Viernes 29 Marzo 2024
Pidió perdón a los aborígenes por los crímenes cometidos por los cristianos

Por Giorgio Bongiovanni-26 de julio de 2022

"Pido perdón por las formas en que muchos cristianos han apoyado la mentalidad colonizadora de los poderes que oprimieron a los pueblos indígenas".

Con lágrimas en los ojos, el Papa Francisco pronunció un verdadero mea culpa por los crímenes cometidos por la Iglesia contra las poblaciones nativas de Canadá (First Nations, Métis e Inuit). Fue en esa tierra donde 150 mil niños indígenas fueron sometidos a un verdadero "genocidio cultural" entre los siglos XIX y XX, en instituciones residenciales gubernamentales administradas, en gran parte, por entidades católicas.

Las pruebas de tantas barbaridades han resurgido recientemente, con el descubrimiento de más de doscientos niños enterrados cerca de una de estas antiguas escuelas católicas. Niños que no solo fueron arrancados de sus familias, sino que sufrieron todo tipo de violencias físicas (golpeados, encadenados, encarcelados como forma de castigo y violados) y culturales con la imposición de un nuevo lenguaje y nuevos supuestos valores.

El Papa Francisco caminó por las calles del cementerio junto a Wilton Littlechild, líder aborigen de la Comunidad de las Primeras Naciones de Montana, diciendo que quería "comenzar una peregrinación penitencial". Luego les dijo que había venido "a su tierra natal para decirles personalmente que estoy muy apenado, para pedir perdón a Dios".

Y luego pasó a citar a Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto: "Es correcto recordar, porque el olvido conduce a la indiferencia y, como se ha dicho, lo opuesto al amor no es el odio, es la indiferencia… lo contrario a la vida no es la muerte, sino la indiferencia ante la vida o la muerte". El Pontífice recordó a los niños que sufrieron "maltratos físicos y verbales, psíquicos y espirituales. Los sacaron de sus casas cuando eran pequeños y eso marcó de manera indeleble la relación entre padres e hijos, entre abuelos y nietos. Lo que nos dice la fe cristiana es que fue un error devastador, incompatible con el Evangelio de Jesucristo". Y por eso la Iglesia "se arrodilla ante Dios y pide perdón por los pecados de sus hijos. Por las formas en que muchos miembros de comunidades religiosas cooperaron, incluso desde la indiferencia, en aquellos proyectos de destrucción cultural y de asimilación forzosa de los gobiernos de la época". Para Littlechild este es el inicio de un "camino de reconciliación".

El Papa Francisco realmente es el Papa de la renovación de la Iglesia. Un buen Papa.

Con esta última acción dio una prueba más de lo que debe representar la Iglesia, que debe estar cerca de los indefensos, de los débiles, de los últimos, de los migrantes, de los marginados, de los pecadores arrepentidos que, de alguna manera, quieren recuperar el camino correcto.

Una acción progresista que desagrada al componente católico más perverso y oscuro.

Esa Iglesia que en su seno guarda graves escándalos como el de la pedofilia, pero también los cientos de miles de millones de liras que, como surge de numerosas investigaciones, las arcas del IOR y del Banco Ambrosiano han conservado y lavado por cuenta de las mafias.

Escándalos vinculados a figuras claves como monseñor Marcinkus, Michele Sindona y Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano, quien fue encontrado muerto ahorcado en un andamio, en Londres, bajo el puente Black Friars (de los Frailes Negros) sobre el Támesis.

Una muerte tras la que, según han reconstruido las investigaciones, se esconden los secretos de una despiadada política financiera dictada por la masonería, el Vaticano y la mafia.

Precisamente por el derrumbe ambrosiano, el IOR tuvo que pagar 406 millones de dólares en concepto de indemnización. Una cantidad considerable, pero que es nada si se la compara con la cantidad adeudada, estimada por el entonces ministro de Hacienda, Beniamino Andreatta, en 1.159 millones de dólares.

Pero no solo monseñores y cardenales dentro del Vaticano están atacando la obra del Pontífice, sino también figuras externas, extremistas de derecha, fascistas y sectarios.

Hombres cercanos a "figuras sombrías" como Silvio Berlusconi (un "putero" que, entre otras cosas, le "pagaba a la mafia") o Marcello Dell'Utri (un hombre de la mafia en todos los aspectos, condenado en forma definitiva por concurso externo en asociación mafiosa). El mismo Marcello Dell'Utri que también es amigo de banqueros, potentados masónicos y miembro del Opus Dei.

El Papa Francisco tiene tantos enemigos que por eso vive fuera del Vaticano, quizás para no terminar como el Papa Juan Pablo I (Papa Luciani), envenenado con cianuro después de apenas 33 días de pontificado, por haberse interpuesto en el camino de una red criminal que involucraba a miembros del Vaticano, sacerdotes, obispos y cardenales.

Pero ¿por qué decimos que Francisco es hoy el verdadero Papa de la renovación? Porque miramos los hechos y los trabajos realizados hasta ahora.

Y Bergoglio fue autor de gestos revolucionarios nunca antes realizados.

Uno, sobre todo, es haber excomulgado a los mafiosos con mucha más fuerza y vehemencia que la histórica invitación al arrepentimiento y conversión hecha por Juan Pablo II en Agrigento.

A lo largo de los años utilizó en varias ocasiones palabras duras y claras contra las mafias (Cosa Nostra, 'Ndrangheta y Camorra). Acompañado de don Luigi Ciotti, referente de Francisco en el campo de la lucha contra la mafia, el Papa recibió también a los familiares de las víctimas de las organizaciones criminales y a la Comisión Parlamentaria Antimafia. Así condenó con firmeza a los hombres y mujeres de la mafia y definió a la corrupción como "un cáncer a erradicar".

Y no es un dato menor que se hayan necesitado doscientos sesenta y seis papas para implementar una acción de excomunión oficial contra las asociaciones mafiosas.

Tomó partido abiertamente en contra de la guerra y los intereses de los traficantes de armas que están inmersos en una verdadera "Tercera Guerra Mundial".

El intento de llevar la Iglesia a sus orígenes por parte del obispo de Roma se expresó también en el deseo de reformar el IOR y ponerle fin al silencio y a la pedofilia en el clero.

Ese Vaticano que hizo santo a alguien como Juan Pablo II, pontífice de 1978 a 2005, capaz de financiar revoluciones militares anticomunistas y de bendecir dictadores sanguinarios y feroces como Augusto Pinochet, Massera y Videla, hoy ataca de manera indigna y virulenta al Papa Francisco.

Un mundo al revés. Son otras las obras de los que deben ser santificados en vida.

Un tal Jesús, el hijo de Dios, dijo: "Por sus frutos conocerán quiénes son".

El Papa Francisco supo reconocer sus propios errores, cometidos en América del Sur cuando como cardenal guardó silencio sobre los desaparecidos. Y hoy lucha contra las guerras, a favor de los derechos de todos los seres vivos, demostrando que está verdaderamente iluminado por el Espíritu Crístico. Por eso nos sentimos en el deber de manifestarle nuestra máxima cercanía y solidaridad.

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*Foto de portada: Antimafia Duemila