CURUGUATY: VUESTRA SANGRE, AHORA NUESTRA LUCHA
Con el periodista Julio Benegas autor de la “Masacre de Curuguaty”
Por Jean Georges Almendras, enviado especial a Asunción, Paraguay.
“Mba’ére peju péicha.Oi orendive kuña ha mitá .Pepytána ñañemongeta” traducido al español: “Por qué vienen así. Hay entre nosotros mujeres y niños. Quédense a conversar” fueron las palabras del dirigente campesino Ruben Villalba al enfrentar verbalmente al Comandante Erven Lovera, Jefe del Grupo Especial de la Policía Nacional paraguaya en la mañana del día viernes 15 de junio de 2012, en la zona de Marina Kue, durante el operativo de las fuerzas del orden para desalojar a los 60 campesinos ocupando tierras, de los cuales 11 perdieron la vida, al igual que 6 policías. Este episodio, hasta el día de hoy -momento en que redactamos estas líneas- permanece más en la nebulosa que en la claridad, fundamentalmente porque en esa región del Paraguay –conocida como Curuguaty- se registraron extraños episodios de ribetes violentos –con disparos de armas de fuego de alto poder destructivo, que oficialmente se atribuyeron a los campesinos como si estos habrían preparado una emboscada contra los policías actuantes- lo que hace inclinar la balanza a pensar que en realidad existieron personas infiltradas en la zona y ajenas al movimiento campesino y hasta quizás ajenas al despliegue policial del momento, desencadenando al mejor estilo mafioso una masacre, en el marco de darse cumplimiento a objetivos muy diferentes a los de los campesino, y a los de la propia Policía afectada al desalojo. Pocos días después era destituido el presidente Fernando Lugo. Los hechos sin duda, por más que oficialmente no se admita, estuvieron estrechamente ligados.
El periodista paraguayo Julio Benegas Vidallet –a quien destacamos y reconocemos merecidamente por su profesionalidad a la hora de encarar un trabajo de investigación periodística en relación a esa masacre- publicó un libro que recomendamos especialmente a los lectores de Antimafia Dos Mil. Se trata específicamente de “La Masacre de Curuguaty. Golpe sicario en el Paraguay”, que se puede hallar en librerías de Montevideo, Argentina , Paraguay y la región.
En la contratapa de la publicación se lee textualmente: “Exponer los hechos de un oscuro y confuso episodio –el más significativo de este siglo en la lucha por la tierra- requiere no solo la arriesgada investigación que se ha hecho para este libro, sino la tenaz convicción de que arrojar luz en momentos convulsos es la función del periodismo en su mejor tradición. En una narración viva, atrapante, Benegas expone con precisión y respeto la voz de los protagonistas, con sus miedos y sus esperanzas, su condición humana envuelta en un conflicto de consecuencias que los excede. En el contexto más espinoso, en el suceso más perturbador, aflora la pluma sensible y comprometida de un profesional que -como Barret o Walsh- hace honor a los hombres y mujeres que luchan por una vida digna”.
En el diálogo que mantuvimos con Benegas en una confitería del centro de Asunción, en el mediodía del 15 de julio de 2013, en sus ojos, advertimos su preocupación y su rabia por lo acontecido en las tierras de Marina Kue. A un año de esos terribles momentos, ya publicado su libro y ya conocido su contenido, que abraza la denuncia y llama a la reflexión ciudadana y mundial sobre los hechos, el periodista nos habla de todo lo que ocurre en su país y de todos los sentimientos de los que luchan por la tierra, y nos cuenta que cuando viajó a la zona donde se registraron esos hechos, si bien no fue amenazado directamente, sintió que era observado y que allí no era bienvenido. Pero de todas maneras la fortaleza interior y profesional de Benegas hizo que superara toda esa intimidación y lograra su cometido.
Los resultados de ese trabajo se plasmaron en un libro de 124 páginas. Más que un libro, yo diría todo un valioso documento que permite tener un conocimiento transparente de los protagonistas de la movilización campesina que derivó en la tragedia y de las razones de su causa. Un documento elaborado pasionalmente. Un documento inédito. Valiente. Una narración ágil, intimista y revolucionaria, desde donde se lo mire, porque abre la conciencia del lector y lo ayuda a profundizar en una lucha tan añeja como la tierra misma. En definitiva, un documento testimonial de una página negra de la historia de los paraguayos.
Una reciente visita de Julio Benegas al Uruguay, para presentar su libro, motivó que en el semanario Brecha se publicara un artículo titulado: “Sangre seca en tierra roja”. En el escrito del semanario, en su inicio, se realza la obra del colega en los siguientes términos: “En ausencia de investigaciones judiciales independientes, un trabajo periodístico escudriña los hechos que rodearon a la masacre de Curuguaty, para concluir que se trató de un golpe sicario de la rosca mafiosa de la tierra”.
En oportunidad de esa visita al Uruguay hay una apreciación de Benegas que nos pone al tanto de la situación en su país, a un año de la masacre. Dice Benegas: “El poder terrateniente ha decretado que el tema más importante del país no se discuta más”. Y eso efectivamente se esta cumpliendo, al menos a nivel oficial. Cuando estuvimos en Asunción, conociendo personalmente al periodista-escritor sus expresiones apuntaban a ese panorama. Estábamos a poco de que asumiera la presidencia Horado Cartes y ahora que ya está sentado en el sillón del poder, entre otros temas, el de Curuguaty quedó definitivamente cerrado. ¿Y por qué? Por muchas razones. Razones que vienen de tiempos pasados. De episodios del ayer. Los mismos episodios que desembocaron en la administración Lugo y los mismos que desencadenaron su alejamiento de la sede gubernamental. Porque en Paraguay los hechos se dan de esa manera con precisión de relojería. Con el matiz mafioso que caracterizó siempre a los poderes de turno en el país hermano, incluido el de Fernando Lugo, que aunque no fue propiamente una etapa mafiosa, fue igualmente un puente ideal para que los corruptos de siempre ajustaran las clavijas para asegurarse la continuidad de su doctrina. La doctrina del mal, por supuesto, siempre a espaldas del pueblo, al que solo se lo menciona hipócrita y demagógicamente, para cubrir las formas, y las reales intenciones, que siempre están más cerca (o más al servicio) de la conciencia del Imperio, que de la conciencia soberana.
Y esa vez, para garantizar la salida de Lugo, los poderosos de las tinieblas no dudaron en apelar a la sangre de los campesinos, primero ignorando sus razones y sus convicciones, que no estaban distantes de la legalidad, y segundo masacrándolos. Total, después de los hechos, a la hora de las evaluaciones, once campesinos muertos y muchos heridos, no iba a ser un saldo demoledor si se toma en cuenta que se trataba de una ocupación de tierras “al margen de la ley”. Al final de cuentas la incursión sicaria -de francotiradores agazapados entre la vegetación de la zona- pasaría desapercibida, en el marco de una movilización que obligaba a la materialización de un operativo espectacular por parte de las fuerzas del orden, en cuyas filas también hubo bajas, que tampoco importaron a los ideólogos y a los ejecutores de la conspiración. Porque verdaderamente se trató de una conspiración, como tantas ha habido en las tierras sudamericanas.
