Viernes 26 Abril 2024

Tiene a su cargo la causa más voluminosa por crímenes de lesa humanidad

Entrevista divulgada en Página/12

El juez Daniel Rafecas, titular del Tribunal en lo Criminal y Correccional Federal n°3, dónde se tramita la megacausa del Primer Cuerpo del Ejército -la más voluminosa de las investigaciones por crímenes de lesa humanidad cometidos durante el proceso militar de la dictadura cívica, empresarial y eclesiástica de la República Argentina-, dialogó con la periodista Ailín Bullentini, sobre la actualidad de los procesos judiciales que hacen foco en el terrorismo de Estado del pasado reciente.

Desde que en el 2003 se anularan las leyes de la impunidad -firmadas por la casta política en un claro e inequívoco gesto de traición al pueblo-, cierta parte de la justicia ha dado pasos firmes en el esclarecimiento de los hechos. Hechos con los que Rafecas tomó contacto en el 2004, y que tomaron forma de legajos e investigaciones, con las que viene trabajando ininterrumpidamente desde hace casi 20 años. Mucho tiempo tuvo que pasar para poder afirmar que "los juicios de lesa humanidad ya son parte del ADN argentino", cómo dijo el juez durante la entrevista, que fue publicada por el diario Página/12.

Se suele decir del tiempo que es tirano y también que es el más gentil de los hombres. El mismo tiempo que fue necesario para conocer la verdad -aunque sea en partes-, es el mismo tiempo que permite que represores y genocidas, condenados o no, se lleven parte de esa verdad, que no fue revelada, a sus tumbas. Con pocos días de diferencia, dos referentes civiles de la dictadura murieron como causa de sus avanzadas edades. Uno, Carlos Pedro Blaquier -el señor feudal del ingenio Ledesma- quien murió impune ante las denuncias que lo vinculaban a crímenes de lesa humanidad, bajo el amparo de un sistema judicial adicto a las lógicas criminales; el otro, Otilio Romano -exfiscal y exjuez, parte de ese sistema judicial-, quien murió en su domicilio condenado a cadena perpetua por su participación en el terrorismo de Estado.

El tiempo corre, y la verdad apremia

¿Cuáles fueron los desafíos que recuerda de aquellos tiempos y cómo fueron cambiando a lo largo de estos años de trabajo sostenido?, pregunta Bullentini para Página/12.

"Lo primero que me surge -dice Rafecas- es que está claro que perdimos un tiempo precioso durante la era del olvido e impunidad. Casi dos décadas de pérdida de tiempo y eso significó un costo enorme. Ahí aparece el principal desafío desde el punto de vista de nuestro trabajo en aquel entonces y también hoy: intentar desentramar sucesos que habían ocurrido, entonces, hacía 35 años. Víctimas que ya no estaban, perpetradores que ya no estaban. Los lugares, los recintos donde ocurrieron los hechos, en muchas ocasiones habían sido demolidos o modificados. Reconstruir los sucesos desde el punto de vista probatorio en medio de aquella demora fue el principal desafío y lo sigue siendo, hoy mucho más. Impunidad biológica tuvimos desde el primer día de la reapertura".

Bullentini refiere que, para ilustrarlo, (Rafecas) recordó lo que sucedió con Juan Carlos Hrubik, oficial de Inteligencia de la Fuerza Aérea. “Era el jefe de Mansión Seré, el centro clandestino más importante de la subzona 16. ´Hugo´ o ´Huguito´. Omnipresente, torturador, interrogador. Claramente el que manejaba el centro. Todos lo mencionaban, lo ubicaban. Hicimos un enorme trabajo revisando las fojas de la causa, archivos, legajos hasta que finalmente lo logramos”, contó. El hallazgo sucedió en 2009, Hrubik falleció en 1998. “Lo único que pudimos hacer fue mostrarlo: este es ´Hugo´. No llegamos a enjuiciarlo”, añadió el juez.

-¿Tuvo que adaptar la manera de investigar o de reconstruir los hechos desde el punto de vista probatorio por este escollo?

"No. Lo que sucedió en 2003 fue la reapertura de un proceso que ya había tenido un primer y gran paso en los ´80 con el Juicio a las Juntas y algunas otras cosas que sucedieron en otros expedientes. La verificación probatoria del plan sistemático de exterminio de la dictadura, su aplicación a nivel nacional, ya había sucedido entonces. Ya el Juicio a los comandantes lo había probado y ya lo había confirmado la Corte Suprema por lo que yo me aferré a esa plataforma de verdad sobre la cual mi trabajo se sirvió. Una sentencia de la Cámara Federal confirmada por la Corte era inamovible, así que sobre eso y manejándonos con el Código Procesal Penal, avanzamos. Como juez de Instrucción, y al igual que muchos otros tratamos de recoger evidencias, algo que es similar al resto de las causas y temáticas: testimonios, pruebas documentales, periciales, cruzar datos. Lo diferente y desafiante fue la escala, porque estamos hablando de cientos de casos, se necesitaba multiplicar el personal destinado a este tipo de investigaciones que tiene que ser calificado en estos temas. La Corte siempre y la Cámara siempre apoyaron en ese sentido y yo las veces que tuve que pedir ampliar mi personal me lo dieron. Por eso, y cuando hay y hubo buena predisposición de jueces y fiscales, la cosa funcionó. El problema es cuando hay jueces o fiscales que son reacios o reticentes o directamente contrarios a avanzar en estos procesos".

