Miércoles 24 Abril 2024
Mejor hubiese optado por guardarse al silencio
 
Por Jean Georges Almendras-27 de junio de 2021

“Sr. Senador de la República Guido Manini Ríos.

Tenía previsto encarar memorias y recuerdos, y mínimamente homenajear a los caídos en las resistencias populares tras el golpe cívico-militar en el Uruguay, el 27 de junio de 1973, hace ya 48 años. Tenía previsto ese derrotero, pero cuando reviso la prensa (www.montevideportal.com) me doy de bruces con sus declaraciones (en Twitter) como líder, y senador del partido Cabildo Abierto -que hace parte del Gobierno de Luis Lacalle Pou- y no puedo ignorarlas, pero no precisamente porque sus apreciaciones me resulten simpáticas, nada que ver, sino porque me resultan ofensivas. Así, de una: ofensivas, insultantes, detestables y, por sobre todo cínicas. Cargadas de un cinismo que no deberíamos tolerar, si es que tenemos una pizca de moral y de ética, y de respeto, por quienes en los días y en los años del terror osaron enfrentarse, bajo diferentes modalidades, no solo a los dictadores de la casta militar y del sistema político de la época, sino a quienes, en la antesala del 27 de junio de 1973, en los años duros del período de Jorge Pacheco Areco, tomaron calles y plazas para resistir a un descarado avance de un fascismo recalcitrante. Sus palabras que representan a un uniforme, que ha sido emblema de la tortura y de la muerte, hacen a la época (a esta época), y tal parece que también, a la moral de una persona (que en más de una oportunidad) se ha jactado y se ha presentado públicamente, como un senador de la República, que, desafortunadamente hace la vista gorda, respecto a un tiempo histórico, en el que la casta militar uruguaya de la cual, usted, es integrante, se ensució las manos, defendiendo intereses foráneos, es decir los intereses de un imperio estadounidense que fue cuna y ejemplo de un poder caracterizado por la dominación y el sometimiento, aplastando soberanías, fuera de sus límites territoriales, como si tal cosa.

Entonces, señor Guido Manini Ríos, los militares, del ayer y del hoy, no están en condiciones de ironizar como usted lo ha hecho, pronunciándose con el “Nunca más” (que fuera emblema del Fiscal Julio Strassera, a la hora de cerrar el juicio a la Juntas Militares en la Argentina, en los años 80) como si esa expresión fuera oportuna para bastardearla de esa forma, porque esa expresión es pertenencia natural de quienes sufrieron en carne propia tormentos y desapariciones, muerte y terrorismo, y no de quienes acometieron contra el pueblo en resistencia y en lucha, desatando vendavales de sangre y muerte, entre la población civil, arrasando con personas mayores y jóvenes de ambos sexos y menores de edad.

Usted, tiene el tupé de decir en Twitter (en las famosas redes sociales) que hoy “27 de junio, debe ser un día de reflexión y compromiso” y después “nunca más Estado de guerra interno, declarado por el Parlamento democrático el 15 de abril de 1972”.

Usted, diciendo eso, se pasa por donde no llega el sol, todo un período de violencias estatales, con el resultado de muertes y de atentados, en los años previos a 1973, porque para que sepa (si es que su familia, patricia y fascista que fue por aquellos días, no se lo dijo) en plena democracia, siendo el gobernante un autoritario como fue Jorge Pacheco Areco, ya la democracia era una burda pantomima cívica en la que las represiones y las muertes de estudiantes y de opositores al régimen, eran moneda corriente. Señor Manini Ríos, le recuerdo, también, que el Estado de Guerra Interno (al que usted alude como declarado por el Parlamento en ese abril sangriento de 1972) fue la resultante flagrante de una “guerra sucia”, instalada burda y criminalmente por el Estado uruguayo, en medio de una población (y de una guerrilla como la del Movimiento de Liberación Tupamaros MLN, la que por otra parte era necesaria e inevitable) que además, no tenía otro recurso que la protesta social, gremial, y estudiantil, frente a un deterioro visible y cruel, de una sociedad uruguaya, infestada de represiones, crisis de neto corte económico y limitaciones de libertades, donde los derechos individuales más elementales no eran respetados, primero, ni por la policía, y segundo, ni por los militares, que se sumaron al aparato represivo, que fue antesala del golpismo cívico militar del 73, dejando un saldo de mortalidad y de violaciones de los derechos humanos, mismo en un período democrático (cuyas garantías no eran tales) y no exclusivamente en dictadura, la que recién sobrevendría a los pocos años.

