Martes 23 Abril 2024
Jorge Zabalza “El Tambero”, responde a “El Descamisado”(*) Primera Parte

Entrevista de Jerónimo Meincke, Sabino Ledesma, Ramiro Mases, Rubén Bonelli y José Rey

Por Jean Georges Almendras(*)-2 de febrero de 2021

Se hace inevitable conocer la visión de Jorge Zabalza sobre él mismo y sobre un amplísimo temario de la vida nacional, en un momento en el que su retrospectiva como exguerrilero del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN) de los años 60 y 70, se torna muy oportuna tratándose de que su persona y su accionar fue (y sigue siendo) un punto de referencia muy fuerte dentro de la historia de la izquierda revolucionaria, o mejor dicho de la historia de los movimientos revolucionarios populares del Uruguay. Entonces, profundizar en el pensamiento vivo de Zabalza, se nos hace indispensable, particularmente debido a la coyuntura política en la que nos encontramos. Pero además, porque las aguas de la izquierda uruguaya frenteamplista se movilizaron en demasía, en medio de complejidades, contradicciones, incoherencias y controversias -en los 15 años de permanencia en la cúspide del Ejecutivo y con mayorías en el Legislativo- debido, entre otras cosas, a la participación de no pocas e icónicas figuras del Movimiento Tupamaro en puestos claves de los tres periodos de gobierno, del encuentro progresista. Recientemente se produjo el retiro del Parlamento del veterano José “Pepe” Mujica, con quien no estuvimos de acuerdo con su gestión como presidente de la República ni con su actitud (ideológica), y esta circunstancia contribuyó también a que la entrevista de “El Descamisado” a Jorge Zabalza, cobrara para nosotros mayor relevancia y vigencia, como un contrapunto descarnado respecto a Mujica. Del extenso material testimonial les entregamos una primera parte que consideramos emblemática, entendiendo que la entrevista echa bastantes aguas claras sobre no pocas situaciones que se fueron dando en los gobiernos del Frente Amplio y que fueron impacto (y mayormente decepción) para muchos militantes de la izquierda del Uruguay, yo entre ellos.

“UN LUCHADOR INCLAUDICABLE”

Por “El Descamisado”

“El tema es la estaca, hermano. Te tenés que mantener firme como una estaca, porque en algún momento esa estaca se va a convertir en un palito de la colmena. Como en una época el deber de todo revolucionario es hacer la revolución, hoy en día el deber de un revolucionario es no integrarse ideológicamente al capitalismo, no adoptar sus ideas, es mantenerse firme. Que somos una minoría es cierto, pero Einstein era una minoría y cambió el mundo. Éramos más minoría en 1960 que hoy... se ha perdido el discurso que revelaba las contradicciones antagónicas de la sociedad y que te obligaba a ser revolucionario”.

Hace unos años, nos llegaba desde la otra orilla un periódico donde leíamos esa definición. Nos conmovió, tratándose de un momento en el que presenciábamos a diario cavilaciones, defecciones y actitudes de cierta complicidad ante el desastre generalizado que nos iba dejando una democracia que no resolvía la dramática situación de millones de compatriotas sumidos en la miseria, la desesperanza y el olvido. Había salido de boca de Jorge Zabalza, “el Tambero”. Si bien lo conocíamos en función de su larga y extremadamente coherente trayectoria militante, siempre quisimos poder charlar mano a mano con él.

Jorge Pedro Zabalza Waksman vive en la periferia Montevideana, cerca del legendario y popular barrio del Cerro, donde conviven trabajadores y desocupados estructurales, barrio con historia de lucha y presente de resistencia. El “tambero” tiene 78 años, las ha pasado todas, clandestinidad, torturas, preso en calidad de rehén durante toda la dictadura que asoló el Uruguay entre 1973 y 1985. Una vez recuperada la democracia, fue elegido edil en 1994 por el departamento de Montevideo y ejerció la presidencia de la Junta Departamental.

