Jueves 3 Octubre 2024

Ana Espinosa, sobreviviente del terrorismo de Estado en dictadura uruguaya

Ana Espinosa fue testigo en la causa de torturas y privación de libertad en el Batallón n°6 de Infantería de San José, que tuvo su sentencia en primera instancia el pasado 1° de junio. Junto a un grupo de 21 jóvenes de entre 18 y 25 años, fue perseguida, detenida ilegalmente y torturada por funcionarios del Ejército uruguayo, entre 1975 y 1978. Es una sobreviviente a la que de forma cruel le fueron impuestos en su memoria cuatro años de torturas, angustias, abusos, degradación y privación ilegítima de libertad. Un auténtico infierno, con todas las letras.

En la actualidad Ana es docente, quizás por eso se dispuso con atención y dedicación a compartir sus pensamientos y reflexiones con Antimafia Dos Mil, acerca de lo que significó para ella haber atravesado momentos tan duros como los que vivió. También, manifestó estar motivada por su necesidad de dar a conocer los hechos, que se comprendan y que no se repita la historia, para que la sociedad en su conjunto fortalezca la memoria y entienda, de primera mano, cuáles son las cosas que pasan cuando el autoritarismo y la impunidad son los que gobiernan.

El diálogo remitió al juicio que se llevó adelante en San José contra los exmilitares Francisco Macalusso y Rubens Francia, hoy sentenciados a 12 años y seis meses de prisión.

-¿Es el primer caso de juicio oral público por delitos de lesa humanidad?

No, no, es el segundo. El primero fue el de los Vagones de Canelones. Este es el segundo que se lleva a cabo en todo el país. Y van a seguir varios.

-¿Cuántas personas hicieron esta denuncia?

Esta denuncia, si bien conformamos un grupo de 21 personas, entre 21 y 23 años, porque algunos casos son de Montevideo, que integramos el grupo ese que fue detenido entre marzo y abril del año 75, los denunciantes somos ocho. Y yo pasé a ser testigo porque yo tengo una denuncia previa con 28 mujeres que denuncian abuso sexual. Entonces, para no estar en dos juicios yo permanecí en este como testigo. De cualquier modo soy integrante del grupo y me pasó lo mismo que les pasó a todas. Es una formalidad.

-Como para no complicar las causas, sino atrasar una, te presentaste demandante solo con la de las mujeres…

Exactamente. Como integrante, como testigo, figura en esto, soy la única testigo, pero por supuesto estuve en ese momento con todos mis compañeros. Los denunciantes en el resto no, algunos no están bien físicamente, otros fallecieron, otros no quisieron porque hacer esta denuncia realmente es una cosa que nos ha pesado a nosotros. Seguramente la gente no se da cuenta pero esto significa una gran carga para nosotros porque revivir situaciones que fueron muy fuertes para nosotros. Así que no todo el mundo se animó a hacer la denuncia, pero sí sabemos que muchos de ellos nos acompañan, aunque no hayan denunciado.

-¿Cómo viviste esta instancia?

Fueron días contradictorios, por definirlos mejor, porque por un lado nosotros teníamos mucha necesidad de que esta denuncia saliera adelante y se hiciera el juicio oral, porque es esa necesidad de justicia de que la gente sepa lo que pasó. En el interior, todo queda como tapado por un manto de inmediatez, pero por un lado eso y por otro lado la resistencia a revivir momentos que fueron realmente dramáticos y terroríficos y que dejaron secuelas en casi todos nosotros muy, muy fuertes y que de alguna manera nunca terminamos de superar. Entonces es una situación contradictoria pero realmente llegar al juicio después de tantas audiencias y tantas cosas fue una situación gratificante y liberadora, y de alguna manera también sanadora.

-¿La denuncia la presentaron recién en 2021?

Nosotros nos habíamos reunido varias veces, este grupo que hizo finalmente hizo la denuncia, más algunos compañeros que ya no están, que ya estábamos resueltos hace muchos años hacer la denuncia y nunca se daba la oportunidad porque tampoco teníamos garantías. Hasta que se creó la Fiscalía de Derechos Humanos y entonces ahí sentimos que sí realmente valía la pena, porque hacer todo este esfuerzo en el 2002, en el 2003, era una cosa que era como al aire, no teníamos garantía de ningún tipo de que esto fuera a ser tomado.

Cuando se crea la Fiscalía de Crímenes de Lesa Humanidad, sentimos que realmente sí era nuestro momento y también psicológicamente era nuestro momento, porque cuando vos decís ‘voy a hacer esta denuncia desde un lugar de inferioridad’ -porque nosotros de alguna manera estábamos denunciando a un terrorismo del Estado... nosotros somos nada frente a esos modeles del Estado-... cuando sentimos que realmente había garantías, que fue en el 2021, inmediatamente nos conectamos con (Ricardo) Perciballe, con el fiscal, y empezamos este trabajo de hacer la denuncia que llevó todos estos años.

