Jueves 2 Mayo 2024
Por Jean Georges Almendras-12 de abril de 2022

Se nos erizó la piel cuando por unos instantes cerramos nuestros ojos y viajamos en el tiempo, caminando dentro mismo de la Iglesia de la Santa Cruz -de la calle General Urquiza y Carlos Calvo- y de sus salones parroquiales. Viajamos en el tiempo a través de un almanaque imaginario que no fue lineal ni mucho menos simple, sino todo en contrario, fue despiadado. Despiadado porque nos dio de bruces contra una de las páginas más desgarradoras, no solo de la Argentina, sino de la historia de un edificio religioso -que ocupa toda una manzana- en el que semanas atrás nos alojamos, en Buenos Aires, en oportunidad de dar cobertura a todas las instancias de la intensa jornada del 24M en toda la Argentina. Un edificio de la iglesia católica, histórico y emblemático de la resistencia en plena dictadura argentina: La Iglesia de la Santa Cruz emplazado en el corazón del barrio San Cristóbal, que por aquellos días significó mucho, para quienes buscaban apoyo, contención, solidaridad y luz, frente a tanta oscuridad impuesta por la represión. Allí, en las entrañas mismas de esa Iglesia, inequívoco bastión de la lucha militante, cuyos religiosos (*) no hicieron parte de la dictadura, nos dimos cita con mi amigo y redactor Alejandro Diaz, y con los jóvenes del Movimiento Our Voice. Juntos, vivimos allí significativas jornadas de trabajo y de reflexión, que fueron inevitables por otra parte, tomando en cuenta que todos los rincones del lugar hicieron (y hacen) parte de la historia viviente de una nefasta página de la vida argentina bajo la bota militar, bajo el poder empresarial y bajo la mirada eclesiástica cómplice porque la mayor parte de ella fue groseramente funcional a ese período demoledor de libertades y de vidas humanas.

Se nos erizó la piel, porque en ese lugar, que no debe quedar bajo ningún concepto fuera del cono de la memoria, el terrorismo de Estado argentino en toda su magnitud, fue autor material de una de las mayores tropelías que se pudieran haber hecho por esos días.

Se nos erizó la piel, porque habiendo transcurrido ya más de cuatro décadas, el solo recuerdo, la sola proyección hacia atrás en el tiempo, nos embargó un sentimiento de dolor; el dolor misturado con la rabia, y con la indeclinable necesidad de buscar caminos, para que todo lo que hubo acontecido en ese lugar jamás sea fagocitado, ni por el olvido, ni por la indiferencia, ni por el desconocimiento.

Madres de Plaza de Mayo en la iglesia de la Santa Cruz sembraron resistencia nota

Sumergidos en ese lugar por varios días, se nos hizo harto difícil olvidar que 45 años atrás, allí precisamente, se vivieron momentos desesperantes, y fue ahí donde además, los hilos de la traición humana (manejados por un represor llamado Alfredo Astiz) tuvieron mucho que ver, para que en definitiva, también la muerte se hiciese presente, alcanzando a muchas personas, como víctimas de uno de los habituales embates represivos de esas épocas, dentro de una Argentina sumergida hasta el cuello, en las profundidades de un caldero, en el que la casta militar llevó a la práctica sistemáticamente el más repulsivo de sus crímenes: la desaparición forzada de personas, marcando una terrible época para este país y para América Latina.

Rosana Disanso nos tomó de la mano, y con la elocuencia de su juventud, con palabras francas y cargadas de una sensibilidad rayando con una firme y nada disimulada militancia por la verdad y por la memoria (ya que tiene sobrados motivos para ello), nos llevó a las entrañas mismas del pasado de cada uno de los rincones de la Iglesia y de sus salones anexos. Nos fue atrapando con descarnadas resistencias que muchas personas vivieron en ese mismo lugar, 45 años atrás.

“En la lista de los sitios de memoria, este lugar fue el primero. No solo de aquellos días de la dictadura, sino de hoy mismo, porque sigue pasando lo que pasó en la década del setenta, esas injusticias. Para hacer conciencia de que no somos seres individuales, sino que somos seres que estamos con otros, y que tenemos que generar un cambio, chiquito o grande. Esta recorrida genera un cambio, porque estamos en la manzana de la Santa Cruz, como se la conoce por acá. Pertenece a una congregación que nació en Italia, creo allá por el año 1779. Pablo de la Cruz, el fundador, dijo que quería volver a este Jesús humano, que caminaba con el otro, que iba con el raro, con el rechazado, con el crucificado, con el desprotegido, con el que nadie quería, el que no era normal. Con esa idea, los misioneros llegan a América del Sur, porque los pasionistas también tienen ese sentido social. Piensan que tienen que salir de 'mi' comodidad y caminar con el otro, salir de 'mi' trono, y moverme a otro país, a otro pueblo, a otra ciudad. Buscan transmitir ese Jesús humano y, además, llevarlo hasta donde sea, y lo hacen en los lugares donde realmente se necesita. Y ellos llegan acá por el 1880 aproximadamente. Llegan a este barrio, que era campo, y el centro estaba lejos. Era un lugar de mucha pobreza. De gente trabajadora, y sigue igual”.

