Jueves 18 Abril 2024
Fue desaparecido en democracia hace 15 años; testigo clave en juicio contra represor argentino
 
Por Agustín Saiz, desde Argentina-18 de setiembre de 2021

Los testigos declaraban con la presencia de Etchecolatz, quien los perseguía con su mirada amenazante y un crucifijo colgado del pecho. Era una especie de animal acorralado que no podía contener su furia, y con la condena a perpetua cada vez más cerca, no tenía donde ir.

Al menos eso era lo que todos pensábamos. Ahora ya sabemos que una bestia herida de muerte, es capaz de cualquier cosa.

La sala se pone de pie, “Chicha” Mariani fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo ingresa y todos la aplauden. Luego se hace silencio, avanza hacia donde está el imputado y lo encara. Le dice que, en lugar de estar rezando tanto para aliviarse, mejor le dijera dónde está su nieta Clara Anahí.

Por primera vez iba a ser juzgada una persona por genocidio en Argentina. Se iniciaba así una nueva etapa después de décadas de impunidad. Adriana Calvo, Nilda Eloy, entre otros cientos de testigos más, estaban listos para detener la herida y que deje de sangrar. Detrás de ellos, los acompañaban, marchando, 30 mil compañeros desparecidos, ¡presentes!

El juez Rosansky inicia la audiencia, formalmente le pregunta a Etchecolatz su nombre y profesión, para identificarlo y así dar comienzo al proceso. ¡Asesino! La respuesta inmediata fue el grito enfurecido de todo el resto de la sala, que irrumpió como una ola que se venía cargando desde hace décadas, desde el fondo del mar, y que finalmente llegaba y se estrellaba con toda su fuerza.

Llega el momento, es el turno de Jorge Julio López. Las imágenes del pasado y del presente se empiezan a fusionar: la primera es del 76 y está atado en la cama de torturas soportando los gritos y los insultos de Etchecolatz; en la segunda, es el año 2006 y está sentado frente al juez, listo para acusarlo públicamente delante al tribunal.

Julio López 2

También aparecen una tercera imagen y hasta una cuarta. Todas se superponen. La tercera todavía no ocurrió, pero va a ocurrir pocos días después. Y la cuarta es difusa, no se distingue bien nada. Pero sabemos que se trata de él, aunque no sabemos dónde está.

El juez pregunta (*):

- Usted fue llevado primero a Cuatrerismo?

"Si".

-¿Y de allí adonde fue llevado?

“De ahí fui llevado al pozo de Arana".

"De ahí fui llevado a la quinta".

"A la octava".

"A la unidad nueve".

Como en un coro de voces levemente desfasado, pasado, presente y futuro van dando el mismo testimonio a destiempo, hasta que finalmente se unen en una sola voz.

-¿Y quién le hacía todo esto?

“¡Etchecolatz! ¡El señor Etchecolatz!".

-¿El hacía todo lo que usted me está contando ahora?

"Etchecolataz estaba a un costado, y desde ahí mandaba... nos tiraron a todos juntos en la celda. Lo sacan primero a Rodas, le dicen: hijo de puta así que estuviste en Quilmes poniendo letreros Siento un martillazo, sería el de una pistola con silenciador. Siento el tiro y un grito, y no habló más nada... Después la sacan a Patricia que gritaba: no me maten, llévenme a una cárcel, pero no me maten quiero criar a mi nenita, mi hija. Pero ellos no. Van a ver ustedes si un día encuentran el cadáver, en la cabeza tiene metido el tiro desde acá y le sale por acá ¡Pum! otro tiro”.

"¿Saben qué hacía Patricia Dell´Orto y otras chicas, como Mirta Manchiola? Se dedicaban a cuidar chicos, a darles de comer. Y cuando nadie los apoyó iban con los chicos de la Universidad, con la Juventud Peronista, iban de pie si era necesario, en micro, para llevarles cosas a los chicos... Iban todos los días al barrio. Ellas llevaron a los chicos del barrio a Mar del Plata, los hicieron conocer lo que era un mar, lo que era bañarse en un mar, a todos los chicos medio desamparados. Estas cuatro o cinco mujeres... Esas son mujeres de oro. Y estos asesinos las mataron sin piedad".