Entre 1990 y 1994 dirigió el quincenario Mate Amargo, órgano oficioso del MLN. En 1987 publicó El miedo a la democracia, En 1996 escribió El Tejazo y otras insurrecciones. En 1998 presentó el ensayo titulado La Estaca, en el cual, analizaba lo que consideraba los límites del Frente Amplio como fuerza para impulsar un cambio social y se anticipaba al viraje hacia la socialdemocracia de sus principales componentes. En el año 2009 publicó Raúl Sendic, el tupamaro. Su pensamiento revolucionario, analizando a fondo los cuatro principales puntos del programa propuesto por el fundador y líder histórico del MLN (T). A fines de 2019, Zabalza presenta su libro La leyenda insurgente.

Se ha sobrepuesto a serios problemas de salud y sin embargo ahí anda, presente en cada conflicto donde se busca justicia, en cada reclamo popular, en cada lucha de los trabajadores.

Zabalza no es hombre de rendirse. Jamás. No lo hizo en los tiempos en que lo enterraron 13 años en cárceles-tumba, menos lo va a hacer ahora que sigue convencido que sus sueños por un Uruguay distinto, mas justo, están mas vigentes que nunca. Sabe que pagó un altísimo precio por su coherencia y su entrega. No reniega de ello.

Es un referente obligado para todos los militantes populares que creen que el mundo debe transformarse en un lugar que merezca ser vivido. A nosotros, compatriotas de Zabalza de “la orilla de enfrente”, peronistas y profundamente respetuosos de la historia de lucha del MLN (T) y de Jorge Zabalza en particular, nos enorgullece que nos haya dedicado su tiempo. En definitiva, nos hermanan los sueños y la lucha por la Justicia Social para nuestros Pueblos.

-Para quienes en nuestro país que no te conocen o te conocen poco, o esos sectores de la militancia que sólo tienen algunas referencias tuyas, del MLN-T, y particularmente de la lamentable etapa de rehén de la dictadura ¿Podrías hacernos una semblanza de tu recorrido militante en el campo popular de tu país?

“Pertenezco a una familia afín al Partido Nacional, un entorno político que reverenciaba la gesta revolucionaria de los Saravia. En Minas, la ciudad donde nací, convivíamos con Nepomuceno Saravia, hijo de Aparicio y jefe del último levantamiento gaucho en 1935. El culto del coraje y el sacrificio como valores políticos superiores. Por otra parte, de adolescente, fui lector de la revista “Bohemia”, que demonizaba a los “barbudos” de la Sierra Maestra, pero, leyéndola, me convertí en admirador de Fidel, Camilo y el Ché. Fácilmente los identifiqué con las montoneras de Aparicio o con la revolución de los “farrapos” y Gumersindo Saravia. Hacer política a lanza y caballo me parecía una perspectiva de vida deseable”.

“Muchos jóvenes blancos, en su momento, tomaron partido por los republicanos españoles y en contra del franquismo. O enfrentaron al panamericanismo con Carlos Quijano. Con esa impronta ideológica fue mi iniciación en la lucha social, integrado al movimiento estudiantil de los años ’60, primero en secundaria y luego en la FEUU, la Federación de Estudiantes Universitarios. La militancia estudiantil me condujo a separarme de la práctica política y electoral de mi padre”.

“En 1964 los estudiantes tomamos la Universidad en repudio a la ruptura de relaciones diplomáticas con Cuba Revolucionaria: de la ocupación salí incorporado a la FAU (Federación Anarquista del Uruguay). Cultivé lecturas sobre la guerra revolucionaria española, terminé siendo admirador de Buenaventura Durruti y de los anarquistas españoles. De ellos, incorporé el rechazo al stalinismo”.

“Invitado por el MRO (Movimiento Revolucionario Oriental), en 1967 viajé a Cuba Revolucionaria con miras de entrenarme y participar en la experiencia guerrillera en Bolivia. Sentíamos en nosotros el aliento del ’68. La voluntad de actuar y la expresión muscular de las ideas en primer lugar, recién luego venía la necesidad de explicarnos los que hacíamos y nos empapábamos en la teoría revolucionaria. En el viaje fui leyendo “El Estado y la Revolución”. Fue la primera vez en mi vida militante, siguieron otras, innumerables”.