Usted, además, insiste, diciendo: “nunca más agresión a las Instituciones democráticas”, y con solo mencionarlo, hace que esa expresión se torne recurrente (históricamente) porque fue el mantra que usaron los autoritarios de aquellos días, para justificarse (limpiarse descaradamente) todos y cada uno de los asesinatos cometidos por las bandas fascistas que irrumpían en liceos de la capital, blandiendo armas y cachiporras, y lanzando gases lacrimógenos, como parte de una escalada de violencia impuesta por personajes, personeros de corrientes ideológicas propias de un fascismo repulsivo, que hasta el día de hoy, perdura, pues precisamente en sujetos (ciudadanos) como usted, que todavía añoran esas arengas. Esas arengas fascistas, para hacer creer a las generaciones (de hoy) que las instituciones democráticas eran sagradas e intocables, y, además, excelsos emblemas de libertades y derechos, cuando en realidad eran todo lo contrario, porque eran emblemas indiscutibles, propios de una democracia fantoche y criminal, vestida de institucionalidad y de una ceremoniosidad, literalmente nefasta. Pero en concreto, las instituciones democráticas, no eran más que letra fría, y cínico pretexto, para anteponer sobre la población, ideas y prácticas del terror, para que la “democracia” tuviese sólida defensa, ante el avance y ante la presencia del marxismo leninismo en la sociedad uruguaya. Vaya horror, porque en definitiva, quienes no eran leales a las tan mentadas instituciones democráticas (al punto de atentarlas, de esa manera) no eran los subversivos e izquierdistas de la época, sino más bien, todos y cada uno de aquellos que enarbolaban las banderas del odio anticomunista, para abrazarse a una idea democrática, distante del demonio soviético, porque la preferencia era ser lo opuesto, y ser lo opuesto, era: formar parte de un sistema político anti comunista, de extrema derecha; o formar parte de grupos parapoliciales, como la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), cuyos ideólogos hacían parte del gobierno pachequista, siendo responsables de atentados, impunemente. Pero el Estado de Guerra, había que provocarlo (a nivel legislativo) porque, inexorablemente, serviría a la causa fascista del momento.

Usted señor Manini Ríos, nos da, además, como frase estratégica, el anhelo de un “Nunca más violaciones a la Constitución y, al Estado de derecho”, olvidándose, u omitiendo, tendenciosamente, que quien hizo eso precisamente fue el presidente de la época, Juan María Bordaberry, lo que me haría pensar que usted -por subrayar este aspecto- es, en definitiva, mucho más subversivo que los subversivos de aquel momento, o que quizás no ha comprendido que cuando desde el ala izquierda se habla en tales términos, es porque la Constitución de la República fue literalmente pisoteada, en una primera instancia por un presidente electo legítimamente (Bordaberry), y en segunda instancia por las FFAA, de la cual usted formó parte, y aún ahora, que hace parte del poder político. Lo que me hace decirle, que cuando usted dice nunca más violaciones a la Constitución y al Estado de derecho, está francamente, o contradiciéndose o burlándose groseramente de todos aquellos que interpretamos, que lo ocurrido el 27 de junio de hace 48 años, fue una flagrante violación de la Constitución, por parte de un presidente elegido democráticamente, nada más ni nada menos, para que ustedes, los militares, puedan hacerse del Poder, entrando al Palacio Legislativo, armas en mano, en la fría madrugada de ese día de junio.

