Por Giorgio Bongiovanni-10 de agosto de 2022

¡Culpables, pero todos absueltos!

No estamos dando vueltas en torno a tecnicismos propios de picapleitos con los que se intenta traducir terminologías jurídicas tales como "el hecho no constituye delito" o "no cometió el hecho" con las que, hace casi un año, la Corte Penal de Apelaciones de Palermo absolvió a los acusados institucionales del proceso de la Tratativa Estado-mafia.

Sobre los fundamentos de la sentencia, presentada en un sábado de este caluroso verano, ya hemos publicado en esta revista comentarios autorizados como los del consejero togado Nino Di Matteo y los periodistas Saverio Lodato, Lorenzo Baldo, Aaron Pettinari y otros colegas.

La tratativa existió, pero no es un delito. Y el atentado al cuerpo político del Estado es un delito reconocido, de hecho, sólo para los mafiosos que, con las bombas de 1992-1993, quisieron doblegar al Estado.

En el medio, sin embargo, hubo diálogos y acuerdos, algunos de los cuales fueron incluso reconocidos como probados por los propios jueces en la sentencia.

Lo explicó muy bien Saverio Lodato, y enumeró los hechos: "¿Qué escribieron los jueces? Que la tratativa existió. Que Totò Riina fue dueño y partícipe de ella. Que Mori y De Donno fueron a buscar a Vito Ciancimino para hablar con Riina después de la masacre de Capaci.

"Que los dos carabineros cultivaron en soledad el ambicioso proyecto de salvar a Italia de otras masacres.

"Que no obedecían órdenes de ningún político, menos que menos de un exponente de las instituciones.

"Que no hicieron lo que hicieron para favorecer a la mafia. Por lo tanto, absueltos.

Sentencia de la tratativa 2

"Pero la sentencia, que sienta las bases del Nuevo Mundo, va mucho más allá.

"Con mucha audacia, nos atreveríamos a decir.

"Cuando dice por escrito que Mori no ordenó el registro del escondite de Riina, en vía Bernini, para enviar una señal de paz a Bernardo Provenzano, que en ese momento estaba prófugo.

"Cuando dice por escrito que Mori demoró, todo lo que pudo, la captura tanto de Provenzano como de Nitto Santapaola.

"Demasiadas concesiones, incluso para el propio Mori, que en los últimos años fue absuelto en casi media docena de juicios sobre los mismos temas. Mori, casi por pudor, había negado todos los cargos. Pero la Corte hoy parece certificar que siempre es mejor decir la verdad... tanto que terminan todos absueltos".

Entonces queda claro que, como escribió Lorenzo Baldo "la sentencia de la Corte Penal de Apelaciones de Palermo está nada más y nada menos que en sintonía con el estado de un país en colapso como el nuestro. Un país en el que siempre se negó la verdad sobre las masacres de Estado. Quien no quiere procesarse a sí mismo. Quien obstaculiza – hasta el extremo – a quien se atreve a buscar esa verdad, a quien se atreve a abrir los armarios de la vergüenza".

La única respuesta que podemos encontrar ante un Estado traidor que acepta tratar con esa mafia que masacró a sus mártires, es que estamos ante un Estado-mafia.

Sentencia de la tratativa 3

Un país infestado de mafia en todos sus ganglios, a nivel cultural, ético, social, económico y del pensamiento.

Es inaceptable vivir en un país que lleva adelante "intereses de Estado" pactando con el jefe mafioso de las masacres, Bernardo Provenzano, garantizándole una larga vida en la clandestinidad, como quizás suceda hoy con el otro jefe de las masacres, Matteo Messina Denaro.

Incluso es inaceptable la hipótesis de una, como dice la sentencia del juez Angelo Pellino (juez a latere Vittorio Anania) "solicitud dirigida al componente moderado para cooperar en el restablecimiento de un clima de no beligerancia o conflicto sostenible con las instituciones: un clima que dejaba entrever, en perspectiva, la posibilidad de una flexibilización de la acción represiva del Estado y de modificaciones también en el marco normativo; y, en lo inmediato, una mirada a la realización de investigaciones que ungieran a los exponentes mafiosos dispuestos a cooperar con ese proyecto, o con sus negocios".

Hasta la fecha, ante una política silenciosa y ausente, aun sin compartir casi nada con el Movimiento Cinco Estrellas, debemos reconocer que su presidente, Giuseppe Conte, mediante una carta a Il Fatto Quotidiano, fue el único líder político que habló, con sentido común y discernimiento, sobre la sentencia.

