Jueves 2 Mayo 2024

Así lo refiere una pericia presentada por la familia del poeta

Familiares del poeta chileno comunista Pablo Neruda presentaron un adelanto de un informe pericial que sugiere que habría sido asesinado a causa de la inoculación de una bacteria botulínica. Históricamente se afirmó que el chileno había muerto como consecuencia del avanzado cáncer de próstata que padecía desde 1969, y que según los familiares estaba controlado. La muerte encontró a Neruda el 23 de setiembre de 1973, tan solo 12 días después del golpe militar que derrocó al gobierno democrático y socialista de Salvador Allende.

Rodolfo Reyes*, sobrino del poeta, afirmó desde un principio que Neruda había sido asesinado: “El tío tenía el cáncer controlado y se fue a la Clínica Santa María porque sabía que en forma posterior se iba a México”, dijo Reyes, quien es también el abogado que litiga en el caso, a los medios españoles. Historiando un poco, Neruda -quien había participado activamente de la revolución socialista en Chile, y ocupado distintos cargos de gobierno a lo largo de su vida-, había suspendido sus labores como embajador en Francia, en febrero de 1973, recluyéndose en la casa que tenía en Isla Negra. Para aquel presente Chile está atravesado por una crisis social, económica y política, estimulada y promovida desde los sectores de la extrema derecha, nacionales y extranjeros, opositores al gobierno socialista de Salvador Allende. Una crisis que entró dentro de la lógica de lo que hoy se conoce como lawfare, y que sirvió como antesala a la instalación de las dictaduras militares del Plan Cóndor, que desplegó un verdadero genocidio sobre Latinoamérica. 

El 11 de setiembre, el traidor y luego golpista general Augusto Pinochet, dirigió las tropas subversivas en la toma del Palacio de La Moneda, donde Allende resistió valientemente hasta el último de sus suspiros. Aquel fatídico día para la historia de los pueblos latinos, marcó la definitiva preponderancia de los Chicago Boys de Milton Friedman, y el neoliberalismo exacerbado que asola al pueblo chileno hasta la fecha. Dos días después, el 13 de setiembre, un contingente de soldados allanó la casa del poeta en Isla Negra. El acto fue violento, desmedido y por sobre todas las cosas degradatorio. No solo desordenaron y rompieron todo, sino que además, como es costumbre de las fuerzas militares desviadas, saquearon el lugar. Esto fue solo una muestra de poder, que dejaba en claro el total estado de indefensión en el que se encontraban los opositores del régimen, sin importar quienes fueran.

El día 19 de aquel mes, Neruda, por recomendaciones de su médico, el urólogo Roberto Vargas Zalazar, es trasladado a Santiago de Chile, para ser internado transitoriamente en la Clínica Santa María. Era un lugar “seguro”, en espera a su exilio a México que ya estaba programado a raíz de las gestiones realizadas por el embajador azteca, Gonzalo Martínez Corbalá. Desde México, Neruda sería una figura indispensable para organizar la contraofensiva intelectual y diplomática contra las dictaduras del cono sur; es por este motivo que su muerte era una necesidad para Augusto Pinochet. 

El viaje desde Isla Negra hasta Santiago, menos de 100 kilómetros, duró varias horas a raíz de la persecución a la que era sometido por parte de los soldados fieles a Pinochet. Cuatro retenes militares frenaron la ambulancia en la que viajaba Neruda. Incluso en una lo hicieron bajar y prácticamente lo desnudaron. Finalmente logró arribar a la clínica donde recibió muy pocas visitas.

En el 2011, a instancia de denuncias presentadas por el Partido Comunista de Chile, se inició un expediente judicial para esclarecer los causales de la muerte del poeta. Uno de los principales testimonios fue el de Manuel Araya Osorio, quien fue el secretario privado de Neruda, y que estuvo junto a él en aquellos días. El secretario relató que el día 23, temprano por la mañana viajó a Isla Negra, junto a Matilde Urrutia –la esposa del poeta-, para recoger los últimos objetos personales de Neruda, entre ellos sus memorias. Es en ese momento que recibieron un llamado desde la clínica, donde el propio Neruda les dice, "vénganse rápido, porque estando durmiendo, entró un doctor y me colocó una inyección", siendo que no estaba ese procedimiento incluido dentro de los cuidados que recibía a normalmente. “Cuando llegamos a la clínica –relata Araya al diario El Ciudadano-, Neruda estaba muy afiebrado y rojizo. Dijo que lo habían pinchado en la guata y que ignoraba lo que le habían inyectado. Entonces vemos que tenía un manchón rojo”. Seguidamente un médico le dijo, “tiene que ir a comprarle urgente a don Pablo un remedio que no está en la clínica”. En el trayecto el secretario es interceptado por una patota del régimen, es golpeado, baleado, secuestrado y trasladado al Estadio Nacional, el campo de concentración de Pinochet. Allí, mientras Neruda moría, Araya junto a miles de chilenos padeció salvajes torturas. Sobrevivió, gracias a las gestiones del “cardenal Raúl Silva Henríquez que logró sacarme de ese infierno”.

En el 2013, los restos de Neruda son exhumados del lugar donde reposaban y se procedió a realizar una serie estudios y pericias que sostuvieron la versión oficial, la que establecía la enfermedad como causal de muerte. Pero el sobrino, Rodolfo Reyes, continuó realizando gestiones y logró que otros 16 peritos internacionales realicen nuevos trabajos investigativos. En el 2017, se encontraron rastros de clostridium botulinum, en una de las muelas del cadáver de Neruda. Esta bacteria se encuentra en la tierra, pero según los expertos la misma no se filtró al interior del ataúd, sino que, por el contrario, ya estaba alojada en el cuerpo antes de que se produjera el deceso. Reyes afirma que “Neruda fue asesinado en 1973 por agentes del Estado chileno”.

Foto: El club del libro