Domingo 8 Diciembre 2024

Amelia estaba embarazada, fue torturada, asesinada y enterrada en el Batallón 14

No encuentro palabras para calificar a los responsables, cada vez que se identifican restos óseos de detenidos desaparecidos en la dictadura. No encuentro palabras para calificar a quienes hoy niegan estos hechos como parte del terrorismo de Estado. No encuentro palabras para calificar a quienes hoy (como ayer) todavía tienen la cobardía de encubrir a los represores, dándoles impunidad, desde el sistema político que se precia de democrático, desde la salida de la dictadura. No encuentro palabras para calificar a los gobernantes uruguayos (Julio María Sanguinetti , Luis Alberto Lacalle Herrera, Jorge Batlle Ibañez, Tabaré Vázquez, José Mujica Cordano y Luis Lacalle Pou) que sentados en sus privilegiados sitiales del poder han dado la espalda a Madres y Familiares de Desaparecidos, por más que desde sus filas no hayan sido incisivos con ellos, para responsabilizarlos de haber sido funcionales a la cultura de la impunidad . Y no encuentro palabras para calificar a los militares uruguayos que a raja tabla aplican la omertá -el silencio mafioso- respecto a los lugares donde fueron enterrados más de 200 uruguayos que oportunamente, en plena dictadura cívico militar, fueron detenidos por la represión, por el solo hecho de resistir al autoritarismo impuesto, con el sello inconfundible del terrorismo de Estado.

En las últimas horas finalmente se pudo saber, científicamente y oficialmente, a quien pertenecían los restos óseos que fueron hallados en el mes de junio del pasado 2023 en un preciso punto del extenso predio militar del Batallón 14 de Infantería y Paracaidistas, de la ciudad de Toledo, en el departamento de Canelones. Esos restos óseos, hallados en una fosa con cal, fueron de quien en vida era la militante comunista Amelia Sanjurjo Casal, de 41 años de edad. Había sido secuestrada por militares (se investigará oportunamente si es que en el operativo también tomaron participación policías) el 2 de noviembre de 1977, se estima en la zona de Colón (ella vivía en el barrio Sayago, y su medio de vida era la venta de libros). Se supo además, que luego de ser secuestrada fue derivada al centro clandestino de detención, en La Tablada, donde habría sido ferozmente torturada, estando ella embarazada, y en esas circunstancias se estima hubo fallecido, y en consecuencia, sus restos fueron trasladados a un terreno militar de la zona de Toledo, identificado como Batallón 14.

Se trataba de una mujer muy apreciada por quienes militaban con ella y además, según testimonios obtenidos, Amelia Sanjurjo se caracterizaba por su alto de nivel de conciencia en la militancia, en filas del Partido Comunista.

El fiscal especializado en delitos de Lesa Humanidad , doctor Ricardo Perciballe, explicó, en la conferencia de prensa que se brindó para dar la noticia, que dado que se pudo lograr la identificación de la persona cuyos restos de hallaron en el predio militar, se habrá de reabrir la causa, para que se inicie una investigación que permita definir la identidad de quienes no solo la detuvieron, sino ademas de quienes participación de las sesiones de tortura, y las circunstancias en que halló la muerte, y fundamentalmente quienes se vieron involucrados en su desaparición, lo que seguramente significará determinar, quienes llevaron su restos hasta el área del predio militar donde se concretó el hallazgo, quienes la enterraron y cómo, para finalmente definir fehacientemente responsabilidades penales, por el homicidio cometido dentro de un contexto, repito e insisto, de terrorismo de Estado.

En la rueda de prensa, en la que estuvo presente la arqueóloga forense Alicia Lusiardo, que tuvo y tiene un papel relevante en la coordinación y en los trabajos de búsqueda de restos de desaparecidos, que realizan los integrantes de GIAF, Grupo de Investigación en Arqueología Forense, se informó que una vez que se logró definir oportunamente que los restos hallados hace un año aproximadamente pertenecían a una mujer que presentaba signos de tortura, lo que restaba definir era la identidad de la persona fallecida.

Dentro de ese contexto, tras la exhumación, y ante las sospechas de que la persona fallecida podría tratarse de Amelia Sanjurjo se tomaron muestras de sangre a otros familiares directos (dado que sus padres estaban fallecidos y no tenía hijos) residentes en el exterior (Italia y España) , y de esa forma se pudo hacer el comparativo genético correspondiente (de ADN) que más tarde fue procesado en un laboratorio de Córdoba, a instancias del Equipo Argentino de Antropología Forense, llegándose finalmente a la conclusión de que había una 99,99 por ciento de coincidencia con el ADN obtenido en los restos óseos hallados en el predio militar.