“El asesinato de Ernesto Guevara nos sorprendió en pleno entrenamiento y, desde allí mismo, me integré al Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros). Regresé en setiembre de 1968, a un mes justo de la muerte de Líber Arce, el primer estudiante asesinado por la policía de Pacheco Areco y, desde ese momento, participé activamente en el sector militar de la guerrilla urbana. Fui hecho prisionero tres veces, dos ellas herido de bala, participé en las dos fugas grandes. Luego que los verdugos experimentaron su política de aislamiento con doce compañeras sacadas clandestinamente de la cárcel de Punta Rieles, otros nueve fuimos “flauteados” como rehenes del Penal de Libertad. Nos dividieron en tres grupos de tres. Durante once años compartimos incomunicación y privación sensorial con Raúl Sendic Antonaccio y Julio Marenales. En la noche de doce años, nos propusimos seguir enteros: durante un año y medio trabajamos una fuga del cuartel de Paso de los Toros; nos golpearon, pero más de una vez les retribuimos con algún moquete; simplemente para reafirmarnos en nuestra dignidad nos negamos a firmar los escritos de la justicia militar; como medida de protesta nos negamos a dejarnos afeitar; al cumplir los diez años de rehenes hicimos una huelga de hambre. Cada vez que nos castigaban sentíamos que seguíamos vivos en nuestras convicciones. En 1984 nos regresaron al Penal de Libertad. El movimiento popular nos sacó de entre rejas en 1985”.

-Tu familia directa también es parte de la historia política uruguaya. Tu padre ha sido un importante dirigente del tradicional Partido Nacional y tu hermano Ricardo, fue parte de los núcleos iniciales del MLN-T y es uno de los compañeros caídos en las acciones de Pando. ¿Qué recuerdos tenés de ellos hoy, a la distancia?

“Siguiendo a Carlos Quijano (el futuro fundador del semanario MARCHA), mis tíos y mi padre, Pedro Zabalza, se apartaron de los sectores más conservadores del Partido Nacional. La lista de mi padre ganó cuatro elecciones consecutivas en su distrito electoral, el departamento de Lavalleja. Fue Intendente, Senador de la república y consejero nacional (cuando el poder ejecutivo en el Uruguay era un colegiado de 9 miembros). Veía en el municipio una empresa de obras públicas, fuente de trabajo para su clientela electoral, su consigna era “más picos y más palas””.

“Cuando el primer gobierno del Partido Nacional firmó la primera “carta de intención”, mi padre renunció a su cargo en el colegiado: entendía que el compromiso con el FMI sólo serviría para agudizar la pobreza en la ya arruinada “Suiza de América”. Hasta el golpe fue ladero de Wilson Ferreira Aldunate en el Senado. Perseguido por la dictadura, en 1980 intervino decididamente en el plebiscito que le dijo NO a la reforma constitucional que “legalizaba” la tutela militar. Pese a no compartir mis convicciones, pese al dolor por la muerte de su otro hijo, mi padre, y en especial mi madre, fueron el mayor apoyo moral y práctico que tuvimos mi hermana y yo en cárcel”.

“Luego de haber sido hecho prisionero en la toma de Pando (8 de octubre de 1969), mi hermano menor, Ricardo Zabalza, fue asesinado por la “metropolitana” (cuerpo militarizado de la policía). Formó parte de aquella generación rebelde del ’68 que se transformó en revolucionaria”.

“Un compañero de su adolescencia lo definió como “un andariego”: era del “centro” de la ciudad, pero andaba por los barrios jugando al fútbol donde cuadraba. Compartía sus días y amistad con gurises que no pertenecían a la clase social en que había nacido. En la escuela pública, la plaza de deportes y el campito de fútbol, fue incorporando nuevos modos de ser y de sentir. Inculcada en la vida familiar, su sensibilidad social se fue transformando en solidaridad, trasfondo de sus definiciones políticas. Suicidio de clase, le llamaba Ché Guevara”.

“En la lucha de los estudiantes universitarios se plegó al MLN (T) en 1968. Lo mataron con 20 años. Su forma de enfrentar la muerte estuvo y está presente en mi modo de encarar la vida y la militancia política. Me transmitió la entereza ética necesaria para enfrentar interrogatorios, cárcel y los calabozos cuarteleros, pero, asimismo, para no ceder en la feria de vanidades de la democracia burguesa. Lo que soy y como soy es el legado de Ricardo”.

