Viernes 19 Abril 2024

Por José Guzmán, desde Argentina-26 de noviembre de 2022

En la tarde del 25 de noviembre de 2017 Rafael Nahuel tenía 22 años y fue alcanzado por un proyectil por la espalda. La bala de plomo salió del arma reglamentaria de uno de los integrantes del Grupo Albatros de la Prefectura Naval Argentina. Esto sucedió en medio de un descomunal operativo de desalojo en la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu, en Villa Mascardi, a 35 kilómetros de la ciudad de San Carlos de Bariloche (Argentina). 

Historiemos: al cruzarse con integrantes de la comunidad, los uniformados del Grupo Albatros dan la voz de alto e inmediatamente comenzaron a disparar. Estos, persiguen a los comuneros mapuches más allá del límite del territorio que debían “resguardar” y disparan entre 114 y 129 veces con munición de plomo utilizando pistolas Beretta y subfusiles MP5; reciben piedrazos como respuesta. A cinco años de estos hechos, aún no hubo justicia.

Cinco años de impunidad para un crimen en el cual el Estado argentino es culpable y en donde desde aquel momento, solo uno de los uniformados pasó menos de un mes detenido.

Hoy, la causa está a un paso de llegar a juicio oral, pero el expediente muestra incongruencias y contradicciones, lo cual permite anticipar que las condenas, en caso que existan, se darán bajo la figura de homicidio agravado cometido con exceso en la legítima defensa. Es decir, un delito con un atenuante que podría permitir a los uniformados eludir la prisión efectiva.

Los cinco funcionarios del Albatros siguen cumpliendo funciones en el destacamento San Fernando de la Prefectura Naval Argentina, demostrándose así la impunidad que poseen las fuerzas represivas del Estado, en su máxima expresión.

Los imputados y los cargos

Entre los imputados están el cabo primero Sergio Guillermo Cavia, quien fue imputado por el juez federal de Bariloche, Gustavo Zapata, del delito de homicidio agravado por su comisión con violencia contra las personas mediante la utilización de armas de fuego, cometido con exceso en la legítima defensa. El resto de ellos, Francisco Javier Pintos, Juan Ramón Obregón, Carlos Valentín Sosa y Sergio García, fueron imputados como partícipes necesarios del mismo delito.

Los peritos indicaron que la bala “que mató a Rafael Nahuel le ingresó por la espalda, lo cual implica una situación de escape y no de agresión al momento del disparo mortal”. Para la Secretaría de Derechos Humanos se trató de un homicidio calificado, sin ninguna justificación que sirva de atenuante.

Unos 114 disparos contra algunas piedras dieron la muerte al joven mapuche esa tarde; el cuerpo ya sin vida fue llevado hacia la ruta por dos integrantes de la comunidad quienes lo bajaron de la montaña, y Lautaro González Curuhuinca es testigo de los hechos, y su testimonio fue desestimado por la justicia “Winka” procesándose al joven weichafe por usurpación, resistencia a la autoridad, agravado por el uso de armas (palos, piedras y elementos contundentes).

Precisamente González, a través de un comunicado indicó:

“Cada 25 de noviembre se recuerda a Rafael Nahuel como una víctima de gatillo fácil o porque murió en esta mentira que llaman democracia. Pero pocos lo recordamos por lo que fue: un weichafe muerto en combate que no dudó de su convicción a la hora de luchar por su tierra y su familia. Ese es el ejemplo que debemos seguir para cambiar este actual estado de cosas: luchar por una nueva conciencia, por nuevos valores, luchar por un bien colectivo que beneficie a la mayoría de nuestro pueblo, mayoría que es pobre y sin tierras”.

“Teniendo en cuenta que hoy en día debemos enfrentarnos a las ideas y a los valores predominantes promovidos por los poderosos y los grandes imperialistas, contra el “sálvese quien pueda” dónde cada quien busca la forma de resolver sus problemas sin importar que sea a costa de la desgracia de los demás. Si algo caracteriza a esta generación es que debe luchar por nuevos valores, por una nueva conciencia, oponerse a las ideas predominantes, cuestionar lo que la mayoría considera que es verdad. Por esa razón debemos tener muchos criterios propios”.

“Si algo tenemos que saber las nuevas generaciones, tanto mapuche como no mapuche que están ahora en la edad más propicia para que en cada quien se cultiven las ideas y los principios revolucionarios, subversivos o de rebeldía, es que para hacer lo que uno piensa no hay que pedir permiso. Es mejor equivocarse haciendo que ante la duda quedarse de brazos cruzados".

“También debemos tener bien claro que en este camino se pierde mucho más de lo que se gana porque enfrentamos a un enemigo con infinitos recursos. Pero si somos comprometidos y consecuentes con las decisiones que tomamos no importa las veces que perdamos”.

“Habiendo dicho esto mando un saludo de lucha a todas las comunidades en resistencia a lo largo del puel mapu.También decir que mi decisión sigue siendo la misma: no negociar con el sistema judicial sin importar las condiciones y que ni el tiempo, que es tan duro, me va a desgastar o desmoralizar”.

Maria Nahuel tía de Rafael Nahuel y madre de la machi Betiana Colhuan (quien se encuentra detenida desde el pasado 4 de octubre junto a otras mujeres mapuche) nos indicó, “Patricia Bullrich es una asesina” (quien fue responsable de coordinar el operativo que dio muerte a Rafael Nahuel) “Uno morirá, dos morirán, pero 10 nos levantaremos. No nos van a asustar. Seguiremos luchando. Nosotros no le robamos nada a nadie, a Rafael Nahuel lo mató el Estado”.

“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”, esgrimía Martin Luther King.

Esta frase que probablemente hemos leído muchas veces, encapsula la realidad de nuestro tiempo. Lo increíble es que, a pesar de todo, casi todos dormimos tranquilos, esto quiere decir que han sabido anestesiar muy bien nuestras conciencias los poderosos, mientras crímenes aberrantes suceden y los derechos humanos son vapuleados.

La sociedad esta somnolienta, aletargada.

El conformismo y la falta de compromiso social son una característica definitoria de nuestra sociedad latinoamericana; solo los pueblos originarios resisten junto a unas pocas células que gritan contra el poder dominante, ese mismo poder que nos tiene en vilo ante la amenaza latente de una extinción total debido a una inminente guerra mundial nuclear.

Pero seguimos durmiendo…

Lamentablemente Eduardo Galeano tenía razón cuando decía: “Estamos demasiado acostumbrados a aceptar la injusticia".

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Foto de portada: gentileza de Eugenia Neme