Nuestros pasos recorren pasillos y salones; 45 años después, no son los mismos pasos de las madres de Plaza de Mayo, pero son los pasos de una resistencia, que se vive con la misma intensidad de ellas, con el mismo dolor, que sale de nuestras entrañas porque sus pasos nos explotan en la cara, en el alma: bastantes años después.

Y sentimos la voz de Rosana, que nos atrapa, y que nos transporta en el tiempo.

“Este cuadro lo hizo Peréz Esquivel, Premio Nobel de La Paz, que era pintor. Esta pintura es un regalo que hizo a los pasionistas. Relata lo que sucedió en la década de la dictadura. Y ahora vamos a irnos a la década del 70, cuando empieza el golpe militar y como todos saber empiezan a desaparecer gente. Desaparecen estudiantes, los que comenzaban a levantar la voz diciendo que eso no estaba bien, que es una injusticia y a su vez aparece otro grupo de personas que aparentemente son los familiares de los que comenzaban a desaparecer. Allí aparecieron las madres que estaban desperdigadas. En diferentes lugares se comenzaron a repetir las caras, de esas madres buscando a sus familiares, hasta que una mujer Azucena Villaflor, una ama de casa que todos los días esperaba a su hijo, con la comida en la parada del colectivo, y que un día no volvió. Ella sale entonces, es una de las fundadoras de la Plaza de Mayo, esta persona junta a otras, también familiares y se pregunta, qué está pasando, dice bueno, tendremos que empezar como a reunirnos. Nadie sabía nada, o la gente tampoco quería saber, y era común escuchar, que decían 'bueno, algo habrán hecho', la típica frase de esa época”.

Madres de Plaza de Mayo en la iglesia de la Santa Cruz sembraron resistencia nota 3

“Entonces comienzan a golpear puertas para reunirse, empiezan a ir a diferentes entidades del gobierno, pero nadie les da pelota y entonces ahí interviene un sacerdote, Carlos Olevi, que era de la Teología de la Liberación, y que tenía un hermano que era montonero. Pérez Esquivel participaba de las misas aquí en la Santa Cruz y se acerca al padre Olevi y le dice que hay un grupo de personas que necesitan un lugar para reunirse y no encuentran porque todos les cierran las puertas, y la Iglesia principalmente le cierra la puerta, porque la Iglesia tampoco se quería hacer cargo, hacía todo lo contrario a lo que supuestamente predicaban, la iglesia más ortodoxa. Entonces se les abre las puertas acá en la manzana de la Santa Cruz y se empiezan a reunir acá en el salón Nazareth, también en el salón de la Memoria, en el salón de la Última Cena, y en otros saloncitos. Entraban los sábados a la misa de las siete de la tarde, venían por esos pasillos y se dispersaban por los diferentes salones y se iban el domingo, después de la misa de las 8 de la mañana. Así iban entrando y se iban reuniendo, y se iban haciendo compañía”.

“Otras de las personas que llegan a acá a reunirse, son dos monjas francesas misioneras, que empiezan en el Chaco, a ayudar en el Chaco, a los trabajadores del campo. Ayudaban a los niños desnutridos. Ellas vienen a ayudar. Gracias a ellas, lo que les pasa a estas madres toma connotación internacional. Empieza a llegar el periodismo de afuera, de Europa”.

El zarpazo del terrorismo de Estado, se hizo sentir con fuerza en la Iglesia de la Santa Cruz a poco de que las madres de Plaza de Mayo dieran rienda suelta a sus dolores ante el periodismo internacional. Osaron hablar de más y eso les fue cobrado con creces, por el dictador.

“Este es el salón de la memoria, acá estaban las madres sentadas en sillas, y otro personaje que no nombre, que es Alfredo Astiz, un militar de la ESMA en ese momento, de 23 años, que lo mandan acá sus superiores, a estas juntadas, porque la gente no se podía reunir de más de dos personas. Y Astiz participa de las misas, de las reuniones. Decía que le habían desaparecido su hermana. Se hacía llamar Gustavo Niño, un nombre falso. A veces venía con una joven mujer, que nos enteramos luego que se trataba de una joven que estaba en cautiverio. Venía con ella para reafirmar su mentira, y esta persona no tenía posibilidad de hablar. Hoy sabemos que vino con tres personas, y esas personas están desaparecidas. Esta cosa nefasta que tenía Astiz, junto con todos los militares. Así que piensen que Astiz, también estuvo acá. A veces la secretaria de la Parroquia me dice, que le cuesta creer que acá estaba ese ser endemoniado, que se sentaba acá”.