-¿Cuál es tu mirada del proceso político del Frente Amplio en el poder y las enseñanzas que deja? Sabiendo que en una primera etapa fuiste parte del FA e incluso tuviste una responsabilidad institucional como legislador o edil por la Ciudad de Montevideo, desde la que en la práctica mostraste tu coherencia militante, aún contra las posiciones de tus compañeros de bancada. (Caso Hotel Casino Carrasco).

“A modo de preámbulo cabe recordar que los procesos electorales dejan intacta la arquitectura de poder. La clase dominante ya no gobierna, pero, a través de sus instituciones y lobbys continúa haciendo política desde afuera del Estado. En un sistema liberal, maneja en su beneficio la orientación general de las políticas públicas. La correlación de fuerzas siempre le es favorable. En sus documentos fundacionales (1971), el Frente Amplio no se proponía transitar al socialismo, por cierto. Sin embargo, más allá de lo escrito, su electorado lo imaginaba como instrumento político para la transformación revolucionaria. Al restablecerse la democracia liberal en 1985, el Frente aún mantenía esa imagen transformadora, querían que fuera mucho más que otro gobierno en el Uruguay, el vehículo para trasladar poder al pueblo organizado, instrumento de poder político para la expropiación de los latifundios, para erradicar la propiedad abusiva de los capitales financieros y de los complejos industriales y comerciales”.

“Durante la lucha por anular la ley de impunidad, ese imaginario radical fue utilizado por la derecha para asustar con el comunismo internacional y la subversión tupamara. Las capas medias se asustaban y confiaban sus votos a los partidos conservadores. Sin embargo, con esa imagen/propósito transformador, en 1990 se logró que el 34% de los montevideanos apoyaran al Frente y se accedió al gobierno municipal. No parecía ser necesario cambiar de imagen”.

“El documento N°6 del Frente Amplio proponía iniciar un proceso de participación política en los barrios de Montevideo, trasladar la política al tejido social organizado, descentralizar las grandes decisiones del gobierno como, por ejemplo, en materia de presupuesto. Entrañaba la siembra de gérmenes de poder popular, la estrategia de tender un cerco al enemigo de clase. Los tupamaros acompañamos el proceso, creíamos que podía ser el comienzo posible de proceso. Sin embargo, apenas la derecha contraatacó y acusó al Frente de estar instalando soviets en Montevideo, el gobierno municipal cedió rápidamente y abortó la descentralización, reduciéndola simple desconcentración del aparato burocrático municipal”.

“La moderación fue muy bien recibida por los partidos conservadores, pero desató resistencias en el movimiento frenteamplista de base. Se rompió de hecho el cordón umbilical que unía el Frente con la gestión del municipio. Fue un ensayo o un anticipo del viraje que vendría a nivel nacional y que se concretó en 1998, en uno de los más prolongados y azarosos congresos frenteamplistas. Impulsado por los autores del “documento de los 24”, el Frente Amplio se convirtió en Encuentro Progresista. La moderación pragmática, impuesta de hecho, sirvió de instrumento para despejar desconfianzas en la clase media. El caudal electoral progresista creció y creció, hasta que, en 2005, cuando el ex “cuco” ya no podía asustar a nadie, accedió al gobierno nacional votado por la mitad del electorado”.

“Hasta la campaña electoral del 2004, el Frente se había opuesto a las leyes que facilitaban la inversión de capital extranjero en zonas francas y en el complejo forestal-celulósico. Eran muchas y sobradas las razones esgrimidas. La ciudadanía acompañó con su voto esa postura abiertamente crítica. Sin embargo, luego de acceder al gobierno nacional en 2005, se dio un giro de 180 grados y el progresismo pasó a impulsar las zonas francas, la forestación y la celulosa, las mismas políticas del programa conservador que había denostado anteriormente. Las corrientes mayoritarias, incluyendo el Movimiento de Participación Popular (MPP), se ajustaron a la moderación del Frente Amplio, que cada vez abría más la economía nacional a las inversiones de capital del exterior. En una palabra, mientras se gobernaba, fue retrocediendo hasta convertirse en otra institución partidaria del sistema capitalista. El mismo recorrido del socialismo español y el eurocomunismo”.

