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Por Jean Georges Almendras

Ocurre lo de siempre. Quebrarse ante la muerte de un ser querido. Sea de nuestro círculo de afectos o sea del círculo de los afectos de la comunidad en la que vivimos. En este caso nos quebramos porque ha muerto un valioso integrante de la comunidad de los sedientos de justicia. De los hartos de la impunidad. De los indignados por tanto silencio. Ha muerto en ciudad de México Juan Gelman, que era un indignado más, uno de los tantos que había (que habremos)  por ahí, repudiando los estandartes del poder militar cuyo silencio para aclarar los crímenes del terrorismo de Estado esta muy vigente aún, en el Uruguay del 2013. Ese silencio amparado por el manto de la insensibilidad castrense, que no conoce fronteras ni tiempos, ni democracias, especialmente a la hora de castigar a 01JuanGelmanFotoAntena3Comquienes violaron los derechos humanos en tiempos de pre dictadura, de dictadura y de post dictadura, con el resultado de muertes, desapariciones forzadas y torturas.

 Pareciera que nos desmoronamos al despedir a esta clase de hombres, que llevando un sufrimiento indescriptible -con estoica fuerza del gladiador de las causas justas- no ha hecho otra cosa que servir de ejemplo a la sociedad, para que no se bajen los brazos  del andarivel  de los reclamos de justicia.  

02MacarenaGelmanFotoClarinComJuan Gelman,  ciudadano argentino, poeta, escritor, periodista, tenaz luchador. Una personalidad inigualable, que inevitablemente me trae a la memoria a Luisa Cuesta, la uruguaya de 92 años que con igual fortaleza sigue transitando por el sendero sinuoso y empedrado para hallar los caminos que conduzcan a la verdad sobre los desaparecidos, uno de ellos su hijo.

03LuisaCuestamuestralafotodesuhijoFotoElMuertoQueHablaComo se recordará, el único hijo de Luisa Cuesta, Nebio Ariel  Melo Cuesta, nacido en la ciudad de Mercedes, Uruguay, se encuentra en situación de detenido desaparecido desde el día 8 de febrero de 1976, tras haber sido capturado por personal de la Policía Federal y militares argentinos, en la vecina orilla. Desde ese día hasta hoy esta mujer lleva adelante su lucha a la vista de todo el planeta, porque sabe que tiene razón, porque sabe que hay quienes callan, porque sabe que hay quienes encubren, porque sabe que hay quienes  quieren dar vuelta la página, como si nada hubiera pasado, argumentando o justificándose en el nombre de la concordia nacional. Una burda y grotesca posición, que atenta a la vida y que atenta la inteligencia humana, como un acto terrorista más, dentro de un Estado que se precia de democrático y de justo.

04JuntosJuanGelmanysunietaMacarenaFotoMilenioComComo se recordará, la historia de dolor y de rabia, de Juan Gelman, comenzó el 24 de agosto de 1976, cuando Marcelo Gelman –hijo de Juan- y su compañera María Claudia García, embarazada de siete meses, fueron secuestrados en  Buenos Aires y recluidos en el centro de detención clandestino Automotores Orletti. Poco después de su secuestro Marcelo Gelman fue ejecutado de un tiro en la cabeza (hecho que se supo recién en 1989, cuando se halló su cadáver) y María Claudia García trasladada al Uruguay, donde sus captores esperaron que naciera su hija, para finalmente desaparecerla y asesinarla, como a tantas otras víctimas del Plan Cóndor.  Mientras la nuera de Juan Gelman corría esa suerte, su hija, era entregada a un oficial de la Policía uruguaya y a su esposa. La pareja la crió y la educó hasta que finalmente se supo toda la verdad sobre su nacimiento y sobre todo lo que aconteció en su entorno, a 05UnamismaluchaunamismaideaunamismametaJuanyMacarenaFotoApDuraznoBlogspotComexcepción del paradero de los restos de su madre.