"De ahora en adelante – dijo – si algunos oficiales o funcionarios del aparato del Estado, inspirados en el loable objetivo de evitar nuevas actividades delictivas particularmente atroces, entraran en negociaciones con miembros del crimen organizado, estarían plenamente justificados y no serían punibles. Cómo vamos a poder conciliar el reclamo que le hacemos a empresarios y comerciantes para que asuman una actitud de máximo rigor frente a la mafia, si luego dejamos libres a los oficiales y funcionarios del Estado para que pacten con los jefes. Una clase política que no esté distraída por los juegos de poder y los bailes de salón debería responder a estas preguntas".

Lo mismo se pregunta Saverio Lodato en su último editorial: "¿Qué opinan de esta sentencia, que parece justificar la alianza del Estado con la Mafia Buena, pero en contra la Mafia Mala, los demás políticos?

"Qué opinan: Berlusconi, Salvini, Meloni, Letta, Calenda, Renzi, Bonino, Tabacci, Gelmini, Carfagna y Di Maio. Por nombrar solo unos cuantos.

"Hasta ahora, no han dicho ni una palabra. Tal vez sus respectivos electores estén interesados en conocer su pensamiento. Quizás".

Tal vez piensen exactamente lo mismo que en el pasado hemos escuchados de políticos como Pietro Lunardi (ministro de un partido fundado por hombres de la mafia, ndr), según el cual "los problemas de la mafia y de la Camorra siempre han existido y siempre existirán por lo que es preciso vivir con esta realidad".

Sentencia de la tratativa 4

Una expresión que se repite a lo largo de más de ciento cincuenta años de historia en los que la lucha contra las mafias nunca está ubicada en los primeros lugares de la agenda política. Y quien promete hacerlo, traiciona a sus electores.

Hoy quiero dirigirme al presidente Sergio Mattarella, porque quizás, como familiar de una víctima de la mafia, pueda entender tanta indignación.

Amo profundamente a nuestra Constitución.

Pero hay demasiados hombres de las instituciones del pasado y del presente que la están pisoteando en todos los sentidos. Y así también se fortalece el Estado-mafia.

Creo en usted, presidente Mattarella, y en otros poquísimos hombres del Estado (entre ellos los magistrados que luchan en primera línea y arriesgan sus vidas, los funcionarios de policía, los carabineros y los guardias de finanzas que diariamente sirven al país en favor de la comunidad; los hombres de las custodias que se sacrifican para proteger la vida; y luego algunos otros, muy pocos, entre maestros, profesores universitarios y políticos).

Sentencia de la tratativa 5

La única esperanza son los jóvenes, pero hay que darles las herramientas adecuadas para que puedan vivir con dignidad y libertad en este país.

Una libertad que no existe si, en medio de un silencio cómplice, se justifica la existencia del Estado-mafia. En este Estado traidor ya no se puede permanecer.

Y fuerte es el deseo de partir.

Incluso desde un país lejano como Uruguay, como ciudadano y residente, se puede seguir escribiendo y haciendo oír la propia voz.

Me gustaría decirle, señor presidente, que me voy a exiliar. Pero sólo por amor a los familiares que piden y exigen la verdad, al pueblo, a los funcionarios y hombres de Estado que están empeñados en buscar la verdad, me quedaré.

Seguiré aquí, aunque sea muy fuerte el deseo de exiliarme de una patria que ya no siento mía.

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*Foto de portada: Antimafia Duemila/ Los restos de los cuerpos de las víctimas de la masacre de Via D'Amelio cubiertos por sábanas

*Foto 2: El general Carlo Alberto dalla Chiesa y su esposa Emanuela Setti Carraro asesinados bárbaramente en via Isidoro Carini, en Palermo, el 3 de septiembre de 1982

*Foto 3: El cuerpo asesinado del entonces subjefe de la Escuadra Móvil de Palermo, Ninì Cassarà, desplomado junto a su esposa Laura el 6 de agosto de 1985

*Foto 4: El actual presidente de la República, Sergio Mattarella, mientras extrae del automóvil el cuerpo asesinado de su hermano Piersanti, el 6 de enero de 1980 © Archivo Letizia Battaglia

*Foto 5: Los cuerpos asesinados de Pio La Torre y Rosario Di Salvo en el interior de un Fiat 131 cuando llegaban a la sede del partido Comunista, en Palermo, el 30 de abril de 1982