Jueves 25 Abril 2024

Europa es indiferente e inhumana. El que crea categorías es racista

Por Luca Grossi-13 de setiembre de 2022

Loujin tenía 4 años, y murió de sed después de 10 días de viaje, mientras intentaba llegar a Europa, a la muy católica Europa.

Pero Europa estaba demasiado ocupada.

Perdónanos Loujin, pero ya sabes, estamos muy ocupados por acá.

Y las personas como tú no son bienvenidas.

Estaba el funeral de la Reina de Inglaterra.

La final del mundial de vóleibol.

Las vacaciones que se acaban, el estrés de la vuelta al trabajo, los exámenes de los estudiantes.

Nos molestan porque en el fondo son muertos de segunda clase, muertos de hambre, muertos que no son respetables ciudadanos occidentales.

Esta es la amarga verdad sobre la tragedia ocurrida en el mar recientemente: los cuerpos sin vida de dos niños pequeños de uno y dos años, un niño de doce y tres mujeres, entre ellas una anciana, fueron encontrados en una embarcación que estuvo detenida en el mar varios días en la ruta entre Turquía y Malta, que fue rescatada por la Guardia Costera y llegó en la mañana del 12 de septiembre, al puerto siciliano de Pozzallo.

Las seis víctimas son todas de nacionalidad siria. Entre ellas están la abuela y la madre de otros dos niños que ahora son huérfanos y están solos en Italia. Estaban en una pequeña embarcación junto con otras 26 personas, incluidos sirios y afganos, rescatados por la Guardia Costera. Algunos de ellos se encuentran en estado grave debido a las profundas quemaduras reportadas. Y esto después de la tragedia de la pequeña Loujin, la niña siria que murió de sed a principios de septiembre tras diez días en un barco en el Mediterráneo sin que nadie respondiera a las llamadas de socorro.

A la pequeña Loujin no le quedó más que mirar a su mamá, apoyar la cabeza sobre las piernas, decir "mamá tengo sed", y luego morir tratando de llegar a Europa.

Los niños no deberían morir. Pero ya se sabe cómo son las cosas. Después de la tragedia, se rezan diez Ave María, diez Padrenuestro, una señal de la Cruz y algún que otra sala maleico, que son suficientes para que todos queden con la conciencia tranquila, o con Dios.

La pequeña embarcación en la que viajaba con sesenta inmigrantes -dijo 'La Stampa'- había salido del Líbano a principios de mes, rumbo a Italia. Pero los motores estuvieron fuera de servicio durante días y el casco comenzó a llenarse de agua. Con un teléfono satelital, alguien envió un SOS, que fue relanzado de inmediato por Nawal Soufi, una activista de Catania de ascendencia marroquí, que desde hace años se ocupa de rescates en el mar.

"El barco estaba en el área del SAR (Search and Rescue, ndr) de Malta e inmediatamente avisé a las autoridades de La Valeta -dijo- después de un día de silencio me dijeron que se acercaba un barco: 'El rescate es solo cuestión de tiempo', me dijeron". 

Ese barco nunca llegó. Los testigos dicen que pasaron varios, pero ninguno se detuvo. "Vaciábamos el casco con cubos, estaba claro que estábamos naufragando -dijo Ahmad indignado- algunos incluso nos sacaron fotos y luego continuaron". La salvación llegó con un carguero que enarbolaba la bandera de Antigua y Barbuda, pero para la pequeña Loujin ya era demasiado tarde.

La verdad, Loujin, es que para nosotros eras una molestia: nos recordabas lo mucho que apestamos.

La guerra en tu país no es por tu culpa.

Libia no es un campo de concentración al estilo nazi por tu culpa.

El Mediterráneo no es un cementerio a cielo abierto por tu culpa.

Y no es tu culpa que nadie te haya ayudado.

La culpa es pura y exclusivamente nuestra.

La familia Nasif -informó 'La Stampa'- se encuentra en un hospital de Creta, donde Mira, la otra hija de un año, está internada tras haber ingerido grandes cantidades de agua. "Gracias a Dios su vida no corre peligro -explicó su madre- pero nuestro corazón está hecho cenizas". Además de la esperanza, lo han perdido todo: "En el Líbano nos arriesgábamos a vivir de la limosna. Intentamos salir de forma legal, pero la única forma era por mar -explicó el padre- en el viaje invertimos todos nuestros ahorros, doce mil euros". "Creíamos que Europa era el continente de la humanidad, pero nos equivocamos. Nos quitó a nuestra hija. Si pudiéramos volver, comeríamos tierra en el Líbano antes que vivir esta tragedia", terminó diciendo.

Que, sin embargo, no guarda rencor. Si tuviera delante a los políticos europeos, desearía que vieran a sus hijos en la misma situación que Loujin, implorando un poco de agua: "Pero yo querría poder pasar por allí para no dejarlos morir".

No hay víctimas de primera y segunda clase. Las víctimas son víctimas. El que crea categorías es racista. Y nosotros, en nuestros parlamentos 'tan democráticos', cuando defendemos la paz y la libertad, somos hipócritas. Tal vez deberíamos mordernos la lengua y evitar a las muchas Loujin de todo el mundo el dolor del engaño y la traición.

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*Foto de portada: Antimafia Duemila