Uruguay: a familiar de detenido desaparecido le dejan escrito “Podés terminar igual”
Una acción propia del terrorismo de Estado, en plena vida democrática uruguaya -que se relaciona estrechamente con la búsqueda de restos de detenidos desaparecidos en terrenos militares- fue denunciada pública y policialmente por Darío Tassino, sobrino de Óscar Tassino Asteazú, militante del Partido Comunista, y dirigente gremial de UTE, quien se encuentra desaparecido desde el 19 de julio de 1977, momento en que fue secuestrado e ingresado a un centro de detención en la zona de La Tablada. Su sobrino, en las últimas horas, halló pegada una cinta en la puerta de su automóvil, estacionado en al parking de un supermercado de Carrasco, en la que se leía perfectamente “Yo se dónde están y vos podés terminar igual” .
Esta situación fue dada a conocer a la opinión pública por el mismo Darío Tassino, una vez que él personalmente acuso recibo del dramático mensaje, bien propio del terrorismo de Estado, en oportunidad que se retiraba junto a su esposa de un supermercado de la zona de Carrasco, más específicamente del que está ubicado en Santa Mónica y Avenida Italia. Tassino, filmó la cinta con su celular y la divulgó inmediatamente por las redes sociales, con el plus de una breve intervención suya explicando lo ocurrido. Cabe consignar que en el vehículo había un bandera de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, y que en el mismo lugar Tassino le informó de lo acontecido al Ministro del Interior Nicolás Martineli quien también se hallaba cerca del supermercado.
La situación en cuestión se registró este miércoles 28 de agosto, alrededor de las 17 horas, y Tassino, siguiendo el consejo del propio ministro Tassino radicó la correspondiente denuncia ante la autoridad policial, haciéndose presente en la Comisaría de la zona.
Podríamos dar por concluída la información, pero no será así, porque este hecho, que bien puede ser considerado aislado, especialmente por mentalidades que lo minimizaran o le restarán importancia, es todo lo contrario, hace parte de un contexto por demás repulsivo: se visibiliza descaradamente que hay quienes, primero buscan confrontación con los pilares de la vida en democracia, como son la justicia y la libertad; y segundo, buscan intimidar, aterrorizar y amedrentar a las personas que libremente se expresan -con el logo de un colectivo, como es el de Madres y Familiares- estar en total apoyo con la tarea de buscar restos óseos de personas que en los años de la dictadura cívico-militar en Uruguay, fueron detenidas, torturadas, asesinadas y finalmente enterradas en campos de cuarteles del Ejército Nacional.
Esta amenaza de muerte, porque dado el texto de la cinta, es claramente en una amenaza de muerte, debería ser motivo más que suficiente como para que de oficio, ya desde la Fiscalía Penal se lleven a cabo todo tipo de actuaciones, pericias e investigaciones -a nivel policial, revisando por ejemplo, los registros de las cámaras , si las hay, de la playa de estacionamiento del supermercado o de viviendas próximas- para poder individualizar a las personas que colocaron ese mensaje a Darío Tassino.
Un mensaje que nos compromete a todos los que pensamos que esa búsqueda de restos óseos, no solo es legítima, sino que es la expresión más inconfundible de que estamos en democracia y de que rechazaremos y denunciaremos todo intento de amedrentamiento, que se relacione con la cultura de la impunidad y con el rebrote de acciones propias de un terrorismo de Estado, bajo el rostro solapado de una democracia fulgurante, cuando de hecho no lo es. Y no lo es, por el solo motivo de que cerca de dos centenares de cuerpos siguen enterrados en predios estatales, de la casta militar, y porque todavía desde ciertos círculos del poder político se sigue obstaculizando la búsqueda, las excavaciones del GUIAF -bajo diferentes prácticas, cargadas de malas intenciones, sobre todo a la hora de aportar informaciones sólidas a los antropólogos forenses- y lo que es peor, distorsionando -por falta de voluntad política ya demostrada por todos los gobiernos post dictadura- todos los caminos viables legítimos y democráticos para llegar a la verdad, en materia de derechos humanos. La verdad consistente en la recuperación de restos de personas que fueron detenidas y desaparecidas, y en consecuencia, en la conducción ante la Justicia Penal de los involucrados y responsables materiales, de esos aberrantes actos de desaparición de personas, solo por pensar distinto o por vivir una militancia política o gremial de resistencia a la dictadura que se instaló en el Uruguay el 27 de julio de 1973.
“Yo sé donde están y vos podés terminar igual” estaba escrito en la cinta. Para nosotros, además, es una amenaza abierta y explícita a la democracia uruguaya. Es un anuncio sombrío, insisto, propio del terrorismo de Estado de los días que corren, que es sutil, encubierto, obsceno y criminal. Y es una provocación, lisa y llana. ¿Quién o quienes están tras ella?
Y por si fuera poco, además de una amenaza, es una provocación a la sensibilidad de los uruguayos: “Yo sé dónde están”, dice. Entonces, señor terrorista de la casta militar ¿por qué no dice dónde están, y se baja de su torreta de criminal, para aceptar la vida democrática, de una buena vez? ¿Y así, usted mismo, por qué no tiene la hombría de limpiar su uniforme que hoy está teñido de sangre y de muerte de connacionales? Su cobardia seguramente se lo impide. Esa cobardía de matar personas que fueron torturadas, para luego enterrarlas y cubrirlas con cal, para que nunca fuesen halladas. ¡¡ Pero están siendo halladas, recuperadas, para ser abrazadas por el afecto del pueblo, y por los honores del pueblo!!. Ese afecto y esos honores que ustedes no lo merecen, como tampoco los merecen los políticos corruptos y asesinos que les fueron funcionales a ustedes, o viceversa.
Porque ellos, los que hoy ponen estos carteles, siguen siendo los criminales de la casta militar desviada -de los años sesenta, setenta, y ochenta, porque no podemos olvidarnos del asesinato en tortura del médico Vladimir Roslik, en plena transición a la democracia- que seguro estoy, deben estar sumidos en la ira porque están viendo por sus propios ojos, que aquellas vidas que masacraron en la tortura, o a golpes y/o a balazos, ahora están siendo recuperadas por el tesón, la paciencia y la voluntad popular -y el trabajo altamente ético del GUIAF- y de todos quienes bregamos, para que con el reencuentro con los uruguayos enterrados, recién se podría decir que se habrá hecho justicia, un poco tardíamente, pero justicia al fin, y no veganza, como pregonan por ahí los represores y los que los apoyan, cobardemente.
Pero por el momento esa búsqueda de restos está todavía en curso, a los tumbos, entre amenazas cobardes, pútridas y burdamente funcionales a la cultura de la impunidad.
Esa detestable cultura de la impunidad , que sigue enquistada en nuestra sociedad, de la mano de un sistema político que no le ha ofrecido batalla, desafortunadamente, de lo contrario no estaríamos así: con solo siete hallazgos de restos de detenidos desaparecidos, en todo lo que va desde que se instauró la democracia en el Uruguay.
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