Al menos al ojo de la opinión pública, los equivocados, los infractores, los intrusos, no eran otros que los campesinos. Y aquel día una conspiración muy bien montada puso punto final a una ocupación de tierras y a un gobierno. De ahí en más, el hoy: Paraguay tiene un presidente sospechado de ser uno de los más importantes lavadores de dinero proveniente del narcotráfico; hay 14 campesinos pagando los platos rotos después de los hechos de Curuguaty y las tierras siguen sin ser destinadas a los campesinos. Otra vez la impunidad y las injusticias acunando la vida de los más desposeídos a la vista del mundo.
En el libro de Benegas, como se expresa muy bien en el artículo del semanario Brecha, “ se incluye también la documentación de los pasos dados por el político colorado Blas Riquelme para apropiarse de las dos mil hectáreas de Marina Kue, tierras del Estado cedidas al Instituto de Reforma Agraria (INDERT) que los campesinos sin tierra esperaban recuperar”
Los campesinos, acampando en carpas en esas tierras, estaban pacíficamente con sus hijos y mujeres, sin atisbar que aquel desalojo instrumentado con tanta aparatosidad, iba a ser el telón de fondo de una jornada sangrienta y manipulada desde las sombras. Fue por eso que apelaron al diálogo aún en los últimos minutos del desalojo. Fue por eso que el dirigente campesino Ruben Villalba encaró al comandante Lovera Erven:
-Mba’ére peju péicha.Oi orendive kuña ha mitá .Pepytána ñañemongeta.
En los minutos que siguieron reinó el desorden y la tensa situación se convirtió en una lluvia de balas. Al punto que hoy, a más de un año de esos hechos, no se sabe todavía quienes comenzaron a disparar. Y lo más grave aún, de todos estos episodios, es que se sospechó y se sigue sospechando que quienes en realidad abrieron fuego aquella mañana fueron infiltrados a órdenes de las mafias de la tierra con el único y especial cometido de ocasionar una aguda crisis política, que como ya sabemos todos derivo en el alejamiento del gobierno, nada menos que de Fernando Lugo. Entonces, lo que hace pensar, que los hechos de Marina Kue no fueron más que un vil instrumento del poder en acecho para derrocar preferentemente a Lugo. Y si para eso había que asesinar a campesinos, mejor porque así se mataban dos pájaros de un tiro: el gobierno de Lugo, y los sin tierra que estaban poniendo en jaque el patrón de la masacre, el terrateniente Blas Riquelme.
En el mes de mayo de 2012 nadie iba a imaginar en Paraguay, y mucho menos los campesinos, que la ocupación de las tierras de Campos Morombi, de la localidad de Curuguaty –distante unos 240 kilómetros de la ciudad de Asunción- desencadenaría en un baño de sangre, en particular ese trágico día 15 de junio cuando el Ministerio del Interior ordenó el desalojo de la propiedad.
En uno de los capítulos significativos del libro de Benegas titulado:”Lo que Vidal Vega sabia” el autor dice “Las letras de la ley y de la justicia en favor de los pobres duermen cuando el poder establecido actúa con la total impunidad y los gerentes de los gobiernos de turno no se atreven a poner en riesgo ese poder, dejando al desamparo a la gente frente a los aparatos formales de represión, como ocurre casi todos los días, y como ocurrió el 15 de de junio de 2012 en Marina Kue. En el campo, cuando los aparatos formales de represión no dan abasto, cuando la gente, en su miseria absoluta, se reinventa para exigir sus derechos, aparece el matonismo sicario como forma de silenciamiento. Este es el escenario en el que, aquel sábado 1ero de diciembre de 2012, un sicario terminó con la vida de Vidal Vega, dos veces secretario de la Comisión Vecinal Naranjaty, y en el momento de su muerte, sindico de dicha comisión y activista de la organización de víctimas y familiares de víctimas de la masacre”
Sobre la muerte de Vidal Vega –continúa Benegas en el mismo capítulo- dice: “me sobrecogió. Recordé entonces la última entrevista con él, en su rancho..” “Lo recordé amable, abierto, transparente y jugado por sus creencias. Y me maldije nuevamente esa forma tan estúpida de perder las cosas. Una semana antes debía entrevistarme con él, con él que me había conseguido los videos de la masacre campesina, pero no, había perdido la plata destinada para el viaje. Aquel sábado 1ero de diciembre me dio por llorar, por gritar o desaparecer justo en un momento en que andaba en esa intención extraña, vana, de ser un hombre rudo. Vidal tenía sus diferencias metodológicas con la última ocupación, pero entendía claramente que la forma en que se organizó tuvo por base la profunda creencia de que esas tierras eran del Estado y que estaban, legalmente, habilitadas para la reforma agraria”.
Julio Benegas en su prolija investigación posterior a los hechos puso especial énfasis en la historia de esas tierras. Y la información que obtuvo tras el diálogo que mantuvo con Vidal antes de que ésta fuera asesinado, fue ubicada en su libro: “Vidal conocía la intimidad de aquella ocupación, la historia de esas tierras, la decisión de los antiguos ocupantes de aferrarse a su parcela y al dedillo manejaba el expediente 135.504 del INDERT. Es el expediente de la Comisión Vecinal de Sintierras de Naranjantary que él tramitaba. Tanto sabía que de un santiamén nos contó el número de expediente, nos confirmó que esa tierra fue donada a las Fuerzas Armadas en el 67, que Nicanor Duarte Frutos transfirió al INDERT en el 2004 para la Reforma Agraria, que Campos Morombi intentó legalizar la usurpación con un juicio que salió con número de otra finca, que el abogado Victor Peña Gamba, tres años después, en vano quiso corregir, y que, por lo tanto, y en consecuencia, era tierra era del Estado uruguayo, únicamente del estado paraguayo y debía ser distribuida a la Comisión de Sintierras de Naranjaty que la tramitaba desde 2004. Que es todo esto mi Dios, porque tanto absurdo, porque ese despliegue policial contra campesinos que ocupaban una tierra a la que tenían derecho por Constitución, por ley, por inciso, punto, coma. Por qué. Por qué. Vidal tenía un presentimiento aterrador que en vano intentó ocultarle a su mujer y en vano quiso administrar con los vecinos que asaltaron la ruta para observar el despliegue. Vidal tenía más información que el resto y, aunque nervioso, con trágico presentimiento, trataba de sobreponerse para contener la avalancha de madres y hermanas desesperadas que se habían agolpado en la ruta principal desde las cuatro de la madrugada “
Así narra Benegas en su libro sobre Vidal Vega, cuya vida fue segada en la madrugada del 1ero de diciembre de 2012 en su rancho, frente a su familia, por balas sicarias: “ porque portaba un desafío para las nuevas autoridades ..Les diremos al gobierno si harán ellos el asentamiento o lo haremos nosotros..nos comentaba en la entrevista y, con una fuerza que representaba el espíritu de esa histórica lucha campesina, disparaba otro misil : “Marina Kue tiene que ser asentamiento humano y campesino. No pueden quedar impunes 17 muertes”
Después del 1ero de diciembre, la muerte de Vidal Vega, se sumó a las restantes. Y como a éstas la impunidad también la abrazó, con la misma solemnidad con la que desde los sitiales de poder se ponían una y otra vez trabas y obstáculos a la lucha de los campesinos, mientras que desde las sombras se conspiraba para escarmentarlos, para atemorizarlos y para abatirlos.