Los alegatos de la Fiscalía y de nuestros defensores fueron de un nivel académico fantástico y los alegatos de los acusados fueron realmente sorprendentemente pobres. No apareció en los alegatos de ellos una consistencia en la defensa porque son argumentos que no tienen peso, el de esto de la obediencia debida, la inseguridad de que cómo se ubicaba a estos señores. Los acusados niegan los hechos.

Al principio cuando empezaron las denuncias la base de la defensa de ellos era que negaban la existencia de los hechos. ‘Acá no hubo tortura, acá no hubo desaparecidos’. Pero a esta altura negar eso cuando hay estudios académicos de peso, cuando hay entrega de documentación del propio Ejército que sustenta las situaciones en cada uno de los lugares, ya no lo pueden usar como argumentos. Ellos eso aceptan y lo aceptan diciendo, aceptamos que eso ocurrió, aceptamos que hubo tortura, que hubo malos tratos. Porque ellos, tortura no dicen, ni que ocurrieron estos hechos, y a partir de ahí el tema pasa por ubicar a esas personas en el lugar de la tortura porque no queda otra cosa. Tanto a Francisco Macalusso como a Rubens Francia, fueron ubicados por casi todas las víctimas en ese lugar y cumpliendo funciones de responsabilidad. Con lo cual el intento individual de sacarlos de la causa y de liberarlos queda también un poco... si estaban allí en ese momento eran los responsables y en un Batallón donde están torturando a 21 personas es imposible pensar que el segundo jefe o el tercer jefe del batallón no supiera o no fueran responsables de eso cuando son los que dan las órdenes.

Además son ubicados por todos nosotros en el momento y en el lugar de la tortura porque muchos de ellos los conocíamos del pueblo. En Montevideo es más difícil explicarse esto, pero nosotros nos cruzábamos en la calle con ellos, íbamos a los mismos bailes, al mismo básquetbol, al mismo fútbol. Algo similar ocurrió con los jóvenes de Treinta y Tres que también pasaron por la misma situación, en el sentido de que también los conocían de la vida diaria y a los que no conocíamos de la vida diaria como a Puñales, que era el jefe de la tortura.

Él es responsable primero porque era el mayor en grado, segundo jefe del Ejército allá. Él nos levantaba la capucha y nos decía, ‘yo soy Winston Puñales y yo torturé a tantos tupamaros y a vos, imaginate’. Algunos de ellos te torturaban a cara descubierta, otros no. Otros estaban en un perfil más bajo. Bueno, algunos de ellos nos cuesta... No es el caso de Francia y de Macalusso que los ubicamos todos, la mayoría los ubica en ese momento.

-Me decías que formas parte de ese grupo de 28 mujeres que presentaron una denuncia por abusos sexuales. ¿Esa causa cuándo se presentó?

Esa causa se presentó en el 2008. El problema con esa causa es que como somos 28 mujeres ahora son más, que se integraron a ese grupo porque muchas no se atrevieron a hacer la denuncia. El tema de abuso sexual es un tema diferente al de la tortura, aunque ocurre en el mismo lugar y en el mismo momento, en el tiempo, pero tiene otras connotaciones de pudor. Me refiero a que no todo el mundo puede reconocer que fue abusado y es muy difícil. Pero todas somos de diferentes causas, entonces el caso, hay 28 causas diferentes, entonces es un caso grandísimo.

-No es una denuncia presentada por 28 personas, sino son 28 causas presentadas en paralelo.

Exactamente. Y cada una de esas causas a partir de la denuncia de cada una de las compañeras remite cosas muy graves. Entonces es inmensa. Se siguió trabajando desde el 2008. El grupo de las compañeras siguió trabajando en eso y tratando de hacerlo público y de ponerlo en el tapete y siguen todavía hasta el día de hoy sin poder lograr llevarlo a juicio.

Pero más allá de la sentencia (del caso de San José, ndr), nosotros hablando con compañeros que estamos en la misma situación, incluso con gente de Los Vagones, si los mandan a la casa o los mandan presos, nosotros básicamente esto no es una cuestión de venganza, esto es, bueno, reivindicamos lo que nos pasó, porque lo que nos pasó fue una enorme injusticia, porque nosotros, si tú lees de lo que nos acusan cuando nos llevan al juez y nos sentencian de dos a seis años de cárcel a jóvenes que teníamos entre 18 a 25 años, de tener reuniones políticas, de estar en contra de la dictadura, de editar un diarito que era contra la dictadura desde luego, de hacer volantes y de pintar muros. Esas son las acusaciones que ellos nos hacen a nosotros en esa época y por los cuales nos hacen vivir cuatro años de torturas, de cárcel, de pérdida de familia. Se murieron padres, se murieron de cuatro años de infierno por esas cosas.

