Ignazio Benito Maria La Russa ocupará el segundo cargo del Estado

Por Giorgio Bongiovanni-13 de octubre de 2022

Pobre patria, esta Italia sin memoria. La nuestra es una República antifascista (de derecho y no de opinión), pero evidentemente los 116 senadores presentes en el recinto que votaron a Ignazio Benito Maria La Russa como presidente del Senado fingieron, a sabiendas, no saberlo.

Y es aún más grave que tal elección no se haya realizado por los votos de la mayoría (no toda Forza Italia fue compacta en el conteo y solo los votos de Berlusconi y Casellati fueron a favor), sino con los de la oposición ("Italia Viva" de Renzi y quizás también "Azione" de Calenda).

Hace apenas unas semanas, en plena campaña electoral, durante una discusión con el gobernador Michele Emiliano, preguntado sobre sus orígenes políticos, sostuvo: "Todos somos herederos del Duce, herederos de esa Italia de nuestros padres, de nuestros abuelos y de nuestros bisabuelos".

Por otra parte, qué esperar de quien nunca ha tenido miedo de exhibir en su casa y ante las cámaras una colección de bustos de Mussolini, medallas de los Arditi y otras reliquias.

Su carrera comenzó en el Frente de la Juventud. Como secretario regional, salió con sus camaradas de las escuelas y de las plazas milanesas armado con cadenas y cuchillos.

Hay imágenes de abril de 1973, en las que se lo retrata durante la manifestación organizada por el Movimiento Social "contra la violencia roja", a pesar de la prohibición de la Prefectura. En esa ocasión, se lanzaron dos granadas de mano SRCM que mataron al policía Antonio Marino, de 22 años. La Russa fue señalado como uno de los responsables morales de los atentados.

Fue uno de los referentes en Lombardía para el MSI (fue candidato en las elecciones regionales de Lombardía en 1985, luego electo en el colegio de Milán con 24.096 preferencias en el Consejo Regional y luego reconfirmado en 1990).

Luego en 1992 fue elegido para la Cámara de Diputados en las listas del MSI (Movimiento Social Italiano) y luego reconfirmado entre las listas de Alianza Nacional a la Cámara de Diputados en las elecciones políticas de 1994, de la cual llegó a ser vicepresidente.

La Russa fue de los que siempre se negó a definir al fascismo como "el mal absoluto" (como dijo Fini en una histórica visita a Israel). De hecho, siempre sostuvo que "en el fascismo ha habido muchas luces, solo unos pocos comunistas nostálgicos de Stalin y del muro de Berlín siguen considerándolo una herejía. Hasta 1938 lo decían los líderes democráticos de toda Europa".

Se nota que tiene una cierta veneración por el Duce. En el 2019, La Russa se manifestó contra el obispo de Ventimiglia, Antonio Suetta, que no quiso celebrar la conmemoración de la muerte de Mussolini el 28 de abril. "No sé cómo puede ser un instrumento de controversia, es solo un recordatorio religioso de una persona que ya no está y creo que la religión cristiana no contempla tales prohibiciones", dijo sin pestañear. Todo normal en este país del Gattopardo, de misterios y traiciones.

La Russa es también un belicista al servicio de Estados Unidos. Se dice que, cuando era ministro de Defensa, fue quien persuadió a Berlusconi para participar en la intervención militar a Libia en el 2011, que acabó con el régimen de Gadafi.

Y en ese momento La Russa se destacó por tener relaciones poco cordiales con los periodistas, algunos de los cuales incluso fueron echados a patadas.

Son tiempos oscuros los que atravesamos. Y podrían ser tiempos más oscuros los que se avecinan a nivel social, político y cultural.

Y el discurso al asumir el cargo no da tranquilidad puesto que anuncia la posibilidad de reformas 'fuertes': "El Senado tiene derecho a actualizar -no la primera parte que es intangible- pero sí aquella parte de la Constitución con capacidad de dar respuestas a los ciudadanos y que pertenece a la voluntad del pueblo".

Palabras que chocan con las pronunciadas poco antes por la senadora Liliana Segre durante su discurso inaugural y que vale la pena recordar: la Constitución es "el ancla principal en torno a la cual debe manifestarse la unidad de nuestro pueblo. Como decía Piero Calamandrei, no es un papel, sino el testamento de cien mil muertos caídos en la larga lucha por la libertad; una lucha que no comenzó en septiembre de 1943 pero que idealmente tiene a Giacomo Matteotti como líder. El pueblo italiano siempre ha mostrado un gran apego a su Constitución, siempre la ha sentido amiga. En cada ocasión en que han sido interpelados, los ciudadanos han optado por defenderla, porque se han sentido defendidos por ella. Naturalmente -añadió- también la Constitución es perfectible y puede ser enmendada (como ella misma prevé en el art. 138), pero permítanme observar que si las energías que desde hace décadas se emplean para cambiar la Constitución -por otra parte, con resultados modestos y a veces peyorativos- se hubieran utilizado para ponerla en práctica, el nuestro sería un país más justo y también más feliz".

"El pensamiento se dirige inevitablemente al artículo 3, en el que los padres y madres constituyentes no dudaron en prohibir todas las discriminaciones basadas en 'sexo, raza, lengua, religión, opiniones políticas y condiciones personales y sociales', que habían sido la esencia del Antiguo Régimen".

Fue la propia Segre quien recordó a todos que en este mes de octubre se cumple el centenario de la Marcha sobre Roma, que dio origen a la dictadura fascista. Y hoy es un día triste para nuestro país. Con un "matón fascista" elegido para el segundo cargo del Estado. Más profundo que esto, nuestra amada Italia ya no puede caer.

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*Foto de portada: © Imagoeconomica