Estos episodios de la vida paraguaya causaron impacto en la región y en el mundo. La obra testimonial de Benegas, también causó impacto en la región y en el mundo, porque permitió y permite a los hombres de bien, abrir sus mentes y sus corazones para asumir las injusticias con miras a denunciarlas y combatirlas. La obra de Benegas, de la mano de una narrativa cautivante, armoniosa y rica en datos y emociones nos hace viajar en el tiempo, para hacernos vivir los miedos y la desesperación de los campesinos, que en aquella mañana, además de su dignidad y de sus palabras en lengua guaraní, no tenían más que unas pocas armas de caza y ondas y machetes para defenderse.
Era imposible, por cultura campesina, resistirse a balazos a un operativo policial tan espectacular y tan temeroso. Pero lamentablemente, fue posible, que en medio de ese aparato bélico manos anónimas bien pertrechadas abrieran fuego con armas de grueso calibre, para matar.
A un año de los hechos de Marina Kue, la prensa internacional y local, dan cuenta que el fiscal de la causa no pudo arrimar datos concretos acerca de cómo se inició la balacera ni al grupo que inició los ataques en aquella fatídica mañana. Por ejemplo en el diario argentino La Nación se consigna que el Fiscal Jalil Rachid pretende demostrar en juicio oral que el grupo ocupante tenía planeada una emboscada para la comitiva policial y que el golpe en el rostro del Crio. Lovera fue la señal para el ataque que comenzó desde el lado campesino, tal lo sostenido por el operador del Ministerio Público, quien además agregó: “En el pastizal estaban escondidos tiradores a 20 metros de los Policías, no hubo francotiradores pero si muchos con escopetas. También se desactivaron al menos 10 bombas cazabobos y una molotov, tenemos información que tiradores que mataron a policías lograron huir del lugar”.
Según la misma publicación argentina, Guillermo Ferreiro, abogado de los campesinos procesados dijo: "Rachid quiere condenar a campesinos en base al relato de policías, por otro lado inventó la declaración de un señor de 63 años que no sabe leer ni escribir que ni siquiera fue leída .Tenemos que demostrar que no son suficientes las pruebas que argumenta el Fiscal. En poder de la policía hay vídeos sobre lo que ocurrió en Campos Morombi que no se han presentado y vamos a probarlo”.
En el libro de Julio Benegas, que insisto, recomendamos leer a nuestros lectores -y muy atentamente, como si se tratase de un documento judicial- se tiene una visión, diría sin temor a equivocarme, en extremo completa: se habla de la lucha en sí, de los hechos del 15 de junio, de los protagonistas y de los alcances de una situación, que a las claras y a las primeras, ya fue confusa y turbia. Oficialmente, tanto la comunidad paraguaya como la comunidad internacional, quedaron con la versión de que las fuerzas policiales allí apostadas –notoriamente superiores en cantidad- fueron emboscadas por los ocupantes de las tierras y que bueno, los únicos culpables de la balacera fueron los campesinos.
¿Quiénes salieron al cruce ante esas versiones? Pues obviamente los movimientos campesinos, los sobrevivientes, los familiares de ellos, los medios de comunicación que no integran el circo mediático para enlodar la movilización, los abogados defensores de los campesinos que fueron acusados y procesados judicialmente por participar de la asonada, y por supuesto los periodistas que llevaron adelantes investigaciones para demostrar que detrás de esa matanza había un poder de fuego ajeno totalmente al campesinado en lucha y me atrevería a decir, ajeno a las fuerzas policiales las que en definitiva también sufrieron las consecuencias de una conspiración maldita desde donde se la mire.
Julio Benegas y su libro forman parte de esa corriente periodística que no pacta con el poder, o que al menos no es complaciente, porque antes de informar, investiga, ata cabos sueltos y percibe los hechos desde un punto de vista más cercano la verdad que a la complicidad con la impunidad. Es decir, busca una vez, y dos veces, y más veces, los elementos apropiados para llegar a entender cómo pasaron los hechos, porque los hechos, por su naturaleza misma ya desprenden más dudas que aciertos. Y el periodista investigador no ignora que las fuentes de información están ahí a su disposición. Y es precisamente lo que hizo Benegas, transformar una crónica en un excelente trabajo de reconstrucción de los hechos, para contribuir a que se sepa la verdad.
Dentro de ese contexto y compartiendo con esa corriente de información de denuncia, desde la redacción de Antimafia Dos Mil nos vemos obligados entonces a sumar a nuestro trabajo más opiniones del autor, para poder cada vez más comprender el sentido de su libro y el sentido de la lucha campesina en un país signado por la intriga y la manipulación política desde tiempos pretéritos. Cuando Benegas presentó su libro en el Uruguay el diario matutino La República, tomó sus opiniones que fueron vertidas a sus lectores en la edición del día 29 de junio de este 2013.
Oportunamente Julio Benegas expresó: “Todos coincidimos en que eso (se refiere a la masacre de Curuguaty) fue la conclusión de un proceso que se inició en el momento en que el presidente Lugo ganó las elecciones y desde su asunción el 15 de agosto de 2008, cuando ya se hablaba de que no duraría en el mando .Finalmente, el pretexto que estalla en Curuguaty -tierra donde vivió años el prócer Artigas- desencadenó el golpe para constituir este gobierno de facto. Lugo asume bajo una coalición de centro-derecha con algunas líneas progresistas y en una realidad política que se instala definitivamente con el gobierno de Franco y que hoy día se traduce en las tres medidas adoptadas en tan solo un mes: la habilitación del algodón transgénico, como exigía la transnacional Monsanto, la habilitación de las negociaciones con la empresa canadiense Río Tinto, que quiere el 17% de la energía eléctrica nacional; y la concesión de gran parte del territorio chaqueño a la petrolera norteamericana Plata Petroleo”. Benegas entiende que ese golpe fue corporativo y transnacional, y que en él operaron todas las corporaciones empresariales, incluida la prensa comercial.
“Luego vinieron las elecciones del 22 de abril. El golpe había dejado a la población completamente indefensa, sin mecanismos institucionales de resolución y fue a las elecciones como se va a un supermercado a comprar pan o leche un domingo cualquiera” dijo el escritor quien además subrayó, con cierto énfasis: “para mí el golpe realmente se da con la masacre del 15 de junio, después se formaliza en el Parlamento, con lo cual se cierra un período de falsa democracia abierta en el 89, momento hasta el cual gobernó Alfredo Stroessner, quien profundizó este cuadro latifundista, estableció las nuevas castas económicas en el país, convirtiendo a un país ganadero en re exportadores y agroexportadores, y cuyo representante más importante de ese grupo hoy es el presidente de la República, Horacio Cartes”.
No podemos obviar en este informe lo que dijo Benegas al momento de presentar su libro en su propio país, en la Plaza Italia de Asunción. Allí explicó públicamente que la investigación la comenzó precisamente el 22 de junio, apenas siete días después de los hechos. Dijo además que en la investigación acudió a las fuentes de primera mano.