-¿Usted lo vio?

"Si, podía observar, medio así de costado estaba. A Patricia la pude ver bien, al que no pude ver bien a Rodas. Y después sacaron a Ambrosio de Marco, como no se levantaba lo agarraron entre dos o tres y lo llevaron a la rastra. Y otro tiro".

- ¿Usted vio eso?

"Si los vi, sí. Después me tiré al suelo. Yo me dije, voy a esperar que me saquen, porque prefería que me maten y no que me dejen vivo. Por Dios se los digo, yo hasta pensé si un día si salgo y lo encuentro a Etchecolatz yo lo voy a matar. Yo así pensaba. Y después digo puta y si lo mato... para qué voy a matar una porquería de esas. Un asesino serial, no tenía compasión; él mismo iba y los pateaba".

-¿Él personalmente?

"Él personalmente, le digo a todos los presentes, dirigió la matanza esa".

Julio López, se mira a sí mismo. Acaba de cumplir con su promesa. Finalmente, Etchecolatz será condenado a cadena perpetua por genocidio (1).

Julio López 3

El primer Julio todavía sigue en cautiverio y no lo sabe.

El segundo es el que queda grabado en un instante eterno después de testimoniar frente al tribunal.

Al tercero ya nada más le importa, el compromiso con sus compañeros está por demás saldado. No hay nada más por hacer y solo sale caminando a la tarde desde su casa hacia el tribunal, por última vez.

"Yo cooperaba con los Montoneros, yo se lo digo derecho, yo no me saco la venda de los ojos. Cooperaba con ellos porque fueron los únicos valientes que le hicieron frente a 240 mil tipos, entre ellos policías, soldados, marinos, prefectura, gendarmería, que cooperaban todos. Fueron los únicos seis mil tipos que salieron a la calle. Y con orgullo se lo digo, con orgullo. Y si no, júzguenme, porque fueron unos cuantos pibes que salieron a defender a la gente".

El cuarto, sólo sonríe. No sabemos dónde está, pero sonríe.

Compañero Julio López, ¡gracias!

¡Hasta la victoria siempre, siempre, siempre!

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(1) Técnicamente la querella pidió condena por genocidio, pero el tribunal falló por crímenes de lesa humanidad en el marco de genocidio.

*Todos los testimonios fueron extraídos textuales de Julio López durante el juicio a Ectchecolatz.

https://www.youtube.com/watch?v=NVSE161s0Y0

*(Nota de redacción: Jorge Julio López, que era albañil, y que tenía 77 años, vivía en el barrio platense de Los Hornos, fue dado como desaparecido (en democracia) el día 18 de setiembre de 2006. Había sido secuestrado y torturado durante la última dictadura cívico militar. Ese día 18 de septiembre, tenía previsto presenciar los alegatos contra su torturador, condenado 24 horas después. La desaparición se produjo en el contexto de la reapertura de los juicios por delitos de lesa humanidad (delitos que habían estado paralizados durante dos décadas por las leyes de impunidad). "Necesitamos que se investigue, que alguien nos diga qué pasó y sobre todo dónde está mi viejo", fue el reclamó posterior de su hijo Rubén López; “No pedimos más que justicia, nunca quisimos venganza, como no la quiso mi viejo", expresó, aludiendo a su padre. La causa para investigar su ausencia (lleva acumulado casi medio centenar de cuerpos, pero no registra avances). Las principales líneas de investigación apuntan al entorno de Miguel Etchecolatz (quien fuera director de Investigaciones durante la dictadura), a los policías que fueron sus subordinados durante el terrorismo de Estado, y a un sector del Servicio Penitenciario Bonaerense).

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*Foto de portada: elliberal.com

*Foto 2: infogei.com / Miguel Etchecolatz

*Foto 3: lavoz.com