Saverio Lodato-22 de octubre de 2022

Parte primera

El monocolor postfascista, con la primera mujer en Italia, Giorgia Meloni, elegida para guiar el Palacio Chigi, está destinado a cambiar los tradicionales y habituales relatos de la política italiana.

Ya lo podemos ver en estas horas de reacciones en Italia, pero sobre todo en las cancillerías europeas.

Los aplausos de Orban y Le Pen fueron ponderaciones a tener en cuenta. Un poco menos los de von der Leyen, Biden, Zelensky y los demás que siguieron su ejemplo, como prueba del hecho que hoy es importante llamarse atlantistas, cobijados bajo el paraguas de la OTAN, dispuestos a enviar, sin decir palabra, otros vagones de armas a Ucrania. Pero bien o mal, ese no es el punto.

La señora Meloni, que lo entendió al vuelo, puso en escena (con el Vox descarnado que tanto le agrada) un papel perfecto. Sabía que, si acertaba esta apuesta, haría saltar la banca.

El buen Tajani, cuando al tratar el tema se encontró frente a un enfadado Silvio Berlusconi, inició el recorrido de las siete iglesias por Europa, para reafirmar que estamos dispuestos a morir por la OTAN. Y Tajani también siguió los pasos de Meloni.

Conclusión: Meloni lidera el gobierno, Tajani las relaciones exteriores y todo el resto después.

Ahora ya no interesan las fotos familiares del nuevo gobierno. Y los periódicos que en estas horas no encuentran nada mejor, nos recuerdan cuán poco se escucha al viejo sabio y qué fácil es caer en la contemplación del dedo cuando sería tan hermoso poder ver la luna.

La centroizquierda, que podría haber llegado a prorrogar la partida con la centroderecha ¿por qué terminó así? Por muchas razones conocidas.

Exaltación sin críticas de la agenda de Draghi; cancelación de lo poco que quedaba de las viejas raíces populares en los sectores más débiles de la sociedad; fascinación perversa por las clases más ricas y sus estilos de vida; la consiguiente incapacidad para armar una alianza, al menos electoral, con otras fuerzas que ampliaran el espectro, y el consecuente armado de listas electorales sin sombra de vergüenza. Y podríamos seguir.

Y la derecha ¿por qué ganó?

Porque supo convertir en oro la chatarra oxidada de la izquierda. Además de otras cosas. Y si la centroizquierda no lo entiende, seguirá perdiendo durante otro medio siglo más.

La centroderecha, por su parte, se ha preparado para el monocolor posfascista que está naciendo en estas horas, desde hace exactamente treinta años.

(Continúa)

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*Foto de portada: © Francesco Piras