-¿Cuáles fueron las principales limitaciones de esa experiencia (la del FA)?

“La superchería liberal ha terminado por cooptar las mentalidades en el progresismo. Todo su discurso gira alrededor de la acción parlamentaria y sobre la gestión del gobierno. La pérdida del horizonte transformador y la adscripción al liberalismo, anulan su capacidad para la confrontación política e ideológica. Razón de sus anteriores victorias electorales, la moderación terminó siendo la causa de la derrota en 2019. Abrió camino a los poderosos. Es muy grave la responsabilidad política de los que motorizaron la moderación. Por eso mismo, a un año de perder las elecciones, todavía no se ha analizado porqué hubo tantos votantes que le dieron la espalda. Implica derribar los ídolos con pies de barro”.

“Hoy día el progresismo hace política solamente en el parlamento y los medios de comunicación. Evita cuidadosamente salirse de los carriles prestablecidos por el liberalismo. Ha olvidado la vocación por hacer política en las calles, el punto de encuentro para la participación, donde el pueblo discute y llega a acuerdos políticos por afuera de las instituciones de dominación. Donde en forma activa y directa la masa diseña rumbos. Se ha desistido del debate ideológico de fondo: transformación versus conservación, poder popular versus poder oligárquico. En las campañas electorales solamente se discute gestión y administración del Estado. Sin embargo, como ser buen gestor es independiente de la opción ideológica del gestor, se confunden derecha e izquierda. El Frente abandonó su tarea alfabetizadora y ello ha generado la confusión que se reflejó en las urnas en 2019”.

-¿Qué diferencias encontrás en la sociedad uruguaya después de 15 años de gobierno del FA?

“Sin dudas, desde el 2005 se comenzó a buscar y se encontraron los cuerpos de algunos desaparecidos y, asimismo, fueron procesados los primeros criminales del terrorismo de Estado. También es cierto que se dieron pasos muy importantes en materia de derechos. Si bien todo eso es cierto, con el respaldo tácito o expreso del Frente Amplio, hoy día es propiedad extranjera el 100% de la producción de celulosa, el 60% de la industria de la madera, el 72% de la producción de arroz, el 64% de la soja cosechada y el 63% de la industria frigorífica. Mientras que, en el año 2000, eran uruguayos el 90% de los propietarios agropecuarios, en el 2011, presidencia de José Mujica, se redujeron al 54%: el 46% eran extranjeros. En el 2018 el 11% del territorio nacional era de ellos. Estas cifras muestran la consolidación del modelo extractivo y expoliador de los recursos que pertenecen al pueblo uruguayo. La apertura irrestricta a las inversiones extranjeras vino de la mano con la moderación política de la izquierda”.

“Se puede afirmar, sin duda, que durante el progresismo se aceleró el proceso de extranjerización de la economía nacional. Ello significó, nada más ni nada menos, que la consolidación del modelo extractivo y expoliador de los recursos que pertenecen al pueblo uruguayo. Ni hablar de la política de “honrar la deuda”… término acuñado para vestir la dependencia del capital financiero”.

“La política económica contradijo las expectativas plasmadas en las resoluciones de los congresos frenteamplistas. Por más que se enojen los que se niegan a ver la realidad, las consecuencias sociales fueron rotundas: se sostenía haber sacado a cientos de miles de la pobreza, cuando, simplemente se los había “asistido” con unos pesos, un empujoncito para que pasaran por encima de la “línea”, para hacerlos consumidores de cuarta. La exclusión social, cultural y política no se puede medir respecto a una canasta de consumo. La falsedad implícita en ese método cuantitativo quedó en evidencia apenas comenzó la pandemia y brotaron de la nada familias que corrían a las ollas populares. La mecha sigue encendida”.