Más después en la página web E´a, que el autor dirige, él personalmente nos cuenta que la idea de escribir este libro surgió “desde el mismo momento del acontecimiento, no he pensado en otra cosa que en escribir la historia de Marina kue. Qué puede hacer un periodista sin trabajo en ese momento más que dedicarle su tiempo, su dinerito, a contar lo ocurrido en una masacre utilizada para un golpe corporativo contra un presidente elegido por el 43% de votos, me dije en ese momento. Eso es la matanza de Curuguaty para mí: el libro me reconcilia con mi oficio de narrador periodista y de contar una historia que sangra por todos lados, nos interpela y nos ubica en el centro de la disputa más importante del país: la tierra”
Benegas también nos cuenta los riesgos y las durezas que vivió durante las diferentes etapas de la investigación: “fue un camino apasionante sembrado por el pánico y la impunidad. A uno de los entrevistados llegué haciendo siete escalas para despistar a posibles perseguidores. Y el 1 de diciembre matan al dirigente de Ybypytâ, la comunidad más afectada por la masacre, Vidal Vega. Fue un golpe brutal incluso para la investigación nuestra. Desde ahí dejé la investigación de campo para concentrarme en lo que pude conseguir en esos cuatro meses”.
Hay una muy buena puntualización que hace el periodista Benegas: “Nadie, buena gente puede aproximarse a esa historia como de derecha o de izquierda. Mi mirada no es criminológica, mi mirada es esencialmente comprometida con la historia de lucha por la tierra en este país y el entramado cuasi mafioso que rodea esta historia. Y creo, profundamente humanista”
La lectura del libro de Benegas nos ayuda a discernir sobre los hechos, pero la realidad circundante sobre los mismos, en nuestros días, pone de relieve y destaca el valor de su obra, porque el caso de la masacre de Curuguaty sigue atesorando sorpresas e incoherencias.
En el diario BBC Mundo, de fecha 15 de junio de este año, se consiga por ejemplo que una de las primeras medidas que adoptó el gobierno interino de Franco fue desactivar una comisión independiente –que contaría con ayuda de la OEA-, instaurada por Lugo, para esclarecer lo ocurrido en Marina Kue. Franco optó por dejar el vaso sólo en manos de la policía y del Ministerio Público. Y tras meses de investigaciones la Fiscalía ya tejió quienes serían los responsables de la muerte de las 17 personas. Unas 14 personas fueron acusadas por las muertes. Los acusados son campesinos que ocupaban las tierras. No hay ningún funcionario policial imputado y el Fiscal Jalid Rachid siempre ha insistido que se trató de una emboscada.
La información de BBC Mundo agrega que todos los campesinos acusados -entre ellos tres mujeres, dos embarazadas- se encuentran en prisión preventiva. Según lo señalado por Rogelio Ocampos, de la ONG Articulación Curuguaty, a todos ellos se les acusa de invasión de propiedad, asociación criminal e intento de homicidio. La Fiscalía tomó en cuenta el testimonio de 84 policías y de ningún campesino. Además: “no se hicieron peritajes correspondientes, ni estudios de balística para comprobar quien mató a los seis policías”. Conviene recalcar, tal como lo informó la prensa local, que el fiscal Rachid fue recusado dos veces por los abogados defensores como también el primer juez del caso.
Leyendo atentamente el libro de Benegas, leyendo todos los artículos relativos a Curuguaty, de la prensa local e internacional de la época y de hoy, viendo una y mil veces los informes de los noticieros paraguayos de la época, y los videos que salieron a la luz pública, sobre los hechos de aquella mañana del 15 de junio, y los documentales: “Detrás de Curuguaty” de Daniela Candia y “Curuguaty , la historia no oficial” dados a conocer por Videoteca Alternativa, uno va armando el rompecabezas de un secuencia de hechos que sembraron la muerte y la intriga, irónicamente con la misma facilidad que un campesino siembra legumbres y hortalizas.
En concreto, con un poco de discernimiento y procurando ser objetivo para acercarse a la verdad, luego de profundizar en torno a como se llevó a cabo desalojo de las fuerzas policiales aquel día, nos sobran los dedos de las dos manos para hallar preguntas y dudas. Dudas y preguntas que ni por asomo han sido respondidas por las investigaciones judiciales de las autoridades paraguayas.
Humildemente compartimos la hazaña investigativa de Julio Benegas y modestamente sumamos a su formidable trabajo todas las preguntas , dudas y reflexiones que nos han ido surgiendo para intentar ofrecer al lector un relevamiento de todas las fisuras y las omisiones que adolecen las investigaciones y las apreciaciones judiciales, que por cierto se contraponen y no van de la mano del ojo crítico, no solo de los propios protagonistas sobrevivientes de la masacre, sino de las muchas almas que asumen este episodio como un episodio íntegramente conspirativo, viciado y absolutamente inmoral, que desnuda los descarada que es la influencia de los grupos mafiosos de los terratenientes de siempre en la democracia paraguaya, como una constante desde tiempos previos a la dictadura de Stroesnner , durante, y en los tiempos subsiguientes. Vayamos entonces repasando esas dudas, esas preguntas, y esas reflexiones, de expresa autoría de la Redacción Antimafia Dos Mil, tomando como fuente la multiplicidad de informes y trabajos periodísticos a nuestro alcance:
¿De donde y de quien salió el primer disparo? No hay una respuesta precisa ni tampoco se observa que los investigadores del Ministerio Público ni de la policía hayan hecho mucho para averiguarlo. Hay dos videos que andan por You Tube. En uno se ve cuando los policías avanzan por el camino hasta que sobrevienen los disparos y quien lleva el celular captando las imágenes se echa al suelo dada la confusión y el riesgo reinante. Nosotros, mirando el registro (como quizás quien se arrojó al piso filmando) nos preguntamos de inmediato ¿de donde salieron los disparos?¿Se investigo adecuadamente ese aspecto, esa secuencia de los hechos? Me parece que no. Al menos no hubo ostentación de ese punto. En otro video se observa una reunión previa entre los oficiales al mando del operativo. Entre ellos está Erven Lovera, departiendo sobre particularidades del operativo y al parecer no se menciona el uso de armas de fuego.
Altos oficiales de la Policía Nacional paraguaya seguramente estaban al tanto, como resultado de sus tareas de inteligencia y debido a la transparencia de la ocupación, que la misma se hacía en el marco de una lucha que no tenía ribetes sediciosos, de ahí que los ocupantes eran campesinos junto a sus familias, ergo, con menores de edad cobijados en carpas, conviviendo austeramente y a la vista de todos, asumiendo una lucha social y no una lucha armada, lo que hace suponer perfectamente que se trataba de una movilización pacífica ¿Realmente cabe suponer que con ese panorama era viable planificar una emboscada contra la policía?. ¿No habría sido una locura planificarla con niños y mujeres alojados en las carpas instaladas en el extenso predio?¿ Planificarla no habría sido una decisión suicida porque sería como ir totalmente en contra de los principios de una lucha de vieja data? ¿Cabe imaginar que los campesinos estarían dispuestos a planificar una emboscada y así dar una marcha atrás en sus convicciones y en sus estrategias de lucha? Nada de esto podía ocurrir. Más aún, nada de esto deseaban los movilizados. Sabían perfectamente que las tierras estaban destinadas a ellos. Entonces ¿para qué asumir una medida de fuerza con ribetes de emboscada? Pues para nada. No estaba en sus planes emboscada alguna.