Madres de Plaza de Mayo en la iglesia de la Santa Cruz sembraron resistencia nota 4

“Deciden todos sacar una solicitada, con todos los nombres de quienes habían desaparecido hasta ese momento. Era una manera de denuncia que iba a salir en el diario La Nación, y Astiz quería evitar eso, a toda costa, porque acá no estaba pasando nada. El 8 de diciembre de 1977 es un día importante para la Iglesia Católica. Ese día, de noche, había varias personas, pero había familiares de desaparecidos, y Astiz, elije cuatro para que se los lleven. Toda esta gran manzana se llenó de autos Ford Falcon, típico auto porque en su baúl entraban tres personas acostadas. Militares entran en la misa vestidos de civil, en el momento de la Paz, y Astiz besa a las cuatro personas que son marcadas, un beso que rememora a Judas, fue una actitud perversa. Esas cuatro personas son llevadas por este pasillo. Son llevadas a la ESMA y durante el 9 y 10 de diciembre también secuestran a unas 8 persona más. Astiz los fue citando en diferentes lados, a algunos los buscaron a la casa, por ejemplo, a Horacio Elbert lo citó en un bar. Pensaron Astiz y sus jefes que no iba a salir esta solicitada, pero finalmente la solicitada sale y sale con las firmas de todos los que participaban de las reuniones, y sale la firma de Gustavo Niño. De acá entonces se llevan a doce personas que se reunían en la Santa Cruz, fueron conocidos como los 12 de la Santa Cruz. Ninguno de los doce se entera que fue Astiz el que los entrega, de hecho, tres madres que se llevan de acá, dos de ellas Azucena y Esther Ballestrino de Careaga, que prácticamente lo habían adoptado a Astiz, estando en la ESMA ya presas, se preguntaban si lo habían agarrado, etc. Todos ellos estuvieron allí en diez y 15 días. Tuvieron que hacer una desaparición rápida, generalmente había gente que podía estar un año o más de un año, o directamente horas. En el caso de las hermanas francesas,10 o 15 días porque el embajador francés empezó a preguntar por sus compatriotas. Le preguntó a Massera, que era el jefe máximo de la ESMA, quien tomo una solución: los vuelos de la muerte, que era drogar a las personas, taparles los ojos y atarles un peso, una piedra y tirarlos al mar. Justo cuando ustedes entran, hay un cartel que dice 'el mar nos trajo la verdad', porque algunos de estos doce volvieron a las costas”.

Salimos al exterior de la iglesia. Estamos en uno de los jardines que circundan la Iglesia. Se lo conoce como el Solar de la Memoria. Rosana prosigue: “Acá están las 12 lápidas que simbolizan los doce. Las que están en el piso, son las que fueron encontrados. Los restos de Azucena decidieron ponerlos en Plaza de Mayo, hay allí un monolito. Acá, cada lápida tiene una frase de algún familiar a modo de recordatorio, contando la esencia de cada uno, y todos son muy similares. No están enterradas acá, están sembradas en el sentido de que, si entierro algo, me di vuelta y me olvide, repitiendo lo del milico, pero si siembro, se está generando vida, frutos, buscando justicia. Todos los 8 de diciembre se hace acá una misa a modo de hacer memoria de lo que pasó para que no siga pasando, para ver cómo sigue nuestra lucha”.

"Azucena Villaflor: Madre, esposa, compañera y amiga. Fundadora de las Madres de Plaza de Mayo. Buscaba a su hijo Néstor y a su nuera Raquel, el amor y el coraje la impulsaron (7.4/24-10.12/77)".

"María Eugenia Ponce de Bianco: Fundadora de Madres de Plaza de Mayo. Buscaba a su hija Alicia. Tras el asesinato de dos sobrinos, buscó y recuperó a su sobrina nieta Soledad (6.7/24-8.12/77). “Fue secuestrada el 8 de diciembre de 1977 por la Armada, permaneció detenida-desaparecida hasta que sus restos fueron recuperados e identificados el 16 de abril de 2005”. “Ejemplo de ética y una luchadora valiente e incansable, así te recuerdan tus compañeras y así elegimos evocarte nosotros”. “Tus hijos y nietos” (así está escrito en un mármol junto a las lápidas).

"Esther Ballestrino de Careaga. Secuestrada el 8 de diciembre de 1977 por la Armada, permaneció detenida-desaparecida hasta que sus restos fueron recuperados e identificados el 16 de abril de 2005: Fundadora de Madres de Plaza de Mayo. Voy a seguir hasta que aparezcan todos, porque todos los desaparecidos son mis hijos (20-1/18-8.12/77)". “En nuestro matrimonio soy yo el que ha tenido el honor de ser tu esposo, en tu corazón generoso nunca guardaste ningún secreto para mí salvo el de dónde has podido sacar tanta ternura y de que manantial brotó tanta limpieza para tu alma”. “Este mundo no ha sido aún diseñado para hacer feliz al hombre y está incapacitado para soportar la grandeza de las almas puras” (Tu esposo, Raimundo Careaga, enero de 1978) “Tus hijas nieto y bisnieto” (así está escrito en un mármol junto a las lápidas).