En el año 2000 Juan Gelman, que ya estaba en plena lucha por saber la verdad sobre el paradero de su nuera y de su nieta nacida en cautiverio, debió soportar una de las tantas bofetadas del destino al recibir la respuesta del  Presidente de la República uruguayo, Julio  María Sanguinetti, a una carta que le fuera enviada pidiéndole colaboración para la ubicación de la criatura.  El mandatario uruguayo le dio al poeta argentino una respuesta no solo negativa, sino que además le agregó que no estaba al tanto de la desaparición de niños durante la dictadura. ¿Por qué razón el presidente Sanguinetti respondía así a Gelman, como una suerte de cruel canallada,  quizás fruto de su sombría y siempre turbia actuación entre las bambalinas  del sistema político uruguayo en el antes, en el durante y en el después (hasta hoy) del período dictatorial.?

06MariaClaudiaGarciayMarceloGelmanlospadresdeMacarenaFotoFocoblancoComUyPero Juan Gelman no se desbarrancó con esa misiva llena de cinismo y de insensibilidad. Seguramente la tomó de quien venía y siguió adelante con su lucha. Junto a muchos más.  Fue entonces que en el mismo año, a poco de sentarse en el sillón presidencial uruguayo, el doctor Jorge Batlle Ibañez, Juan Gelman pudo conocer la verdad: se ubicó a quien fuera su nieta, Macarena, quien  posteriormente –cinco años después-  optó por llevar los apellidos de sus padres biológicos.

Juan Gelman,  junto a su nieta Macarena, siguió adelante con su lucha: hallar los restos de su nuera, la madre de su nieta. No faltaron los escollos, pero sobraron los apoyos de otros en igual situación y camino, y los brazos y la entereza para sortearlos. Uno de estos muros de contención destinados a Juan Gelman y Macarena y a quienes no hacen otra cosa que reclamar justicia fue  la negativa de buscar los restos de la joven madre en predios militares, por parte del gobierno de turno (de  Jorge Batlle) hasta que  sobrevino el gobierno del Encuentro Progresista, Frente Amplio, coalición de izquierda, que revertió el panorama. En efecto, oportunamente el presidente Tabaré Vázquez definió que el caso relacionado con la desaparición de MarÍa Claudia García de Gelman no se encontraba amparado por la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, razón por la cual las denuncias penales en ese sentido podían ser investigadas. Aun en ese contexto, el Fiscal Enrique Moller  -vaya uno a saber inspirado en que criterios o ideologías- solicitó a la Justicia que el expediente Gelman fuera archivado. El magistrado no opinaba igual que él por lo que el Fiscal Moller apeló y el Tribunal – desafortunadamente- le dio la razón a éste último y fue así que la causa fue clausurada.

08MacarenaGelmanenlabarradelacamaradediputadosenUruguayFotoLaDiariaComUyPero en el año 2006 Juan Gelman y Macarena, ambos entrelazados en una misma lucha, en una única e inseparable causa, denunciaron al Estado uruguayo ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la que finalmente entendió que había meritos para un juicio y le dio curso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la que en febrero del año 2011 condenó al Estado uruguayo a investigar la causa sin tomar en cuenta la Ley de Caducidad, a la que además consideró contraria al respeto y al cumplimiento de los derechos humanos, ordenándose indemnizar  a Juan Gelman y Juan con 513.000 dólares.

A todo esto en el año 2008 Macarena Gelman presentó con éxito una denuncia penal para que el caso fuera reabierto, lo que entre otras cosas derivó  en el procesamiento con prisión de cinco ex militares y policías que ya estaban en la cárcel por otras causas: José Nino Gavazzo, José Ricardo Arab, Gilberto Vázquez, Jorge Silveira Quesada y Ricardo José Medina.

Del año 2008 al 2013 los avances en la investigación no fueron notorios a excepción de algunas excavaciones realizadas en el último tiempo. En consecuencia, la lucha de Juan Gelman y de su nieta Macarena se transformó en un verdadero emblema   de la lucha de muchos más,  por conocer  la verdad sobre los desaparecidos y sobre los criminales que tomaron parte de los actos del terrorismo de Estado.

09EduardoGaleanoyMacarenaFotoPagina12ComArHasta que sorpresivamente en los primeros días del año en curso el mundo se sacudió ante la noticia del deceso del poeta, escritor y periodista Juan Gelman, en México. Murió a los 83 años sin saber donde están los restos de Maria Claudia, su nuera y la madre de su nieta. La búsqueda, o lo que es decir la lucha por mantener esa búsqueda –materialmente hablando- la continuará Macarena, seguramente con la misma fortaleza y tesón que su abuelo. Al menos Gelman había conocido la verdad sobre la suerte de su hijo, había hallado sus restos, y después, había encontrado a su nieta Macarena.  El destino no le habría resultado tan perverso.