“Luego de la dictadura militar sobrevino una ola de entusiasmo “primaveral”: ¡la democracia burguesa era la pócima que todo lo curaba! La gente creía que era posible disputar el dominio del Estado a la clase dominante, que era posible avanzar en democracia hacia una democracia más avanzada. Sin embargo, a pesar del optimismo, refugiado en sus cuarteles, continuaba al acecho el germen de la “no democracia”. El modo democrático de dominación pacífica necesita de la tutela militar, de una fuerza armada que coaccione el inconsciente colectivo, que induzca el consentimiento necesario al sistema representativo. En Uruguay la amenaza fascista se mantuvo refugiada en los muros cuarteleros, no hubo levantamientos “carapintadas”, pero pudieron haber ocurrid”.

“Se suponía que los gobiernos progresistas, que tuvieron mayorías parlamentarias durante 15 años, procurarían “democratizar las fuerzas armadas”, un contrasentido mayúsculo: ¿cómo democratizar la verticalidad del ordeno y mando? Hubiera sido posible, en cambio, anular de alguna forma, aunque fuere mínimamente, la influencia política de las fuerzas armadas. Sin embargo, se recorrió el camino inverso y, una vez moderado, el progresismo optó por granjearse las de los uniformados participando en las “misiones de paz” y mejorando su preparación para la represión”.

“Como es viejo y sabido, los dueños de todo no renunciarán pacíficamente a sus privilegios y cuentan, para ello con las fuerzas armadas, su reserva institucional para defensa de sus privilegios. Es un hecho indiscutible que se mantuvieron intactas las bases materiales del capitalismo, sus consecuencias sociales y la la amenaza cuartelera, el complemento de la democracia burguesa. En definitiva, los 15 años reafirmaron el viejo diseño dual de la dominación, anticipo del regreso del autoritarismo y del terrorismo de Estado. Se contradijo, en la práctica, la consigna/deseo de nunca más”.

“Ahora Lacalle Pou está manejando a su antojo la maquinaria que dejó aceitada el progresismo. Tal cual supo recomendar la doctrina de la seguridad nacional en los ‘50, se está acostumbrando la población a la “acción cívica” de la policía y del ejército, se promueven y festejan sus intervenciones en diversas situaciones sociales y políticas. La presencia uniformada se vuelve habitual. No hay golpe de Estado a la vista, pero, de hecho, se nos está advirtiendo que la maquinaria uniformada está viva y activa, y que, si es preciso, vendrá el autoritarismo de nueva generación. Después de todo, Lacalle Pou ya cuenta con su coalición multi reaccionaria”.

“Se puede afirmar, sin duda, que durante el progresismo se aceleró, al mismo tiempo, el proceso de extranjerización de la economía y el fortalecimiento de las fuerzas armadas. Fue una opción ideológica. En estos 15 años se cambió todo para no cambiar nada. “A lo Lampedusa”.

-Vos sabés que nosotros somos militantes Peronistas, y reivindicamos la riqueza de un largo proceso histórico, no exento de serias contradicciones, donde el movimiento obrero organizado sigue siendo en nuestra concepción una herramienta fundamental en el proceso de lucha por la liberación nacional y social. ¿Qué rol le asignás vos al Movimiento Obrero Uruguayo en estos momentos de avanzada del liberalismo rancio y oligárquico que va -entre otras cosas- por profundizar la precarización laboral, y suprimir los derechos adquiridos tras años de lucha de los trabajadores uruguayos?

“Los trabajadores del sector público no pueden tener la misma perspectiva que los clasificadores de residuos o los peones rurales. Es claramente imposible. Tampoco es lo mismo sufrir el capitalismo siendo mapuche, quichua o aimara que sufrirlo como asalariado blanco, rubio y de ojos celeste en USA”.

“Todas y todos forzados a vender su fuerza de trabajo, pero hay formas y grados diferentes en el sometimiento y la explotación. Las relaciones del capital con el trabajo presentan particularidades que no se pueden obviar, son la sal de la vida. El mundo asalariado no es un continuo uniforme”.

“Los sectores asalariados que están más cerca de la cumbre poseen mayor capacidad de presión y sus reclamos no pueden ser desatendidos. Logran organizar poderosos aparatos sindicales que, por otra parte, y lamentablemente, son caldo de cultivo para burócratas. Al movimiento obrero del Uruguay le llegó la oportunidad deseada con la victoria electoral progresista, a la cuál habían contribuido casi todos sus dirigentes y militantes. La práctica política se redujo al parlamento y la gestión, escamoteando la victoria que legítimamente había logrado la movilización popular. Todo terminó en adscripción del movimiento social a la moderación del Frente Amplio”.

