Las infancias del mundo amenazadas por la violencia extrema
 
60 millones de niños y niñas morirán antes de cumplir los cinco años, hasta 2030
 
Por Mikaela Melo y Enzo Borges-4 de junio de 2021

Según cifras internacionales anunciadas por la ONU, se estima que antes de 2030 alrededor de 60 millones de niños y niñas morirán en el mundo antes de cumplir los cinco años. Cada día mueren 15 mil menores por causas que se podían haber evitado, ya que no se contempla ni se aplica el derecho humano básico: la supervivencia.

En agosto de 1982, la Asamblea General de la ONU, en su periodo de sesiones de emergencia sobre la cuestión de Palestina, se presentó abatida por el excesivo número de niños y niñas palestinas y libaneses que habían sido víctimas de los actos de agresión causados por el Estado de Israel; por lo que decidió establecer el 4 de junio, de cada año, la conmemoración del Día Internacional de Niños y Niñas Víctimas Inocentes de Agresión.

En 1990, se realizó una Cumbre Mundial a favor de la Infancia, de la cual surgió un plan de acción que citaba la siguiente declaración: "No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quién dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana".

La realidad es que nada ha mejorado después de estos anuncios, sino que por el contrario, se ha agudizado.

Una evidencia clara de esta triste realidad la encontramos en Palestina, donde las infancias se desangran: 73 niños y niñas fueron asesinadas y 540 resultaron heridos solamente en mayo de 2021. Anualmente, las cifras alcanzan hasta 700 niños asesinados, a lo que se suman miles, de un promedio de 12 años de edad, que son arrestados y procesados por el sistema judicial y militar israelíes. Estos inocentes son los principales receptores de los ataques ofensivos impulsados por el gobierno terrorista y sionista.

Ellos y ellas, las criaturas más indefensas entre las personas, padecen todo tipo de violencia y agresión siniestra. Son víctimas de homicidio, de violencia sexual, de secuestros, son forzados a desplazarse de sus hogares. Reclutados como soldados, viven refugiados, desnutridos y torturados. La agresión no tiene límites y llega al punto de ser letal. Sus hogares, escuelas y hospitales, también son criminalmente atacados.

Redactar planes y no contribuir a su instrumentalización significa perpetuar profundamente el sufrimiento, y aplazar las necesidades y los derechos de las y los niños.

Los planes futuristas establecidos por la ONU, las políticas estatales, y la ayuda humanitaria no son suficientes para enfrentar esta problemática.

El presente de las infancias y las adolescencias no puede esperar: debe ser considerado una prioridad inmediata.

Los niños y las niñas no eligen vivir en estos contextos, no eligen vivir estos calvarios, no eligen ser testigos de masacres y crímenes; pero lamentablemente no tienen otra opción, porque son obligados a vivir en una barbarie; porque no les permitimos conocer sus derechos y mucho menos los respetamos.

Los múltiples padecimientos de menores de edad demuestran también la absurda posición de muchos adultos que, creyéndose superiores y aprovechando la diferencia etárea, les consideran inferiores.

¿Realmente somos superiores por ser mayores de edad? De ser así, ¿no deberíamos ser los garantes del bienestar de los niños y las niñas, ayudarlos, apoyarlos y protegerlos en sus necesidades e intereses vitales constructivos?

El padecimiento de las infancias y adolescencias es causa y efecto de nuestra ignominia, de concepciones sociales, caracterizadas por ser erróneas y limitadas, sobre las capacidades y competencias que pueden desarrollar los niños. Es nuestra responsabilidad ser garantes de los derechos de estas etapas mencionadas. Debemos realizar el máximo esfuerzo para poder comprender sus experiencias, sus comportamientos, y de este modo, lograr atender sus necesidades, inquietudes y demandas. Debemos escucharlos, observarlos, atenderlos, aprender de su compasión, de su empatía y generosidad, de la forma que tienen para resolver problemas.

Ellos y ellas son honestos. Para ellos la vida ocurre y transita en el ahora. Si nuestros planes no contemplan el bienestar de las infancias y adolescencias, no existe un futuro.

Es nuestro deber exigirle a los Estados, a los dirigentes políticos, a las organizaciones nacionales e internacionales la promoción, protección y aplicación de los derechos humanos de los niños y las niñas.

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*Foto de portada: Gentileza de Fundación Los niños de San Juan / Leandro Gómez