Impactante, es un adjetivo que se escuchó repetidas veces en la tarde de este jueves en la capital uruguaya, donde más de 13 mil personas marcharon desde la Plaza Libertad, hasta el Palacio Legislativo, para plantarse ante un nuevo intento de la derecha y los círculos militares, de disfrazar de inocentes a quienes en realidad son asesinos, violadores, abusadores, secuestradores, que, además, torturaron a cientos de personas. Se trata del proyecto de ley impulsado por el partido político Cabildo Abierto, que busca enviar a su domicilio a los represores que actualmente cumplen condena en la cárcel de Domingo Arena, del barrio Piedras Blancas de Montevideo. Un proyecto que tuvo una amplia repercusión, incluso a nivel internacional.

Es un hecho insólito, grave, desubicado, pretender la liberación institucional de delincuentes. Y así lo puso en evidencia el Movimiento Cultural Our Voice, que en el medio del trayecto atravesó la marcha con una intervención artística sumamente significativa. Y me atrevo a decir: significativa e impactante. Un hombre envuelto en una sábana manchada, atado con cable, lastimado, ensangrentado y con una venda en la cabeza, estaba ubicado dentro de una jaula, con la mirada perdida, muerta… y sobre esa jaula, un anciano, vestido de gabardina y con traje militar debajo de la ropa, apoyaba una de sus manos en un bastón, mientras sentado, sacaba una gran llave de su bolsillo. A sus pies se apoyaba una madeja de cable, que era el otro extremo del que aprisionaba al hombre de abajo, al torturado, al enjaulado. Ese mismo hombre en su mano sostenía una margarita, que escapaba a los barrotes, buscando la libertad.

No faltaron: ni la emoción, ni las lágrimas, ni los aplausos; y fueron cientos de fotos las que tomaron tantas y tantas personas, porque fue una representación de una fuerza increíble; y además, cruda y dura, de lo que implica darle la libertad a un asesino, como es cualquiera de esos represores que se encuentran cumpliendo condena en la cárcel vip de la calle Domingo Arena.

Al lado del punto que marcaba la intervención de Our Voice , un cartel con la frase “¿Qué poderosos intereses mantienen a un país sin memoria y justicia?” apoyó la imagen, e invitó a cuestionarse, sobre el por qué, y dentro de qué equívocos parámetros, durante tanto tiempo, siguen presionando para liberar a los represores.

La marcha fue convocada por Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos Uruguay, Jóvenes por la Memoria y otras agrupaciones, que dijeron no a la liberación de los represores.

Más de 30 organizaciones sociales se hicieron presentes en esta jornada de denuncia ciudadana. La consigna de la movilización, que se desplegó a lo largo de Avenida del Libertador hasta el Palacio Legislativo, se manifestó "contra la prisión domiciliaria de los genocidas". Las inclaudicables familias de las personas que aún se encuentran desaparecidas desde la época de la dictadura militar, lideraron la marcha, y dieron su voz en el estrado para finalizar el aluvión de voces, carteles, fotos, cantos y aplausos, que acompañaron la tarde de denuncia social. La edad no importó, y no solo fueron ancianas y ancianos los que marcaron el paso; miles de jóvenes tomaron posesión de esa posta, de ese legado que como sociedad se mantiene firme, de mano en mano, de voz en voz, para que la memoria siempre prevalezca, y la justicia, tarde o temprano, haga su parte.

La deuda es histórica, pero la memoria no falla.

Este jueves, el pueblo llenó las calles y dejó en claro: no hay excusas para la impunidad.

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*Foto de portada y restantes: Romina Torres