“La presión sobre ministros y parlamentarios progresistas fue suficiente para restablecer los consejos de salarios y aprobar leyes favorables al movimiento obrero, como la de responsabilidad penal de las patronales, pero, cambió totalmente la puntería de la lucha sindical: quedaron al costado de la cancha la reforma agraria, la nacionalización de la banca, el no pago de la deuda externa y todo lo que significara cambio radical en la estructura social. Se dejó de cultivar el imaginario radical del Congreso del Pueblo, que dio origen a la CNT en los ´60 y, durante décadas, fue el eje de la cultura política de las masas asalariadas. Pese al retroceso general, hubo conflictos como el de los trabajadores del gas por cañería, que parecen indicar que la radicalización es la metodología de lucha más adecuada para defenderse de la ofensiva liberal”.

“Muy diferentes son las condiciones en los subterráneos de la pirámide. Allí, donde dejan toda esperanza los excluidos, un producto de la reproducción de la especie que el capital considera sobreabundante y no deseado. Groseramente marginados de la seguridad social y de los sistemas públicos de vivienda, salud y educación, sobreviven en sus territorios con salarios y jubilaciones miserables, rebusques no salariales y diversas formas de asistencialismo. Carecen de fuerza suficiente para hacerse oír. Les prometen repartir panes y peces, pero apenas los asisten con algunas migajas. Salvo como clientela electoral, los partidos políticos no los tienen en cuenta y los mantienen en el analfabetismo político, dijera Frei Betto. En Argentina y Chile los asalariados empobrecidos, que nutren la movilización social, elevan el punto de mira de sus plataformas y radicalizan los métodos de lucha. No ocurre lo mismo en Uruguay, donde son arrastrados por la moderación general.

“Con mucha habilidad demagógica, el gobierno de Lacalle Pou exige al movimiento obrero sacrificarse para combatir la pandemia. Promete que, en un futuro más o menos lejano, su sacrificio será recompensado con la recuperación del poder adquisitivo y los derechos perdidos. Cabortero, Lacalle hace todo lo contrario y favorece los grandes capitales del campo y la ciudad. Con discurso liberal y látigo en la mano, está logrando neutralizar a quienes postulan la “oposición responsable”, la consigna de la resignación. ¿Responsables frente a quiénes? ¿Frente al gobierno de los dueños del Uruguay? Porque la “responsabilidad” frente a los multi reaccionarios, es “irresponsabilidad” para con el mundo asalariado”.

“El caso de la Ley de Urgente Consideración (LUC) sirve de indicador: pese a su inicial oposición frontal a toda ley, en un ataque de “responsabilidad”, la bancada frenteamplista terminó aprobando casi la mitad de sus 500 artículos. Desconcertante la actitud tan timorata. La indignación que provocó resultó en la iniciativa para un referéndum que anulara toda la ley. Sin embargo, la dirección de la central sindical salió al salvataje de la conducción progresista: propuso rechazar solamente los artículos que el Frente no había votado en el parlamento. Es decir, del rechazo a toda la ley, los moderados pasaron abruptamente al rechazo a la mitad de la ley. Al discutir este flagrante contrasentido, 19 de los 50 sindicatos que integran la Mesa Representativa de la central obrera votaron contra la moderación del referéndum. Fue un hecho inesperado: la radicalidad parece estar germinando dentro del movimiento obrero. Puede ser un indicador de los modos de resistencia y lucha que se vienen para el 2021”

“La cuestión de fondo emerge, una vez más, a la superficie: ¿a quiénes interesa hacer de este jodido mundo una sociedad sin clases? ¿a quiénes interesa luchar por tal quimera? A los proletarios del mundo unidos, ellos están llamados a sepultar la sociedad de clases, con su Estado y su mercado burgueses, a impulsar la transformación revolucionaria. La consecuencia más trágica de la moderación ha sido el abandono de esa perspectiva revolucionaria”.

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(*) Entrevista extraída de www.eldescamisado.org

*Foto de portada: www.eldescamisado.org