Pero, le aclaro y le pongo en conocimiento, a usted señor Guido Manini Ríos, exmilitar, que cuando dice y recalca: “nunca más venganza, nunca más maltrato a los prisioneros y nunca más intromisión extranjera en nuestros asuntos”, aborda, literalmente un terreno (para usted y la casta militar) en extremo resbaladizo y árido, porque la venganza, más despiadada, no fue ejercida, ni desde la guerrilla, ni desde los movimientos gremiales y políticos de las corrientes izquierdistas de la época, sino más bien, fue ejercida desde filas castrenses: una venganza, con sabor a represión indiscriminada y cruel para con todos aquellos que pensaban en contrario, sea en tiendas parlamentarias, sea dentro de los sectores estudiantiles y profesionales de aquellos tiempos. Y sumo, por si fuera poco, que los maltratos a los prisioneros, los materializaron ustedes los militares de las tres ramas de las FFAA; y, además, le sumo para su coleto, que la intromisión extranjera de aquellos días tuvo (y sigue teniendo) el rastro y el rostro de los Estados Unidos, porque la Doctrina de Seguridad Nacional que se impuso oportunamente (y ahora también, pero más solapadamente) fue “made in United States”. Por lo tanto, decir “nunca más” a las venganzas, a los maltratos y a las intromisiones extranjera, viniendo de usted, me hace que es una broma de muy mal gusto, y además un verdadero cinismo y un bochorno, mucho más cercano al exabrupto, que, a la letra misma, que, en realidad, repito, viniendo de usted, no dice nada, absolutamente nada. Y en particular, porque viniendo de usted, hasta podría ser tomada como una falacia, y hasta la podríamos perdonar. Pero, no sé, hasta qué punto. Y la “venganza” a la que se refiere, le aclaro, no es la que se busca cuando por ejemplo desde Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos en el Uruguay, o desde los colectivos u organismos de DDHH, porque lo que se busca, es literal y exclusivamente justicia, pero ni por asomo venganza.

Señor Guido Manini Ríos, usted escribió en redes sociales diciendo que no haya nunca más “salvadores mesiánicos” que no haya más odios como motor de lucha política y que nunca más la “indiferencia” deteriore la institucionalidad de Uruguay, agregando: “es hora de aprender del pasado” y cultivar entre todos la “tolerancia” expresando, a modo de epílogo, de su arenga del “nunca más” que “hoy, antes que nada, debemos cuidar y defender la democracia”.

Tenga la seguridad, señor Guido Manini Ríos, que si las FFAA y algunos personajes del sistema político uruguayo (algunos de los cuales hoy todavía están, a la orden de las “instituciones democráticas”, con los rostros y las intenciones de corderos, siendo en verdad lobos) hubiesen inclinado la balanza, tras las nada transparentes negociaciones (pactos) de transición a la democracia, como por ejemplo la del Club Naval, en favor del arrepentimiento, y del ejercicio de la justicia, y aún más, del no ejercicio de la cultura de la impunidad, buscando expresamente que se castiguen honrosamente y adecuadamente a los violadores de los DD.HH de filas castrenses y militares, y policiales, y del poder civil, sin dejar a un costado la búsqueda de los restos de los detenidos desaparecidos, otra habría sido la canción. Y tan otra, que, hasta capaz, los dichos suyos de hoy 27 de junio de 2021, a los 48 años del golpe cívico militar en nuestro país, como ex general y como ex comandante del Ejército Nacional, y como senador de la República, seguramente habrían tenido otra repercusión y otro sentido.

Y le digo más, hasta quizás sus palabras habrían sido loables. Pero, hoy, tal como están las cosas, lo dudo mucho. Sus palabras, se lo repito, son ofensivas, son puramente lesivas y provocadoras, porque la casta militar del Uruguay está cebada de impunidad y de soberbia. Y a las pruebas me remito.

Sus palabras no pueden sustentarse en la honestidad, ni mucho menos en la sinceridad, porque hoy por hoy, son diversos los obstáculos para ello. Es inviable, pero por la sola naturaleza de sus términos y de su autor, dar como bien intencionadas sus apreciaciones, siendo que hay en vigencia una Ley de Caducidad, que no ha hecho más que fortalecer la cultura de la impunidad desde que fue gestada; siendo que en todos los gobiernos democráticos, muy escasa ha sido la voluntad política para trabajar en materia de DDHH, bien sea derivando a la Justicia a sus colegas de las fuerzas armadas o de la institución policial a los juzgados penales, o bien sea definiendo, desde la administración de Julio María Sanguinetti hasta la del actual Luis Lacalle Pou, los enterramientos de los detenidos desaparecidos, para entregar sus restos a las madres y a sus familiares; y, siendo que hoy, todavía la casta militar, en sus institutos de enseñanza, no ha saneado sus ideas ni ha reconocido los estragos cometidos en los días del terrorismo de Estado, y por el contrario, ha mantenido incólumes todas y cada una de las justificaciones para cometerse los atropellos por aquellos días y eso es grave. Es inaudito, que, 48 años después, desde filas mismas de la casta militar, no se fomente el mea culpa, pero sí, se fomente la omertá, es decir, el silencio; el silencio más cerrado, que uno se pueda imaginar.