¿Qué tipo de armas portaban los campesinos?¿Armas de guerra?. En absoluto. No se hallaron armas de guerra en ningún momento. Las autoridades exhibieron el arsenal incautado: escopetas de uso común por la gente de campo, machetes y otros elementos de poco peso dentro de lo que se podría tildar de arsenal.
La ocupación no era voluminosa. Estaba constituida por unos sesenta campesinos, todos ellos actuando a cara descubierta, tanto aquella mañana, como desde el primer momento en que llevaron a la práctica esa medida de lucha. No estaban actuando en las sombras. Todos en Curuguaty sabían qué hacían ellos en esas tierras. Todos sabían que los campesinos no se comportaban como delincuentes.
El Fiscal Rachid en varias oportunidades ha afirmado que se trató de una emboscada.¿ Qué pruebas posee para demostrarlo?. Nunca se hablo de esas pruebas. Y cabe una pregunta: ¿Acaso los campesinos tienen formación militar, en capacidad y en estrategia, como para planificar una emboscada destinada a desarticular o desmantelar, o intimidar a unos 300 efectivos policiales –muchos de ellos fuertemente equipados y pertrechados- afectados al operativo? ¿Por qué con tanta ligereza el fiscal , una y otra vez, apoya su investigación en la existencia de una emboscada?. Y si fuera así ¿alguna vez se pudo corroborar la certeza de sus apreciaciones?. Creo que ni siquiera hubo voluntad para dar apoyatura a la hipótesis de la emboscada, porque sencillamente nunca hubo tal, existiendo sí, la malicia de inventarla para encubrir la existencia de una conspiración.
Las exclamaciones de Ruben Villalba encarando al Comandante Lovera, reclamando un diálogo, se opone a las verdaderas intenciones del operativo: sacarlos del lugar. Este momento del desalojo, lo describe nítidamente en su libro Julio Benegas:”Se ha dicho que la policía llegó a dialogar, pero eso no fue así. La policía llegó a tratar de sacarlos. Cuando el comandante les dice que salgan se produce un forcejeo y surge el primer disparo. Es de la policía, y ahí ocurre la reacción de los campesinos”. Por su parte, hay otra apreciación orientada en ese sentido. El mismo se encuentra en un informe de la Codehupy, donde hay un testimonio que dice:”Yo lo que vi fue que el grupo de la GEO (fuerzas especiales policiales) vino desde un lado y le dijimos quédense y vamos a conversar no hace falta la fuerza, le dijimos. Ellos no querían saber nada. Vinieron a atropellar, entraron hicieron un desastre y después se escuchó el tiro que no sabemos de donde vino y ahí ya se armó todo”. Esta claro que hubo disparos efectuados por policías, porque ellos respondieron a una primer ataque que suponen proviene de los campesinos, y lo que esta en duda es precisamente si ese primer ataque es atribuible a los ocupantes o a personas ajenas, las que buscaban justamente crear esa confusión y esa duda, que inevitablemente desencadenaría un baño de sangre. Y esto ocurrió, por desgracia.
Quienes vemos los videos o las fotografías, de los hechos en sí y de los momentos posteriores, y quienes leemos el libro de Julio Benegas, tomamos conocimiento que las fuerzas policiales, dan prioridad de asistencia a sus colegas, resultando evidente que la asistencia a los campesinos heridos ha sido relegada a un segundo y hasta tercer plano. Y por las fuentes consultadas por Benegas, hasta sabemos que en muchos casos los campesinos heridos han sido golpeados estando indefensos y a merced de los policías, registrándose también situaciones en las cuales efectivos policiales habrían ejecutado a los campesinos caídos. El informe de la Codehupy se suma a denunciar esas ejecuciones basándose en los informes de los forenses. Uno de estos casos es el de Luciano Ortega quien murió por “herida con arma de fuego en el cráneo con orificio de entrada en la región parieto temporal lado izquierdo con orificio de salida en la región temporal lado derecho”. Pero hay otro caso, el de Adolfo Castro: “murió por herida de arma de fuego en el cráneo, aproximadamente de 20 cm de diámetro en la región parieto temporal lado izquierdo, con destrucción de masa encefálica, presentando heridas en el cuerpo”; en el caso de Delfín Duarte se consigna a nivel forense que “presentaba una herida con arma de fuego en la cavidad bucal, presentando heridas de bala en otras partes del cuerpo”.
¿Por qué tan descaradamente el fiscal Rachid, ante este panorama, es insistente en afirmar que no hubo ajusticiamientos? y además dice enfáticamente “que hay que tomar todo lo que se dice con pinzas. Los exámenes forenses que hicimos señalan que las heridas fueron producidas por disparos recibidos a mediana distancia, no a corta distancia”.
¿Es un capricho superfluo el de las Naciones Unidas hacer un llamado a las autoridades paraguayas, en marzo de 2013, a investigar el caso de manera independiente e imparcial, porque en particular el Comité de Derechos Humanos de la ONU, está preocupado por la información recibida que demuestra falta de imparcialidad e independencia en los procesos de investigación desarrollados? En este punto la cancillería paraguaya se limitó a responder que “los únicos órganos competentes para investigar y juzgar los hechos acaecidos en Curuguaty son el Ministerio Público y el Poder Judicial, respectivamente, los cuales garantizan una investigación imparcial e independiente”. Y algo más, el despacho de Relaciones Exteriores prometió que en un plazo de un año ofrecerá resultados. Julio Benegas, sin embargo nos dice “lo increíble es que ya no se habla de este caso en Paraguay. Es vergonzoso porque el poder constituido, y la destitución Lugo, se dio a raíz de esa masacre”.
En el documental de Daniela Candia “Detrás de Curuguaty” se aprecia perfectamente, con crudeza y descarnadamente los efectos sociales y humanos de toda la farsa que resultó el proceso judicial sobre los hechos. Y es verdaderamente muy lamentable e indignante cómo la Fiscalía habla en torno al caso. Una información de BBC Mundo da cuenta que la Fiscalía, el pasado 27 de abril, señaló que después de los comicios presidenciales se iba a dar inicio el proceso judicial, pero esto no ocurrió porque tras una primera audiencia preliminar el juicio quedó literalmente suspendido, lo que quiere decir que el futuro de los 14 campesinos procesados siguió –y sigue- pendiente a los resultados del proceso, dramático panorama para cada uno de los imputados en el mes de junio de este año 2013.¿Entonces, es coherente la Fiscalía y el actual Estado paraguayo, en seguir insistiendo con su manto de independencia e imparcialidad?
La Agencia Pública de Periodismo investigativo (Pública) de Brasil, según consigna el semanario Brecha de fecha 15 de junio de 2013, estuvo en Curuguaty para reconstruir lo sucedido un año atrás. El semanario publicó algunos fragmentos del voluminoso informe, que resulta oportuno divulgar para entender que la forma en que se investigaron las responsabilidades en la masacre de Marina Kue sigue siendo una mancha en el Estado paraguayo, y por si fuera poco, además un insulto a la inteligencia humana de los técnicos y abogados que están defendiendo a los 14 procesados y a las organizaciones campesinas en lucha por sus tierras.
