Chela Fontora e Irma Leites
49 años después, mantienen su militancia, por Verdad y Justicia
“Seguimos en la lucha, y esa lucha hoy incluye el concepto de pelear contra la impunidad”
 
“Es la impunidad en lo económico, en lo cultural, en lo social, en lo jurídico, en lo político”
 
Por Victoria Camboni-27 de junio de 2022

¿Quién pensaría que en un país como Uruguay, un día así como hoy, nuestras Fuerzas Armadas tomarían las instituciones, declararían estado de guerra interno, y con la excusa de la ‘subversión’ y las protestas de un senador por las actuaciones terroristas que ya estaba cometiendo el Estado, echarían a todos los parlamentarios del Palacio Legislativo, anularían la Constitución y, prohibiendo todo tipo de libertades, saldrían a perseguir, torturar y matar a nuestras vecinas, nuestros vecinos, trabajadores, estudiantes, sin ningún tipo de escrúpulo?

Nadie creería que al prender la televisión se encontraría con una cadena nacional donde el presidente anunciaría que después de cierta hora no se podía salir a la calle. Porque ni siquiera la pandemia fue así de agresiva con las libertades. Tampoco imaginaría que opinar diferente sería motivo para irrumpir a tu casa sin permiso, con violencia, armas, terror, y luego secuestrar, destruir vidas, derramar sangre de connacionales, igual o peor que la mejor versión de una película de mafia.

Hoy es 27 de junio, estamos ya en 2022. Pasaron 49 años desde el golpe de Estado que impuso Juan María Bordaberry y quién sabe qué asociación de grandes empresarios, logias militares y altas jerarquías masónicas, pues detrás de esas personas había grupos -no solo la CIA, como ya se sabe- que decidían (y deciden) a través de figuras de poder e influencia, los destinos de países y regiones enteras.

Aquel 27 de junio de 1973, fue brutal para muchos uruguayos y uruguayas, que lo sufrieron incluso desde antes. Para recordar ese día, hablamos con dos mujeres que vivieron, y sobrevivieron, esa historia: Irma Leites y Nélida ‘Chela’ Fontora.

Chela Fontora fue una cañera. Hoy, forma parte de la asociación de expresas y expresos del Uruguay, Crysol. En palabras de ella, “mi compromiso fundamentalmente ha sido sindical”, aunque la factura se la pasó la integración al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Ese día, recuerda, “yo no me enteré porque estaba presa. Me habían apresado, y estaba en este momento, no sé si estaba en el cuartel de Trinidad o Colonia (…). Me entero por ellos mismos, porque ellos nos hacen salir. Me sacan y me hacen saber que son ellos los que están gobernando en ese momento”.

Después de un año de haber sido encarcelada a sus 22 años, recuerda: “En las condiciones que yo estaba no me daba para pensar qué era, qué no era, porque los que estábamos en ese momento presos, nosotros estábamos torturados, en calabozos, aparte, no veíamos a nadie, encapuchados y torturados. Después es que me voy dando cuenta bien lo que significa lo que ellos habían dicho”.

Dos mujeres militantes uruguayas 2

Irma Leites, que integra la agrupación Plenaria Memoria y Justicia, por su parte, atravesaba todavía, otra realidad: “Yo estaba trabajando en una fábrica textil pequeña, en el barrio Manga. Ese día ya había una alarma colectiva, un estado de alerta en los trabajadores, estudiantes, en los barrios, en nuestras casas”.

La reacción de Leites fue la de la gran mayoría de trabajadoras y trabajadores: “Cuando comenzó a sonar la cadena que anunciaba la disolución de las Cámaras, lo que hicimos fue ocupar, llamar a los trabajadores, llamar a los amigos, llamar a todos lados que pudiéramos, y el llamar en ese momento no era un teléfono ni un celular, era ir a buscar a la gente, era comunicarnos a través de las diversas formas, en algo que nosotros decíamos ‘bemba’, ‘radio bemba’, que era un va y viene de cada lugar, las noticias y el cumplir la resolución que estaba planteada desde el año 64, cuando el golpe en Brasil era como la consigna. Entonces nos pusimos a instrumentar las huelgas, turno por turno, sesión por sesión”.

Pocos meses después, precisamente el 28 de noviembre de 1973, Irma fue presa con 20 años, y permaneció así hasta el 30 de agosto de 1982, es decir casi nueve años.

Leites es una militante, desde aquellos años hasta el día de hoy, cuando no hay apremios ni edad que la desvíe de su convicción de salir a la calle, denunciar injusticias y, sobre todo, reclamar activamente que se termine la impunidad de los responsables de las desapariciones, torturas y muerte de las y los uruguayos atravesados por el terrorismo de Estado.

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Chela Fontora siente que, hasta ahora, todo lo que vivió desde antes incluso del golpe de Estado, y durante esos 13 años que estuvo presa por ‘subversiva’, siguen afectándola. “No es la repercusión solamente en mi vida, es la repercusión que tuvo mi familia y fundamentalmente mi hija, siendo chica con siete años, que va a vivir todo lo que es el manoseo que han hecho con todos los hijos de los expresos y las hijas, donde también hacen pasar y sufrir cosas que ellos no eran culpables, como tampoco somos nosotros culpables de que nos lleven, que den un golpe de Estado, y que nosotros seamos procesados por una justicia que para los civiles no existe, que es la justicia militar”.