Madres de Plaza de Mayo en la iglesia de la Santa Cruz sembraron resistencia nota 2

"Ángela Auad: Militante por los derechos humanos, su esposo ya se encontraba detenido -a disposición del Poder Ejecutivo- desde el año 1976. A su lucha incansable, a su incomparable humor y su bondad. Donde estuvo dejó su huella de invalorable humanidad (19.2/45-8.12/77)". “Secuestrada el 8 de diciembre de 1977 por la Armada, permaneció detenidas-desaparecida hasta que sus restos fueron recuperados e identificados el 25 de julio de 2005”. ”Agrandar la vida con quimeras con la sencillez de las margaritas. Gracias por optar por la vida. Tus compañeros, familiares y amigos” (así está escrito en un mármol junto a las lápidas).

"Remo Berardo: Buscaba a su hermano Amado -desaparecido- y corrió la misma suerte. Se lo llevaron de su atelier de pintura en el barrio de La Boca (26.10/35-8.12/77)".

"José Julio Fondevila: Buscaba a su hijo Carlos -desaparecido- voluntario en la Villa del Bajo Flores, lo secuestraron en Paseo Colon y Belgrano distribuyendo información a la prensa extranjera (4.5/22-8.12/77)".

"Patricia Oviedo, de 24 años de edad, buscaba junto a su madre, a su hermano de nombre Pedro que había sido secuestrado en 1976: Valiente, soñadora, y justa. Le gustaba la frase de Fucik 'que el ángel de la tristeza nunca sea unido a mi nombre'. Que así sea (19.7/53-8.12/77)".

"Horacio Anibal Elbert: Militante Popular. Colaboraba por la causa de las Madres y Familiares. Lo secuestraron del bar Conet en la esquina de Paseo Colón y Belgrano (28.5/49-8.12/77)".

"Raquel Bulit era militante de Vanguardia Comunista: A oscuras, en ese templo magnífico, se oyeron los aplausos abrumadores… mientras ascendían solemnes en las alturas del altar, se paseaba la única luz: La tea de la Memoria (24.3/44-8.12/77)".

"Gabriel Eduardo Horane, eran militante de Vanguardia Comunista: ¿Dónde va el dolor, el dolor de las madres que llaman a sus hijos? Señor: que el dolor no sea negro, opaco y torvo. Señor: que el dolor se trasmita en alegría (28.4/44-8-12/77)".

"Leonie Henriete Duquet, Hermana de las Misiones Extrajeras de Francia. Nació en Longemaison. Secuestrada el 10 de diciembre de 1977 por la Armada, permanecida detenida-desaparecida hasta que sus restos fueron recuperados e identificados el 26 de agosto de 2005. Se integró al grupo de Madres de la Iglesia de la Santa Cruz, para dar su ayuda. Su casa fue, para sus hermanos, como Betania en el trayecto del Nazareno. Su corazón y su vida, como una casa para todos (9.4/16-8.12/77)". “Aquí, son los oprimidos quienes reaccionan y quieren liberarse. No podemos quedar insensibles, por eso tenemos que comprometernos con este pueblo. Callarse hoy sería cobarde, sería la muerte” (Leonie Duquet). “Gracias por optar por la vida. Tus compañeras, familiares y amigos” (Así está escrito en un mármol junto a las lápidas).

"Alice Domon, hermana religiosa francesa, que ya estaba en Argentina ayudando en obras sociales, en zonas rurales. Se integró al grupo de Madres de la Iglesia de la Santa Cruz, para dar su ayuda. No hay tumba: Agua, Tierra, Aire ¿Y el fuego? El fuego dentro de tu alma, no el de las armas, sino el de la Zarza Ardiente (23.9/37-8.12/77)".

Se nos erizó la piel, 45 años después de aquellos días del terror. Se nos eriza la piel, hoy, que vivimos todavía preguntando por los 30.000 desaparecidos. Increpando al poder político para que la impunidad no siga ganando terreno.

Un sitio de la memoria es la Iglesia de la Santa Cruz. Un lugar de resistencia. Que hacemos nuestro.

45 años después.

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*La iglesia de la Santa Cruz o iglesia Santa Cruz es un templo religioso de culto católico bajo la advocación de Santa Cruz, perteneciente a la Congregación de la Pasión (Comunidad pasionista)

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*Foto de portada y galería: Antimafia Dos Mil