¿Por qué entonces el juez Jorge Pinto se ve tan convencido con la idea de suicidio? La evidencia nos aleja cada vez más de esta idea. Además, como expresó el abogado de la familia Morales, Santiago Calderón Salomón, una cosa es que se haya suicidado, y otra muy diferente es que la hayan inducido al suicidio, que la hayan descuidado, que la hayan golpeado. Esto lo dijo a raíz del testimonio de dos testigos que declararon que Florencia gritó durante horas, que pateaba la puerta de madera, que pedía ayuda, un médico y un baño.

¿Por qué nadie la ayudó? ¿Por qué no la cuidaron? Florencia no quería morir. Pedía ayuda. Florencia estaba feliz porque había conseguido la tenencia de su nieta, cuenta su hermana Andrea, que está convencida de que la mataron. En diálogo con el periódico Página 12, Andrea cuenta que su hermana amaba la vida, que tenía planes a largo plazo, que su psicóloga determinó que no estaba deprimida. Además, ya le había contado del acoso por parte de la policía de su localidad: "siempre contaba que los policías eran muy zarpados, se hacían los galanes y le decían cosas. (...) Mi hermana salió a comprar comida para sus hijos y la detuvieron injustamente, se creen que estamos en estado de sitio, que pueden hacer lo que quieran, ejercen poder como nunca antes, se mueven con total impunidad."

Impunidad. Otra vez. Otra vez esa palabra. Así se movieron las Fuerzas de Seguridad durante años, con total impunidad, con total libertad. Han utilizado el poder como arma de dominación, atentando contra los sectores estigmatizados, como las mujeres o clases bajas, re victimizando y humillando a las víctimas que llegan a las comisarías, a las personas detenidas, a las personas en la calle como Florencia. En su caso, los policías bajo sospecha de haber estado involucrados fueron apartados y el caso se está siguiendo desde el Ministerio de Seguridad. Esperamos que se esclarezca el caso, que esta vez la impunidad no vuelva a triunfar, pero Florencia ya está muerta por ese poder utilizado, y esto es lo que no se puede permitir. ¿Cómo es posible que esto siga ocurriendo? ¿Quién lo controla, quién se hace cargo? Históricamente las Fuerzas de Seguridad han hecho abuso de su poder para atentar contra grupos específicos y esto no puede seguir pasando, el Estado no puede permitir que el abuso de autoridad por parte de las fuerzas de Seguridad sea moneda corriente, ningún tipo de situación debe dar lugar a que la violencia sea moneda corriente.

violencia contra mujeres 2

Así como el caso de Florencia, hubo otros casos de violencia machista agravada por el abuso de poder. En Puerto San Julián, detuvieron a dos hermanas (Narela y Agostina Barañaga), entrando ilegalmente a su casa con la excusa de haber recibido una queja por ruidos molestos. Las sacaron de su casa, las tiraron al asfalto, las insultaron, las golpearon, luego las llevaron a la comisaría y las siguieron torturando.

En Malvinas Argentinas, cinco oficiales de la policía bonaerense fueron detenidos y desafectados de sus funciones por Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad Bonaerense, cuatro de ellos por abusar de su compañera policía de 21 años y uno por omisión de auxilio.

En el partido de La Matanza, detuvieron a 8 policías por torturar a 28 presas de la comisaría tercera de La Tablada y abusar sexualmente a por lo menos dos de ellas. La Comisión Provincial por la Memoria (quien presentó la denuncia) informó que "Además de atenta contra la integridad física de las mujeres, las sometían a sanciones y castigos abusivos: aislamiento extremo hasta de cuatro días, impedimento de comunicación con sus familias, retraso prolongado de la entrega de comida, falta de atención médica, etc." Fueron apartados por el Ministerio de Seguridad Bonaerense.

Solo algunas recientes situaciones. Me gustaría poder confiar en que los que nos cuidan, realmente nos cuidan, pero, hoy por hoy, no puedo. Las fuerzas de Seguridad se han conducido a través de la violencia y el abuso durante años, y lo siguen haciendo, si incluso yo desde mi experiencia personal he vivido situaciones de acoso callejero por parte de personal policial. Estas situaciones pueden ser sorpresivas para quienes no las viven, pero existen, y las mujeres tenemos que sufrirlas cotidianamente. Sucede que el machismo está presente en todos lados.

¡Cuántos testimonios de mujeres acosadas, violentadas y humilladas lo demuestran! Las fuerzas policiales, además, son una institución masculinizada, con hombres al frente en las categorías más altas, y por eso es que pasan situaciones como re victimización de las víctimas que llegan a comisarías por casos de violencia de género. Incluso esas menos mujeres de las comisarías lo hacen, ya que su presencia no garantiza un entendimiento ni capacitación sobre cómo tratar y atender a las víctimas. Necesariamente necesitamos un cambio de paradigma, una educación con perspectiva feminista. El rol histórico de las mujeres nos sitúa hoy en una posición diferente, más vulnerable, lógicamente la perspectiva de género tiene que verse presente en cualquier institución; si no queremos que estas situaciones sigan pasando, debemos deconstruir y reconstruir esta realidad. Así tiene que ser, aunque sigan existiendo personajes como Ricardo Bussi, Legislador Provincial de Tucumán, que lo nieguen. ¡Qué terrible, qué terrible tantos ciegos de la realidad! Este hijo y defensor de su padre genocida se opone a la Ley Micaela en Tucumán (única provincia que no la ha implementado) tildándola de "ideología de género", diciendo que "no hay nada que deconstruir", que no conoce asesinatos por la condición de mujer, que el feminismo es una moda como el fascismo y que, antes de que nazca, el país funcionaba.

Por todo lo que antes mencioné, la perspectiva de género sí es fundamental, y este tipo de leyes, como la Ley Micaela, son avances inmensos en materia de prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres, pero los pocos ejemplos de abusos anteriormente nombrados, los femicidios diarios o el discurso negacionista y desinformado de muchas personas, entre ellas, Ricardo Bussi, nos demuestran que sí; contrario a sus palabras, aún queda mucho por deconstruir.