De la mano de la periodista Natalia Viana, conozcamos algunos pasajes del Informe publicado por Brecha, de la Agencia Pública de Periodismo Investigativo de Brasil: “Detrás de las gruesas y oxidadas rejas de la penitenciaria nacional de Tacumbú, en la capital paraguaya de Asunción, en medio de tres mil detenidos –la capacidad es de 1.500- el campesino Ruben Villalba carga un peso infinito. Bajito, barrigón, de ojos pequeños y piel morena típica del interior paraguayo por los lados de Mato Grosso do Sul, está acusado de ser el principal causante de la matanza de Curuguaty”. ”…Contra Villalba pesa no sólo el papel que se le atribuye en la historia, sino la realidad de que está solo. Nunca hubo en la prensa paraguaya una sola voz que lo defendiese: los demás dirigentes de la ocupación de los sin tierra que, como el, decidieron resistir la reintegración de la posesión el 15 de junio, están muertos; su esposa está en prisión domiciliaria a 400 kilómetros con su hijo de siete meses. Todas las evidencias consideradas por la investigación de la Fiscalía, especie de ministerio público de Paraguay, apuntan a él. El presidente Federico Franco lo llamó asesino y afirmó “ Ruben Villalba protagonizó una emboscada a policías…” Ruben Villalba dialogó con el periodista de Pública en forma encubierta porque esta totalmente prohibido de hablar con la prensa. Con lagrimas en los ojos le habla de los golpes y de la presión psicológica que sufrió tras la captura, de lo poco que recuerda de la desocupación y de que los sin tierra claro que se iban a defender, porque no eran poco comunes las resistencias, pero que todo lo que siguió aquella vez en Marina Kue fue absolutamente atípico.
La historia de Néstor Castro, que se puede conocer muy bien en el libro de Julio Benegas, en particular sobre de qué forma vivió la ocupación y el desalojo, resulta ser sumamente dramática y genera impotencia y dolor, porque su padecimiento psicológico supera al físico. Entrevistado por el colega de Pública, en la sala denominada “Esperanza” del hospital del centro de detención, se lo ve reponiéndose lastimosamente de una horrible herida de bala que destruyo su maxilar, por lo que el mismo, en su parte inferior, esta atado con una suerte de aparato dentario con elásticos lo que le dificulta para hablar y comer. En el informe de Pública se consigna que “Néstor carga sobre sus espaldas la culpa de haber delatado sin querer a todos sus compañeros. Es que días antes del conflicto escribió de su propio puño una lista de nombres de los que ocupaban el terreno para pedir víveres a la Secretaría de Emergencia Social del gobierno federal. La lista, encontrada por la policía, es una de las principales piezas de la investigación conducida por la Fiscalía. A todos los que figuran en ella –estuviesen o no en el momento del conflicto- se les dictó prisión preventiva y fueron acusados de homicidio doloso agravado, homicidio doloso en grado de tentativa, lesión grave, asociación criminal, coacción grave e invasión de inmueble ajeno. Procesar indiscriminadamente a todos los registrados en una lista garabateada con lapicera no es la única fragilidad de la investigación sobre el evento más importante de la historia reciente de Paraguay. En verdad, la investigación está bajo creciente crítica de la opinión pública”
Pero hay otros elementos a tomarse en cuenta en el informe de los colegas de Pública. Allí se menciona que “incluso después de que se dio por concluido el informe de la investigación, en octubre de 2012, no se sabía aún el resultado de los exámenes de las autopsias ni de los de balística. De las cinco escopetas capturadas las supuestas armas del crimen, apenas una se demostró capaz de disparar; decenas de casquillos de armas automáticas simplemente desaparecieron. Hay indicios de adulteración de la escena del crimen y de los cadáveres; un arma apareció de la nada, hay testimonios anónimos y policías que cambiaron sus versiones de los hechos”. Aún mirando a la distancia, definitivamente no podemos aceptar que se hayan cometido estas irregularidades. Entonces, el lector debería ponerse en el lugar de las personas procesadas y en el lugar de los familiares de los campesinos que perdieron la vida. Lo más seguro es que en todos ellos predominen los sentimientos de impotencia y de rabia más indescriptibles. No es para menos
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Ahora bien ¿Quien conduce verdaderamente las investigaciones? ¿Quién es el Fiscal Jalil Rachid? ¿Influye su perfil en su accionar como operador del Ministerio Público? Entendemos que sí. En el informe de Pública se informa que las investigaciones la conducen el Fiscal Rachid, que tiene 33 años, que es hijo de Bader Rachid, ex presidente del Partido Colorado, y por el empresario Blas Riquelme, que usaba el terreno y desde 2004 reivindicaba ante la justicia su posesión, pidiendo la expulsión de los sin tierra. Riquelme, empresario para unos, falsificador de títulos de tierras para otros falleció dos meses después de la masacre y fue enterrado con gloria y honores, homenajeado a nivel del Congreso, el mismo que destituyó a Lugo.
Pero nos permitimos hincar más el diente en los detalles que resultan significativos en el caso de Curuguaty. Significativos no precisamente por contribuir a aclarar los hechos, sino todo lo contrario. Significativos porque nos hacen pensar seriamente en que todos los hechos, previos al desalojo, también están saturados de irregularidades, o si se quiere, de resoluciones muy extrañas, y carentes de todo fundamento. Por ejemplo en el informe publicado por Brecha, tomado de la brillante investigación de Pública, se dice, a través de una fuente policial que no quiso revelar su identidad, que antes de actuar las fuerzas policiales “los jefes querían postergar la desocupación, la que al final se concretó por presión de la Fiscalía. Yo le dije al Comandante ¿Quién está detrás de esto?¿Por qué quieren tanto hacerlo si tenemos tiempo para cumplir con la orden de desocupación? Podíamos habernos tomado hasta un año inclusive. El jefe Lovera no quería hacer ese procedimiento, tenía ese fin de semana libre y quería pasar el Día del Padre con sus hijos en Asunción. Trató por todos lados de suspender, llamaba de acá para allá, pero de todos lados había mucha presión de que se tenía que hacer ese procedimiento de cualquier manera”.
A propósito de los deseos del Jefe Lovera, hay un aspecto no menos significativo. Yo diría extremadamente significativo. El Jefe Erven Lovera fue el primer policía muerto y era el hermano del jefe de seguridad personal del entonces presidente Fernando Lugo .¿Acaso los autores del primer disparo, que segó la vida Lovera, pretendían con el proyectil asesino dar un mensaje directo a Lugo, tomando como carne de cañón al oficial Lovera?¿Por que tengo que pensar en contrario cuando los hechos así me lo están indicando?. ¿Por qué debemos callar esa hipótesis? ¿Por qué debemos descartar la presencia de sicarios francotiradores ubicados estratégicamente para desencadenar la matanza, involucrar a las fuerzas del orden y aún más, servir a los terratenientes desestabilizando al gobierno con una acción en perjuicio de los sin tierra?¿Cuál es la razón por la que no podemos suponer que el poder mafioso de los latifundistas paraguayos orquestó la aparatosa desocupación para crear el escenario necesario que habría de servir para causar el escándalo ( la masacre) que repercutiría políticamente, en la caída del gobierno de Lugo?.
