¿Quién se hace cargo de los expulsados?

En el mundo del revés, como Galeano lo llamaba a este, las personas duermen afuera y las casas permanecen vacías.

En ese mundo hay cientos de casas, más bien mansiones, lujosas, inmensas, con sus canchas de golf privadas, sus parques artificiales, sus decenas de garajes para sus decenas de autos de colección, igual de lujosos y costosos. Además de eso, hay personas que duermen afuera.

La desigualdad es la ley. Quizás algunos realmente piensan, que es esfuerzo, mérito, que el que duerme afuera, el que vive en la calle es porque no se lo ganó, no quiere; que comer de la basura, dormir a la intemperie del frío y perder toda intimidad es una elección perfectamente libre y racional.

Estos fueron algunos de los debates que surgieron en Paraná, Entre Ríos, hace unos pocos días, cuando la municipalidad de dicha ciudad desalojó a personas que dormían en la plaza principal, para no reubicarlos en ningún lado. Se escucharon diversidad de voces, algunas hablando desde un simplismo que reduce la situación de calle de una persona a su “voluntad”, como si, en primer lugar, la voluntad individual solucionase cualquier problema, y, en segundo lugar, como si fuese una especie de abstracción superpoderosa que con un botón encendemos instantáneamente, y no algo que depende de un contexto psicológico, psíquico, social, educativo, cultural y económico.

Esto fue lo que me llevó a preguntarme: ¿Cuáles son las condiciones, objetivas y subjetivas, que hacen que una persona termine en situación de calle?

Al respecto, charlamos con Enriqueta de la Red por los Derechos de las Personas en Situación de Calle, una red integrada por facultades, organizaciones sin fines de lucro, movimientos sociales, políticos, religiosos, etc. Particularmente Enriqueta es parte un grupo de Recorridas nocturnas de Suma De voluntades (ONG de voluntarios que ayuda a los sectores más vulnerados) que, entre otras cosas, realiza “recorridas por las plazas y lugares donde paran personas en situación de calle y gente que se acerca a comer, brindando un plato de comida, ropa, abrigo, frazadas, art. de higiene a personas que viven en la calle y a familias con niños que también buscan alimento y ropa” dice la integrante, contando además que son además quienes consiguen las donaciones y cocinan, cubriendo casi todos los días de la semana. También ofrecen “una compañía, una charla, una escucha, siempre con buena onda y alegría” y llevan a algunos señores adultos a residencias y refugios.

Vivir en la calle 2

Esta organización es una de las tantas integrantes de la Red con quien nos contactamos, pues para conocer la realidad, es fundamental escucharla por quien la vive de cerca. Precisamente, integrantes de la Red son quienes vienen trabajando para cambiar la situación de las personas en situación de calle, y por eso, algunos de ellos estuvieron presentes en el desalojo.

“A partir de las 23.30 comenzaban a retirarlos. Me tocó ayudar a cruzar a un señor que duerme en plaza de mayo hace más de seis años, porque estaba muy mal y no podía cruzar solo, y ellos (policía) le decían que se vaya, pero él no podía pararse. Ninguno lo ayudaba a cruzarse hacia Catedral, se ponían guantes y ninguno lo acompañaba, así que lo crucé yo como pude. Así vienen haciendo todas las noches, se conoció ese día puntual que salió en los medios, pero la orden estaba dada del municipio y lo estaban realizando. Ahora no les permiten estar ni de día ni de noche. En la plaza, no. En otras calles, no tienen problema. Una incoherencia. La gente se va para la peatonal y otras plazas”.

La justificación del municipio fue que hace días vienen pidiéndole a la gente que se retire. Si bien esto puede ser cierto, ¿a dónde van a ir? Enriqueta nos cuenta que “los refugios municipales están llenos y no hay lugar para todos. Mucha gente en lista de espera. Hemos pedido al Responsable de Desarrollo Social otro refugio y nos ha dicho que otro no van a abrir". La respuesta no es resolver el problema, o por lo menos aportar un granito de arena hacia ello, sino tirarlo hacia otro lado, hacia otra calle.

La respuesta es que se vayan de la vista, porque el único problema que parece hay que resolver, para el Estado y espero pocos de la sociedad, es que molestan a gente que camina por el espacio público, y no, que viven en una plaza pública. Como si fuesen plagas invasoras, bichos molestos y ya, y no personas, que están ahí por una razón, más bien múltiples, y padecen esa situación de extremo abandono más que nadie. Personas que son víctimas de esa realidad, de un sistema que excluye y transforma a las personas en cuerpos ambulantes sin sueños, sin metas, sin futuros, resignadas a vivir a la intemperie de una plaza pública. Personas, a quienes hay que darles una respuesta urgente.

“Que una persona llegue a vivir en situación de calle, es una situación compleja, y por eso necesita un abordaje multidisciplinario. Son personas que padecen, en un alto porcentaje, patologías psiquiátricas, consumo de alcohol y drogas, violencia, y soledad, sin vínculos familiares, muchos liberados de unidades penales, que quedan en calle, por haber perdido vínculos y no poder volver a sus barrios por diferentes razones” explicaba Enriqueta, sobre las complejas y múltiples condiciones subjetivas y objetivas que se mezclan y hacen que alguien termine en esta situación, sin posibilidades de salir si no es con “una política municipal y provincial de contención y acompañamiento”.

Frente a esta problemática, la alternativa que el Estado debería llevar adelante es ni más ni menos que ocuparse integralmente: “El Estado debe hacer eso y más. Es la responsabilidad de ellos, la de garantizar derechos, cubrir salud mental, techo, comida. La estructura del Estado, las reparticiones están y los empleados y profesionales pagos, también. Así que debe acercarse y proponer acciones concretas y realistas frente a esta problemática compleja. Buscarlos, proponerles integrarlos a residencias y dispositivos que se especialicen en jóvenes con consumos problemáticos, tratamiento para alcoholismo, revincularlos con la familia, insistir, buscarlos, buscarlos y volver a buscarlos. Esa es la tarea. Perseverancia y consecuencia en tema, constancia. Como hacemos las organizaciones, como voluntarios, que no nos cansamos y perseveramos, estamos siempre presentes, acompañamos, escuchamos... Salimos al encuentro de la gente”.

Queda claro que la situación de calle es un tristísimo contexto que tiene su caldo de cultivo en la vulnerabilidad, el abandono, la violencia y otros múltiples factores que expulsan a la persona. La falta de contención y la no existencia de una salida para quienes terminan en la calle, también debe mostrarnos la responsabilidad de un Estado que sigue sin dar respuesta. Seguiremos exigiendo que la prioridad sea la vida digna, para prevenir, para tratar, para rehacernos en sociedad. Que la tierra y el techo lleguen para todos, que la educación y el trabajo digno sean cotidianidad y la salud mental tenida en cuenta, hasta que demos vuelta este mundo del revés.

Foto: Romina Torres