El pozo negro de la Italia republicana

Por Giorgio Bongiovanni- 24 de octubre de 2022

"El jefe", Silvio Berlusconi, ha regresado. Primero al Parlamento, como Senador, nueve años después de su expulsión tras la sentencia firme por fraude a Mediaset (condena cumplida). Luego al Gobierno, en apoyo de la nueva primera ministra, Giorgia Meloni, como líder de ese partido, Forza Italia, que fundó junto con Marcello Dell'Utri, un hombre de la mafia en todos los aspectos (condenado en forma definitiva a 7 años por concurso externo en asociación mafiosa).

Con su amigo Dell'Utri comparte la inscripción en el registro de sospechosos de Florencia, como autor intelectual externo de las masacres de 1993.

Pero Silvio Berlusconi es mucho más que eso. Es amigo de los mafiosos. Se reunió, según informó el colaborador de justicia Francesco Di Carlo (testigo presencial), con jefes destacados como Stefano Bontade, Gaetano Cinà y Mimmo Teresi. Tenía como "mozo de cuadra" a Vittorio Mangano, el jefe de Porta Nuova contratado por Berlusconi y Dell'Utri en 1974. El mismo Mangano a quien Berlusconi y Dell'Utri han definido varias veces como "un héroe" tras su muerte.

Ese mismo Mangano que, según dijeron ellos mismos en una escucha del 29 de noviembre de 1986, ponía "bombas cariñosas".

Nada más lejos de un político "responsable" y "moderado". Defendió intereses personales, siempre y en todo caso, lo que llevó al Parlamento a aprobar 60 leyes ad personam, algunas rechazadas por la Consulta por considerarlas inconstitucionales. Elevó el conflicto de intereses a la categoría de sistema, legitimando, de hecho, este modus operandi.

Estaba inscripto en las listas de la logia masónica oculta P2, de Licio Gelli. A menudo se salvó en los juicios por el instituto de la prescripción. Sobornó a parlamentarios. En repetidas ocasiones le guiñó un ojo al fascismo, elogiando a Benito Mussolini.

Justificó la evasión de impuestos y aprobó amnistías fiscales, de construcción y ambientales.

Nos puso en ridículo a los ojos del mundo con el "Bunga bunga", y el "Papi girl" y gestos como el de "Ruby es la sobrina de Mubarak".

Sacó a los periodistas y artistas que no le gustaban de las redes del servicio público de la RAI.

Calumnió, ofendió y deslegitimó, a través de sus propios "medios de desinformación", escritos y televisivos, a magistrados, periodistas e intelectuales que tenían el único defecto de contar los hechos o buscar la verdad.

En los últimos días ha vuelto a hacer de "bufón" hablando de la guerra de Ucrania y de su amistad con Putin. Lo hizo el día antes de ir al Quirinal para la Consulta de Gobierno.

Y nunca entenderemos cómo es posible que el presidente de la República accediera a recibir a tal personaje.

Nunca entenderemos cómo es posible que los italianos puedan tolerar todo esto.

Hay gente decente que, fingiendo no ver, lo soporta.

Luego están los que alaban su figura, demostrando cierta "pasión criminal" por el delincuente. Pero esto no se explica por el simple hecho de hablar del "síndrome de Estocolmo".

Este es el pozo negro de la Italia republicana.

Ya hemos mencionado la sentencia Dell'Utri. En los fundamentos de la misma se dice que, durante dieciocho años, de 1974 a 1992, el exsenador fue el garante "decisivo" del acuerdo entre Berlusconi y Cosa Nostra con un papel "relevante para ambas partes: la asociación mafiosa, que dibujó un canal constante de enriquecimiento significativo; el empresario Berlusconi, interesado en preservar su esfera de seguridad personal y económica". Y la Corte siempre escribe en negro sobre blanco acerca de la "continuidad de los pagos de Silvio Berlusconi a favor de los miembros de la asociación mafiosa, a cambio de la protección global que ésta otorga al empresario".

A la luz de esta estrecha relación entre los dos fundadores de Forza Italia, Berlusconi y Dell'Utri, dejamos que ustedes decidan si este partido puede o no ser considerado de la mafia.

¿Qué más podemos decir? Que hoy más que nunca es posible afirmar que nuestros mártires caídos, que derramaron su sangre en las calles, asesinados con Kalashnikovs o volados por los aires con bombas, están siendo ofendidos y traicionados.

La Italia sin memoria de su propia historia desmerece a los ojos del mundo y, como dijo Agnelli, es una "República bananera". Y si alguien como él lo dijo, se nota que lo entendió muy bien.

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*Foto de portada: © Imagoeconomica