Sobrevivientes de la dictadura identificaron el lugar donde permanecieron detenidas
 
Allí, habrían estado detenidos el ‘Toba’ Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini
 
Por Antimafia Dos Mil-10 de enero de 2022

Emma Le Bozec, Beatriz Grafía y Delia Méndez, las mujeres sobrevivientes de la etapa militar de la dictadura argentina, hicieron el reconocimiento del Centro Clandestino de Detención (CCD), donde permanecieron recluidas. Lo hicieron en compañía del juez Daniel Rafecas y de María Cristina Micieli, otra sobreviviente del terror. El lugar, ubicado en la calle Bacacay 3570, en el barrio porteño de Floresta, en la misma manzana que ‘Automotores Orletti’, también estuvo bajo el control del represor Aníbal Gordon. Allí se presume estuvieron detenidos los diputados uruguayos Zelmar Michelini y Héctor ‘Toba’ Gutiérrez Ruiz, quienes fueron secuestrados, torturados y asesinados dentro del marco del Plan Cóndor.

Las mujeres pudieron reconstruir detalles y siluetas del lugar durante sus testimonios. Sonidos, silencios, texturas, luces y sombras, incluso el tiempo de los recorridos, sirvieron para realizar un croquis estructural del espacio donde fueron detenidas y torturadas. Ante cada paso en aquel lugar, la memoria desvanece el presente y se sitúa como una verdad imperiosa, una verdad necesitada de ser contada, escrita y repetida para mantenerse viva. Estos valiosos e importantes testimonios, que sobrevivieron el tiempo y la desidia de una política de Estado evasiva, se sumaron a evidencias de archivo que, durante años y años, esperaron en cajones celosamente guardados por las mezquindades del oportunismo.

El primer registro del que se tiene conocimiento, sobre la dirección de calle Bacacay (con la numeración exacta), como Centro Clandestino de Detención, fue un cable de la CIA de 1977, dentro del marco del secuestro y asesinato del embajador argentino en Venezuela, Héctor Hidalgo Solá. El reporte, detalla que aquel lugar se “alquila y usa para operaciones oficiales (sic) del grupo de Gordon”, quien dirigía un “grupo asociado a la SIDE”. Este espacio, que en otros informes se conoció como Base de Operaciones Tácticas 18 (OP 18), también figuraba dentro de las declaraciones de dos militares, el exteniente coronel Juan Ramón Nieto Moreno, exjefe de contrainteligencia de la SIDE, y el excoronel Eduardo Cabanillas. Estos dos represores, habían testificados sobre el lugar donde operaba la banda de Gordon, lugar que identificaron como ‘La Cueva’ o ‘El Jardín’.

Es importante destacar que este centro operó desde antes de Automotores Orletti, donde numerosos ciudadanos y militantes uruguayos padecieron los apremios, vejaciones y torturas del Plan Cóndor, que inicio mucho antes de las fechas oficiales de los golpes de Estado, estos espacios, la reconstrucción de su funcionamiento, de su operatividad, y ahora son piezas claves para profundizar en el entendimiento de un plan sistemático de impacto regional.

El trabajo realizado por la Conadep (Comisión Nacional de Desaparición de Personas) y el Equipo de Antropología Forense fue fundamental para dar con el lugar. En 1984, aun con las heridas frescas, Emma Le Bozec, brindó el primer testimonio sobre el lugar, y logro reconstruirlo en un plano realizado a mano alzada. Este plano coincidió en sus características con las descripciones que realizara numerosos años después María Ester Poggi, quien, junto a su marido, siendo completamente ajenos a los horrores allí cometidos, compraron la propiedad, que, pese a las reformas realizadas, coincidían con los detalles propuestos por los testimonios de las víctimas.

“Siempre estuve segura del recorrido que habíamos hecho desde Luján, donde me secuestraron. En aquellos años la única ruta iluminada era Panamericana y yo podía ver un poquito porque me habían tapado los ojos con cinta adhesiva sin nada debajo, así que esa luminaria me permitía ir sospechando por donde iba. Tomamos la General Paz e hicimos un largo trecho hasta salir”, narró en detalle Beatriz al diario Página/12.

Un sótano que “era como un agujero en el piso y había una escalera endeble. No sé si era fija o no. Se me enganchaban las medias, eso me acuerdo. Cuando me levantaba yo por temor me agachaba, nunca intenté pararme, tenía temor y me levantaba encorvada”, relató Delia a su momento. “Bajé y me senté en la misma esquina donde me arrinconaba. Ahí mi cuerpo sintió todo, como si nuevamente me quedara pegada con la ropa mojada por el submarino, sentí esa pared y ese piso de cemento sin alisar, bajé la escalera y bajé al submundo. Muy simbólico de todo lo que fue”. La verdad, desafortunadamente aún se encuentra oculta en los sótanos de la democracia, aún hay una deuda pendiente, referida a la purificación de espacios dentro del ámbito político e institucional, que someten las voluntades de nuevos y renovados encubridores.

Los testimonios también se encontraron en las “dos cocinas”, que tenía aquella casona. Incluso, este dato también fue aportado por Mercedes Naveiro, ya fallecida, en su testimonio que fue conservado en un registro de video.

“Quienes pasamos por esto no somos sujetos víctimas, sino parte de un colectivo que fue víctima. Y es nuestro deber, el de quienes sobrevivimos, seguir luchando, seguir buscando hasta nuestro último aliento. Haber alcanzado a identificar este lugar es parte de esa lucha. Ahora vamos por identificar a los responsables, dar nombre a nuestros captores, a las voces tenebrosas que nos torturaron, por nosotras y por todes”, agregó Delia.

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*Foto de portada: pagina12.com.ar