Miércoles 24 Abril 2024
El velatorio del sacerdote jesuita se hará en su casa del barrio Bañados del Sur, en Asunción
 
Por Jean Georges Almendras-3 de enero de 2022

"No basta con llegar y tocar una campana para que la gente vaya a misa.

La pobreza hace que la gente no se acerque a la iglesia.

Hay que luchar para cambiar las cosas. El cristianismo es revolución y compromiso con lo real".

(Pa’i Oliva)

Hace algunos años atrás, en uno de sus últimos libros “Habitaciones de soledad y miedo”, el periodista español Vicente Romero -un verdadero decano del periodismo en España y el mundo- escribió algunos muy contundentes y merecedores párrafos sobre un sacerdote jesuita -Francisco De Paula Oliva, más conocido como Pai’ Oliva” que era un mito viviente en la defensa de los pobres en el Paraguay, que vivía con ellos en Los Bañados de Asunción, como baluarte de una monumental obra de activismo social en favor de los desamparados, como víctimas de un sistema capitalista criminal que los sometía y los arrojaba a las terribles fauces de la pobreza, de la falta de medios para subsistir, de la falta de alimento y especialmente de la falta de dignidad humana. Por aquel momento, su historia me consternó, y me catapultó a buscarlo en algún momento de mis actividades periodísticas. Y finalmente lo conocí, no hace pocos años. Estuve con él. Conversé con él, en su casa y al mismo tiempo su obra de ayuda social y de defensa de los derechos humanos, en las entrañas mismas del barrio donde comenzó a trabajar en esa línea, en Asunción, desde 1995. Hace pocas horas, en una habitual recorrida de las noticias del mundo me entero de su desaparición física, a la edad de 93 años, y se me hizo un nudo en la garganta. Y lloré en silencio. Hace unos meses, con su salud ya delicada, él personalmente a través de una carta solicitó volver a su casa del Bañado Sur, con el deseo de pasar allí sus últimos días de vida: “No le temo a la muerte. Sé que es inminente. Pero quiero ir a morir en mi casa”.

Tras su fallecimiento todo el periodismo paraguayo le dedicó grandes titulares. Calificativos de reconocimiento, y de homenaje se expandieron por los cuatro puntos cardinales del territorio guaraní y el mundo. Otro tanto en las redes sociales, donde salieron a la luz sus fotografías y los aspectos más salientes de su obra social y de su militancia en los tiempos de la dictadura de Stroessner, como defensor de los perseguidos por los militares, que se hizo tan fuerte que estuvo a punto de ser asesinado en 1969, de no ser advertido por uno de sus alumnos (porque él era además un docente, desde 1964, momento en que llegó al Paraguay, procedente de España, para trabajar en la educación de los jóvenes de esa tierra que lo acogió con mucho amor, y muchas esperanzas, que obviamente no defraudó bajo ninguna circunstancias) para ser finalmente expulsado del país, por orden del dictador, registrándose su reingreso a esa tierra, para construir, vidas y esperanzas en los Bañados del Sur, distante a solo 15 minutos del centro de Asunción.

Todavía lo tengo en mi memoria, a Pa’i Oliva, mirándome a los ojos y hablándome pausadamente (con la sapiencia de un ser sensible y rico en conocimiento, y desbordante en solidaridad) y a algunos integrantes del Movimiento Our Voice, en su cumpleaños número 90, en ocasión de una entrevista que oportunamente publicamos en Antimafia Dos Mil. Al año siguiente (antes de desatarse la pandemia) lo encontré otra vez, junto a más jóvenes de Our Voice (estando entre ellos la fundadora Sonia Bongiovanni, quien quedó literalmente conmovida) que tuvieron la dicha de escucharlo, rodeándolo con amor militante, para capturar de su pasado y de su presente, lo más granado de la lucha social, y de la lucha en favor de la vida, y en favor de los que han sido (y siguen siendo) excluidos por los grandes sistemas de poder, los sistemas criminales que a diario denunciamos en nuestras páginas y que constantemente señalan con el dedo los jóvenes de Our Voice, a través del arte.

Pa’i Oliva, como le decían en esos Bañados del Sur, seguirá estando presente, porque no hay desamparado paraguayo que no lo conozca, que no lo tenga en su corazón, porque su entrega a ellos, no fue fruto de la especulación ni de la demagogia, sino que fue fruto del compromiso, que solo sienten los hombres justos, y en este caso, los hombres justos de la iglesia católica, que bastante distante están de la institución católica, en donde los intereses y las riquezas se imponen con facilidad, olvidándose de los sacerdotes que llevan en su diario trabajo el mensaje de un Cristo, revolucionario y cercano a los excluidos, a los perseguidos, a los hambrientos.

Pa’i Oliva, era un guerrero de la lucha social. Así lo recordará el mundo, y en su despedida final, aún con las medidas sanitarias por el Covid 19, seguramente serán interminables las muchedumbres de hombres y mujeres y niños, que le darán su saludo póstumo, por tratarse de uno de los seres que más los amo y los defendió, de los esbirros del poder político y financiero, dentro de una sociedad paraguaya, clasista, contaminada por el narcotráfico y la corrupción.

Pa’i Oliva, era un educador por naturaleza, que tuvo la sabiduría de ejercer la docencia, dándoles a las jóvenes oportunidades, caminos y especialmente esperanzas, comprensión y afecto. Pero especialmente dignidad y humanidad, para despertar en ellos, el amor a la vida, a la justicia y a la libertad, alejándolos de la criminalidad y de las adicciones; preparándolos para convivir en una sociedad moderna devoradora de hombres.

La historiadora Margarita Durán a poco de conocerse en el Paraguay la noticia del deceso de Pa’i Oliva divulgó sus sentimientos, desde lo más profundo de su ser: “Tenemos un nuevo santo paraguayo. San Pa’i Oliva. Fue al encuentro del Padre a las 15 horas (NdR: de este lunes 3 de enero). Partió sin dejar de sorprendernos. Un grande entre los grandes”.

La prensa paraguaya acaba de difundir la noticia de que su cuerpo será velado en su casa del Bañado Sur, donde con humildad, hizo de su persona y de su obra social diaria, un brazo militante, confrontando sin hipocresías y sin medias tintas al orden social criminal de una sociedad paraguaya que en no pocas oportunidades le dio vuelta la cara y no lo ayudó, como contraposición a otros miles de almas de buen corazón que se comprometieron con él, con su causa, codo a codo.

Pa’i Oliva, gracias por tu sola presencia y por tu accionar, y por tus ideas. Fuiste pura resistencia y ejemplo para muchas generaciones.

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*Foto de portada: Our Voice / Antimafia Dos Mil / El sacerdote a la edad de 91 años, en su casa de los Bañados del Sur, junto a Sonia Bongiovanni y otros jóvenes de Our Voice, entre ellos Matías Guffanti, coordinador en Sudamérica del Movimiento