en el que se requería la captura de Gustavo Inzaurralde por supuestas trasgresiones al Código Penal Militar, un modo habitual de tergiversación de la verdad adoptado por el Ejército uruguayo.


Ahora bien, toda esta siniestra manipulación del aparato represivo  paraguayo-argentino-uruguayo tuvo más aristas escalofriantes: resulta que el 22 de setiembre de 1977, la esposa de Gustavo Inzaurralde, nos estamos refiriendo a la señora María del Carmen Posse, envió una nota al Arzobispo de la ciudad de Asunción Monseñor Ismael Rolón pidiéndole que indagara sobre la suerte de su esposo . Recién el día 5 de octubre el prelado respondió que su esposo había sido trasladado con otros detenidos, en un avión militar argentino, a Buenos Aires y de ahí  a Montevideo, pero él solo , y en el mes de mayo de 1977.


Como se especifica en el sitio Web Memoria Viva –tal la publicación del matutino La República del día 1ero de abril del 2007- desde el momento en que la esposa de Inzaurralde recibió la respuesta de Monseñor Rolón esta situación fue denunciada ante la OEA y Amnistía Internacional  hasta que en febrero de 1980 el testimonio de otros dos uruguayos, que estuvieron detenidos  confirman que Santana e Inzaurralde  fueron entregados a represores de sus respectivos países los cuales habían concurrido a las fiestas de la Independencia paraguaya, el día 15 de mayo  de 1977. Tres años  después, un 6 de noviembre de 1980, mediante una nota expresa, Monseñor Ismael Rolón,  comunicó al activista de los derechos humanos brasileño Jair Krischke, de la ciudad de Porto Alegre,  nuevos datos sobre el destino de Nelson Santana. El prelado Ismael Rolón le informó:”fueron llevados al Aeropuerto Internacional para ser embarcados en un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya llegado a la terminal a tales efectos”


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Bastantes años después, casi al terminar el año 2001, cuando se indagaba sobre la desaparición del ciudadano argentino Alejandro Logoluso, en el contexto del Plan Cóndor, la Justicia Federal argentina libró al Uruguay un exhorto solicitando la declaración del militar Carlos Calcagno, pero éste no compareció cuando el Juez Penal Homero Da Costa fijo una audiencia para el día 14 de noviembre de 2001. Después de esta  ausencia del militar en la sede judicial, por cierto que en el marco de una cínica y repugnante –porque no caben otros calificativos- metodología de encubrimiento (o de impunidad), el día 20 de noviembre de ese mismo año, el entonces ministro de Defensa Nacional Luis Brezzo comunicó a la sede judicial que no correspondería diligenciar el pedido de ubicar e interrogar al militar Calcagno porque con ello se afectaban “principios generales y normas de orden público internacional de la República Oriental del Uruguay.


Era obvio que el Ministro del entonces presidente de la República Julio María Sanguinetti iba a argumentar de alguna forma, en favor de la impunidad. Y en esa línea de argumentación indignante, porque se estaba argumentando en favor del terrorismo de Estado, Brezzo agregó que se afectaba el  artículo 10 del Código Penal  Uruguayo que sostiene que los nacionales no se sustraen a las leyes locales a la hora de juzgar delitos cometidos por funcionarios “al servicio de la República, con abuso de sus funciones o mediante violación de los deberes inherentes al cargo”


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Pero el deseo de dar impunidad a los militares uruguayos que mancharon sus manos de sangre quedó perfectamente señalado por el Ministro Brezzo  (vale decir por el gobierno de Sanguinetti) cuando el Secretario de Estado manifestó que Calcagno estaba amparado a la Ley 15.848 por la que había caducado la pretensión punitiva del Estado respecto a delitos cometidos por militares o policías por móviles políticos o en ocasión del cumplimiento de sus funciones y en ocasión de acciones ordenadas por los mandos que actuaron durante el período de facto.


Resumiendo, el Coronel Carlos Calcagno, pese a los intentos de ponerlo a buen recaudo, por parte de sus pares y de quienes pregonaron (y aún pregonan) desde filas militares, paramilitares, políticas y extra políticas, que la impunidad sea un sólido estandarte de la democracia en la que vivimos, marchó a prisión por la desaparición forzada de los militantes Gustavo Inzaurralde y Nelson Santana, víctimas del terrorismo de Estado y de los criminales que formaron parte del aparato represivo que hasta el día de hoy lucha a brazo partido para tomar distancia de la Justicia y de la democracia.


Y como decíamos al comienzo, la muerte, que es inevitable para todos, le llegó al militar  Carlos Calcagno, en su casa. No se lo merecía. Y no sé si tendrá el descanso eterno. Porque no fue un hombre de paz. Porque no construyó en favor de la vida. Porque no fue un militar. Porque  fue un represor. Porque fue un asesino. Porque fue un instrumento de daño, de un período nefasto para el Uruguay.


Y como decíamos al comienzo, la muerte, que es inevitable para todos, se llevó a un represor de la dictadura. Lo único lamentable es que con esa muerte (como igualmente ocurrió con el fallecimiento del dictador argentino Jorge Rafael Videla) se pierde información y hasta esperanzas de conocer datos para ubicar restos de desaparecidos. Lo único lamentable es que la impunidad, con cada una de estas muertes, socava a la Justicia y a la verdad. Y eso Indigna, y mucho.