Por Jean Georges Almendras, desde Palermo, Sicilia-17 de junio de 2022

Bajo la aureola de una verdadera canallada histórica, cuya inmoralidad e ilegalidad, debemos resaltar, por una cuestión ética, y porque nos comprende las generales de la ley, el ministro del Interior de Gran Bretaña ha aprobado la extradición de Julian Assange a los Estados Unidos, lo que significa que nuestro colega enfrentará una condena de 175 años de prisión; lo que significará su muerte, en el buen entendido; lo que significa, además,  que la desidia de un gobierno cómplice del imperio estadounidense, ha dado luz verde para que se cometa una de las injusticias más impactantes de los últimos tiempos, siendo la libertad de prensa y de expresión, las víctimas más destacadas. Ya mismo ahora, que la noticia se esparce por el mundo la defensa de Assange ha iniciado la correspondiente apelación, que interpretamos será el último recurso para distanciarlo de una condena oprobiosa para la sociedad humana, que hoy por hoy se declara civilizada, hipócritamente. A las pruebas me remito, con esa decisión que va contra todo parámetro o pauta de civilización moderna.

Una maquinación técnico-jurídica, de tenor político, obviamente, llevaron a la ministra del Interior británica, Priti Patel a firmar, en las últimas horas la orden para extraditar al fundador de Wikileaks, al territorio norteamericano donde se enfrentará a cargos de espionaje, y 175 años de prisión.

Según los despachos internacionales que están llegando a nuestra mesa de trabajo, la aprobación británica se concreta a poco de que un tribunal dictara el pasado mes de abril que el periodista podía ser derivado a los EEUU.

Se ha informado ahora que, en un comunicado, el Ministerio del Interior británico ha señalado enfáticamente que “los tribunales del Reino Unido no han encontrado que sería opresivo, injusto o un abuso del proceso para extraditar al señor Assange” y que “tampoco han encontrado que la extradición sea incompatible con los derechos humanos, incluyendo su derecho a un juicio justo y a la libertad de expresión, y (concluyeron) que mientras esté en EEUU será tratado adecuadamente, incluso en relación a su salud”.

En medio del estupor reinante a nivel mundial, en particular entre quienes amamos la libertad y la justicia y nos oponemos convincentemente contra el criminal imperialismo estadounidense, por esta y otras arbitrariedades que han asolado al mundo, en el ayer y en el hoy, la defensa de Assange ya ha accionado los mecanismos de apelación, en procura de neutralizar esa infame decisión británica.

Algunas de las apreciaciones, sobre esta nada agradable novedad respecto a Assange dicen concretamente: a) EEUU pide a las autoridades británicas que extraditen a Assange para que pueda ser juzgado por 17 cargos de espionaje y uno de uso indebido de ordenadores por la publicación por parte de WikiLeaks de un enorme volumen de documentos clasificados hace más de una década. Los fiscales estadounidenses afirman que Assange ayudó ilegalmente a la analista de inteligencia del Ejército estadounidense Chelsea Manning a robar cables diplomáticos y archivos militares clasificados que WikiLeaks publicó posteriormente; 2) Por su parte, organizaciones periodísticas y grupos de derechos humanos han pedido al Reino Unido que rechace la solicitud de extradición. Los partidarios y abogados de Assange, de 50 años, sostienen que estaba actuando como periodista y que tiene derecho a las protecciones de la Primera Enmienda de la Constitución de EEUU en materia de libertad de expresión por publicar documentos que exponen irregularidades militares de las fuerzas estadounidenses en Irak y Afganistán. Argumentan que su caso está motivado políticamente; y 3) Los abogados de Assange afirman que podría enfrentarse a hasta 175 años de cárcel si es condenado en el país norteamericano, aunque las autoridades estadounidenses han dicho que cualquier sentencia será probablemente mucho más baja que eso.

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*Foto de portada: RT