Señor Guido Manini Ríos, sepa usted, que no hace a la verdad, ni a la democracia, mantenerse en esa postura; y lo que es más aún, entrar en el terreno de hablar en términos del “Nunca más” , es hasta una muy baja y soez forma de distorsionar la verdad, no solo a las nuevas generaciones de la ciudadanía , sino especialmente, a las nuevas generaciones dentro de la institución militar, cuya visión de la justicia y de lo que ocurrió en los días dictatoriales y pre dictatoriales, no se ajustará a la verdad, y de esa forma, las heridas no habrán de cerrarse nunca.

Señor Guido Manini Ríos, sepa usted, que esos jóvenes que ingresan hoy (y que tiempo atrás ingresaron) en los predios militares, porque optaron por la carrera militar, tienen el derecho de saber la verdad con mayúsculas, porque todos sus estudios se vienen desarrollando caminando, y rindiendo exámenes o haciendo ejercicios físicos, sobre terrenos en cuyas profundidades hay restos humanos y óseos, de connacionales, que solo por pensar diferente, algunos años atrás, se le fueron arrebatando sus vidas, como si solo de esa manera sus ideas pudieran ser abatidas o esfumadas del planeta.

Señor Guido Manini Ríos, termino diciéndole a usted, y a todos los integrantes de la casta militar que se manejan en términos de omertá (y a los civiles que los secundan, con aires de complicidad, a conciencia o fortuitamente) que este 27 de junio, mi mayor homenaje a esos detenidos desaparecidos, y a la democracia, fue precisamente haberle dedicado estos minutos, para dirigirle esta misiva, porque verdaderamente, subleva y daña, saber, que todavía hay quienes, dentro del Parlamento nacional, son protagonistas de un letargo descomunal y de una insensibilidad histórica, entre todos aquellos, que por estar donde están, más bien, deberían trabajar por la verdad, y no por la mentira, y ni mucho menos por la “omertá”, la que a esta altura de los acontecimientos, se hace mafiosa y criminal.

No pensé que usted, señor Guido Manini Ríos, ahora, que es todo un senador de la República, anhelase enlodarse más de lo que ya está, por temas que le conciernen, como legislador, y como el militar que sigue siendo, a pesar de ser retirado.

Pero, pensé mal, porque pronunciarse como se pronunció este 27 de junio, definitivamente lo ubicó en una muy nada saludable posición, en el contexto nacional. Ya le caerá la ficha un día de estos, cuando tome conciencia del alcance y de la magnitud de sus expresiones.

Fue de su parte, una decisión desacertada, y le repito, insultante, por ejemplo (por nombrarle algo muy contundente) para quienes marchan todos los 20 de mayo reclamando justicia, portando las fotos de sus desaparecidos. Como fue insultante, cuando el 20 de mayo último habló de las abejas, sin mirar que sus apreciaciones lesionaban a esas valerosas mujeres y familiares de todos aquellos detenidos que hoy están desaparecidos.

Halla usted, por no tener la sensibilidad institucional de reclamar desde su propia investidura, que los militares que cometieron delitos de lesa humanidad (como ocurriera con José Nino Gavazzo) sean derivados con celeridad institucional ante los magistrados penales, porque al final, esa postura, hablaría muy bien de su perfil de militar, de su perfil como político y de su perfil humano. ¡Ah! y no solo reclamar que sus colegas rompan su omertá, sino además, con hechos, propiciar, trabajar y hacer denodados esfuerzos para que ese reclamo sea atendido sin demora, si acaso para sanear la fuerza de la cual usted hace parte.

No lo puedo saludar atentamente. Solo le puedo recordar que la historia tendrá la última palabra, y más tarde o más temprano se hará justicia. No lo olvide.

Jean Georges Almendras, director de Antimafia Dos Mil, Sudamérica”.

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*Foto de portada: www.ladiaria.com

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