Por Giorgio Bongiovanni - 3 de Septiembre de 2013
Era una noche cálida de finales de verano, la del 3 de Septiembre de hace 31 años. A las 21:15 horas llegan dos coches a la calle Carini, un A112 en cuyo interior estaban el General Carlo Alberto dalla Chiesa y su joven mujer Emanuela Setti Carraro, y otro Alfetta conducido por el agente de escolta Domenico Russo. Pasan pocos segundos y estalla el infierno. El Alfetta es encerrada por una motocicleta con dos hombres. Uno de ellos es el killer Pino Greco. Contemporáneamente un BMW 518, conducido por Antonino Madonia en el que también estaba Calogero Ganci. Y con ellos llega otro coche de apoyo en el eventual caso que se presentara algún problema grave al perpetrar el atentado. Fue una masacre. El grupo comando de Cosa Nostra desató una terrible ráfaga de disparos con un kalashnikov AK-47. Treinta balas impactaron al prefecto de Palermo y a su mujer. La imagen desfigurada del general, que hasta lo último intentó proteger el cuerpo de su compañera de vida, dio la vuelta al mundo.
Una vez más Cosa Nostra, la mafia siciliana, y los poderes conectados con la misma habían ganado otra batalla. Después de más de treinta años del atentado de la calle Carini la justicia italiana, gracias a las revelaciones de los arrepentidos como Francesco Paolo Anzelmo y Calogero Ganci, logró condenar definitivamente a los mafiosos ideólogos de Cosa Nostra, a los boss Totò Riina, Bernardo Provenzano, Michele Greco, Pippo Calò, Bernardo Brusca y a Nenè Geraci. En el 2002 se llegó también a la condena de algunos ejecutores como Vincenzo Galatolo, Giuseppe Lucchese y Antonino Madonia, condenados a cadena perpetua, mientras que los arrepentidos Francesco Paolo Anzelmo y Calogero Ganci recibieron una condena de 14 años. Pero con el paso de los años las sombras sobre los ideólogos de este atentado aún están presentes.
El Estado pusilánime y cobarde capitaneado por personajes oscuros como Giulio Andreotti y por la parte más nefasta y delincuente de la Democracia Cristiana romana y la siciliana sin lugar a dudas se beneficiaron con el atentado.
Dalla Chiesa en su diario personal cuenta que mantuvo una conversación con Andreotti el 5 de Abril de 1982, poco tiempo antes de asumir como Prefecto de Palermo, en la que le dijo claramente que no habría tenido ningún miramiento para con esa parte de electorado mafioso, con la que simpatizaban los hombres de su corriente en Sicilia; y posteriormente definió a la corriente de Andreotti de Palermo como “la familia política más contaminada del lugar”, agregando que los andreottianos estaban muy comprometidos con Cosa Nostra.
A la luz de esto se mantiene la sospecha de que la Democracia Cristiana de Andreotti, junto con sectores oscuros del Estado, como la masonería desviada y los Servicios Secretos, y porqué no también el poder del Pacto Atlántico, inspiraron o peor, pidieron el favor de eliminar al General y los jefes corleoneses de Cosa Nostra, Salvatore Riina y Bernardo Provenzano.
Es por ello además que treinta y un años después del atentado de calle Carini es posible decir que el atentado se puede definir como un atentado de Estado.
Una acción que daría el pie al inicio de la campaña terrorista de la mafia, y de los poderes relacionados con la misma, para detener a todos esos funcionarios del Estado honestos y justos que querían cambiar la situación de impás político-económico en la que se encontraban Sicilia e Italia, cada vez más subyugada por la mafia y la corrupción.
Giovanni Falcone fue uno de los primeros que dijo que detrás de ese homicidio no estaba solo la mafia. Y como todo atentado que se precie de serlo también el atentado a dalla Chiesa fue objeto de numerosos despistajes y misterios a lo largo de estos treinta y un años de investigaciones.
Inmediatamente después del homicidio desaparecieron misteriosamente los documentos de la caja fuerte oculta en la casa del Prefecto. No solo eso. En base a las revelaciones realizadas por un anónimo, recientemente se ha descubierto que otros documentos habrían sido sustraídos del maletín de cuero marrón que se encontraba en el interior del automóvil en la noche del atentado.
Según el anónimo en dicho maletín el Prefecto conservaba documentos importantes. “Un oficial de carabinieri que prestaba servicio en Palermo – dice la misiva a la que él llama ‘protocolo fantasma’ - se encarga de sustraer el maletín de cuero marrón que contenía documentos comprometedores, sobre todo nombres relacionados con investigaciones que dala Chiesa está tratando de desarrollar por sí solo”. Además habla de una oficina reservada que habría tenido el General dalla Chiesa en el cuartel de plaza Verdi, sede del comando provincial de carabinieri: “Estaba ubicado en frente del núcleo de comando del Rono y allí habían biblioratos, apuntes y mensajes”. Y el mismo maletín del General fue encontrado por los Jueces Instructores en el subterráneo del Palacio de Justicia de Palermo. En su interior no había ni siquiera una hoja en blanco, solo polvo y telarañas. Detrás de la desaparición de estos documentos quedó cada vez más en evidencia la presencia de servicios desviados o servidores del Estado indignos.
Pero el atentado de calle Carini no fue otra cosa que el inicio de una batalla por decirlo como el Fiscal Adjunto de Palermo, Vittorio Teresi, entre el “Estado-mafia” y el “Estado-Estado”. Y, lamentablemente, eran los primeros en ganar. Un sangriento ataque que se completó con el paso del tiempo con la muerte de muchos otros servidores del Estado, hasta llegar a los feroces atentados de 1992 (Capaci y Via D’Amelio) y los del continente de 1993 para luego terminar en 1994 con el fallido atentado en el Estadio Olímpico, cuando luego de una negociación entre el Estado y la mafia se llegó a un nuevo escenario político y el lugar de la Democracia Cristiana andreottiana (entre los años ’80 y ’90 en la cumbre de la política nacional) fue tomado por personajes en alza de la nueva corriente berlusconiana.
Pero la lucha entre “Estado-mafia” y “Estado-Estado” no ha terminado. Hoy hay nuevos magistrados que han tomado el legado de dalla Chiesa, de Chinnici, de Falcone y de Borsellino (por citar algunos).
Queda claro que no se puede decir lo mismo del mediocre y peor Presidente de la República que jamás haya tenido Italia, Giorgio Napolitano, que socorre a ex Ministros acusados de falso testimonio y que destruye los archivos de las escuchas telefónicas en las cuales se encuentra involucrado, planteando un conflicto de atribuciones por parte de la Fiscalía de Palermo. Un hecho sin precedentes en la historia de Italia. E igualmente mediocres son los representantes del Gobierno de la confabulación en donde se mezclan delincuentes, condenados, corruptos y corruptores y otros políticos que mantienen una actitud de omertad y silencio con tal de sentarse en los escaños del poder.
Y entonces dejemos que el recuerdo del General Carlo Alberto dalla Chiesa sea el punto de referencia de los justos y de esa parte de la política, de las fuerzas del orden, de la ciudadanía activa que realmente quiere salvar a Italia, sacándosela de las manos al poder mafioso.
ARTÍCULOS RELACIONADOS
Nuevo misterio sobre el General Dalla Chiesa (G. Bongiovanni y A. Pettinari)
El General dalla Chiesa, padre de la patria