Los restos óseos hallados en el mes de junio en terrenos del Batallón 14 fueron identificados. Ya con nombre y apellido, el estupor ganó terreno, una vez más. Años atrás se hallaron otros restos óseos; es decir, otras personas enterradas -en diferentes predios militares de Montevideo y de Canelones- por manos castrenses, recuperaron su identidad, su nombre y su apellido. A saber: Julio Castro, en el 2011; Ricardo Blanco en el 2012; Ubagesner Cháves Sosa, en el 2005; Fernando Miranda, en el 2006; Eduardo Bleier, en el 2019.

Solo seis restos óseos hallados e identificados, desde el advenimiento de la democracia. Solo seis, de dos centenares. Pero se sumo otro hecho más, con fecha setiembre de 2002. Se identificaron los restos hallados en 1973, en aguas del Lago de la represa del Rincón del Bonete, pertenecientes a Roberto Gomensoro, cuyo cuerpo fue arrojado allí, por el oficial Nino Gavazzo -hoy fallecido- tras una sesión de tortura, en una unidad militar.

Restan todavía hallarse enterramientos de 197 detenidos desaparecidos, en terrenos de la muerte. Terrenos del terrorismo de Estado. Terrenos militares del Estado uruguayo. Terrenos donde se hacen excavaciones, en base a magros datos que llegan a las entrañas de GIAF. Enterramientos que son amparados por la cultura de la impunidad, que reina y campea en un país, en donde la clase política, hipócritamente, se precia de democrática, pregonando a los cuatro vientos que el tema de los desaparecidos esta en el debe, pero al mismo tiempo la voluntad política para hallarlos, sigue estando ausente. Ausente. Y tanto ausente, que la Marcha de Silencio, cuya esencia es reclamar el paradero de los desaparecidos, lleva ya 29 años.Veintinueve años de tenacidad y de paciencia. De mucha paciencia. Veintinueve años, denunciando la ausencia de la voluntad política para dar respuestas. Esas repuestas que surgen escalonadamente, porque la casta militar estrecha filas, apañada por el sistema político, que se regodea con discursos y retóricas, que en definitiva lo hace cómplice de un silencio, de una maldad lisa y llana, y de una insensibilidad, que apabulla y desilusiona, y que duele.

La búsqueda se intensificará, siempre y cuando surjan informaciones y datos precisos de los lugares donde están enterrados más cuerpos, en el Batallón 14 y en otras unidades militares !Porque ellos saben dónde estan!

La historia de Amelia, una historia de militancia a conciencia

Hace pocas horas la verdad de uno de los enterramientos ha salido a la luz pública. Se ha conocido una historia de lucha, que lleva un nombre y un apellido. Se ha conocido una historia de resistencia. La historia de resistencia de una militante que nos honra con su martirio. Una honra que que nos debería avergonzar, porque , hablando con claridad y sentimiento militante, los uruguayos ( y los argentinos, y los chilenos, y los paraguayos, y los brasileños) que fueron víctimas del Plan Cóndor, no merecen ser negados por una impunidad y una demagogia operante, sobrada en cinismos y en lágrimas de cocodrilo. Y digo más, víctimas del Plan Cóndor, que no merecen ser desaparecidos por segunda vez, a la vista de todos.

Te pedimos disculpas Amelia Sanjurjo, por los silencios y las indiferencias de los que teniendo poderes democráticos, te dieron la espalda, y unos más cinicos que otros, hicieron lo mismo con los otros detenidos desaparecidos.

Ya es hora y momento de dar vuelta esta cadena de falsas promesas, y compromisos entre comillas; ya es hora y momento de preservar la memoria de 197 personas, cuyos nombres y apellidos, se oyen cada vez en la avenida 18 de julio, todos los 20 de mayo. Ya es hora y momento de que la clase política se baje del pedestal de la demagogia y accione.

Y ya es hora y momento de que esos nombres y apellidos que se oyen por la calles, sean recuperados del olvido, para que sus seres queridos les den digna sepultura.

No es tiempo de dar vuelta la página; es tiempo de resistir a un negacionismo infame y cruel, que es en sí, otra forma de terrorismo de Estado.

¿Alguien se anima a ponerlo en duda?

*Foto de Portada: www.pitcnt