Cuando la noticia de la desaparición física de Juan Gelman se esparció por el Río de la Plata y por el mundo, los ecos fueron variados. Los unos, resaltando la lucha que el escritor y poeta llevara adelante, y alentando a Macarena a seguir por el mismo camino. Los otros, con el tinte diplomático  de destacar más las bondades literarias de Gelman  que la trascendencia de su lucha para que se haga justicia respecto a su hijo, su nuera y su nieta, y a quienes como ellos sufrieron en carne propia los efectos del terrorismo de Estado, en Argentina y en Uruguay.

Las idas y venidas de una lucha universal y ya perteneciente a la humanidad marcaron a fuego a Juan Gelman y Macarena, que seguirán siempre juntos, allende los desenlaces de la biología, allende las críticas, allende las frivolidades y las indiferencias de los terroristas de siempre, allende las demagogias del sistema político de turno, sin excepciones, y allende las debilidades en un tiempo de lucha que deberá redoblarse  y fortalecerse para ponerse a distancia de las trampas  del mundo moderno, maestro en sutilezas y en desviaciones tendientes a cubrir con el manto del olvido los atropellos de la dictadura uruguaya, dando las espaldas a quienes sufrieron pérdidas humanas y lo que es más grave aún, la impunidad de los tiempos que corren.

010MacarenahorasdespuesdelfallecimientodesuabuelopartiendoaMexicoFotoElPaisComUyMe resulta  necesario, porque me sale del alma, sugerir al hombre de hoy,  de los cuatro puntos cardinales,  que cada vez que se hable por ahí, de aquellas desapariciones forzadas, de aquellas torturas, de aquellos asesinatos de bota militar y de traje de político, se honre, se respete y se tenga en la memoria la lucha de los anónimos y de los no anónimos, es decir de todos aquellos que fueron alcanzados por los tentáculos del terror, causándoles dolor para beneficiar al imperio norteamericano, a sus esbirros y a sus delfines de ayer y de hoy.

Y por último también me resulta inevitable exhumar del ayer palabras de Juan Gel man en ocasión de recibir el premio Cervantes. Según consta en las crónicas de aquel momento,  seguramente refiriéndose a  la herida que le significó –como a muchos más- perder a sus seres queridos  atrapados por las fauces del terrorismo de Estado,  Juan Gelman no tuvo pelos en la lengua en decir que “las heridas no están aún cerradas, su único tratamiento es la verdad y luego la justicia, solo así es posible el olvido verdadero”. Así de sencilla y así de mordaz era la esencia de su lucha.

Macarena, su nieta  estuvo en  México en diciembre del 2013, lapso antes de su fallecimiento. Y cuando retornó por este motivo, un colega le preguntó si le había dado a su abuelo una gran felicidad en las conversaciones de los últimos tiempos, a lo que ella respondió:”nos la dimos. Hicimos lo mejor que pudimos. Por eso vine. Aquí quería estar yo, rodeada de sus afectos que  también resultaron ser los míos”.

Cuando la despedida final, según relata una crónica periodística del diario “La Jornada de México” una comitiva emprendió camino hacia Amecameca, en caravana. En Nepantla, en tierras de la poeta sor Juana Inés de la Cruz, desde un puente sobre un riachuelo, Macarena y los familiares y amigos más cercanos de Juan Gelman tomaron puños de su ceniza y la lanzaron a los brazos del aire. Como no podía ser de otra manera, poéticamente el periodista de aquella crónica cerro la misma con un singular párrafo “Ahí yace(o vuela) ahora quien fue un pájaro. O flor. O violín”

Titulares y ríos de tinta de todo tenor recorrieron el mundo a su muerte. Silenciosos llantos ante su desaparición física. Homenajes no menos íntimos y merecidos ante su lucha. Hubo colegas que lo calificaron como el poeta triste. Quizás lo fuera. Tenía sus razones. Pero ahora los tristes somos nosotros porque ya no está, en la tierra. Está volando en los cielos del mundo mirándonos celosamente y tutelándonos hasta que se sepa la verdad para hacer justicia porque “solo así es posible el olvido verdadero”