“Aunque desde la reapertura el proceso no se detuvo, estadísticamente se ralentizó: las causas avanzan lento, los expedientes esperan años el juicio oral y el ritmo de los juicios tampoco es el deseable. La impunidad biológica es un problema que recrudece. ¿En qué falla el Poder Judicial?”.

"Lo que puedo decir es que mientras funcionó la Comisión Interpoderes, que justamente tenía como uno de los aspectos prioritarios hacer todo lo posible para que el proceso avance en el tiempo más rápido posible, y transmitir a todas las instancias del Estado que los juicios debían ser prioridad, eso sucedió. La discontinuidad de las reuniones de esa Comisión indudablemente ha generado esta consecuencia. Se ha ido perdiendo un poco la convicción y la idea de que estos juicios siempre tienen que tener prioridad”.

-¿Pero solo se soluciona con la puesta en marcha nuevamente de la Comisión Interpoderes? ¿No puede hacer otra cosa el Poder Judicial?

"Estoy absolutamente convencido de que sí. Estas causas son prioridad en mi juzgado. Nosotros seguimos trabajando con el mismo ritmo, la misma intensidad, seguimos efectuando detenciones, indagatorias, procesamientos, identificamos centros clandestinos, mandamos a juicio. Lamento que no se pueda verificar en otros ámbitos, que no se le dé la misma prioridad. Desde la cabeza del Ministerio Público Fiscal sería un lugar inmejorable para llevar a nivel nacional lo que lo que yo puedo mostrar, digamos, en el Juzgado Federal 3 en esta materia. Se puede generar perfectamente una segunda Comisión Interpoderes organizada desde la Procuración General. Hay una Procuraduría de Lesa Humanidad que depende del Procurador y que se puede potenciar para que la prioridad desde allí sean estas causas".

-Los últimos movimientos dentro de la causa Primer Cuerpo tuvieron que ver con procesamientos a efectivos de Inteligencia. ¿Cuán difícil le resulta la investigación de este sector de la represión?

"Es difícil porque está en las sombras. Pero no tuvimos mayores problemas con el análisis de archivos de Inteligencia del Estado, por ejemplo, desde las últimas gestiones. Tanto durante la gestión de Cristina Caamaño como de la actual administración, tenemos una respuesta óptima de todo lo que pedimos. Ellos hacen búsquedas también entre sus legajos, hacen sus propias investigaciones".

-O sea, se puede asegurar que ustedes tienen pleno acceso a todo lo que tiene la ex SIDE (Servicio de Inteligencia del Estado).

"Si. De todo lo que se va encontrando. Porque no es fácil hallar estas cosas. Evidentemente suelen tener muchísimos archivos y hay que revisarlos, mirarlos uno por uno, verificar, constatar, qué es lo importante, qué no, qué está duplicado. Pero estamos trabajando muy bien con la AFI (Agencia Federal de Inteligencia) Con los efectivos de Inteligencia de las fuerzas es más difícil. Lo que es archivo documental, el 99 por ciento está en las entrañas del Estado nacional o del Estado provincial de la provincia de Buenos Aires. Todos esos archivos se abrieron muy rápidamente post reapertura del proceso. En la época de Néstor Kirchner hubo una bajada de línea muy fuerte, se abrieron como oficinas especiales de apoyo a las investigaciones en el Ministerio de Seguridad, en el Ejército, en Defensa que fueron excelentes, a cargo de profesionales de primera. Y por eso se extrañó cuando hubo recortes, que lamentamos. Cuando pedimos cosas, con poco más o menos demora, las tuvimos. Nunca tuvimos que allanar para que nos hagan llegar documentos".

-¿Cómo imagina el futuro del proceso de juzgamiento de los responsables en los próximos años?

"Siempre fui muy optimista con estos procesos desde el mismo principio desde la reapertura. Me acuerdo cuando empecé a avanzar, a detener a personajes que parecían intocables, como (el agente del Batallón 601 de inteligencia Raúl) Guglielminetti, algunos colegas nombrados en la dictadura me advertían: ‘Qué estás haciendo, mirá que esto se termina pronto, esto no va a durar’. Hoy en día, 20 años después de la nulidad de las leyes de impunidad, hechos como la Plaza del 2X1, de lo que sucede cada 24 de marzo, el apoyo de la sociedad que sale en todas las encuestas, la repercusión que tuvo la película “Argentina, 1985”: hay señales permanentes, inequívocas, de que los Juicios de lesa humanidad forman parte del ADN argentino y por lo tanto estoy muchísimo más confiado incluso que hace veinte años en que esto va a continuar. En todo caso el límite que tenemos para enjuiciar y castigar es el límite biológico. Veremos cómo lo sorteamos para que siga habiendo Verdad".

Foto: Wikipedia