Nosotros decimos que nadie merece que lo torturen, pero es esto nuestro, es de una desproporción tan grande que a muchachos que están en contra de una cosa que es ilegal y es malo para el país que se le den cuatro años de cárcel y se los trate como nos trataron ellos a nosotros, que se nos ponga en esa situación de tortura tan tremenda, es para nosotros que se sepa eso, que la gente entienda que estos tipos no querían información, eran unos asesinos y unos torturadores porque tenían órdenes de arriba y no hay uno que no fuera torturador.

Esto sí fue una confabulación a nivel nacional porque pasó en los 19 departamentos. Esto no es de uno, esto es un enorme acuerdo que hizo el Ejército para destruir personas. Porque imagínate que yo, hace ocho meses que estaba en la Juventud Comunista, me torturaron para sacar información. Absurdo. Yo en ocho meses, donde la juventud era ilegal, ¿qué iba a saber que no supieran ellos? En un pueblo de San José, que nos conocemos todo. Es absurdo. No fue para sacarme información. Me tuvieron cuatro años porque quisieron matar las ideas. Y lo que lograron es que hoy todos seguimos pensando lo mismo y afirmamos nuestras ideas. Ninguno de nosotros renegó de lo que fue.

Quiero decir que creo que perdieron ellos. Perdieron porque hipotecaron su vida, son unos delincuentes, porque la tortura está prohibida en todo el mundo, aunque sabemos que se hace. Son asesinos, desaparecieron compañeros, hay madres que todavía no saben dónde están los huesitos de su hijo y se están muriendo”.

Para mí es sumamente simbólico que este juicio se haya desarrollado en mayo porque los desaparecidos hoy son nuestras banderas. Hay muchas personas que saben dónde están los desaparecidos.

Estos tipos son tan cobardes que ni siquiera fueron presencialmente al juicio, lo hicieron por Zoom, porque yo quería mirarlos la cara, que me dijeran en mi cara que son inocentes.

Esto como anécdota; uno de ellos, Francia, dijo que él era cristiano. Yo no soy cristiana, o sea, no soy practicante, pero si me pongo a pensar que un cristiano puede hacer las cosas que hicieron ellos, realmente es tremendo. Y el otro dijo que era inocente, y a mí me hubiera gustado que me dijera en la cara que es inocente. Pero el que es cobarde se muere cobarde porque no aparecieron por el juicio. Estaban en una pantallita allí.

Nosotros casi no lo podíamos ver, yo. De tan lejos no lo veía, pero quería verlo a la cara, sobre todo Macalusso, que estuvo en todas las torturas de todos los compañeros. Quería verlo a la cara y que me dijeran en mi cara que era inocente. Pero no, no.

Habrá que algún día estudiar la psicología de esa gente que fue capaz de hacerle todo eso a jóvenes de su país.

-¿Qué sentís decirle a los jóvenes?

Por suerte, los estudiantes y los jóvenes en general somos iguales a aquellos y estos. Somos la misma cosa. Yo me emociono cuando veo los muchachos en el IAVA (histórico liceo de Montevideo, ndr) porque yo además soy docente. Me emociona muchísimo porque veo la misma fuerza, la misma gana de justicia, de libertad, de sostener que las ideas no se matan, y menos con delitos, menos cometiendo delitos, menos acusando, y menos con la fuerza, y menos con la policía, porque estos jóvenes, lo que les están haciendo es afirmarlos en sus convicciones. Si estamos contra el autoritarismo, el de los milicos de antes, el de los de durante estos 50 años que no fueron presos y debieron haber ido porque cometieron crímenes gravísimos, y los de hoy, porque el autoritarismo es el mismo, con otra cara, con otro disfraz, pero los que lo conocemos, lo vemos atrás de las caretas.

El autoritarismo del gobierno, secundaria y primaria, lo que pasó en el liceo de San José, todas esas cosas buscan el mismo fin, que la gente no se exprese, que la gente se quede en su casa. Trabajaron años con el neoliberalismo de tener a la gente encerrada en sus casas y que no luche. Y los otros, los Manini, hay que dejarlos que hagan las cosas porque ellos son corruptos. Hay que dejarlos y mirarlos actuar. Ellos se van a delatar porque son corruptos. No le tenemos que decir a la gente que son corruptos, la gente lo va a ver, lo tiene que ver porque están ahí, son corruptos.

Foto: Antimafia Dos Mil