Por Claudio Rojas, desde Chile-6 de enero de 2022

Hace 14 años, el 3 de enero de 2008, el estudiante mapuche Matías Catrileo, fue asesinado por disparos en la espalda efectuados por Carabineros. Su muerte se transformó en un símbolo de la brutalidad policial contra las comunidades en resistencia, de la impunidad de la que gozan los represores y del respaldo inmediato recibido por parte de las autoridades -en este caso del primer gobierno de Bachelet- hacia los victimarios.

Según el medio La izquierda diario, su asesinato -como en muchas ocasiones ha ocurrido-, fue tratado de forma de hacerla parecer un enfrentamiento. Tal como la CNI en dictadura configuraba verdaderos montajes para falsos enfrentamientos y así disfrazar sus ejecuciones en concomitancia con los grandes medios de comunicación y tal como ocurriría 10 años después con el asesinato de Camilo Catrillanca. En este caso, Carabineros intentó repetir la fórmula, la figura del enfrentamiento, pero esta fue descartada en el juicio cuando el peritaje de la PDI no encontró rastros de pólvora en las manos de Catrileo.

Catrileo cayó en una zanja herido de muerte, para que luego sus compañeros llevaran su cuerpo y llamaron a la prensa, y así todo el país supiera que el joven había sido asesinado por Carabineros. Esta maniobra permitió evitar así la manipulación del cadáver para eventuales intentos del Estado por ocultar el crimen.

La fecha de este crimen marcó y sigue marcando momentos de intensas movilizaciones en el Wallmapu.

Se escucha en la comunicación que sostuvo la patrulla del GOPE de Carabineros que custodiaba el fundo Las Margaritas con la Central de Comunicaciones de Carabineros. “¿Con qué elementos estarían atacando? - con piedras, con piedras y están quemando unos fardos que tenían atrás, pero por la parte posterior, por la parte posterior”. La misma conversación registra un “mándale un balazo” por parte del carabinero Walter Ramírez. Matías Catrileo fue víctima de tres de esos disparos, que ingresaron por su espalda, le perforaron los pulmones y finalmente le quitaron la vida.

El cabo Ramírez Inostroza, disparó en tres oportunidades una subametralladora UZI contra Catrileo, según demostró la investigación que lo condenó. Pero su condena fue una burla y la ratificación de la impunidad, pues fue sentenciado a cumplir una pena de 3 años y un día en libertad vigilada.

Ramírez siguió trabajando en Carabineros hasta el año 2013, cuando la presión popular hizo que finalmente Bezmalinovic, exgeneral de la Novena Zona, lo sacara de las filas de la institución, aunque luego de haber intentado defenderlo señalando que “el funcionario está capacitado para permanecer en Carabineros porque fue beneficiado con libertad vigilada y tal como lo dice la Contraloría no tendría impedimentos para seguir activo”.

El gobierno de Michelle Bachelet, se cuadró con Carabineros, defendió su accionar y no se hizo parte querellante para investigar los hechos, siendo cómplice de la impunidad. En este sentido, Felipe Harboe, actual convencional constituyente, figuraba para entonces como subsecretario del Interior, y en su rol justificó inmediatamente el asesinato del joven mapuche ante la prensa, incluso antes que se realizara la investigación. Exactamente lo mismo que hizo Piñera con Catrillanca en su oportunidad.

Esta es la cultura de impunidad dictada desde El Mercurio, que es la voz del poder económico y el latifundio, en Chile.

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*Foto de portada: laizquierdadiario.com