Fontora insiste en que todo lo que vivieron tanto ella como su hija, repercute incluso en sus nietos. “Todo ese ocultamiento que han hecho de la verdad y el hecho de no hacer justicia, todo eso (…). En toda la nueva generación”.

“También en ustedes los jóvenes ha repercutido porque no han dicho la verdad de lo que pasó acá en este país, porque si dijeran la verdad no estaríamos peleando por justicia para saber la verdad sobre las compañeras desaparecidas y desaparecidos”.

Leites, entiende que su vivencia la seguirá “a lo largo de toda la vida”. “Hoy a tantos años de haber vivido toda aquella situación, yo creo que obviamente los sueños que en aquel momento teníamos, que he tratado de seguirlos cultivando más allá de que las prácticas hoy pueden ser diferentes que las que teníamos en aquel momento, repercuten para toda la vida”.

Y recuerda con palabras emotivas la resistencia que las trabajadoras y trabajadores plantaron frente al golpe de Estado, que fue en definitiva un golpe al pueblo: “No hay situación más conmovedora, más que te llegue hasta los huesos, hasta la conciencia, el poder protagonizar con otros una huelga general, que paralizó al país, que fue una huelga realmente única en el mundo contra una dictadura”.

Nélida es una luchadora. Una mujer que a sus 72 años mantiene una lucha ferviente por recuperar y mantener la memoria, de las mujeres golpeadas por la dictadura, de los compañeros que desaparecieron, de quienes fueron víctimas, de quienes aún son revictimizados, de quienes no tienen justicia, de quienes aún viven atravesados por esos años de terror.

“A mí me motivan varias cosas. Primero que yo quiero saber la verdad de dónde están nuestras compañeras y compañeros, y segundo que hoyo nosotros no estamos solos. Nosotros estamos con nuestros hijos, nuestros nietos y todos los jóvenes que hoy acompañan. Y la demostración de eso está en lo que fue la marcha del 20 de mayo. Ahí se pudo ver, y no la marcha solamente de lo que fue en Montevideo sino todo el interior lo que se dio, pidiendo justicia. A mí no es que me motive, yo nunca estuve desmotivada; lo que pasa es que pienso que mientras haya un desaparecido va a haber lucha y se va a seguir pidiendo la verdad y la justicia en este país, como se pide hoy a 100 años de los judíos, o en España que hace 70 años y una bisnieta descubrió dónde estaban los huesos de su bisabuelo. Acá va a pasar lo mismo”.

“La historia la lleva el pueblo, no la llevamos nosotros. Nosotros también, porque somos parte del pueblo, pero la historia la llevan todos ustedes”.

Irma Leites, con 69 años y dificultad para caminar, no se pierde una movilización, no falta a un escrache, no se queda nunca quieta, porque siente “una necesidad profunda” de mantener “la esperanza”. “Seguimos en la lucha, y esa lucha hoy incluye el concepto de pelear contra la impunidad. Es la impunidad del capital en lo económico, en lo cultural, en lo social, en lo jurídico, en lo político. Me parece que la esperanza se mantiene porque realmente es una necesidad, profunda, no es un invento de algunos agitadores o algunos terroristas como lo denominan los opresores, sino que es una necesidad que está latente, una necesidad que está cada vez más viva”.

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Ambas, hablan a los jóvenes sobre la convicción de seguir, y de no abandonar. Chela Fontora destaca “que no tienen la responsabilidad de acarrear con esta mochila. Por eso tienen que luchar por la verdad y la justicia”.

“Nosotros no podemos permitir de ver las calles llenas de gurises, no podemos permitir ver la gente tirada en las calles durmiendo. No podemos permitir que todavía no se sepa dónde están 197 compañeras y compañeros. Ellos saben la verdad, y no la han dicho. Yo diría que es esa la lucha de futuro y estoy convencida, porque sino no estaría hablando contigo de que eso va a continuar, porque eso no se termina en nosotros”.

Irma Leites entiende que “gran parte de la juventud” está desesperanzada, y es por eso que hay una “necesidad de volver a poner en pie cada día, y salir a buscar nuevos caminos, criticar lo que hicimos, hacerlo mejor”.

Y está convencida: “Es por ese lado”.

“Tal vez, todas las décadas y apuestas que llevamos, demasiadas derrotas tal vez, sea un punto de inflexión para mucha gente que se ha recluido en sus casas, que se ha recluido en temas muchos más personales. Creo que hay todo un núcleo que mantiene en alto las banderas y la necesidad de estos cambios, que realmente creo que lo van a forjar los jóvenes, pero también con una memoria histórica que realmente reivindique contra la historia oficial, esas luchas que se realizaron las décadas anteriores por todos los desaparecidos, los asesinados, pero también por los sueños que hoy se asesinan en los barrios, en esta forma de vida que está actualmente, el capitalismo”.

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*Foto de portada y 2: Antimafia Dos Mil 

*Foto 3: lr21.com.uy

*Foto 4: parlamento.gub.uy