También es de dominio público, y consta en el informe publicado por el semanario Brecha, que meses antes de los episodios de Curuguaty hubo una situación semejante durante la desocupación de un terreno de Nacunday, ocupado por cerca de 8 mil familias sin tierra. En aquella oportunidad, los campesinos fueron transferidos a un terreno vecino, bajo la intensa crítica de la prensa nacional. En el informe se consigna una apreciación de López Perito, en aquel momento jefe de gabinete de Lugo “Cuando ocurrió el caso Nacuday, nosotros denunciamos que había armas de guerra, que había grupos que se habían infiltrado y que iban a usar cualquier acción de la policía para responder. Se generó una situación muy delicada que lamento no haya sido tomada suficientemente en serio, porque hace tiempo que gente que quiere desestabilizar el gobierno esta buscando provocar este tipo de hecho”.
¿Dentro de qué parámetros, el entonces director del Instituto de Tierras (INDERT) Ignacio Vera, estrechamente vinculado a los movimientos campesinos, tuvo que huir raudamente de la zona de Curuguaty al ser alertado de una amenaza contra su vida, en la misma mañana del 15 de junio de 2013, cuando ocurrieron los hechos? En el libro de Julio Benegas se explica esa situación y otro tanto en el informe de Pública donde se lee textualmente: “Vera recuerda que salió corriendo con el consentimiento de sus superiores en el gobierno federal y lo cuenta diciendo “que estaba muy preocupado por la situación, porque comprendí que era un problema de persecución política y que podía haber violencia en cualquier parte”. Vera se quedó algunos días escondido hasta poder volver a la región. Un mes después, ya bajo el nuevo gobierno de Franco fue apartado de la dirección del INDERT”.
En lo que a balística concierne, en el informe de Pública se señala que “en poco más de dos meses de investigación (tuvimos) acceso a la capsula de una bala 5.56 utilizada en fusiles M16 y carabinas M 4, armas utilizadas tanto por grupos de elite de las fuerzas de seguridad de Paraguay como por traficantes que contrabandean marihuana, artículos electrónicos y agrotóxicos a Brasil. Según los testimonios, la capsula fue encontrada en el terreno de Marina Kue poco después del conflicto. La cápsula de bala 5.56 que permanece en lugar seguro en Paraguay, puede ser el único indicio de que el día del conflicto se utilizaron armas militares, fuera por las fuerzas especiales de la policía o por francotiradores. Decenas de otras cápsulas semejantes, recogidas en el lugar, simplemente desaparecieron”
¿Por qué se miente tan descaradamente siendo que todos en la región de Curuguaty y mismo en Asunción, desde que el Fiscal Rachid presentó sus conclusiones en el mes de octubre de ese 2012, ha sido cada vez más criticado? Los ocupantes no llegaban al centenar y quienes dialogaron o enfrentaron a los oficiales comandando el operativo no serían más de 30 ¿cabe pensar, estratégicamente hablando, que ellos podrían –es decir, estaban capacitados y preparados- para emboscar a unos 324 policías? Pensar en esos términos es verdaderamente mal intencionado y además es buscar revertir la situación para demonizar groseramente a los campesinos, que lejos estaban de promover o buscar un enfrentamiento de naturaleza violenta. Todo lo contrario. Las palabras en guaraní de Ruben Villalba, dirigiéndose al comandante Lovera, que se pueden leer al inicio de esta nota, son claras: “Por qué vienen así. Hay entre nosotros mujeres y niños. Quédense a conversar“. No hubo diálogo. Hubo plomo. Muerte. Violencia. Conspiración. Abuso y manipulación política. Todos estos, componentes típicos de la prepotencia latifundista paraguaya, que nada tiene que ver con los reclamos de campesinos hartos de reclamar tierras, para trabajarlas, para vivir y para darle a su país una matriz productiva basada en la mano de obra campesina.
Al Fiscal Rachid le llueven las críticas y le llueven los argumentos que pulverizan los suyos. La Plataforma de Estudio e Investigación de Conflictos Campesinos (PEICC) que fue fundada por el político liberal Domingo Laino, con posterioridad a la administración Lugo, elaboró un informe sobre los hechos que fue publicado en el mes de octubre de ese 2012. Tal como se señala en el semanario Brecha, el mismo es una verdadera piedra en el zapato del Fiscal. Primero porque a través de ese informe la PEICC no solo asumió la defensa de los campesinos que se encuentran presos sino que además pide la completa anulación de la investigación por la existencia en ella de gruesas fallas: La PEICC cuestiona el hecho de que solo se hayan encontrado en el lugar cinco escopetas de caza y un revólver, armas que difícilmente conseguirían matar a tanta gente en tan poco tiempo. Pero hay más: dice el informe de la PEICC que analizándose un video grabado por la policía se oye una ráfaga de fusil automático en el momento del tiroteo. Curiosamente esta evidencia es descartada por el Fiscal Rachid. También en el mismo video, continúa el informe –según lo consignado por el semanario Brecha de Uruguay- se muestra la presencia de mujeres y niños en el lugar de la confrontación, lo que desmentiría la versión de una emboscada. El registro gráfico resultaría irrefutable, pero la Fiscalía se va de lleno contra él apoyado en el testimonio de 30 policías que afirman que allí no había ninguna mujer o niño. Y eso es una burda mentira, insisten en señalar los campesinos que estuvieron allí y el informe publicado por la PEICC, donde además se puntualiza que los campesinos no estaban fuertemente armados, reafirmándose que los ocupantes portaban armas de caza. Y en efecto, cinco escopetas fueron examinadas por la policía y solo una apenas estaba en condiciones de disparar durante las pruebas de balística.
Pero hay muchas más incongruencias que quedan en evidencia tras el informe de la PEICC: por ejemplo, que una de las armas incluidas en el informe de la policía fue en verdad robada el 22 de junio, (una semana después de la masacre) de la casa del general Roosevelt César Benitez Molinas siendo abandonada atrás de una iglesia de Curuguaty; que desde el helicóptero se efectuaron disparos y eso queda demostrado , observándose a los campesinos corriendo y siendo baleados desde la aeronave que sobrevolaba la zona muy bajo, pese a que oficialmente se dijo que el helicóptero no estaba sobrevolando la zona durante el tiroteo; que se observó, y hay testigos al respecto, a policías manipulando los cuerpos de los campesinos, tirando sobre ellos cartuchos de bala y escopetas, para posar ante las fotos que ilustrarían los periódicos de los días siguientes. En ese sentido, se señala en el informe de la PEICC, que las fotos de montaje de la escena fueron cedidas a la PEICC por fotógrafos “que no están de acuerdo con lo que ocurrió” y no salieron en la prensa paraguaya. Se dice en el informe además que precisamente una foto fuera de foco, sin autoría definida y filtrada a la PEICC, fue utilizada para identificar a Ruben Villalba como el hombre que tiró contra Erven Lovera, dando inicio a la llamada emboscada contra la policía.
