Jueves 25 Abril 2024
Por Malena Sánchez, desde Argentina-23 de setiembre de 2021

Presume el Siglo que transcurre de las más avanzadas tecnologías, de la comunicación a velocidades nunca antes vistas, de las conexiones internacionales. Presume de sus declaraciones universales por los Derechos Humanos, del fin de la guerra, de los tratados entre países por la paz. Presume y sus voceros en el poder, los controladores de su sistema se enorgullecen del trabajo, se regocijan por su aclamado esfuerzo, piden paciencia por todo lo que falta y cooperación a la población común. Avanzan los años del Siglo, de los siglos. Se reúnen presidentes, representantes, ministros, intelectuales, empresarios, capitalistas y poderosos hombres de corbata para debatir qué ocurre, qué falta, qué habría que mejorar. Sin sonrojo sonríen por su supuesto altruismo, estrechan sus manos, prometen un par de migajas para el resto y conformes se acuestan a dormir.

Y allá, en las sombras, en la parte que mejor omitir en los libros de la historia, algunos millones de personas. Hablan los dominantes interesados, mientras toda aquella gente va cayendo en las distintas redes atroces que ellos mismos sostienen. El narcotráfico, la trata, la explotación en todas sus formas. Los negocios que le dan dinero al sistema, pero que mejor no presumir, se mantienen presentes y crecientes en el Siglo.

Hoy, en el Día Internacional contra la Explotación Sexual y Trata de Personas, las cifras espantosas reflejan la realidad de la actualidad.

Solo en nuestro país, Argentina, entre el 2008 y 2019 se han rescatado 14.505 víctimas (según el Programa Nacional de Rescate). Aquí, la trata con fines de explotación sexual representa la mayor práctica de este delito. El Informe Anual del 2014 muestra que, de los casos investigados por trata, el 69% están relacionados a fines de explotación sexual. Otro dato sumamente importante es que el 73% es contra las mujeres.

Duele, pero no extraña, pues en un mundo capitalista, la avaricia es ciega y voraz. No hay costo moral ni humano que valga frente al afán de acumular dinero, y así los cuerpos se mercantilizan, se transforman en un bien que se puede comprar y vender. Se aprovecha una sociedad machista y el sistema la sostiene para sacar provecho de la visión de inferioridad que se tiene sobre la mujer.  Así, los cuerpos de las mujeres son secuestrados para ser vendidos y prostituidos contra su voluntad para satisfacer los deseos de otros.

Es que la trata de personas es el tercer delito que más dinero mueve en el mundo. De acuerdo a un informe de la Procelac, solo en 12 causas judiciales, que representan una cantidad ínfima, la Justicia detectó que las redes de trata en Argentina obtuvieron ganancias por más de 130 millones de pesos por la explotación sexual de mujeres.

Esta gran ganancia deja en claro por qué existe tanta complicidad. Son muchos los casos conocidos para ejemplificarlo: uno de los primeros en darse a conocer fue el de la joven tucumana Marita Verón, secuestrada en 2002 y aún desaparecida. Este caso demostró esa complicidad de actores ligados a la policía, la política y la justicia que encubrieron a quienes la secuestraron y la mantuvieron cautiva.

También se podría mencionar el caso de Alika Kinan, conocida sobreviviente de trata rescatada en Ushuaia y hoy activista, que denunció cómo el Estado municipal fue responsable de facilitar la habilitación los comercios en el que se explota sexualmente a las mujeres. Ella confirmó que, tal como se había denunciado, en la ciudad de Ushuaia se encontraba en vigencia una ordenanza que regulaba la actividad de las mujeres explotadas, llamándolas "alternadoras", siendo que eran víctimas de trata y prostituidas.

Otro detalle a resaltar es que, de las 14.505 víctimas arriba mencionadas, el 51% eran extranjeras. Personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, carentes de oportunidades de trabajo y buscando mejores condiciones de vida en otros países, son cruelmente engañadas, por medio de promesas falsas de trabajo e inteligentes engaños. Si no son sometidas a explotación sexual, lo son a explotación laboral (es la segunda causa de sometimiento a redes de trata, el 31% del 2014). En el mundo se sigue acrecentando la pobreza y desigualdad, y la desesperación por salir de esas situaciones lleva a las personas a situaciones vulnerables, fácilmente expuestas a la explotación. ¿Cómo esperar algo diferente teniendo en cuenta la marginalidad en la que se encuentra un gran porcentaje del continente? Desempleo, pobreza, salarios míseros, falta de educación y de acceso a la información, condiciones de trabajo inhumanas Latinoamérica es la cuna de la vulnerabilidad, su gente es arrojada a la exposición y al desamparo.

Ni la Ley Nacional Nº 26.364 del 2008 ni tampoco sus modificaciones dentro de la Ley Nº 26.842 del 2012, sirvieron para disminuir los casos en Argentina. No existen políticas públicas concretas para aplicarlas, las actuales son ineficaces e insuficientes. El Estado debería garantizar, en primera instancia, la asistencia psicológica, económica y social a sobrevivientes de trata, independientemente de su nacionalidad y siempre con perspectiva de género y de derechos humanos; también su reinserción social y laboral, brindando la capacitación si así se lo requiere. Se les debe garantizar (a las víctimas y a todas las personas, en realidad) el acceso a la vivienda, a la educación, al trabajo y salud integral. También es importante facilitar las gestiones de permisos de residencia, para los migrantes, víctimas de trata que quieran permanecer en el país y dejar de poner obstáculos para la migración regular en aquellos países que presentan complicaciones. Para desmantelar las redes, se necesita que las investigaciones las lleven a cabo organismos independientes en manos de las víctimas, de organizaciones sociales, feministas y de derechos humanos, actuando de forma independiente al Estado, a los funcionarios y partidos que lo gestionan, para así evitar la corrupción y complicidad siempre presente.

Sobre todo, cambiar este sistema sostén de un ejército de víctimas, utilizadas para lucrar, aprovechadas en su abandono. Ganarle al poder de siempre, a los que manejan los negocios millonarios, los hombres poseedores y poderosos, a los cómplices garantes de sus negociados que se reúnen a palabrear sin decir nada importante.

Luchar para que vengan años más humanos, más solidarios, sin privilegios, clases ni poder concentrado; años, donde podamos presumir colectivamente, por los siglos de los siglos, victoria.

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*Foto de portada: ellitoral.com