En la recta final de este informe de Antimafia Dos Mil, sobre la masacre de Curuguaty, vale mucho la pena incluir fragmentos de una muy sólida nota periodística del colega Augusto Ferreira publicada en la página E ´a de la cual es director el colega y escritor Julio Benegas cuyo libro, insistimos, resulta fundamental y de mucho peso para conocer la verdad de la masacre de los campesinos de Marina Kue y la esencia y los alcances de su lucha, en nuestros días.
Augusto Ferreira ya desde el título de su artículo nos da una idea del calificativo que ha adoptado para los hechos de Marina Kue, del día viernes 15 de junio de 2012:“Masacre, conspiración, criminalización e impunidad en el caso Curuguaty”. Más adelante nos ofrece una reflexión que encierra a todas las reflexiones que pueden surgir luego de conocer el caso tal como lo hemos ido desarrollando.
Augusto Ferreira nos dice: “A pesar de que, claramente, todas las evidencias sugieren que la masacre fue orquestada por un sector de poder en consonancia con el golpe de estado parlamentario que depuso al presidente Fernando Lugo, el fiscal interviniente, Jalil Rachid, ha hecho caso omiso a tal presunción, enturbiando el caso con infundios y brindando la tapadera perfecta para dejar impunes a los responsables del crimen. Dicha investigación, tejida con falsedades y argumentos difusos, ha desestimado pruebas cruciales por un lado, y, por otro, en operación de bandera falsa, ha incriminado a campesinos inocentes, iniciando con ello una nueva cacería de brujas que enfila hacia la criminalización de las organizaciones sociales, en especial las campesinas en lucha por la tierra. Los cabos sueltos y la dinámica de los acontecimientos dejan dibujada fuertemente una hipótesis de conspiración que liga como agentes causales de dichas peripecias a una mafia criminal que controla poderosas instituciones, incluyendo el parlamento paraguayo, y a intereses transnacionales que apenas ejecutado el golpe, sin pudor, han echado garras sobre valiosos recursos naturales y energéticos del país. Por otro lado, cabe la sospecha de que la maraña tejida está firmemente conectada con intenciones imperialistas que buscan desestabilizar la región sudamericana, indicio de ello: las inmediatas incursiones diplomáticas con el gobierno de facto para el establecimiento de nuevas bases militares estadounidenses. Como si todo fuera poco, la Coordinadora de Derechos Humanos Paraguay (Codehupy) denunció ejecuciones extrajudiciales, casos de torturas y detenciones arbitrarias por parte de la policía (www.codehupy.canal311.com) y la inasistencia médica y maltrato a los campesinos heridos luego del enfrentamiento”
Como apreciará el lector siguen sobrando las preguntas. En el artículo de Ferreira muchas de ellas están prolijamente expuestas. Veamos algunas de ellas: • En una grabación se escuchan disparos de armas automáticas. ¿Dónde están los casquillos? Existe un video donde en una bolsa de plástico entregan algunos de ellos. ¿Cuántas autopsias se hicieron a los seis policías asesinados y cuantas a los once campesinos asesinados? ¿En ninguna de ellas se encontraron estas balas? ¿De los muchos heridos, no sacaron ninguna bala de armas automáticas escuchadas en las grabaciones?• ¿Fue orden de allanamiento o de desalojo? ¿Quién la firmó? ¿Se cumplió lo que estaba escrito o por qué no? ¿Qué papel tuvo en todo esto el Juez Penal de Garantías?• ¿Por qué le insistieron por teléfono al Comisario Erven Lovera (quién murió en el lugar) a que fuera a donde estaban los campesinos? ¿Quién lo ordenó?• ¿Por qué la policía se retiró terminada la masacre y no acordonó con guardias el lugar? ¿O sí lo hizo?• ¿Por qué no se hizo la prueba de parafina para saber quiénes habían disparado?• Al día siguiente se encontraron dos cadáveres. ¿No los habían visto o fueron ejecuciones extrajudiciales?• La inculpación del fiscal ¿se fundamenta solamente en nombres hallados en un cuadernito? ¿Existió, y dónde está?.
Todos estos hechos nos ponen a todos contra las cuerdas de nuestros principios y de la ética humana, porque nos resulta tarea muy difícil admitir que estas conspiraciones sigan aferradas aún a la vida de los pueblos. Cuesta aceptarlo y nos indigna, pero también nos fortalece para atrevernos a denunciarlas, por tratarse de arbitrariedades emergentes de un sistema corrupto en el que las dominaciones de los sectores sociales mas desposeídos por parte de quienes tienen el poder económico y político, continúa siendo una práctica corriente. Refiriéndonos a estos episodios, cuyas secuelas políticas, sociales y judiciales son de extrema gravedad, considerando que se han desarrollado en una República que se jacta y se dice democrática, nos vemos obligados a coincidir en los reclamos o exigencias que todos quienes han seguido el curso de los hechos, en el Paraguay, planteando a sus autoridades: la inmediata libertad de los presos campesinos; la recuperación inmediata de las tierras mal habidas, especialmente las de Marina Kue; indemnización a las familias de las víctimas de la masacre; justicia y esclarecimiento de la masacre y del asesinato de Vidal Vega; y la cárcel para los verdaderos criminales.
Mientras redactamos estas líneas, al finalizar el mes de setiembre, nos ha llegado a nuestra mesa de trabajo, la noticia de que Jorge Galeano, delegado de la Vía Campesina Internacional y Martina Paredes, dirigente de la Comisión de Víctimas y Secretaría de la Comisión Sin Tierra de Marina Kue –que se encuentran en la sede de la ONU, en Suiza, desde el día 5 de setiembre, presentaron una denuncia internacional sobre las graves violaciones que se cometen en el caso que el Estado paraguayo sigue por la masacre de Curuguaty. Se pudo saber además que las denuncias de los líderes campesinos se centraron en la situación rural del Paraguay, y en este sentido sentaron postura sobre las violaciones permanentes de los derechos económicos, sociales y culturales hacia las comunidades campesinas e indígenas del Paraguay.
Se informó igualmente que en la denuncia puntualizaron que: “No existe voluntad para investigar y castigar a los responsables verdaderos de la masacre, que costó vidas y un retroceso en materia política, social y económica en Paraguay. No se quiere llegar a la verdad, porque los culpables están en el poder político, mientras a los campesinos se les condena de forma injusta sin derecho a la defensa, sin respeto al debido proceso, siendo hoy presos políticos”.
Vemos con repulsión todos estos hechos, y nos abrazamos a la causa de los campesinos sin tierra de Paraguay, y recomendamos especialmente la lectura del libro de Julio Benegas, porque su contenido, por si mismo, resulta ser una valiosa evidencia para denunciar a la mafia política y latifundista del país hermano. Hemos recorrido para ustedes, libros, videos, documentales, informes y denuncias, y testimonios, que entendemos contribuyen y nos llevan a comprender en la piel, el sufrimiento que están padeciendo las personas en cautiverio, procesadas injustamente por una Fiscalía corrupta e incoherente. No bajaremos los brazos desde estas páginas, para acompañar esta lucha, porque se trata de una causa universal; porque se trata de una causa sudamericana; y porque se trata de una lucha justa con la cual no solo nos sentimos identificados, sino que la promoveremos sin inhibiciones, desde el Uruguay, desde Italia y desde el Paraguay mismo, cuando sea necesario; porque Curuguaty fue vuestra sangre y ahora es nuestra lucha.